Capitulo 13: Revelaciones (Segunda parte)

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CAPITULO 13

Revelaciones : Segunda parte

SUPERMAN

Bruce estaba evitando los numerosos intentos de Martha por hacerle recaer en sus heridas ya que no paraba de servirle más y más comida.

La pobre no tenía ni idea que Batman se debatió entre la vida y la muerte hacía apenas un mes y Clark tuvo la sensatez de no abrir la boca.

No quería tener dar más explicaciones esa noche.

La mujer parecía otra persona totalmente diferente y se deshacía en elogios hacia Bruce Wayne y su imperio, intentando obviar el tema de su alter ego, hecho que el murciélago agradeció.

A pesar de ello, Bruce se sentía igualmente incómodo en medio de ese ambiente familiar tan poco habitual, pues si bien Alfred era su amigo y había ejercido muchas veces de padre, siempre mantuvo cierta distancia profesional con él. Distancia a la que acabó acostumbrándose, al igual que con Dick.

Cuando la madre de Clark fue a buscar el postre, el kriptoniano se levantó de la mesa.

- Tengo que salir un momento – dijo limpiándose la boca con una servilleta – El coche de Lana se ha quedado atascado a un par de kilómetros en el barro y no puede salir.

- ¡Otra vez, hijo! ¿Es que no puedes desconectar ese super oído tuyo?

- Es lo que hay mamá – dijo – Además está sola con los gemelos.

- ¿Usted también tiene super oído? – le preguntó la mujer curiosa a Bruce.

Wayne se llevó una de sus manos a la frente, rozándola nervioso ¿Otra vez se quedaría sólo con esa mujer? Ni hablar.

- Yo también tengo que irme – dijo Bruce al instante – Martha, la cena ha sido fantástica – mintió.

- No no no, tú te quedas – le ordenó la mujer mientras le ponía un enorme trozo de pastel de chocolate en el plato, sin darle opción a réplica.

Bruce alzó la mirada hacia Clark, clamando por un rescate y éste muy a sabiendas, salió volando sin decir palabra.

No hacía falta superoído para saber que Superman seguía riéndose mientras desaparecía entre las nubes.

- Ésta me la guardo Clark ... – farfulló entre dientes sabiendo que éste le oiría – Te vas a acordar de este día el resto de tu vida - Pensó vengativo mientras volvía a sonreír falsamente a Martha.

Ni siquiera le gustaba el chocolate.

***

Bruce mintió sobre lo bueno que estaba el pastel, ayudó a la mujer a recoger la mesa y empezó a deambular por el comedor mientras ella fregaba los platos.

Si Clark no aparecía en dos minutos, se marcharía con cualquier excusa.

Miraba las fotos que adornaban paredes y estanterías con curiosidad, en las que podía ver a los Kent y a un Clark de niño. En la que era más pequeño tendría como unos tres años.

"Así que fue a esa edad a la que aterrizó" pensó.

Clark siempre estaba sonriente en las fotografías, al lado de su padre. Un hombre alto y fuerte, curtido en el campo, que vestía como ... un granjero.

Ahora sabía de dónde Clark había sacado su sentido de la moda.

Cogió una foto que debía ser de la época de instituto de Clark y se sorprendió.

La expresión del chico había cambiado. No miraba a la cámara y parecía triste. Mantenía la distancia con su padre, que pese a estar ya anocheciendo, llevaba puestas unas gafas de sol.

Le resultó extraño.

- Esa foto fue después del accidente – dijo Martha melancólicamente arrebatándosela de las manos – Clark debía tener unos quince años más o menos, cuando tuvo una fuerte discusión con su padre – Tomó aire como si necesitara coger fuerzas - Él quería entrar a formar parte del equipo de futbol y su padre no le dejó. Decía que era injusto ya que no competía en igualdad de condiciones con los otros chicos. – Hizo una pausa mientras Bruce escuchaba atentamente – Entonces mi hijo se enojó de verdad ... - Tragó saliva- Por primera vez sus ojos se tornaron color carmesí y se incendiaron lanzando ... una especie de láser ... que impactó en la cara de su padre.

