Capítulo 13

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    Normalmente Clarke hubiera aprovechado los días que no había que ir a ningún evento para quedarse en hotel con Lexa, y cumplir con los días de placer. La morena comenzaba a ser sensual y más receptiva a los juegos, saliéndose de las posturas face to face, tenía sus momentos bruscos y salvajes, también tenía sus gestos tiernos y dulces, intuitivamente sabía en qué momentos aplicarlos. Conseguía enloquecer a la ojiazul, pero la ojiverde parecía estresarse el estar encerrada entre cuatro paredes, parecía tener el síndrome de las piernas inquietas, así pues, iban a ver musicales, teatro, paseaban.

A falta de un día para la quedada clandestina con Vause la rubia decidió dar una sorpresa a Lexa, en uno de los arrebatos charlatanes de Lexa la confesó que le gustaban los deportes, para variar, otra cosa que no entusiasmaba a la ojiazul, aun así, movió todos los hilos habidos y por haber para conseguir unas entradas que a su parecer le salieron caras, pero claro, cuando algo no gusta es fácil sacar pegas.

Se las entregó de mañana, justo había despertado antes que la ojiverde, se mordió el labio inferior para ocultar su sonrisa traviesa, abrió el cajón de la mesilla auxiliar que quedaba al lado de su cama y saco un sobre, con ojos vidriosos miró a Lexa que estaba boca abajo y mirando al lado contrario a Clarke y profundamente dormida. Dulcemente comenzó a recorrer su espalda con pequeños besos:

– ¡Eh! bella durmiente.

Musitó la rubia con dulzura y se quedó cerca de su oreja:

– Déjame dormir un ratito más.

Murmulló adormilada y sin abrir los ojos, Clarke amplió una sonrisa, en dos semanas había conocido su lado obstinado, perezoso, infantil, alegre, cabezota, inteligente y sobre todo cariñoso, justo siete, como los enanitos, resultó ser polifacética la chica:

– Vamos– insistió coqueta– tengo una sorpresa para ti.

Lexa gruñó antes de girarse hacia el lado de Clarke y se acercó a ella con los ojos cerrados:

– Está bien, pero que sea rápido y te mueves tú.

Musitó perezosa, iba a besar a Clarke cuando ésta la apartó carcajeando:

– Pero qué te crees ¿Qué me acerco siempre a ti por sexo?

Lexa se estiró para desperezarse:

– Siempre te acercas a mí por sexo.

Respondía mientras se tumbaba boca arriba, con las manos detrás de la cabeza, tenía el torso desnudo descubierto y su parte inferior estaba tapada con las sábanas blancas y suaves que ofrecía el hotel:

– Esta vez no– le ofreció el sobre– toma.

Le entrgó el sobre intentando ocultar su emoción, ya de solo imaginar la ilusión de Lexa le hacía feliz, o esa era la reacción que esperaba. Lexa agarró el sobre y lo miró por ambos lados, bueno, también solía tener un humor ácido de vez en cuando:

– ¿Esto qué es? ¿Mis honorarios de prostituta?

– Lexa.

Dijo Clarke sería y algo molesta. Lexa alzó las manos en son de paz:

– Vale, vale, solo bromeaba– abrió el sobre y por casi le dio algo, se incorporó y se puso de rodillas sobre el colchón contemplando el tesoro que tenía en sus manos con fascinación– ay dios mío, creo que ha sido tocarlo y ponerme toda palote– Clarke carcajeó– entradas para los Knicks– miró para la fecha– y para hoy– se lanzó a los brazos de Clarke que sonreía con satisfacción al ver la alegría de la vaquera, que comenzó a comerla a besos– te amaría ahora mismo.

Miró de nuevo las entradas, los New York Knicks, en la vida creería que fuera a ver un partido suyo ¿razones? la primera no creía que fuese viable el pisar la ciudad, al menos hasta que hubiera ahorrado suficiente dinero para tener unas buenas vacaciones en la ciudad de las luces, la segunda, puede que la más importante, a Costia no le gustaban los deportes, incluso en los dos primeros años de universidad que coincidió con ella, muchas veces no sabía los resultados de nada hasta leer el periódico, porque los planes lo hacia su prometida, estudiar en su habitación, literalmente, nada de excusas como hacían otros estudiantes para acostarse, si no, iban al cine a ver películas lacrimógenas, Lexa podía ser sensible, pero eso no implicaba que le gustasen las películas sensibleras siempre:

– ¿Ya está? Un par de besos, abrazos y te pones adorar esos trozos de papel ¿ignorándome?

