12 - Prométeme que nunca creceremos

Màu nền
Font chữ
Font size
Chiều cao dòng

CAPÍTULO XII
Prométeme que nunca creceremos
:・゚✵ :・゚✧ :・゚✵ *:・゚✧:・゚✵ :・゚✧:・゚





30/11

Cada vez se acerca más la Navidad, se puede sentir en el ambiente. Al salir, las decoraciones abundan tanto en el comercio, como en las casas. La nieve le da ese toque mágico, como si eventualmente se pudiera creer en deseos que se cumplirán, escuchados por algún ser celestial.

Con Connor prácticamente vivimos juntos. Su actuar nunca cambió, luego de que le confesara esos feos pensamientos que forman parte de mí, y que por más que quiera eliminarlos, no logro erradicarlos.

Ahora caminamos por el pueblo. El frío congela, y hace que en cada exhalación nuestro aliento se haga visible en pequeñas capas de humo. Sobre el rostro traigo mi típico maquillaje post fiesta, nunca ha existido una fiesta, o quizá sí, una conmigo misma. Pero siendo justos, llevo bastantes días sin beber. Algunos podrían atribuirle ese mérito a Connor, y en cierto grado, es verdad. No prometo que lo dejaré, es algo que me gusta hacer, y ya está arraigado en mí, mas cada vez me convenzo más de que podría dejarlo para un día a la semana, o incluso no beber en el transcurso de toda esta. Me siento capaz, aunque tampoco quiero imponerme un objetivo. Soy de esas personas que es escéptica a que realmente se puedan cumplir grandes metas de un día para otro. Si creas expectativas demasiado altas, únicamente te agotarás antes de tiempo. Tampoco puedo prometer, que no caeré nuevamente. Siento cierto desgano por la vida, que aunque la cercanía de Connor apacigua y llena de esperanza, sigue ahí. Nunca tendré la certeza de si está conectado al trastorno obsesivo compulsivo, o si es algo que forma parte de mi carácter. Sin embargo, de lo único que estoy segura es que de cualquier manera, estoy mejor que antes.

Toma mi mano, y aunque por un segundo dejo los dedos suspendidos sin sostener la suya, termino devolviéndole el apretón. Cuando eso pasa, percibo sus mejillas más rosadas. Me pregunto si las mías también habrán cambiado su color ¿Este es el color del amor? 

Nuestro destino es un almacén dónde venden artículos para la nieve. No sé qué pretende Connor, pero lo acompaño en aquella odisea, que seguramente me terminará involucrando de alguna manera.

—Connor... puedo preguntar... ¿Cómo llegaste aquí? es decir, ¿por qué elegiste este lugar? ¿Me responderías sin ambigüedades?

Él medita por un instante, se ve dispuesto a responder.

—Es curioso... mi lugar favorito siempre ha sido el mar, y creí que si tenía la oportunidad de elegir cualquier parte del mundo dónde vivir, optaría por un lugar soleado. —Soleado. De pronto, me siento perturbada con imágenes que se reproducen en bucle—. ¿Agnes...? ¿Estás bien?

Sin darme cuenta me he detenido, mi agarre se vuelve inquietantemente apretado. No era mi intención.

—Sí, continúa.

Analiza mi actuar, tomándose su tiempo para proseguir. Seguramente, asegurándose, y convenciéndose a sí mismo de que me encuentro bien.

—Yo... recordé las promesas que me hice en una hoja en blanco, aquella que quemé antes de irme de esa casa. —Lo miro de reojo, sus ojos se encuentran suspendidos al frente, pero está en un lugar muy lejos de aquí; en sus memorias que quisiera olvidar—. La idea que encerraba a todas ellas era vivir plenamente. Que cada día que me arrebataron, que me impidieron conocer el mundo, lo recuperaría, aunque el tiempo siempre se nos esté escapando de las manos —suspira— Cada segundo que pasa, es un segundo menos de vida, esa idea es tan aterradora, pero termina siendo tan cierta, que no pude más que sentir cierto... aborrecimiento por los años que me hicieron perder. Lo cierto es, que mi vida a ojos de algunos sería considerada un privilegio, pero yo nunca pude sentirme feliz. En algún punto, me convertí en mi padre, y eso... me causó dolor y desesperanza, pero más hubiera querido que él se diera cuenta de que jamás mintió en lo que sentía.

De pronto, sus ojos conectan con los míos, atrapándome en cómo me detenía en su mirada.

—Creo que perdí el sentido de tu pregunta. Perdóname... ¿La nieve? No la conocía, nunca me dejaron conocerla. De ahí nació mi curiosidad.

Pese a la opacidad del día, ese reflejo ligeramente anaranjado se hace presente cuando un tenue rayo de sol pasa por nosotros.

