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Colocó unas diez alarmas en su celular para que lo levantaran a las seis de la mañana y fue recién la sexta la que logró despertarlo, bueno apenas. Aún con el sueño dominándolo, Jungkook se sentó con algo de dificultad, luego apoyó la espalda en el respaldo de su cama, dio un gran bostezo mientras estiraba levemente sus extremidades, y con los ojos cerrados tanteo la superficie de su cama en busca del celular para apagar aquel sonido incesante que ya comenzaba a hartarlo.

Tenía la idea de irse a dormir a las diez de la noche para levantarse a la hora que quería y así dormir sus ocho horas necesarias, sin embargo, se entretuvo primero leyendo «Angel buddy» un manhwa que en tiktok habían recomendado, después se quedó viendo en su celular una película anime llamada, «Anohana: la flor que vimos ese dia» hasta las dos de la madrugada y sin darse cuenta terminó quedándose dormido con el teléfono en la mano.

Cuando vio la hora que era creyó que su imaginación le estaba jugando una mala pasada, pero de verdad eran las siete de la mañana. A esa hora comenzaban las entrevistas de trabajo a las que quería postular, el lugar quedaba a media hora de su apartamento y aún no se había aseado ni desayunado. Si bien había planeado todo porque para él conseguir trabajo era muy importante, nada salió como esperaba.

Decidió no ordenar las sábanas enmarañadas, ya que después de todo igual iban a volver a estar en ese estado cuando se acostará a dormir en la noche, y se puso de pie para caminar hacia el baño, tropezó con algo de su ropa sucia y se sostuvo de su escritorio donde vio algunos vasos y platos igualmente sucios, se recordó a sí mismo que debía lavarlos, pero que lo haría después de la entrevista si es que llegaba a tiempo.

Se baño y cepillo los dientes lo más rápido posible; y salió con una toalla cubriendo la parte inferior de su cuerpo, tropezó con aquel libro que había dejado tirado hace varios días en el momento en que se quedó dormido por leer hasta tan tarde, se sobó los dedos del pie izquierdo mientras saltaba con todo el peso en el pie contrario a este, se dirigió así a su ropero y se acomodó frente a el con ambos pies en el suelo, entre todos los trajes que tenía para cambiarse eligió al azar una camisa blanca, un chaleco azul marino que marcaba su cintura a la perfección, unos pantalones, saco de vestir y zapatos también del mismo color.

Vio la hora en su celular y lo guardó de inmediato en el bolsillo delantero de su pantalón; había perdido media hora, por lo que bajó las escaleras lo más rápido que pudo y corrió a la cocina, ya que no quería tardar más sacó de la alacena un sobre de ramen instantáneo y mientras lo preparaba, se tomó solo unos segundos para sacar del refrigerador su bebida preferida, su leche de plátano.

Unos minutos después la comida estuvo lista, y ahí mismo en la cocina terminó de comer todo, luego colocó lo que había ensuciado en su lavador, teniendo en mente que apenas regresara tenía que hacerse cargo de eso, salió de su casa y desde la acera tomó un taxi que para su suerte no demoró demasiado en llevarlo a su destino.

Cuando estuvo fuera de aquel gran edificio, los nervios y el miedo comenzaron a invadir su sistema, comenzó a toser por las náuseas, sus ojitos azules que tenían un brillo peculiar cual cielo en una tarde iluminada por el sol, se llenaron de pequeñas lágrimas a causa del esfuerzo ejercido y sus manos estaban heladas como si de cubos de hielo se tratara, recordó las pruebas y exposiciones que había tenido en su escuela y universidad, era la misma sensación y la misma razón del miedo.

No quería decepcionar a su nueva familia, no quería que lo dejaran. No quería estar solo, no de nuevo. A pesar del miedo siempre lograba hacerlo bien, estaba seguro de que está vez no sería diferente, y conseguiría el trabajo de una u otra forma.

Aunque no sabía en realidad de que iba el trabajo, no le importaba, solo quería entrar a la empresa, ya luego dentro si es que el puesto en el que estaba, algunos de sus familiares no lo consideraban el mejor, se esforzaría para conseguir uno que los llene de orgullo.

Dio un suspiro, frotó sus manos entre sí y entró en el edificio. Caminó directo a las escaleras y subió hasta el  piso doce. Cuando finalmente llegó, salió corriendo hacia la recepción donde una mujer pelirroja y alta —gracias a los tacos que llevaba puestos— se encontraba.

—Buenos días, vengo por la entrevista de trabajo— dijo Jungkook tratando de calmar su acelerada respiración.

—Comenzó hace más de una hora, llegas tarde— exclamó y le tendió un pequeño pañuelo, el pelinegro le agradeció y comenzó a secar las leves gotas de sudor en su frente y cuello— aunque no sé si ya te llamaron, así que dime tu nombre— pidió mientras sacaba un portafolio lleno de papeles.

—Jeon Jungkook— habló sonriente el chico de ojos azules.