Dijo Clarke con fingido desazón, Lexa le enseñó las dos entradas:

– Son los New York Knicks querida– se abanicó los tickets– si querías que te prestara atención haber comprado entradas para los bolos.

Bueno, puesto que esas dos dichosas entradas causaban sensación a la morena, Clarke, estratégicamente comenzó a destaparse de una forma muy sensual, mostrando a cada vez más piel, primero sus pechos turgentes, endureciendo sus pezones al quedar expuestos, más piel, lentamente fue mostrando su abdomen, los ojos verdosos de Lexa se movían de Clarke a las entradas y viceversa. Cuando llego a la parte del ombligo, la mirada intensa de la morena quedó fija en esa rubia mientras que con mimo guardaba las entradas en el sobre:

– Es usted muy traviesa señora Griffin.

Dijo Lexa con voz ronca y respiración agitada:

– ¿piensa castigarme vaquera?

Lexa rompió la distancia y comenzó a besar el abdomen de Clarke, consiguiendo que su bello se erizase:

– ¿qué tal si no dejo correrte?

Preguntó sin dejar de besar su torso desnudo y acariciar uno de sus pechos con su mano dominante, Clarke rio entre dientes:

– ¿Qué tal si cancelo los planes de ir a ver el partido?

Lexa puso ojos como orbitas, miró con espanto a la ojiazul y con exagerado entusiasmo llenó el cuerpo de Clarke a besos, ascendiendo hasta chocar sus labios:

– Oh señora Griffin me retracto de mis palabras, pídeme todos los orgasmos que usted quiera.

La chica asió de las mejillas a la ojiverde, mientras esbozaba una carcajada, si Clarke hiciera una lista de todas las cosas de Lexa que fue llamando su atención, la primera, estaba prometida y para ella resultaba todo un reto seducirla, la segunda, lo obstinada que era, la tercera, estaba buena, la cuarta aprendía rápido y podía ser muy buena en la cama, la quinta amaba la forma de cuidarla, la sexta amaba su forma de mirar, su sonrisa, la capacidad de hacerla reír y aun intentando negarlo, en su fuero interno Clarke Griffin estaba jodida, porque en esos momentos Lexa estaba en sus brazos, era su momento y era maravilloso, pero luego, aunque Costia estuviera en Milán, tenía que compartir los momentos que la ojiverde hablaba con su prometida, se mensajeaba, hablaban por Skype:

– Vaya, ya sé que hacer para cuando no hagas caso– Dijo mientras su respiración se aceleraba cuando las caricias de Lexa rozaban su cuello, hizo una espiral en uno de sus senos hasta acabar acariciando su pezón erecto– chantajearte con deporte.

– No– respondió descendiendo para acariciar sus senos con los labios y lengua– solo tienes que pedirme lo que quieras– hizo circulitos con la punta de la lengua en su pezón, haciendo que Clarke cerrara los ojos y suspirara sonoramente– ¿Qué quieres?

Tras escuchar esa pregunta, varias respuestas fugaces pasaron por su cabeza. Las cuales desechó enseguida la mayoría, salvo una:

– ¿Te importaría ir a florida dos días conmigo?

¿Por qué ahora? No lo sabía, solo sabía que con Lexa a su lado sería más soportable. Lexa levantó la cabeza para mirar a Clarke, esperaba una respuesta que hiciera referencia a un acto sexual, no para ampliar las vacaciones, extrañada se apartó un poco y apoyó las manos sobre el colchón:

– ¿Florida?

Preguntó con la respiración agitada:

– Llevo tiempo queriendo ir a ver unas personas– se encogió de hombros– pero no me atrevía a hacerlo sola– agachó la mirada rehuyendo la de Lexa– quizás acompañándome tú....

Lexa se tumbó a su lado de costado para poder mirarla a la cara y agarró su mano:

– Clarke, eres mi jefa, si tú me dices que hay que ir a Florida se va y punto.

Aferró un poco más fuerte su mano:

– ¿solo accedes por eso? ¿Por qué soy tu jefa?

Lexa negó con la cabeza:

– No, no solo accedo por eso, eres importante para mí, estaré siempre que me necesites a tu lado.

– Siempre es mucho tiempo y la vida demasiado larga e incierta– forzó una sonrisa– no prometas algo que ni tu misma sabes, por siempre jamás no existe.