Los ojos de Martha se humedecieron al recordar aquellos instantes y dejó la foto en su sitio.

- Jonathan perdió el ojo y Clark nunca volvió a ser el mismo. A partir de ese día, se aisló de todo y de todos – Una lágrima resbaló por la mejilla de la mujer ante el semblante atento de Bruce – Dejó de ver a sus amigos, dejó el periódico de la escuela y en definitiva, luchó por pasar desapercibido hasta el punto casi de desaparecer.

Ambos se sentaron en el sofá, uno al lado del otro y la mujer siguió con su relato.

- Cuando me dijo que quería ir a la universidad de Kansas a estudiar periodismo me alegré tanto por él – sonrió entre sollozos – Al igual que cuando decidió mostrarse a la humanidad como lo que era. Como Superman – dijo orgullosa – ¿Usted cuidará de él, verdad? – preguntó al murciélago.

- Siempre.

Bruce salió de la casa para tomar aire cuando la mujer se retiró a dormir.

Demasiadas cosas en qué pensar.

Le dolía la cabeza.

Se apoyó sobre una de las vallas que separaban los terrenos de la granja.

La noche era fría pero tenía la necesidad de envolverse en su oscuridad, donde se sentía realmente cómodo.

La tormenta había amainado y el cielo se mostraba plagado de estrellas. Miles de ellas iluminaban los prados que se levantaban hasta donde alcanzaba la vista.

El olor de la tierra y de los campos de trigo mojados le agradó.

No recordaba la última vez que había olido algo así.

Se imaginó la vida de Superman en aquella granja, entre aquellos campos ... Cómo se habría sentido aquel niño sabiendo que era tan diferente a los demás, sin ni siquiera saber por qué. Cómo se habría sentido cuando le quemó el ojo a su padre sin ser capaz de controlar sus poderes...

Clark jamás le había contado nada de su niñez y él, al igual que todos los demás, se habían formado la idea de una infancia absolutamente feliz.

Nada más lejos de la realidad.

Por primera vez Bruce se dio cuenta que Superman no es que se sintiera solo, como él mismo, sino que verdaderamente lo estaba.

El último vestigio de una civilización de la que sólo quedaba un leve recuerdo en su mente y que se perdería por siempre tras su muerte.

De pronto, los inmensos brazos de Clark rodearon su cuerpo, estrechándose contra su espalda.

- ¿Estás bien? – preguntó el kriptoniano

Bruce asintió agradeciendo por no tener que mirarlo a la cara en esos instantes, sintiéndose extrañamente culpable por su ignorancia.

- Nunca había visto tantas estrellas – acabó diciendo.

- Son preciosas– respiró el Kriptoniano estrechándolo aún más entre sus brazos, respirando sobre la piel del cuello de Bruce, inhalando su perfume – Podría pasar horas aquí junto a ti... Ha significado mucho para mí que vinieras esta noche ... Aunque realmente me sorprendiste cuando le dijiste a mi madre quién eras.

- No quería que tu relación con ella se enturbiara por mi culpa, Clark. Además, está claro que tu madre sabe guardar un secreto.

El kriptoniano agarró el rostro de Bruce volteándolo hacia sí para darle un casto beso en los labios.

- ¿Dónde debería mirar si Kriptón siguiera en el cielo? – Cambió de tema.

Clark escudriñó el cielo, calculando la hora y la estación en la que estaban, cogió una de las manos de Bruce suavemente y la alzó señalando un punto en el horizonte.

- Allí – susurró sobre el lóbulo de su oreja, sin despegarse de su espalda.

- ¿Recuerdas algo ... de Kripton? – se atrevió a preguntar sabiendo que ese tema nunca había entusiasmado al súper hombre.

- No mucho – se puso serio – apenas unas imágenes.

- ¿Recuerdas a tus padres kriptonianos?

Clark se apartó de Bruce súbitamente, como si hubiera dicho algo que lo hubiera ofendido y se apoyó sobre la valla a su lado, llevándose las manos a la cara y suspirando.

- ¿Qué pasa, Kal-El? – preguntó preocupado.

- No me llames así, Bruce – susurró triste – Sabes que no me gusta.