—¡Qué suerte que tienes! Justo eres el siguiente— exclamó asombrada y le indicó la puerta de la que ya había salido una rubia sonriente y segura de si misma.

—Muchas gracias— le dijo a la recepcionista quien solo asintió, caminó con tranquilidad hacia aquella puerta y entró sin cerrarla.

—Buenos días, siéntese joven Jeon y cierre la puerta por favor— ordenó el señor Kim, líder de la empresa.

—¿Qué cierre la puerta? —dijo mientras señalaba el objeto.

—Sí, por favor— asintió.

—Está bien— tartamudeó levemente y muy a su pesar cerró la puerta. Después de dar una reverencia, se sentó en la silla frente al gran escritorio donde se encontraba el señor Kim.

Jungkook comenzó a buscar una salida con su mirada, él sentía que las paredes se comenzaban a cerrar, la respiración le faltaba y sus manos temblaban levemente. El señor Kim lo notó y no pudo evitar preocuparse.

—¿Le ocurre algo?— le preguntó.

—¿Puedo abrir una ventana? Siento que me sofoco— cuestionó con algo de dificultad. No es que hiciera calor o algo por el estilo, solo necesitaba saber que había una salida, que no se podría quedar atrapado en aquel lugar.

—Es temprano y hace frío, pero esta bien— se encogió de hombros y caminó hacia una de las grandes ventanas que estaban atrás de él y la abrió, un ligero viento envolvió la habitación y Jungkook pudo sentirse más tranquilo.

—Gracias.

—Bueno, hablame de ti— el señor Kim fue directo al punto.

—Soy Jeon Jungkook. Tengo veintitrés años, me gusta escribir, pero también amo mucho leer, después de terminar la secundaria a los dieciocho, decidí hacer mi servicio militar obligatorio, luego ingresé a la universidad y terminé en tres años en vez de cuatro por mi esfuerzo y dedicación, quise independizarme por lo que ahora vivo solo en un apartamento y estoy en busca de un trabajo con el que pueda pagar los gastos del apartamento y de mis propias necesidades— al final de toda su pequeña presentación sonrió orgulloso de si mismo y sus logros.

—¿Por qué te interesa el trabajo en esta empresa?— de nuevo preguntó.

—Porque a parte de necesitar el dinero, cómo le dije antes, conozco muy bien la empresa, sé los puestos que tienen, cuantos años llevan en servicio, cual es su visión, principios y valores y cómo soy una persona que se puede adaptar a cualquier situación, sin importar cual sea el puesto que pueda darme lo haré excelente, se lo prometo.

—Bien ¿Cuál consideras qué es tu mayor fortaleza?— colocó ambos codos en la mesa frente a él y apoyó su mentón en sus manos ahora entrelazadas.

—Mi capacidad de adaptarme y mi perseverancia— contestó con plena confianza en sus habilidades y cualidades. Sabía que no era perfecto y que tenía problemas que debía solucionar, pero también era consciente que eso no iba a detenerlo jamás.

—¿Por qué crees que eres la persona adecuada para un puesto en esta empresa?

—Porque como en la escuela y la universidad, trabajaré con el mismo esfuerzo para hacerlo bien aquí, le demostraré que soy muy capaz y apto para el puesto que me otorgue.

—Bueno, tienes el empleo dejó de lado su semblante serio y sonrió inmensamente después de decir aquello.

—¿Lo dice en serio señor?— cuestionó el pelinegro aún sin creer del todo lo que estaba sucediendo.

—Claro que sí, bienvenido a la empresa Kim, joven Jeon— el señor Kim elevó su mano hacia el joven cito quien la observó sonriente y la estrechó sin poder ocultar su emoción.

—Muchas gracias por la oportunidad, no lo decepcionaré— exclamó. Dejó su mano de lado y pasó a dar unas tres reverencias seguidas.

—Solo tienes que firmar esto, mientras tanto yo iré a comunicarles a los demás que ya contrate a alguien— dijo, le entregó un contrato, dejó un lapicero al lado de este y se puso de pie.

—Sí señor— asintió y firmó. El señor Kim, después de comunicar lo que debía, regresó y estando frente a frente con el pelinegro le indicó su horario y cual era su puesto. Jungkook se quedó callado en todo momento y sólo estuvo de acuerdo con todo lo que le decía, finalmente se despidieron y cada uno regresó a sus respectivas labores del día.

Todo estaba bien, pero con respecto a su puesto... ¿Secretario? Sabia lo que le pagarían antes de hacer la entrevista, por lo que creyó que sería algún otro puesto, no imagino aquello, ya que la paga era demasiado buena teniendo en cuenta que a un secretario no le pagaban tan bien como a demás trabajadores. ¿No había una razón específica para que el pago fuera tan elevado o sí? ¿Su jefe sería alguien muy exigente y difícil de soportar o complacer? No importaba cómo fuera, se esforzaría para seguir subiendo de puesto y cueste lo que cueste lo conseguiría.

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