capítulo 14

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 - Oh, vamos cariño- decía la rubia acercando la cucharita a la boca de su hijo mientras éste movía los bracitos salpicándolo todo, le estaba dando su segunda comida del día, la primera solía ser a las seis de la mañana, al menos ya no comía directamente de la teta- se nos va a pegar la hora.

Supuestamente había quedado con Lexa en una hora. Había dormido poco, pero a diferencia de los últimos días había conseguido dormir del tirón, por lo que tenía mejor cara, había pasado parte de la mañana sacando las cosas de Finn, tener su ropa en el armario, le hacía mal. Hablaría con sus padres y lo que quisieran se lo daría, lo que no lo donará, solo se quedaría lo que tuviera valor sentimental para cuando Aden fuese mayor.

Clarke dejó de pelear con la rebeldía de su hijo, al menos se había bebido el biberón, por lo que no le obligaría a comer la comida sólida. Dejó la cucharita en el bol y antes de que alcanzase a agarrarlo el niño lanzó un fugaz golpe, Clarke cerró los ojos mientras ponía expresión de sorpresa, su camiseta vieja de andar por casa se llevó la peor parte de salpicaduras, aunque no hubo parte de su cuerpo que se librase:

- ¡Aden!

Y lejos de saber si hizo mal o bien, el pequeño rompió a reír, sí, ese otro poder que tienen los seres humanos en miniatura, parecer adorables para ablandar el corazón de su progenitora, por lo cual pasó de la irritabilidad a sonreír y mirar con ternura a su hijo:

- Eres un liante- achicó los ojos y dijo con fingido enfado- tu padre también hacia muchas en el instituto.

Agarró el trapo que tenía sobre uno de sus muslos e intentó limpiarse todo lo que pudo. Sólo hace falta estar con las peores pintas para que llamen al timbre, siendo las fechas que eran, no era muy probable que fuese un repartidor de paqueteria, pero tampoco se le ocurría quien podría ser, así pues, alejó el bol de su ágil hijo y fue a ver quién había llamado, si era un desconocido le daba un poco igual que la vieran con esas pintas. En cuanto abrió la puerta sintió como sus mejillas comenzaban a arder de pura vergüenza:

- Lexa...

La ojiverde alzó las cejas, en sus manos cubiertas por sus guantes de lana había una bolsa y dos vasos desechables de la cafetería:

- ¿He interrumpido una guerra de comida?

- Solo la guerra que me ha declarado mi hijo.

Lexa alzó un poco las manos ocupadas:

- Traje café y unos bollitos- puso expresión inocente- quizás peco de llegar pronto, pero es que tenía demasiadas ganas de verte y ya no podía esperar más- agachó la cabeza- pido disculpas.

Clarke inconscientemente sonrió:

- No tienes, por qué disculparte- Se hizo a un lado- pasa, así puedes vigilar a mi hijo mientras me ducho- se escuchó algo de plástico caer al suelo, Clarke señaló la puerta del salón- no sé cómo mi hijo ha llegado al bol de la papilla y lo ha tirado al suelo, deja el desayuno en la mesa, yo voy a recoger el desastre que ha montado mi hijo.

Lexa hizo el amago de ir al salón, pero tras dar unos pasos se giró un poco y miró ceñuda a Clarke:

- oye ¿tu hijo no tendrá más comida a mano que arrojar?

Clarke carcajeó:

- no, su única arma arrojadiza está ya en el suelo- fue hasta el pequeño cuarto donde guardaba los productos de limpieza que había al lado de la cocina y musitó- no sé a quién habrá salido, a su padre, seguro que en unos años querrá lanzar balones ahuebados y amorfos antes de que dos cuatro por cuatro le partan la crisma- agarró la fregona y su cubo correspondiente, gruñó- odio el fútbol americano.

Y mientras Clarke murmuraba para sí misma como si estuviese loca o como decía mi difunta abuela, no es estar loco, es pensar en voz alta. Lexa estaba en el salón siendo observada por una personita rubia, no tenía aversión por los niños, pero tampoco es que se volviese loca y babease por cada bebé que tuviera cerca, se sintió algo incómoda y tampoco le salía del alma hacer cualquier cara rara o comportamientos exagerados como si fuese un payaso de la tele:

- Aquí entre nos ¿eres más de la teta izquierda o de la derecha? – el niño siguió mirándola sin entender lo que le había dicho- de las dos, ya decía yo.

Clarke entró en el salón con el cubo de la fregona en una mano y la fregona en la otra mano:

- Puedes sentarte.

- Tu hijo y yo estábamos teniendo una charla, bueno, más bien estaba teniendo un monologo y tu hijo escuchaba.

