capítulo 6

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- He traído- dijo algo insegura la ojiverde mientras le entregaba la bolsa- algo.

Clarke, sonriente agarró la bolsa y la abrió para mirar:

- Gracias- sacó la botella de vino- oh, vendrá bien para la cena ¿quieres una copa?

Lexa dibujó media sonrisa:

- No bebo, el alcohol hace que baje la guardi...- al ver la cara que ponía la rubia se limitó a decir- bueno, simplemente no me hace bien.

- ya, vamos a cenar- guió a Lexa hasta la cocina, cruzando el pasillo que llevaba directo a la entrada de la cocina Lexa aminoró el paso, rozando la pared con la yema de los dedos en un intento de averiguar si estaban solas en ese momento o no- el pequeño Aden está pasando unos días con mi madre.

Explicó la rubia mientras dejaba la bolsa sobre la encimera de la cocina y apoyaba las manos dando la espalda a Lexa, la cocina no era muy grande, y no había espacio para más de 4 personas, entre el mueble con la vitrocerámica, el fregadero y el frigorífico. La comida estaba en el horno, hizo la comida favorita de Lexa o la que era su favorita en su adolescencia, lasaña, como al gato Garfield:

- ¿No es mejor que estés con él en estos días de duelo?

Clarke al escuchar esa pregunta abrió el mueble que estaba en lo alto y sacó una copa:

- Perdona, pero yo sí voy a servirme una copa, espero que no pienses mal.

- No te preocupes.

Lexa se puso a su lado, apoyando la espalda baja en la encimera y se cruzó de brazos, observó como la rubia abrió la botella y se sirvió un poco de vino, dio un par de sorbos antes de enfrentarse a su mirada verdosa:

- Quise mucho a Finn, de verdad y me casé con el porque le quería, era atento, bueno, trabajador, se esforzaba todo lo posible por hacerme feliz, por ser felices los dos y teníamos los mismos sueños.

Parecía romperse más por esos recuerdos que por la reciente muerte de Finn, quizás porque aún estaba en la etapa de negación:

- Pero...

Quiso saber la ojiverde:

- Me dijiste que le habías sentido - preguntó mirando fijamente a Lexa, dejó la copa sobre el mueble y se puso enfrente de Lexa- a Finn ¿Qué te ha dicho?

Lexa siguió con los brazos cruzados y por unos segundos sintió molestia, años atrás causándole de sufrir esquizofrenia y ahora haciendo esas preguntas cómo si nunca hubiera pasado nada:

- ¿qué me estás ocultando? Clarke- mantuvo su voz impasible- ¿por qué me has invitado?

- Echaba de menos a mí amiga, por favor, ve al salón se va a enfriar la cena, hice tu comida favorita.

Lexa asintió con la cabeza:

- ¿Hace falta que lleve algo a la mesa?

- No, ya está todo, solo falta que lleve la bandeja que aun está en el horno.

La ojiverde se ofreció para llevarla, pero Clarke se opuso insistió en que era la anfitriona, el salón no tenía perdida, estaba a la derecha nada más salir de la cocina. No era un salón muy grande, parecía que no lo usaban mucho para ver la televisión. Clarke pasaba tiempo en su despacho y el tiempo que pasaba en el salón era cuando tenía que vigilar a su hijo, pues a un lado estaba la cuna con juguetes. La mesa, máximo para seis comensales estaba en la pared que daba a la cocina y apartada de la ventana. Como dijo la rubia ya estaba con los cubiertos puestos, vasos y varios refrescos con una jarra de agua, como cubriendo las posibilidades de lo que pudiese escoger la ojiverde. Lexa se sentó y enseguida vio entrar a Clarke con dos guantes para el horno y la bandeja, no era pequeña, seguramente sobraría, ya no tenía el mismo saque que en su época de estudiante, en esos tiempos entre las dos eran capaces de comerse una bandeja entera y mitad de otra:

- No tengo la misma maña para cocinar como mi madre- decía la rubia mientras colocaba la bandeja encima del taco de madera para no quemar la mesa- pero igual espero que te guste.

- Seguro que sí- intentó apaciguar los nervios de Clarke- tiene buena pinta y huele muy bien.