—Cuando hablas de tu pasado —digo, con cautela— siempre me transmites desolación. Connor, a veces me pregunto si realmente huiste, ¿hasta qué punto habitan contigo esos recuerdos?

—Quizá de la misma manera en que tú convives con esos pensamientos. No somos tan diferentes como podríamos haber creído en un inicio. Admito que es bastante peculiar... que tus pensamientos siempre sean con muerte, eso me inquieta un poco, si te soy sincero...

Y entonces mi expresión decae por completo, porque creí que mi confesión no afectaría nada entre nosotros. Sin embargo, ahora dice que le inquieta. Si le preocupan, entonces yo soy un problema, y detesto sentirme de esa manera. Nuevamente quiere aflorar aquella barrera que coloco ante todo el mundo. Solo ha pasado un segundo, pero ya me cuestiono el por qué dejé al descubierto mi fragilidad. Debí mantener por más tiempo, la máscara de frialdad y amargura. ¿Sería muy tarde para volver a ello? No lo creo. Después de todo, también se transformó en parte de mí.

—Agnes... no lo decía por ti. No lo decía por ti —repite, y por algún motivo, es como si todo lo que él dijera lo creyera fielmente—. Hablaba por mí, Nessie. Hablaba por mí... —Abre la boca, como si fuera a confesar algo.

—No lo digas si no estás listo. Desde el primer día, sé que uno de los motivos de por qué estás aquí es porque estás viviendo un proceso de duelo. Me lo diste a entender, aunque nunca lo has dicho con esas palabras. No quiero que te sientas presionado, sé que vas de a poco. Imagino que ya tuviste suficientes presiones en el lugar dónde creciste, y yo no pretendo volverme otra voz que te atormente. No quiero ser otro fantasma en tu vida.

Estamos a pasos de la tienda. Él se detiene, reparando en mis ojos cafés, y mientras se pierde en los míos, temo que llore.

—Eres muy bella, Nessie. Callas demasiado, y te niegas a ti misma cuánto vales, pero eres única. Tan única, que... —sus manos las pasa por mi cuello, juntando su nariz con la mía—, quisiera perderme por siempre en este pueblo, quisiera permanecer aquí junto a ti.

—Bueno, puedes hacerlo si quieres —desvío los ojos, manteniéndome seria y algo distante.

Él hace que nuestros rostros colisionen más, de una manera hermosa, como si pudiera sentir cada poro de su cuerpo, como si su calidez se traspasara a un alma de hielo, derritiéndola lentamente.

—Lo haré... por eso estamos aquí, ¿no? —Toma distancia, indicándome la tienda—. Imagino que no querrás pasar Navidad con tu familia, yo tampoco pretendo regresar a casa. Disfrutemos ese día juntos, Nessie. Tengo algo en mente, que podríamos intentar juntos ¿Me acompañarías en esta aventura? —Extiende su mano, esperando que vuelva a tomarla.

Sonrío, y cedo, dejándome guiar por él, entrando a la tienda de artículos de nieve.

Es recién entonces cuando confiesa sus intenciones, quiere que patinemos en la nieve. Nunca lo he intentado, así que me pone algo nerviosa, pero tendré tiempo para hacerme la idea. Lo reservaremos para la víspera de Navidad. Rápidamente hacemos un cronograma de cómo podríamos pasar ese día juntos. Le pregunto si no cree que sus fantasmas podrían hacerse presentes ese día, si están tan desesperados por encontrarlo no me parece demasiado irreal. Él insiste en que no me preocupe, que ha sabido camuflar su rastro. Por mi parte, sé que mi familia no me insistirá en que viaje con ellos, no porque no me amen lo suficiente, sino porque siempre me han dado bastante libertad. Nunca han querido que me sienta en una jaula, fue un mensaje que constantemente quisieron trasmitirme, mas quien diría que serían mis pares y yo misma, quién terminaría encerrándome en una propia jaula de la cual no sé todavía si he logrado salir.

Damos con los patines de nuestro calzado, y hacemos la compra, o más bien, él hace la compra. No me siento demasiado orgullosa de que siempre pague, pero insiste en ello cada vez que se da la oportunidad. Lo cual, me hace replantearme todo el asunto del dinero, quizá ya es momento de que haga algo al respecto. Tengo dinero, pero no me siento cómoda usando el de mis padres, tampoco siento que mi energía me dé para buscar un trabajo, no digo que más adelante no lo haría. Pero hace tiempo que algo sucede en mi interior, que me impide ser constante en cualquier cosa que me proponga, incluso la escritura es algo que a veces se queda estancado, pese a que lo amo, lo amo cómo nunca podría haber amado ninguna actividad en el mundo. Y entonces, considero opciones, quizá podría empezar con algo pequeño, algo que pueda hacer por mi cuenta, sin tener un horario, o la presión de alguien más. Le daré una vuelta a esa idea por las noches.