– Ven aquí.

Pidió la ojiverde agarrando de sus mejillas y atrayéndole para besar sus labios de nuevo. Sospechaba la raíz de tanta desconfianza o negatividad. Después de haber estado casada y desde luego tenía la seguridad de que el cabronazo de su exmarido algún que otro juramento la había hecho. Quizás con un poco de insistencia.

Había una posición face to face que no había probado y que se moría por probar, de lado. Agarró la pierna de Clarke y la posicionó encima de su cadera, gimiendo en su boca cuando ésta notó su erección rozar su sexo. Cada vez la besaba con más fervor introduciendo la lengua en su boca para explorarla y saborear cada beso, deleitándose con las caricias de la lengua de Clarke, descendió su mano hasta el húmedo sexo de la rubia y disfrutar del placer que le daba al masturbarle:

– Lexa.

Musitó con un hilo de voz a la vez que movía la cadera, exigiendo mucho más que la fricciones en su clítoris, moría por que entrara en ella y gracias que no le haría esperar mucho, agarró su miembro y lo colocó en su humedecida obertura, sin apenas separar sus labios notó la mirada azulada, dándole permiso para entrar, sujetó su pierna y en un principio se deslizó en su interior lentamente, el aliento de Clarke azotó su rostro cuando jadeo, comenzando con sus bombeos, en un principio suaves hasta que ésta se hubiera acostumbrado, pegó sus labios al cuello, antes de proceder con las embestiduras, casi saliendo por completo para penetrarle con fuerza:

– Oh Clarke.

Dijo con veneración entre embestida y embestida. A pesar de que era una posición cuya penetración no era tan profunda, era perfecta para explorar sus cuerpos con las caricias. Salía y entraba, salía y entraba:

– ¿Más profundo?

– Sí, Lexa, sí.

La morena gruñó, salió de ella para ponerla boca arriba, abrió sus piernas para tener más acceso y como se apoyó con las manos, estirando los brazos, como si fuera hacer flexiones también estiró las piernas y sin previo aviso la embistió fuerte moviendo la cadera, Clarke arqueó la espalda y gimió fuerte, haciéndola ver las estrellas, la ojiverde no aminoró su marcha y siguió embistiendo fuerte, al punto de que sus cuerpos desnudos rebotaban en la cama hasta que llegó su orgasmo, sintiendo los pequeños espasmos en su miembro, apoyó las rodillas y los antebrazos, acelerando hasta correrse entre sonoros jadeos, Clarke pasó sus manos por sus glúteos que temblaron antes de dejarse caer exhausta al lado de la ojiazul, con el reverso de una mano la pasó por su frente para quitarse las gotas de sudor:

– Tanto Core me va a dejar cuerpo escultural.

Clarke esbozó una carcajada:

– Para qué ir a un gimnasio teniendo el sexo.

Lexa asoció la palabra gimnasio con deporte y enseguida amplió su sonrisa llena de entusiasmo, abrazó a Clarke para darle pequeños besos en la mejilla, casi había recargado pilas de la emoción:

– ¿Y esto?

Preguntó Clarke sorprendida por el cambio de ánimos de Lexa. La morena se sentó y alzó el puño:

– Arriba New York Knicks– con un gesto de cariño acarició la pierna de Clarke– no sabía que te gustase la NBA.

– Y no me gusta.

La ojiverde frunció el ceño:

– Si no te gusta ¿por qué las has comprado?

Clarke se sentó quedando cara a cara con la vaquera y se encogió de hombros:

– A ti te gustan ¿no? Sabía que te haría ilusión, no siempre tienes que hacer en nuestro tiempo libre lo que yo te diga, puedo adaptarme a hacer algo que a ti te gusta.

– No quiero obligarte a hacer algo que no quieras.

La rubia puso los ojos en blanco:

– No siempre tienes que ser tan complaciente, Lexa– la agarró de la mano– ¿es que acaso tienes que ir a ver una obra de teatro que no te guste solo por mí? hay que valorar esas cosas, sé valorar esas cosas, por eso te compenso acompañándote a ver un partido de baloncesto, forma parte de tus gustos y aficiones, quid pro quo, deberías ir aplicando eso a tu vida– se encogió de hombros– si haces solo lo que tus amigos te dicen y luego ellos no hacen ni comparten nada que tu ofrezcas, ve pensando que esa gente solo te quiere por interés, eres demasiado inocente en algunos aspectos.