- Gracias.

Clarke se sentó enfrente de Lexa y dejó las manoplas a un lado. Como buena anfitriona cortó un buen trozo y se lo sirvió a la morena e hizo lo mismo con su porción. Antes de probar su propia comida esperó expectante a que Lexa lo probase y diera un veredicto. Que complaciente cortó un cacho y sopló para no quemarse con la bechamel, lo degustó y le faltaba un poquito de sal para el gusto de Lexa:

- Está bueno- Clarke sonrió ante el comentario positivo y procedió a llevarse un trozo a la boca- Clarke, quisiera brindarte todo mi apoyo y para eso, necesito saber qué...

- Hace años hicimos una tontería y una chica nos hizo una broma que en un principio ni Finn ni yo creímos, hasta que el hermano de Octavia murió y de un día para otro Finn, mí Finn empezó a cambiar, yo quería hijos y el no por no sé qué maldición, entonces quedé embarazada y él se dio a la bebida, se distanció de mí y de todo el mundo, perdí a mi marido hace un año, por eso- frunció el ceño y agachó la cabeza- me siento horrible por no sufrir la pérdida de su muerte como lo haría una viuda que ama a su marido, mi duelo comenzó hace un año.

- ¿Bellamy Blake murió? - preguntó Lexa recordando parte de las visiones que había tenido- el también estuvo presente en la casa abandonada, en la sesión de la ouija- Clarke la miró con sorpresa- sí, estuve ahí y vi el pentagrama invertido.

Clarke tamborileó la mesa con los dedos y acto seguido agarró sus cubiertos y siguió comiendo, pudo sentir su nerviosismo:

- Estupideces que se hace de adolescente, una broma de mal gusto y ya, Bellamy Blake murió atropellado porque un impresentable conducía mirando su móvil y Finn murió por conducir borracho- dejó escapar una risita nerviosa- aún estoy asimilando la posibilidad de que tú puedas ver cosas, eso no quiere decir que crea de buenas a primeras esa idiotez de brujería ¿qué un tal... ya no me acuerdo ni del nombre quiere el alma de mi hijo? O ¿La mía?

- ¿La posibilidad de que yo pueda ver cosas? – preguntó molesta la ojiverde- Antes me preguntaste si vi a Finn, sí, lo vi, fue él quien me trajo hasta aquí y fue él quien me llevó a esa casa abandonada, tú no quieres ayuda, muy bien me largo de aquí- se limpió los labios y se levantó- pero antes necesito saber la ubicación de la otra muchacha, porque por lo visto ya sé dónde está Octavia.

Clarke nerviosa se levantó y se interpuso en su camino con las manos en señal de stop:

- Lexa, por favor, disculpa no quería ofenderte- suplicó e intentó exponer su punto de vista- de verdad que estoy intentando entenderte- Lexa permaneció tensa y con demasiados pensamientos intrusivos, recuerdos de una Clarke adolescente causándole de esquizofrénica y lo que la había dicho recientemente. La rubia se quedó mirando fijamente a los ojos de Lexa- tienes esa mirada.

Y esto sacó a Lexa de su estado de enfado para quedar desconcertada:

- ¿qué mirada?

- La misma que empezó a poner Finn antes de cambiar y alejarse.

En ese instante Lexa recordó lo que le dijo su madre esa misma mañana, estaba saliendo a relucir sus rencores. Lexa notó como un escalofrío recorrió por su columna vertebral, como si su cuerpo de manera natural la pusiese en alerta. De la boca de Clarke empezó a salir vaho y ésta se abrazó a sí misma:

- Otra vez, tengo que llamar al técnico para que me arregle la calefacción.

Lexa miró a su alrededor, no se trataba de Finn Collins, su presencia no cargaba el ambiente de negatividad, sus sentimientos por Clarke la habían cegado, como para darse cuenta de que estaba siendo manipulada por algo que decidió hacerse notar en ese momento, juraría que le molestaba cada vez que Clarke negaba su existencia o decir en voz alta que no recordaba su nombre:

- ¿Dónde está la caldera?

