• 01 •

Màu nền
Font chữ
Font size
Chiều cao dòng

Seúl, Corea del Sur📍

Cuando el reloj despertador marcó las cinco en punto de la madrugada, la alarma de este comenzó a sonar; después de dejar pasar unos cinco segundos, Taehyung tanteo en la mesita de noche a su lado derecho buscando aquel aparato rectangular y lo apagó.

Restregó sus ojos levemente, y segundos después de dar un largo bostezo, estos se llenaron de pequeñas lágrimas que logró dispersar al parpadear repetidas veces.

Salió de su cama y comenzó a ordenar las sábanas para asegurarse de que estuvieran colocadas correctamente y sin ninguna mancha, arruga o doblez, e hizo lo mismo con sus almohadas. Después de revisar unas cinco veces si no había algún "defecto", se dirigió con total tranquilidad hacia aquella habitación donde guardaba toda su ropa.

Porque sí, él no tenía un simple y pequeño ropero, y eso era por una sencilla razón. Todo siempre se terminaba amontonando y eso causaba que su ropa se arrugara, lo cual le causaba ansiedad.

Esa habitación estaba llena de ropa perfectamente distribuida, según el color, el tamaño y la ocasión. Buscó en la sección de ropa de trabajo; apenas comenzaba la semana, por lo que optó por ponerse un pantalón de vestir negro, una camisa blanca con una corbata roja, un chaleco negro encima y su saco también del mismo color. Todos los lunes, martes y miércoles se vestía de aquella forma y los jueves, viernes y sábados optaba por sus trajes de color azul marino.

Colocó la ropa delicada y cuidadosamente en su cama, se adentro en el cuarto de baño, y cuarenta minutos después salió de allí con una bata que cubría su cuerpo casi por completo. Usó la secadora hasta que su cabello estuvo seco en su totalidad, peinó sus grises cabellos de forma simétrica y para asegurarse de que se quedara así se echó un poco de fijador en aerosol, se cambió de ropa y salió de su habitación, bajó las escaleras camino a la cocina a prepararse un delicioso bibimbap; comida que consiste en arroz con diferentes tipos de verduras, y un té verde.

Colocó una tela gruesa, blanca y rectangular en la mesa; en el centro de esta su plato de bibimbap, al lado izquierdo uno de sus palillos y al lado derecho el otro; y en el centro en la parte superior, su taza de té.

Varios minutos después terminó de comer y llevó todo lo que había ensuciado al lavador, se colocó unos guantes amarillos y con un poco de agua caliente y jabón lavó los palillos; y lo demás con agua fría, jabón y su esponja. Cuando regreso al comedor dobló la tela y la guardo en un compartimiento especial de su maletin para que no se mezclara con las cosas de su trabajo.

Siendo las siete en punto de la mañana salió de su mansión y condujo hasta su trabajo. Dependiendo del día tenía una rutina que seguir. Para muchos esto sería algo raro, pero para él era completamente normal y necesario, y eso estaba bien.

Media hora después llegó al edificio de veinticuatro pisos, adentró su carro en el estacionamiento y subió por el ascensor hasta el décimo piso. El sabía lo que pasaría a continuación y como siempre solo optó por rodar los ojos al notar que la primera persona que lo vio llegar, corrió y les aviso a sus demás compañeros que había venido, por lo que todos completamente asustados por recibir algún regaño o hasta ser despedidos ordenaron cada cosa como sabían que a él le gustaba. Los nuevos trabajadores veían aquello algo confundidos; pero, sin cuestionar nada imitaron a los demás.

—Buenos días Joven Kim —Saludó amablemente Park Jimin, un empleado joven y alegre, de risa contagiosa y mirada cautivante.

El contrario sólo asintió levemente como respuesta y comenzó a inspeccionar cada uno de los cubículos de oficina para asegurarse de que todo allí estuviera tal y como él necesitaba que estuviera.

Y todo iba de maravilla, hasta que llegó al cubículo donde una joven castaña se encontraba; bastó con una mirada del de cabellos grises para que ella entendiera que quería hablarle, por lo que nerviosa se puso de pie. El señor Kim se cruzó de brazos y la inspeccionó de pies a cabeza para luego poner los ojos en blanco y suspirar.

—Nombre —dijo totalmente serio.

—Kim Hyun-ah —Se presentó e hizo una pequeña reverencia.