Lexa curvó la comisura de sus labios y abrazó a la rubia:

– Gracias, Clarke– le susurró en el oído– te quiero– la ojiazul sonrió bobalicona– eres una buena amiga.

La sonrisa bobalicona se esfumó, quedando un poco espantada, a pesar que acababan de tener sexo y dios que manera de embestirla, dijo amiga, la había metido en la puñetera friendzone:

– Te agradecería que no vuelvas a decir eso después de tener sexo– pidió Clarke esbozando una risita nerviosa– es más, te agradecería que no lo volvieras a decir, casi prefiero que me llames perra sin escrúpulos.

Lexa dejó escapar una risita:

– ¿qué somos entonces?

Preguntó descuadrada la ojiverde:

– Amantes.

– Podemos ser ambas cosas.

– Lexa es antimorbo– con una mano hizo como que hablaba con un teléfono– oye Clarke ¿qué haces hoy?– dijo poniendo vocecitas– hacerme la manicura con mi mejor amiga y después follaremos como conejos, pero oye que solo somos amigas.

La vaquera rio, Clarke le pareció muy cómica en esos instantes. Le congratulaba las facetas que llegaba a conocer de esa mujer. Seguía teniendo momentos en los que Gizmo sacaba su lado más Gremlin, pero hasta eso comenzaba a gustarle.

Mientras que la relación de Costia con Octavia era un auténtico tira y afloja, Harper parecía disfrutar de los momentos libres que tenía, se había ido a un bar con un chico que conoció allí. La chica era de Nueva York así que ya podían imaginarse lo que hacía en un bar, ver el partido de los New York Knicks.

Raven y Anya compartían piso, en la empresa daban buena imagen, pero fuera de ella, eran unas auténticas juerguistas, tanto así que habían comprado cerveza de sobra, patatas fritas y un poquito de hierba. Al parecer la NBA lo veía más gente de la empresa de lo que nadie se pudiera imaginar.

El partido había comenzado y cada uno lo vivía de forma diferente, pero quienes más emoción parecía tener eran Lexa y Clarke, bueno más bien la morena, la ojiazul intentaba entender el juego, ni siquiera cuando se lo explicaba Wells lo llegaba a entender, hombres altos botando una pelota y metiéndolo por un aro:

– ¿Por qué se ha considerado pasos?

Preguntó frustrada antes de beber de su refresco:

–Solo se permiten dos pasos sin botar, en el momento que hace el salto es un paso, pisa pista, son dos pasos y tendría que haber pasado la pelota en el aire, pero al haberlo hecho ya en el suelo se considera pasos– hizo un amago de levantarse mientras ponía expresión de alucine– ¿has visto que triple se ha marcado Porzingis?

Clarke carcajeó, estaba disfrutando como una niña pequeña, solo que una versión sexy con su sombrero, la camisa negra ajustada con los dos botones desabrochados mostrando un escote muy sexy, los vaqueros claros y que daban la sensación de estar desgastados, esa hebilla que tenía su cinturón, en la que salía un vaquero montando a un potro salvaje, sin mencionar las botas de piel negras que se empeñó en regalarle:

– Sí.

En uno de los descansos, Clarke aprovechó para ir al baño, sentía la vejiga a reventar. Cuando regresó observó que una mujer que estaba sentada dos filas más atrás miraba a Lexa, o eso le pareció, Clarke frunció el ceño, así pues, se acercó a la vaquera y la empujó un poco para que apoyase su espalda en el respaldo de la butaca y poder se sentarse en las piernas de Lexa y le rodeó los hombros con un abrazo:

– ¿Lo estás pasando bien?

Preguntó mirando primero a la mujer que había pillado mirando a Lexa, que resultó estar mirando a otro lado, la hizo sentirse como una tonta, acto seguido miró a los ojos verdosos de Lexa, las luces de la pista los hacía más brillantes:

– Como si fuera una niña pequeña abriendo regalos en un día de navidad– respondió con una sonrisa mientras se acercaba hasta quedar a escasos centímetros de sus labios– gracias.

Clarke de forma sensual sacó su lengua, acarició su labio inferior y después el superior, terminando de introducirse en su boca para culminar en un ósculo demasiado caliente y húmedo, justo como acabó su sexo cuando Lexa devolvió su beso con más vehemencia. Estaban en un partido de la NBA retransmitido por la televisión, bueno la cámara podía enfocar de refilón, pero cuando les daba el benazo con el Kiss cam.

