Capítulo 5

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Finn Collins no fue santo de su devoción en vida y aunque no lo dijera en voz alta, muerto estaba siendo un auténtico grano en el culo, sí, descubrieron que en su irresponsabilidad llamaron a un ente maligno que ni ella sola podría afrontar, pero aparte de eso estuvieron hasta bien entrada la noche y derretido casi todas las velas para seguir manteniendo el contacto con él, si al menos hubiera adquirido el don de su padre, hablaría con él directamente sin necesidad de recurrir a esas sesiones y menos arriesgarse a viajar astralmente a mundos de los cuales podría perderse y no volver.

"Algunas de las presentes rieron al leer ese nombre tan ridículo miraron a los presentes:

- ¿no se os ha ocurrido otro nombre?

- Yo no he movido el vaso.

La mayoría negó haber realizado esa acción y menos para escribir esa palabra que ni sentido tenía para ellos. Cuando todos aseguraron que no habían movido el vaso dejaron de sonreír, aunque permanecieron incrédulos a los presentes. Las escenas siempre se veían a través de los ojos de Finn Collins, e incluso palpó su inquietud. Abrazó a una Clarke más joven que también empezaba a sentirse molesta por esa broma de mal gusto. Se había prestado a ese juego porque no creía, aunque sentía algo de respeto:

- No tiene gracia.

Dijo un chico moreno de pelo largo y rizado, ojos castaños y tez morena que se encontraba al lado de Octavia, de estar presente hubiera creído que era novio de la ojiverde, pero de los propios conocimientos de Finn supo que se trataba de Bellamy Blake, el hermano mayor de Octavia:

- Juro que yo no lo he movido.

Insistió Raven:

- ¿qué quieres? Beli... cómo te llames.

Viento gélido pasó haciendo que los cabellos de los presentes se moviesen y provocar que temblasen. El vaso comenzó a moverse nuevamente y el mensaje fue claro... Vuestra alma y la de vuestros primogénitos... aquello fue suficiente para que algunos dejasen el juego:

- Esta broma es una mierda.

Dijo Bellamy apartando la mano del vaso y levantándose:

- No, no debes romper el círculo.

Dijo Raven ya más pálida:

- Me voy, Octavia vámonos.

Bellamy se puso la chaqueta del equipo de baloncesto, Octavia no fue la siguiente en apartar la mano, fue Clarke que también se levantó:

- Tenéis un humor de mal gusto.

Y salió de la casa, dejando a Finn en la tesitura de ir detrás de ella o buscar alguna forma de quitarse a ese ente, él no era cristiano practicante, pero su familia si era cristiana e iba a misa y creían, por lo que dudaba si era broma o no, pero ya se sabe, adolescente con las hormonas alborotadas y que estaba loquito por ella, pues fue justo detrás de ella:

- Clarke, espera."

Cuando terminaron ambas estaban completamente agotadas. Aun en contra de las normas del edificio, Lexa se quedó esa noche de polizón para reponer fuerzas. Al día siguiente llamaría a Jaha e incluso pensó en llamar a Costia, otra psíquica que conoció tiempo atrás y con la que tuvo una conexión sexual, bueno, Costia sintió algo más y estaba preparada para ir más allá, Lexa no y cuando dos personas están en tiempos diferentes en una relación está condenada al fracaso, pero Costia tenía la capacidad de ver a los entes.

"Dos años antes.

Lexa había acudido a una charla de un famoso investigador paranormal. Normalmente no solía acudir a esas charlas, la mayoría de las veces eran aficionados, timadores, charlatanes y desgraciados que trataban de sacar dinero a la gente, cuando su único don era el de saber interpretar y leer las expresiones de la gente "veo a un hombre" y esperan una reacción con ese comentario tan genérico y así constantemente. No fue a esa charla porque realmente le interesase. Es que Lexa ya había intentado conocer gente común y era agotador tener que andar ocultando sus poderes y sin mencionar, que muchas veces esa gente tenía su propio fantasma. Al final terminaba siendo el bicho raro y la loca ¿qué mi tío el que murió en la guerra está aquí? Tú estás majara. Esa fue su última cita.