Se sentó junto a la mesa para dejar que Clarke limpiase el desastre que había montado su hijo con la papilla:

- ¿de qué era el monologo?

Lexa meditó bien la respuesta que le iba a dar:

- De...montañas.

Clarke curvó la comisura de los labios:

- Bueno, quizás debas esperar unos años para poder hablar de geografía con Aden.

En realidad, era temas de biología, pero eso no se lo iba a decir a Clarke y pensando en biología, durante unos segundos los ojos verdosos de Lexa se le fueron a ciertas glándulas mamarias ajenas y pertenecientes a cierta rubia ¿desde cuándo se había desarrollado tanto? Es decir, cuando era adolescente ya apuntaba a que tendría buen... aunque claro, cuando eran adolescentes, Lexa no solía fijarse en esos aspectos físicos:

- Ya, sí, mejor esperar unos cuantos años.

Desayunaron juntas y después Lexa estuvo pendiente de Aden mientras que Clarke se daba una fugaz ducha, en ese rato no volvió a mencionar el tema de la teta izquierda y derecha, la rubia le puso unos dibujos animados que trataba de unos bichos y animales parlantes con canciones infantiles pegadizas. Hasta la misma Lexa quedó hipnotizada con ese programa infantil, saliendo de su hipnosis cuando le tocó el turno a Aden de arreglarse, que fue otra lucha para Clarke, no tenía problemas para desnudarlo, pero para volver a vestirlo era todo un desafío, hasta que Lexa dejó a un lado su norma de no hacer el payaso y acabó entreteniendo a Aden cantando lo que se acordaba de las canciones infantiles que habían escuchado momentos antes, ergo acabó saliendo un popurrí de todo:

- Se te dan bien los niños.

Dijo Clarke terminando de poner el abrigo a su hijo:

- No te creas, les suelo caer mejor a los que han pasado a otra vida.

Realmente lo dijo sin pensar, Clarke siendo madre, le perturbó la idea de que un infante fallezca antes de tiempo:

- Que lastima que mueran antes de llegar a la edad adulta.

Dijo con expresión afligida:

- Toda alma que haya dejado el mundo antes de tiempo.

Clarke aferró a su hijo entre sus brazos para llevarlo al cochecito que ya tenía preparado junto a la puerta:

- ¿siempre son almas que se las ha llevado un...?

No terminó la pregunta, Lexa ya la había advertido que mejor era no nombrar a ciertos entes malignos:

- No, siempre he tratado con espíritus que murieron en accidentes, en contadas ocasiones porque fueron asesinados y los más comunes por enfermedad, suelo denominar algunos puntos calientes, como hospitales o zonas que históricamente hubo alguna batalla de guerra- explicaba Lexa mientras Clarke colocaba el cinturón del cochecito a Aden- siempre tengo que andar con precaución porque aparecen hasta en los lugares que menos te lo esperas, hubo una vez cuando entre en el baño de un hotel, me relajé tanto sentada en el váter que sin esperármelo ya tenía a una invadiendo mi cabeza.

- Ya no se puede ni cagar tranquila.

Dijo Clarke con tono jocoso:

- Algo así, con el paso de los años una se acostumbra.

Pasearon por el parque, en la madrugada podría hacer mucho frío, pero con el sol, se estaba bien, a Aden se le ponía las mejillas sonrosadas igual que a Clarke, fueron hasta una zona en el que había una cúpula y se sentaron mientras que a lo lejos podían ver como los niños jugaban, Clarke sacó de la bolsa unos juguetes que se enganchaban en la barra del cochecito y Aden podía darles manotazos mientras estos giraban.

Clarke comenzaba a ser más abierta mentalmente, ya que remedio, después de todo lo que había experimentado las noches anteriores como para no creer, eso ya formaba parte de Lexa y si quería pasar más tiempo con la ojiverde, tendría que aceptarlo e intentar comprender cada faceta:

- ¿Cómo es? ¿Sientes cuando hay una presencia? ¿los ves? O ¿solo son imágenes? Como si fuesen predicciones.

- No los puedo ver directamente, así como te veo a ti, ese don lo tenía mi padre, percibo lo que sienten, miedo, ira, tristeza, me envían mensajes a través de imágenes, según Costia y mi madre tengo el mismo don de mi padre- agachó la cabeza y negó- pero no creo que llegue hasta ese punto.

Clarke curvó la comisura de los labios:

- ¿No crees? O ¿No quieres? No entiendo de esto, pero si creo en tu madre y si ella dice que puedes ¿por qué no?

Lexa miró extrañada a Clarke, hacía unas noches atrás le decía que no creía en esas cosas:

- Clarke, nunca he visto a ningún espíritu.

