Una paz extraordinaria pero aburrida

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El sol estaba resplandeciente y las brisas frescas brindaban un clima perfecto para pasar el día, la tierra estaba en un periodo de paz asombroso, sin ninguna alienígena, robótica o mística, sin duda la alegría de todos de poder de disfrutar de esta tranquilidad... menos para un erizo.

Mientras pasaban los meses, se habían acabado las amenazas y retos a los que enfrentar, y ya no había ningún indicio de un lugar por explorar, esto claramente llevo al erizo al inminente aburrimiento.

El aburrimiento de ya no poder disfrutar de una aventura frenética, el aburrimiento de no sentir la satisfacción de superar un reto.

Esto era lo padecía el gran héroe y viajero Sonic The Hedgehog.

Ahora mismo se encontraba corriendo en uno de sus lugares favoritos, Green hill, sintiendo la libre brisa, subiendo hasta una colina, donde el sol se ocultaba al anochecer.

Pero con el tiempo Sonic dio cuenta de algo, que todos sus amigos avanzaban, tenían cada uno sus responsabilidades, todos continuaban en el largo camino de la vida y Sonic solo veía desde lejos en un profundo estancamiento.

Ya nadie lo necesitaba, ya nadie pedía por su ayuda, sus amigos lo acompañaron, quizás con ellos cambiaria ese sentimiento.

Intento ocultar este sentimiento a sus amigos, con bromas y chistes, él pensaba que si los acompañaba el sentimiento se iba a ir, eventualmente lo lograba, pero... volvía.

No pudo evitar sentirse mal por su profundo egoísmo de querer la vuelta del Doctor, para llenar ese vacío con más desafíos y volver a sentirse útil, él sabía que la vuelta del Doctor u de otro villano solo traería destrucción y desolación, solo para contentar su propio ego y diversión.

Él solo quería volver a sentirse el héroe con el que todos podrían contar.

—¿Sonic?—Escucho la voz de un joven.

—Oh Tails—¿Qué haces aquí?.

—Estaba buscándote piloteando a Tornado, últimamente has estado algo solitario, y te encontré por aquí—El zorro saco de su avioneta una bolsa que contenía Chilidogs y se las dio a su amigo—¿Te pasa algo?.

—Pff yo estoy bien tranquilo, solo quería estar solo, ya sabes para despejar la mente — El erizo después agarro los Chilidogs—Gracias.

El zorro sabía que algo le pasaba a su amigo, desde hace días que actuaba de una manera extraña y él no dejaría que ese problema afecte a su amigo.

—Sonic por favor solo dímelo—Agarrando su mejor amigo y mirándolo fijamente le dio una mirada comprensiva.

El erizo solo guardó silencio por unos segundos.

—Es solo por una razón tonta —Exclamo agachando su cabeza.

—Sonic no me voy a burlar, confía en mí.—

—Yo solo me siento aburrido.

—¿Aburrido?.

—Si siento que ya no hay nada por hacer sin aventuras emocionantes o desafíos que me prueben y me hagan sentirme vivo, aunque también me siento... estancado—Dio una pausa para morder su Chilidog—Que todos siguen con sus deberes avanzando y ¿yo?, simplemente me siento obsoleto como si estuviera en una carrera y viera que todos llegan a la meta... menos yo.

—Sonic, no está mal sentirse así, todos llegamos a sentirnos atascados en nuestras vidas, recuerda no estás solo, tienes amigos, podemos ayudarte al igual que tú nos ayudaste.—El zorro hablaba mientras le dedicaba una sonrisa tranquila dora.—Recuerda somos Sonic y Tails ¿no?, hermanos por siempre, te apoyaré al igual que sé que tú lo harás también—.

Puede que este par de amigos no sean hermanos verdaderamente, pero el sentido de amistad era tal que se consideraban hermanos de otra madre, una amistad que siempre perdurara.

—En eso tienes razón Sonic y Tails los mejores amigos —El erizo comento todo con una sonrisa mientras sentía como poco a poco todos esos sentimientos negativos dejaban de abrumarlo.

Estos dos mejores amigos seguían hablando, mirando desde la colina la llegada del anochecer, mientras disfrutan de unos Chilidogs y malos chistes de parte de los dos, dejando ir las penas y compartiendo un momento de hermandad.

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Era de noche en Angel Island las estrellas brillaban con extrema belleza adornando el cielo nocturno, viendo este hermoso espectáculo se encontraba el último equidna y guardián de la legendaria Master Emerald.

El equidna se encontraba parado al lado de la Máster Emerald, mentiría si no envidiaba la vida de sus amigos, que no tenían que cargar con el peso de todo un legado de una civilización y ser el último de su especie, de estar atado a este lugar por siempre y a pesar de todo fallar como guardián.

La paz, con la desaparición del Doctor Eggman, provoco un tiempo de tranquilidad, aunque Knuckles llegaba a dudar sobre el verdadero paradero del Doctor.

Knuckles aunque llegaba a sentirse solo, sabía que no lo estaba, sus amigos lo visitaban regularmente, desde Amy trayéndole una comida sin precedentes o una simple charla, hasta Tails y Sonic llegando a contarle sobre los sucesos más recientes... aunque no todas las visitas que recibía eran de su agrado últimamente no dejaba de molestarlo una murciélaga de G.U.N. que realmente lo sacaba de quicio con sus insultos y burlas sobre su intelecto o brusquedad.

Todos estos pensamientos fueron interrumpidos por unos pasos a la lejanía.

—¡¿Hey quien anda hay?!—Grito el equidna adoptando una pose de combate.

Otra vez los pasos de la figura misteriosa se volvieron a oír.

—¡Sonic si eres tú no estoy de humor para una de tus bromas! —

Finalmente, los pasos cesaron y el equidna pudo oír el sonido de una máquina aterrizando.

—Eggman... esperaba nunca más volver a verte—

El Doctor estaba en su tan conocido transporte, aunque para la sorpresa del equidna no venía con un ejército de batniks, o con su confiable Metal Sonic, el simplemente estaba solo.

—Oh, yo también te extrañé Knuckles—El Doctor exclamo con una sonrisa mientras posaba sus brazos en su máquina.

—¡¿Por qué estás aquí?!—Exclamo furioso, el equidna no iba a permitir que el doctor se saliera con la suya, sea lo que fuera que estaba tramando. 

—Oh yo, solo vengo a probar un invento—Hablo sacando un aparato extraño de su chaqueta.

Antes de que pudiera decir algo, el equidna fue embestido, cayendo por las escaleras, levantándose de inmediato y sin distinguir bien la forma de la figura por la noche, solo sabiendo una cosa que esta persona era su enemigo.

—Oh perdona por sus modales, Knuckles te presento al modelo Z-134 o también , digamos que es una de mis mejores obras. —El doctor se autoalagaba a la vez que veía al equidna—Tranquilo, no te sientas mal, serás el primero en ver de lo que es capaz, solo ten cuidado, él está muy... ansioso...—Y con una sonrisa desquiciada el doctor apretó el botón del aparato que tenía en mano.

El equidna pudo ver como la figura misteriosa se retorcía de dolor mientras soltaba gruñidos y gritos, hasta detenerse, y aunque fuera de noche el equidna pudo jurar ver unos ojos brillantes cargados de rabia.

—Ataca...—Ordeno el doctor.

Y así, ni bien escucho al Doctor, la criatura se abalanzó hacia el equidna, quien no se iba a dejar ganar ni muchos menos perder ante este nuevo oponente.










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