La cosa fue así, la cámara enfocaba a una pareja o a dos personas y estas tenían que besarse, mientras el interlocutor gritaba efusivamente "KISS CAM" una, dos y a la tercera no dijo Kiss cam, más bien fue:

– ¡Wuoo! no han esperado a que las enfoquen que manera de comerse a la boca.

Harper en Milán, por casi se atragantó con la cerveza:

– ¡ANDÁ LA VIRGEN!

Raven y Anya tenían los ojos rojos e hinchados. De un momento a otro comenzaron a reírse en plan Beavis and Butt-head a la vez que se rulaban el porrillo:

– Tía– dijo Anya pasándole el porrillo a Raven– no sé si estoy muy fumada ¿esa es la jefa con la asistenta?

Raven le dio una calada al porro y cuando expulsó el humo:

– Ya decía yo que doce años sin follar era mucho tiempo– se encogió de hombros– que se joda la cornuda de Costia, es una falsa.

– ¿Por qué dices eso? – agarró el bol de palomitas– le veo una chica maja y me da pena que su novia la virgen se ande devorando la boca a la jefa– puso una mueca y repitió con dramtismo– a la jefa, con lo horrible que puede ser.

– Pena ninguno ¿te acuerdas de Niylah? – Anya asintió, la gente conocía a Niylah Green como la amiga de Clarke, pero todo el mundo sabía que había algo más– pensábamos que estaba enrollada con la jefa, pues en uno de los eventos que hizo el diablo las pillé comiéndose algo más que la boca, me pregunto ¿Quién tiene más cornamenta? La virgen, Clarke o Costia– puso una sonrisa traviesa– además, la jefa puede ser un bicho de cuidado, pero cuando está tranquila está de buen ver, así que Lexa no es tonta.

– Te acuerdas de que en The L World hacían una pizarra en el que conectaban a todos los que se habían acostado o liado– hablaba lento, esa hierba era tan fuerte que al tercer porro ya estaban aplatanadas– deberíamos hacer uno.

– No habría espacio suficiente en la pizarra, solo con la larga lista de chochetes que te has llegado a comer.

– Anda que te quedas atrás guapa– respondió a su comentario– yo solo me he acostado con mujeres, pero tú lo haces con hombres y mujeres– esbozó una sonrisa traviesa– vamos confiesa, así de gente que conozca.

Raven parecía pensativa, parece ser que el mundo del modelaje era muy dado al sexo precoz, ya que hasta la recepcionista había catado mucho en esa empresa:

– A parte de ti, los hermanos Blake.

– No jodas –Preguntó alucinada– ¿a la vez?

– Que dices, no.

Dijo escandalizada:

– Hace dos años por la fiesta de navidad, Octavia y yo nos emborrachamos, acabamos haciendo cosas mayores de dieciocho años.

Anya frunció el ceño:

– Pero ¿no estaba con Lincoln en esas fechas? – Raven carcajeó, lo cierto es que alguna que otra vez seguían quedando, pero ese detalle no se lo daría a Anya– sí.

– Y ¿Bellamy?– intentó no poner mala cara, aun así no se detuvo a la hora de dar su opinión– siempre me pareció un capullo engreído.

Raven puso cara de mal humor, más bien de indignación:

– A toda mujer que veo la aconsejo que huya de ese cerdo de mierda, está enfermo ese no folla, prácticamente roza la violación. El muy cabrón se valió de que estaba bebida y no oponía mucha resistencia.

– Con razón mi intuición me decía que huyese de ese hijo de puta ¿No le denunciaste?

– ¿la palabra de una recepcionista contra la de un fotógrafo famoso? No creo que hubiera servido de nada, la prensa se me hubiera echado encima y me hubieran acusado de oportunista.

Para el nerviosismo el de nuestras protagonistas. Cuando Lexa se dio cuenta de que la cámara las estaban enfocando hizo todo lo posible por tapar sus cabezas con el sombrero, obstaculizando la visión de la cámara, sabía que Costia no veía el deporte, pero no sabía si alguien de la empresa lo viese.

De las dos la más estresada era Lexa, después de todo era la prometida, Clarke, estaba nerviosa porque la sugestionaba el comportamiento de la ojiverde, pero ella estaba soltera y podía liarse con quien le salía del chumino, quizás se ganase fama de roba novias, pero le daba igual la verdad:

– ¿A Costia le gusta el baloncesto?