- Que tu sepas- Lexa puso una mueca desconcertada- dices que es como verme a mi ¿Quién dice que ahora mismo tú estas viendo a más personas de las que estoy viendo yo?- miró alrededor- Dime ¿qué ves por el parque que te parezca sospechoso?

- A ti incitándome a ver fantasmas a estas horas.

Clarke alzó las cejas:

- Inténtalo.

Lexa hizo el amago de mirar alrededor, pero, si con Costia no logró potenciar ese "don" que supuestamente había heredado de su padre, no lo iba ha hacer en un paseo con Clarke, con la escéptica Clarke, miedo le deba empezar a hablar y que la volviese a mirar como una loca como ya había hecho anteriormente:

- Esto es ridículo, no pienso hacer eso, además realmente tú no crees en estas cosas.

Clarke torció el gesto y agachó la cabeza arrepentida, antes de enfrentarse a Lexa:

- Todas las cosas que he llegado a decir, en el fondo era por miedo, tú misma me lo llegaste a decir, miedo por lo inexplicable y lo que no se puede ver- agarró la mano de Lexa, aunque no pudo sentir su tez, pues ambas llevaban guantes, Lexa unos de color negro mientras que la rubia llevaba unos grises- creo, creo y confío en ti y en tu madre, si dice que tienes ese don, es que puede que lo tengas y quizás es tu desconfianza hacía ti misma la que no te permite ver más allá- curvó la comisura de los labios y le dio un golpecito con el codo- anda, inténtalo.

Lexa dibujó media sonrisa, pero no iba a entrar en ese juego:

- ¿Por qué no me dices que ves tú? Te confirmo si esa persona va acompañada de alguien que no ves.

Clarke se encogió de hombros y comenzó a enumerar a las personas que veía, junto a los columpios y tirolinas:

- Ahí hay niños, unos metros más allá sus madres y padres- Lexa alzó las cejas, pues si le hablaba de manera tan genérica tampoco podía determinar si veía algo más o no, Clarke movió la cabeza buscando más, hacia la izquierda había una mujer sin techo empujando un carrito y acercándose a las papeleras- una mujer sin hogar...

- Bueno- interrumpió Lexa- puedo decir que veo lo mismo que tú, nada raro y la verdad es que me gustaría un día de tranquilidad- retiró un mechón rubio y se lo colocó detrás de la oreja- junto a ti.

Por miedo a las habladurías del pueblo, Lexa se había estado comportando y manteniendo las distancias, no daría buena imagen que la pediatra del pueblo se la viese tonteando con una vieja compañera de instituto justo semanas después de quedar viuda, pero había momentos en la vida, que no podía dejar pasar, como ese, ambas habían conectado visualmente y sintieron esa atracción, como un hilo invisible tirando hacia ellas, simplemente pasó, acortaron las distancias y se besaron, un beso dulce y casto, sin embargo, de todos los que se habían dado y no habían sido muchos, este beso, fue el que le hizo sentir un deje de felicidad a la ojiverde, Lexa se separó unos centímetros para ladear la cabeza al otro lado, rozando las puntas de sus narices e iba a besar de nuevo a Clarke, cuando unos gritos de una chica llamó su atención, miró a su espalda. A unos metros había un chico mirando al cielo y dejando un resoplido, tenía las manos guardadas en los bolsillos y daba la espalda a su novia que parecía estar para nada contenta, al parecer le estaba reclamando que se liase con su mejor amiga. Lexa rio entre dientes:

- Menudo dramón.

Clarke miró al mismo punto:

- ¿qué?

- La novia o mejor dicho, la exnovia enfurecida gritando la infidelidad de ese muchacho.

Clarke carcajeó y miró por el parque:

- ¿Dónde está la futura ex – novia?

Lexa frunció el ceño:

- No es difícil de ver, está detrás suya agitando los brazos como una loca y ese hace oídos sordos como muchos tíos.

Clarke dejó de sonreír y la miró desconcertada:

- Lexa ¿te estás quedando conmigo? El chico está solo.

Y en esta ocasión fue Lexa dejó de sonreír y puso expresión de incredulidad:

- ¿Te estás quedando conmigo? Te digo...- señaló detrás del chico e iba a insistir en que había una chica detrás gritándolo, pero había desaparecido como por arte de magia- que había una chica gritándolo porque se lio con su mejor amiga- su voz fue perdiendo fuerza- pero ya no está.

- En ningún momento he visto a una chica- Clarke puso expresión de sorpresa y posó sus manos sobre el antebrazo de Lexa- y ¿si es un espíritu?

Lexa estaba desconcertada:

- No lo sé.

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