La habían aconsejado ir a esas charlas, donde acudían personas comunes, médiums, psíquicos, etc. Sí, fue a esa charla porque le picaba y quería echar un quiqui, a ese paso se le quedaría el clítoris insensible de tanto satisfayer.

Ya había acudido a unos cuantos, era complicado conocer a una mujer cis no heterosexual, que había conocido a unas cuantas heterosexuales majas y entablado una buena amistad. Hasta que, por fin, conoció a Costia y sin necesidad de mediar palabra, con solo mirarse, ambas sintieron una fuerte conexión. Costia tenía el cabello negro, como el azabache, ojos castaños, tez blanquecina, labios carnosos, un poco más baja que Lexa, su complexión era en forma de reloj, porcentaje graso lo suficientemente bajo para que se le marcase un poco el abdomen, bueno, esos datos no eran tan relevantes para Lexa, solía atraerle más los rasgos faciales y para que mentir, la delantera, un buen escote atraería a la ojiverde como a las moscas.

Después de la charla fueron a tomar algo, a Costia no le avergonzaba admitir en voz alta que tenía ciertos dones que no todo el mundo comprendía, le daba igual lo que la dijesen:

- Si dejo que me afecte lo que me digan los demás o lo que piensen, limitarían mis poderes- Le comentó mientras tomaban un batido de fresa con nata- como te lo están limitando a ti.

Lexa frunció el ceño y sonrió:

- ¿Limitarmelos? Me paso los días recibiendo mínimo dos o tres visiones por difuntos que no consiguen ver la luz.

- Y los podrías escuchar si no te diese miedo a tener ese don ¿quién de tu familia lo tiene?

La ojiverde achicó los ojos y preguntó con tono juguetón:

- Tú eres quien tiene poderes, adivina.

- No soy adivina, pero me atrevo a decir, que alguno de tus padres.

- ¿por qué no hablamos de otras cosas? Nuestros dones no definen lo que somos, dime que hobbys tienes.

Costia rio entre dientes:

- ¿Ves? Te limitas tratando de evitar hablar de ello, tienes potencial Lexa y ojalá algún día pueda ayudarte a controlar tu don."

A la mañana siguiente, Lexa regresó a su antigua casa en compañía de su madre, que preocupada se había prestado ayudarla, pero ya no era una jovencita, su cuerpo no estaba para ese tipo de batallas, así que la ojiverde cedió a lo de la cena de navidad con la condición de no inmiscuirse en sus asuntos con Clarke, ni con Finn, pues estaba claro que no había terminado sus asuntos, si no esa misma noche se habría ido hacia la luz:

- Esta noche, iré a casa de Clarke, me invitó a cenar- explicaba la ojiverde mientras colocaba el equipaje de Indra en su antigua habitación, la mujer no decía nada, pero en su rostro podía ver que esa casa la llenaban de recuerdos- y espero que no hagas comentarios con segundas.

Indra puso cara de inocente:

- ¿Qué comentarios voy a decir?

- A ti te lo voy a decir para que machaque con ello.

Musitó Lexa, mientras metía las prendas de ropa de su madre en un mueble:

- Hace años que no veo a esa chica, pero creo recordar que era muy guapa.

Sí, estaba empleando ese tonito de "y por qué no le tiras la caña":

- Es la viuda de Finn Collins, la razón por la que estoy aquí, sin mencionar que me llamó esquizofrénica.

Indra hizo un gesto con la mano como quitando importancia:

- Erais unas niñas, acababa de perder a su padre y además, el rencor no es bueno, las entes negativas se aprovechan de esas debilidades.

Lexa la miró con seriedad:

- No soy rencorosa.

- Cariño, te parí y sé como eres, uno de tus defectos es ese, en el fondo no perdonas.

- Bueno, será que en el fondo soy humana- dijo cerrando el cajón de la cómoda de su madre- me voy a duchar- dijo antes de salir por la puerta mientras musitaba para si misma- y ojalá fuese una humana común.