Preguntó mientras observaba como Lexa iba de un lado para el otro:

– Aborrece todos los deportes.

– ¿entonces?

– Puede que lo haya visto alguien del trabajo– se quedó pálida– como lo haya visto su padre estoy muerta– se acercó a Clarke y le agarró de los brazos– corre necesito un billete de avión Groenlandia, no creo que me encuentre ahí.

Clarke contuvo las ganas de reír:

– Lexa, tranquilízate no seas ave de mal agüero.

– Clarke– dijo ya algo más seria– si un día Costia se tiene que enterar, me gustaría que no fuera así, no se lo merece.

La ojiazul acarició a una Lexa preocupada:

– ¿Nos cambiamos y tratas de dormir?

Después de tantas noches seguidas de sexo desenfrenado, esa sería la que emplearían para intentar dormir. Lexa tenía la cabeza en el bienestar de su prometida y Clarke estaba cansada, quería estar al cien por cien para la reunión con Alex. La cosa, es que al igual que Clarke ha hecho replantearse muchas cosas a Lexa, ocurría lo mismo con la ojiazul. Obviamente no se arrepentía de haber conocido a Alex, sin embargo, a pesar de que le encantaba el sexo duro, Lexa Woods estaba consiguiendo que sintiera desinterés por las reuniones clandestinas.

Clarke se puso un camisón de seda ajustado y con encajes en la zona del escote, Lexa era más simple, camisa de tirantes y bóxer color negro. La rubia se recostó apoyando la cabeza en el hombro de la ojiverde:

– ¿Se lo dirías? – Preguntó recordando el comentario que hizo momentos antes– ¿Le dirías que le has sido infiel conmigo?

– No sabría que decirle realmente, ni sé que siento, quien soy o que es lo que quiero– resopló– ¿me quiere? ¿La quiero? Me has hecho ver cosas que me enfadan y me duelen, por mucho que trate de justificarlo con "era por nuestro bien".

– ¿Yo?

– Sí, cuando llegué a chicago a mis ojos Costia era la más hermosa, la más inteligente, la que siempre se preocupa por mí, que siempre ha deseado mi felicidad– pegó los labios a la frente de la ojiazul– cuando te conocí, eras la fría, la egoísta y manipuladora, tengo la sensación de que los papeles se están invirtiendo. Por eso me duele Clarke, se supone que ella está enamorada de mí y que me lo demuestres tú que no lo estás, no sabría que decir– se encogió de hombros– soy humana y cometí un error o el error lo estoy cometiendo al seguir con ella.

Se tapó la cara con las manos. Clarke se apoyó de costado y le apartó una mano:

– No te agobies, lo que tenga que ser será y si no, hay más mujeres en el mundo que te merezcan y te valoren como te mereces.

Puesto que Lexa no paraba de darle vueltas, eso de intentar dormir se tuvo que aplazar. Clarke se puso a horcajadas, siempre que lo había hecho lo primero que notaba era su erección, pues sí que estaba decaída la ojiverde:

– ¿No íbamos intentar dormir?

Preguntó Lexa posando sus manos en la cadera de la rubia:

– Tan solo te distraigo para que no pienses.

Respondió moviendo la cadera para adelante y hacía atrás creando fricción en la zona donde rozaban ambos sexos. Como bien dijo instantes antes, era humana y tanta fricción hace que cierta parte de su anatomía cobrase vida. Lexa se incorporó, quedando sentada y acarició a Clarke:

– si te dejaras conocer como lo haces conmigo, también encontrarías a alguien que te valore y ame como te mereces.

– No me conoces Lexa.

Dijo parando sus movimientos de cadera:

– Aparenta todo lo que te dé la gana, Clarke– beso tiernamente su cuello, a la vez que le rodeaba con los brazos, con la finalidad de darle calor– te preocupas por la gente y eso dice mucho de ti, no eres egoísta.

Durante unos instantes intercambiaron miradas, los ojos de color azul intenso resultaban ser de lo más expresivos, el cuerpo de la rubia podía dar el mensaje de "vamos a follar" pero sus ojos, sus ojos la delataban, querían a la Lexa dulce, quería ser mimada también, aunque no lo admitiera y eso es lo que le dio Lexa, no lo que le decía con su cuerpo o boca, si no lo que los ojos le pedían. Así que, nada de Core ni de embestidas duras. Fue lo que decía muchas veces "follar" con dulzura, cuando en realidad momentos como ese les encantaba hacer el amor.

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