- Lo sé, pero – se arriesgó a preguntar por primera vez - ¿Por qué no? Es el nombre que te dieron tus padres biológicos.

- Yo no tengo padres biológicos – terminó admitiendo. Clark respiró profundo y volvió a cerrar los ojos. Permaneció así pensativo unos instantes. - ¿Sabes qué significa Kal-El en kriptoniano? – preguntó sin esperar respuesta – Significa Exterminador.

Bruce arrugó su frente en señal de no comprender.

- ¿Recuerdas mi primera entrevista al Planet, la de Pasé la noche con Superman?

- Por supuesto – dijo Bruce instándole a que continuará.

- Pues en esa entrevista, Lois no escribió toda la verdad – admitió con pesar – Lois dijo que si le decía al mundo lo que yo le había contado, jamás confiarían en mí.

Se detuvo un instante, como si las palabras se le atragantaran y lucharan por mantenerse escondidas, pero Clark no quería mentir más.

A Bruce no.

- Yo ... - prosiguió pausadamente – Fui creado en un laboratorio de génesis en Kripton hace más de dos mil quinientos años. Diseñado genéticamente para ser enviado al sistema solar, potenciando todas mis habilidades con el sol amarillo, para ser el soldado perfecto. – Clark desvió su mirada hacia la lejanía y prosiguió - Mi misión, como la de tantos otros, era la de localizar planetas compatibles y aniquilar toda especie para facilitar su posterior colonización... Toda la galaxia conocía el salvajismo de los kriptonianos, que se habían dedicado por siglos a masacrar otros mundos ... Nadie podía plantarles cara ... Los antiguos Lanterns decidieron por primera y última vez crear un arma biológica que atacaría el sistema inmunológico de los hijos de Kripton... La toxina se extendió como un virus ... Todos los kriptonianos murieron en cuestión de unos pocos meses.

Clark encaró a Bruce que escuchaba atentamente intentando digerir sus palabras.

- ¿Y tú? – consiguió preguntar Bruce conmocionado por lo que acababa de escuchar.

- La programación de mi nave falló, el volcado de datos en mi mente se averió cuando tan solo tenía tres años de edad y me dejó en crio-extasis por más de dos mil años en la órbita terrestre, hasta que finalmente la nave cayó a la tierra por falta de energía ... El resto de la historia ... ya la conoces.

Bruce se llevó la mano a la frente procesando la información. Su cara se mostraba inexpresiva y sus latidos se mantenían imperturbables.

- Di algo Bruce ... por favor. – suplicó el kriptoniano.

- ¿Quién más sabe esto?

- Sólo Lois y supongo que Hal, aunque nunca me ha sacado el tema.

Por primera vez, el murciélago estuvo de acuerdo con la periodista.

- No debes decírselo a nadie más – le ordenó el murciélago mirándole directamente a los ojos.

Clark hundió la cara entre los brazos, ocultándose ante Bruce, intentando vislumbrar que tipo de reacción tendría ante la apabullante verdad.

- Me alegro de que me lo hayas dicho Clark – le dijo poniéndole una mano sobre el hombro – Discúlpame ante tu madre ... tengo que irme.

Clark no levantó la vista hasta que escuchó el sonido del deportivo cogiendo la interestatal.

***


CLARK

Eran cerca de las seis de la tarde y Clark ya estaba a punto de acabar su aburrida jornada laboral.

Su mente había estado divagando sobre la última vez que vio a Bruce, en acción de gracias, hacia ya cinco días.

Dudaba si había hecho bien en decirle la verdad sobre su origen. Tan sólo pensó que no quería seguir mintiendo a Bruce, pero olvidó que Batman no pasaría por alto el hecho que él había sido enviado a la Tierra para erradicar a la especie humana.

¿En qué demonios estaba pensando al decírselo?

Al menos hoy hablarían.

Bruce le había dicho que tenía unos asuntos pendientes que resolver en Metrópolis y que pasaría por su apartamento a eso de las ocho.

Cark tan sólo podía esperar cómo se desarrollaban las cosas entre los dos, ahora que sabía toda la verdad sobre su verdadera naturaleza.