Connor sigue hablando de la Navidad con tanto entusiasmo, que mentalmente marco el veinticuatro de diciembre como una fecha importante.

Con Connor, en la nieve,

Un lugar, que nunca se ha visto manchado por un mal recuerdo.


Caminamos hacia el bosque apartado del pueblo. Me dejo guiar por él, quien conduce mis pasos. En un principio, me inquieto, no me gusta alejarme demasiado de lo que conozco y es seguro. Los copos de nieve caen lentamente, mas la superficie se siente por completo gélida, y algo resbaladiza. Pienso que si fuera una niña, abriría mi boca buscando probar el sabor de los copos de nieve, y reiría quizá con June. Extraño los tiempos de inocencia, cuando la vida era tan fácil, dónde solo era disfrutar y jugar, y los problemas quedaban en manos de los adultos. No me gusta ser adulta, no me gusta cargar con la responsabilidad de velar por mí misma. Y sin decirlo en voz alta, puedo tener la certeza de que Connor comparte ese pensamiento.

Las casas se ven a la distancia, los adornos navideños se hacen visibles al comenzar a oscurecer, y encenderse las luces. Connor está demasiado silencioso, lo cual me lo tomo como un mal augurio, porque vamos, es Connor.

—¿Qué pasa?

La nieve sigue cayendo, impregnando nuestras ropas, nuestros cabellos. Me pregunto si en mi caso, lograra verse. Quizá únicamente se pierde en medio de mi cabellera platinada, volviéndose una capa trasparente que moja mi pelo. Tan aburrido como mi interior.

En cambio en él, se forma un contraste tan notorio y hermoso. Los copos caen, formando pequeños grumos blancos en medio de su cabellera. De pronto, podrían simular canas, y me pregunto qué tan extraño sería ver a Connor de más edad. Quizá con arrugas, quizá con su pelo por completo blanco, y sin embargo, creo que por dentro seguiría siendo un niño. ¿Cómo lo hace? Yo perdí esa inocencia hace tantos años. Quizá fue cuando aún era un ser demasiado sensible para este mundo. Quizá fue cuando dejé que esa sensibilidad se apagara, así como murió una parte de mí. Cuando decidí que prefería evitar, aislarme, que quería dejar de sentir. Una decisión tan difícil, ya que no se puede controlar lo que uno siente, pero incluso el alma que más siente el dolor de otro, termina consumiéndose. No sé en qué momento me sucedió, mas sé que pasó, y no duele, porque ya nada duele.

No obstante, estoy segura de que Connor pasó por circunstancias más complicadas que yo, y aun así, logra mantenerse en pie.

—Quiero... preguntarte algo, Nessie... Tengo muchas ganas de preguntarte algo.

—Puedes decirlo con confianza, Connor, aunque mejor apúrate. Ya veo que llega una tormenta y nos quedaremos atrapados en este bosque.

—Nessie... es difícil encontrar las palabras... Nunca he hecho algo como esto. —Reparo en sus mejillas completamente sonrojadas. Lo veo arrodillarse, y tomar mi mano con suavidad—. Quizá sea muy repentino, pero creo que el tiempo no define cuánto queremos a alguien. Quizá sigues anhelando únicamente soledad, pero yo... llevo tiempo deseando cada segundo de mi vida junto a ti. Puede ser que ahora pienses que soy alguien que ha perdido el juicio... pero ¿podría serlo alguien que es genuino y sigue sus deseos? El mío es que estemos juntos, Nessie. ¿Quieres ser mi novia? Prometo... que mi amor por ti es sincero.

¿Qué...?

Y sí, son muy distintos. Demasiado diferentes.

Pero se me hace imposible controlar el pasado que quiere hacerse latente.

—¡¿Cómo puedes hacerme esto, Agnes?!

«Corre, deberías correr». No lo hiciste, y te empujó.

Sangre,

sol,

Gente.

¿Por qué nadie hacía nada?

¿No importaba?

—¡Regresa aquí, Agnes! ¿Por qué me haces esto, después de todo lo que hice por ti? ¿No ves lo bueno que soy contigo?

«Corre, deberías correr», ¿por qué no lo hacías? ¿por qué cambiabas tu actuar para complacerlo? ¿por qué? ¿por qué? ¿por qué?

—Agnes, perdóname —rompió en llanto— yo no quería hacerte daño, no quería. Yo te amo, te amo de verdad, pero nunca puedo sentirme tranquilo. Eres demasiado hermosa, y confío en ti, pero no confío en ellos.