Indra se sentó en la cama y pasó su mano derecha por el nórdico, entre esas cuatro paredes había mantenido muchas conversaciones con su difunto marido, muchas de ellas referente a Lexa y de lo conscientes que eran de que su don en el fondo la hacía infeliz. Sabían que Lexa era mucho más de lo que expresaba, por eso insistía de que no estaba lista para enfrentarse algo así. Al igual que muchos niños "comunes" en su inocencia, podía ver lo que los adultos "comunes" se negaban ver o creer. Lexa de pequeña llegó a ver fantasmas y escucharlos, si al menos aceptase su don realmente, podría recuperar esa posibilidad, pero no lo haría, porque como bien había musitado, quería ser un ser una humana común y corriente:

- Ay, Gustus, sin ti no sé como guiarla realmente.

Clarke Griffin ya no vivía en su antigua casa, se había mudado a un barrio familiar de casitas adorables, con jardines adorables, con sus banderitas estadounidenses moviéndose al viento y todo tan "normal" familias corriendo y jugando con la nieve, mientras que otros ya empezaban a colgar los adornos navideños, Lexa gruñó, aquello le parecía tan... no sabría explicarlo, estaba acostumbrada a la soledad y a los ambientes caldeados e intensos. Antes de dirigirse a la casa de Clarke, paró a comprar una botella de vino, aunque teniendo en cuenta como murió Finn, no sabía si tomaba alcohol, entonces recordó que en el instituto le encantaban los ositos de chocolate rellenos de malvavisco, así que el vino sería su plan A y en el caso de que pusiese mala cara, los ositos de chocolate rellenos como Plan B y en el caso de que el Plan A funcionase, los ositos serían un complemento más. Aparcó junto a su casa y bufó, no sabría ni de qué hablar "oye Clarke, invocasteis a un demonio y ahora creo que estás en peligro" o sí menudo reencuentro, de típica película navideña, aunque en los últimos años se están esmerando con hacer películas navideñas sanguinarias ¿esta historia como sería? "paranormal activity en navidad" en fin, se armó de valor y salió de su vehículo. Miró a su alrededor, casitas familiares de dos pisos. Frunció el ceño al ver que a lo lejos un hombre que se le hizo familiar giró la esquina después de mirarla durante unos segundos, Lexa torció el gesto, estaba pálido y algunas prendas rasgadas:

- Halloween ya ha pasado.

Balbuceó la ojiverde para sí misma:

- ¿Lexa qué haces ahí parada? - escuchó la voz de Clarke desde la puerta de su casa- vamos, ven, te vas a helar.

Lexa agarró la bolsa donde llevaba los regalos y la otra mano la guardaba en el bolsillo de su abrigo:

- ¿recuerdas que también soy de aquí? – preguntó la ojiverde acercándose hasta la rubia, Clarke estaba vestida con un traje negro, el color del luto, aunque contrastaba con el mandil de cocina donde había un torso masculino musculoso- estoy acostumbrada a este...- fijo su mirada en el mandil- frio.

Clarke se miró al mandil de cocina y rápido comenzó a quitarse el nudo torcido que tenía en la espalda:

- Era de Finn, él era quien cocinaba- dijo dándose media vuelta para entrar en la casa seguida por Lexa- bueno, antes de comenzar a beber- dame tu chaqueta la cuelgo en el perchero.

Lexa soltó un momento la bolsa en el suelo y se quitó la chaqueta para entregársela a su anfitriona, Clarke agarró la prenda rozando la mano de la ojiverde y ambas tuvieron como una pequeña chispa, la rubia rio entre dientes:

- Electricidad estática.

Lexa dibujó media sonrisa sin decir nada ¿qué iba a decir? Que con esa chispa había sentido nuevamente la misma conexión que sintió con Costia, bueno, no la misma exactamente, había una pequeña variación que no llegaba a descifrar, simplemente, lo dejó pasar sin hacer ningún comentario al respecto. 

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