—¿Acaso no sabe cómo deben ser las cosas aquí? —cuestionó señalando el pequeño desorden de su lugar de trabajo e incluso su ropa.

—Discúlpela Joven Kim —Un chico rubio que denotaba preocupación en su expresión facial, se puso delante de la chica como si fuera su escudo humano, y siguió hablando —. Llegó tarde, pero es nueva en esto ¿Puede darle una oportunidad más?

—¿Tú eres? —preguntó enarcando una ceja.

—Kim Hyo-jong— le contestó.

—¿La conoces?

—Es mi mejor amiga —mintió; Kim se dio cuenta de ello, pero decidió no darle importancia. Mientras no se distrajeran por su noviazgo, para él estaba bien —y yo le enseñaré como es todo aquí, así que no se preocupe.

—Espero que así sea, porque la próxima vez que vea que no está todo como debe estar, los echaré a los dos.

—Lo siento mucho Joven Kim— hizo una gran reverencia apenaba y preocupada, pues no quería perder el trabajo ¡Apenas era su primer día allí!

—No hagas eso, a quién se le hacen reverencias de noventa grados es a mi padre pues él es el líder de todo esto, yo aún soy el heredero— pidió un poco más tranquilo.

—Sí Joven Kim— exclamó la pareja al unísono.

Y sin más que decir o escuchar se alejó de allí, caminó y caminó hasta llegar a donde se encontraba la recepcionista y le recordó como siempre, que tenía que pasarle las llamadas solo si eran demasiado importantes, además de dejar pasar solo a quienes habían agendado una cita con él. Luego de ello entró en su oficina, se sentó en el gran sillón negro y acolchado a su gusto, y se colocó sus lentes de aviador dorados que le habían recomendado usar para descansar la vista al escribir y hacer sus cuentas en su laptop.

Después de varios minutos su teléfono comenzó a vibrar en el bolsillo delantero de su pantalón, dejó de lado lo que estaba haciendo y contestó la llamada de su padre.

—Hijo ¿Cómo va todo?

—Por el momento todo bien padre, sé solucionar cualquier percance, así que no tienes de qué preocuparte— Le contestó.

—Me alegra escuchar eso— exclamó contento, pero de repente su tono de voz se volvió serio y demandante—, necesito hablar contigo de algo importante.

—Te escucho.

—Voy a contratarte una secretaria o secretario personal.

—¿Qué? ¿Estás loco? ¿Por qué quieres hacer algo como eso?— se levantó de golpe con el ceño fruncido y se regaño a si mismo al darse cuenta que al hacerlo había desordenado un poco su escritorio.

—Creo que necesitas ayuda y de paso compañía, me preocupas— admitió mientras Taehyung acomodaba cuidadosamente su laptop y algunos papeles que se habían movido de su respectivo lugar.

—Solo prefiero hacer las cosas yo solo, porque así todo sale justo como quiero— dijo encogiéndose de hombros y se sentó de nuevo en su sillón.

—Solo trabajas y estás en casa, no sales para otra cosa que no sea comprar lo que necesites.

—Y eso está bien para mí— se limitó a decir.

—¿Por qué no sales con algún amigo o amiga?

—Porque ya no tengo, ese tipo de relaciones siempre terminan mal, igual el ámbito romántico— según su experiencia, no valía la pena intentar establecer un tipo de relación, que no fuera laboral, con cualquiera que sea la persona que se le acerque.

Si alguien se convierte en tu amigo o pareja, terminas con el corazón roto de alguna u otra forma y por diferentes razones. Nada dura para siempre y las personas lastiman, incluso a quienes aman, entonces ¿De qué serviría intentarlo?

Todo estaría bien si se mantenía solo.

—Bien— dijo su padre y soltó un largo suspiro.

—Entonces, ¿Te convencí de que no necesitas contratar alguien que me ayude, no?

—Me convenciste de lo contrario y mañana mismo tendrás a alguien en ese solitario despacho, adiós hijo, cuidate mucho y recuerda que te quiero— exclamó y cortó la llamada de inmediato.

—Pero, odio esto— tomó entre sus manos una pelotita antiestrés y la apretujo con todas sus fuerzas. Estaba enojado, su progenitor y su madrastra siempre tomaban decisiones apresuradas con la excusa de que era por su bien y no le daban la oportunidad de oponerse.

Luego de analizar lo sucedido comenzó a idear un plan, quien sea que contratara su padre no duraría ni un día en aquella oficina.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen2U.Pro