«Corre, deberías correr». ¿por qué te quedabas hasta el final? ¿por qué siempre creías que cada error era tu responsabilidad?

¿Fue culpa de él?

Eras espontánea con él, hasta que te diste cuenta de que el solo mencionar una actividad, o un nombre, era algo malo.

¿Era algo malo?

¿Te hizo creer que era algo malo?

—Te mataré, Agnes, y luego me quitaré la vida.

«Corre, deberías correr».

¿Por qué continuabas ahí?

¿Creíste que nadie más te querría?

¿Creíste que en verdad tenía razón en lo que decía?

NUNCA MÁS.

Y si para ello, debía cerrarme a las personas, así será.

—¿Nessie?

—Yo... Connor, no te pido que lo entiendas. —Me agacho también, quedando ambos arrodillados—. Pero, si realmente, quieres que estemos juntos. Si en verdad, esperas un sí de mi parte, el cual quiero dártelo, debes prometer, debes jurar, que no me harás daño. No me traiciones, Connor, porque ante la primera señal de que lo hiciste, cualquier amor que sienta por ti se esfumará muy rápido, y únicamente quedará resentimiento. Hablo en serio.

—Nessie...

—Hablo en serio, Connor.

—Yo no quiero hacerte daño... —murmura en voz baja— no quiero...

—¿Entonces... me aseguras que no saldré lastimada?  ¿Puedes jurarlo?

La respuesta no es automática.

—Serás feliz a mi lado Agnes —afirma, igual que un niño lleno de energía— porque quizá destruí mi corazón para fabricarle uno a cada uno de mis fantasmas, pero mantengo la esperanza de que en este amor, logre sanar las heridas de mi pasado, logre... recomponer lo que alguna vez destruyeron en mí. Quiero encontrarme, Agnes —comienza a llorar—, solo quiero vivir. ¿Me dejarías vivir a tu lado?

Me desconcierta su semblante. Intento buscar una explicación en cada palabra que ha dicho desde que nos conocimos, en su cuento, en lo que vivió con su padre. Creo llegar a una conclusión que espero no esté equivocada.

—Creo que por fin te entiendo. Tú quieres vivir... —sus ojos se achican en una expresión muy triste—, pero decidiste quedarte suspendido en el tiempo que fuiste feliz, ¿no?

—¿Qué...?

—Vives lo que no te permitieron experimentar, pero también sigues viviendo, siendo únicamente quién fuiste. No quieres dejar el pasado atrás, te adheriste a este como si fuera una segunda capa de piel. Connor, los años pasaron, pero una parte de ti aún quiere vivir como ese niño que tenía a su padre a su lado ¿Pretendes nunca dejar ir a ese niño? No es posible, Connor. En algún punto, debemos soltar quienes fuimos, porque ya no podemos recuperar ese tiempo.

—No... no quiero Agnes, no puedo —se aferra a mí con fuerza— Fue lo único que me hizo querer despertar cada mañana, no puedo despedirme de ese niño, no puedo, Agnes. Aunque lo intentara, Agnes, no quiero, no puedo, simplemente no puedo.

Limpio sus lágrimas con los dedos.

—Si no puedes, entonces, así como hiciste conmigo, intentaré ayudarte. No tengo precisamente espíritu de niño. Soy alguien que ama escuchar Iron Maiden, me molestan las personas, y nada logra entusiasmarme por mucho tiempo. Además, pienso en muerte casi todos los días. Pero, si quieres, puedo acompañarte, como si dentro mío aun existiera esa niña que alguna vez fui.

—¿Esa es tu manera de darme un sí, Nessie? —pregunta en una sonrisa combinada con sus lágrimas. El alma de Connor es luminosa.

—Es un sí —contesto, mientras siento mis rodillas algo congeladas, por la nieve que comienza a traspasar mi ropa.

—¿Y... estaremos suspendidos en el tiempo?

—Lo estaremos en... —con los dedos formo un círculo alrededor de nosotros como si fuera...

—Una cúpula, o... una ¡burbuja! —se emociona— sin el pasar del tiempo... ¿crees que podríamos ser inmunes a ello, Nessie?

—Lo seremos. —Me incorporo, y lo ayudo a que también lo haga.

Se ve radiante, y en medio de nuestras sonrisas, esa promesa solemne queda grabada en nuestros labios.

Juntos,

Nunca creceremos.

•❅──────✧❅✦❅✧──────❅•









𝑀𝓊𝒸𝒽𝒶𝓈 𝑔𝓇𝒶𝒸𝒾𝒶𝓈 𝓅♡𝓇 𝓁𝑒𝑒𝓇

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen2U.Pro