- ¡Jimmy! – gritó Lois repentinamente, captando la atención de Clark – al centro comercial Stones – parece que hay alguien o algo que lo está destrozando todo.

El fotógrafo cogió al momento su cámara y salió corriendo de la redacción detrás de la reportera, lamentándose por haber quedado con la preciosa Amanda en media hora.

Superman se plantó ante el centro comercial que ya estaba acordonado por varios vehículos policiales y ambulancias. La gente huía aterrada de su interior, gritando presa del pánico.

El kriptoniano no se lo pensó y se adentró en su interior.

Lo primero que vio fue un hombre tendido en el suelo, recostado de lado. Al acercarse para socorrerlo observó como su piel estaba pálida y arrugada. Sus ojos sin vida no tenían color.

Ya nada podía hacer por él.

De entre los escombros surgió una extraña criatura con forma similar a la de un hombre. Era de color púrpura y tenía los ojos amarillos. Llevaba la ropa hecha girones y de sus manos salía una especie de energía que hacía vibrar el ambiente.

Lo siguiente que sintió Superman fue su cuerpo impactando contra unos vehículos que estaban aparcados a varias cuadras de allí.

La extraña criatura, que lo había seguido volando tras de él, cayó encima suyo, aplastando con su rodilla las costillas de Clark que escupió sangre por la boca.

Sin poder reaccionar, el extraño ser se puso a su espalda y lo agarró por el cuello.

- No podrás escapar – Le dijo con voz de ultratumba, mientras lo alzaba hasta los cielos.

Superman no podía articular palabra pero pensó que era buena idea dejarse llevar hacia el cielo, allí él forzaría la aceleración y la criatura que se agarraba a él como un parasito, dejaría de poder respirar oxígeno a determinada altitud.

No obstante, fue Superman el que se quedó sin fuerzas, sin comprender el motivo y fue la criatura la que lo soltó para que se estrellara estrepitosamente contra el suelo. Abrió un gran boquete en el asfalto.

El kriptoniano se puso de rodillas tambaleándose – Nnngh – le dolía todo el cuerpo. Sus ojos se nublaban. El dolor punzante de las costillas le era casi insoportable.

- Así es ... levántate y dame el resto – susurró la criatura mientras le cogía del cuello.

Superman abrió los ojos y observó cómo la criatura se agrandaba más y más a cada momento a la vez que le agarraba del cuello con más fuerza.

- Dámela toda – gritó el ser extasiado por el poder de Superman.

Los ojos del kriptoniano se incendiaron y soltaron toda su furia sobre la cara de la criatura que ahora tenía un aspecto monstruoso y descomunal, de más de cuatro metros de altura.

Superman aprovechó que se había liberado y corrió a arrancar una de las farolas de la calle para golpearlo con ella. Fuera lo que fuera, ese ser le estaba absorbiendo su poder y no podía dejarse tocar de nuevo.

Sin embargó, no tuvo la fuerza suficiente como para sostener la farola en alto y la dejó caer.

Su única salida era escapar, si es que aún podía volar.

La criatura, extasiada con el poder del kriptoniano, lo dejó marchar y se dirigió hasta la posición de un par de periodistas que lo estaban grabando todo.

Cuando las manos de ese ser estaban a punto de tocar a Lois, que lo miraba paralizada, Superman volvió para agarrar a la criatura por la cintura y llevárselo lo más lejos que le permitiera.

Lo golpeó una y otra vez hasta que sus nudillos sangraron. Cada vez se sentía más débil.

El ser púrpura empezó a agrandarse de nuevo y estampó la cara del kriptoniano contra el suelo de mármol de la fuente de la avenida Lexington mientras se reía a carcajadas.

Clark escuchó el hueso de su pómulo resquebrajándose mientras la sangre brotaba de sus oídos y su nariz, la cual también se había roto.

El agua de la enorme fuente se volvió de color carmesí oscuro ante la incesante lluvia de golpes.

Los policías que acordonaban la zona, observaban estupefactos la paliza que estaba recibiendo Superman.

Jimmy grabó a dos furgonetas de la SCU del departamento de policía de Metrópolis llegando al lugar.

La teniente Leocadio bajó de una de ellas y tomó el mando.

De la otra furgoneta, descargaron una especie de cañón con el que apuntaron hasta la posición de la criatura.

- ¡Dispara! – ordenó Leocadio a su artillero. Estaba deseosa de poder probar esa nueva arma experimental.

- Pero ... le daremos también a Superman – apuntó éste.

- Mejor – sonrió la teniente.

Dos artilleros prepararon la carga del cañón que disparó un pulso electromagnético hacia la posición de la criatura que aún golpeaba a Superman.

El agua de la fuente actuó como un inesperado y magnífico conductor.

Superman sólo sintió un profundo dolor cuando todos los músculos de su cuerpo se contrajeron al unísono.

Ni siquiera tuvo fuerzas para gritar.

Su mente se nublaba mientras veía al ser caer sin vida ante él, flotando en el agua.

Después perdió el conocimiento.

- ¡No pueden hacer eso! – Gritaba Lois desesperada mientras unos policías le impedían llegar al lugar donde estaba Leocadio.

Los de la SCU habían esposado de pies y manos al kriptoniano, inconsciente, que no dejaba de sangrar. Lo arrastraron por el suelo, cogiéndolo por la capa y lo lanzaron dentro del furgón policial junto con el cadáver de la criatura.

- ¡Necesita atención médica! – gritó Lois mientras golpeaba a uno de los policías que la retenía.

De repente, Leocadio se acercó a la posición de la reportera. Le arrancó de las manos la cámara a Jimmy que seguía filmándolo todo y abandonó el lugar junto con sus hombres, dejando a la reportera presa de las lágrimas y a la mayoría de los policías estupefactos.



Superman abrió los ojos con esfuerzo sobrehumano, recuperando la consciencia poco a poco. Se sentía frágil, como si todos los huesos que no se le habían roto estuvieran a punto de hacerlo.

A escasos centímetros de su cara observó a la criatura entre la oscuridad. Sus ojos sin vida seguían mirándole y por primera vez se alegró que un ser vivo estuviera muerto.

Quiso levantarse pero no pudo.

Vio las cadenas en sus pies y las notó en sus manos, aprisionando las muñecas a su espalda.

Escuchó a unos hombres hablar a lo lejos, entre el umbral de la inconsciencia.

- Tenemos que llevarlo al laboratorio antes de que se despierte.

- ¿Has visto cómo sangraba?

- Su sangre es roja, igual que la nuestra.

- ¡Que se joda!

- Basura alienígena.

- Espero que para hacerle las pruebas no tenga que estar vivo.


Tenía que pedir ayuda.

- Batman – susurró lo más alto de lo que fue capaz sin apenas emitir sonido alguno – Batman – volvió a llamarle desesperado sin obtener respuesta.

Su comunicador seguramente se abría fundido con esa descarga.

Estaba solo.

Sabía que lo transportaban en un vehículo por cómo se movía, seguramente un camión. Se dirigió hasta el final del blindado arrastrándose, dejando un reguero de sangre espesa tras de sí y empezó a patear lo que pensaba que podía ser la puerta.

Tras un titánico esfuerzo por no perder la consciencia de nuevo, consiguió desencajar la puerta trasera del furgón blindado y se tiró hacia ella cayendo estrepitosamente sobre el asfalto. 

No fue una buena idea pero no iba a dejar que se lo llevaran.

Estaba claro que fuera quien fuera el responsable la intención para con él era hostil, ya que si no, le hubieran prestado atención médica en el lugar en vez de esposarlo y encerrarlo con el cadáver del ser que acaban de asesinar.

Cuando se levantó, unas luces brillantes deslumbraron sus doloridos ojos y un camión que viajaba a gran velocidad en sentido contrario le impactó de lleno en el cuerpo.

El cuerpo de Superman salió despedido más de veinte metros por el golpe aterrizando sobre el escaparate de una tienda de electrodomésticos. Parecía un muñeco roto.

Los agentes de la SCU ya se bajaban de sus vehículos para recoger a la presa que acababa de escapar.


CONTINUARÁ ...

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