Preguntó Lexa, intentando desviar el tema y dejar de alimentar al ente:

- ¿Ahora eres electricista?

Lexa dibujó media sonrisa:

- No, pero soy una mujer independiente tacaña que trata de evitar pagar de más.

Clarke curvó las comisuras de los labios:

- De las dos, tú siempre fuiste la más apañada. La caldera está en el sótano, aunque estas horas no es muy recomendable que bajes, no sé por qué la luz falla mucho y el electricista dijo que todo estaba bien.

- Correré el riesgo.

Obviamente no iba a mirar la caldera. Necesitaba un momento y buscar el punto que más energía tuviese, parecería cliché de película de terror, pero el sótano era uno de los escondites favoritos de los entes, aunque era la primera vez que tenía algo de miedo y eso no era nada bueno:

- Tú misma, en la cocina hay una linterna, espera voy a por ella.

Clarke se dispuso a salir del salón, pero Lexa la paró sujetando su mano y puso expresión apenada:

- Perdona, no debí hablarte así.

Clarke agachó la cabeza y meditó sus palabras antes de enfrentarse a la mirada afligida de Lexa:

- Entiendo que estés molesta por lo que te dije hace años y también admito que no acerté a la hora de expresarme. 

Lexa asintió con la cabeza:

- Tráeme esa linterna, vamos a ver si puedo hacer algo.

Lexa se acercó a la puerta que daba al sótano, justo la que estaba junto a las escaleras. Tomó aire y sacó un rosario de uno de los bolsillos del pantalón, cerró los ojos y apoyó las yemas de los dedos en la puerta y cerró los ojos tratando de captar algo. En un principio solo visualizaba oscuridad. Hasta que durante unos segundos captó la imagen de Finn con expresión afligido y temor, como si estuviese siendo torturado, por alguien o por algo:

- ¿Piensas arreglar la caldera rezando?

Preguntó Clarke completamente desconcertada mientras le entregaba la linterna:

- Ni te imaginas el poder que puede tener una cruz. 

- No te tomaba por creyente religiosa. 

Lexa encendió la linterna, el mango era de color negro y alargado, alumbraba bastante bien:

- Sí creo en la existencia del demonio, también hay que aceptar la existencia de un Dios, no se puede creer únicamente en una cosa. 

Clarke arrugó la frente, seguía con esa expresión de escepticismo:

- Ya, no creo ni en lo uno, ni en lo otro, el mal solo reside en nosotros los seres humanos, culpar a un dios o a su antagonista es querer zafarse de nuestros actos o escudarnos ante la imagen de una deidad.  

Lexa dibujó media sonrisa y alzó la mano que sostenía el rosario para acariciar levemente el mentón de la rubia:

- Mujer de ciencias. 

Clarke miró durante unos segundos los labios gruesos de Lexa e inconscientemente se mordió el labio inferior, hasta que Lexa abrió la puerta que daba a las escaleras del sótano, dio a la llave de la luz y se comprobó lo que le dijo Clarke, la luz fallaba, pues la bombilla parpadeaba constantemente como haciendo el amago de fundirse de un momento a otro, por segundos Lexa tenía la sensación de escuchar susurros provenientes del sótano, susurros que parecía ignorar Clarke. La morena dio un paso para aventurarse a ese lugar, sin embargo, de un momento a otro la rubia pareció arrepentirse, pues la agarró de la muñeca:

- Mejor...- comenzó a decir insegura la rubia- llamo a un profesional que se dedique al mantenimiento de calderas. 

Lexa llena de curiosidad se acercó a Clarke, lo suficientemente cerca de su rostro como para sentirse sus respiraciones, la ojiverde tuvo que recordarse que estaba enfrente de una viuda y que por respeto a su perdida no debía propasarse:

- ¿Por qué? ¿qué hay ahí abajo que te da miedo?

Clarke hizo una pedorreta con los labios y empujó un poco a la morena mientras que fingía despreocupación:

- No es que tenga miedo, simplemente mejor llamar a un profesional que entienda de calderas, es todo- apagó la luz del sótano y cerró la puerta- vamos a seguir cenando. 

Apresuradamente le quitó la linterna de la mano e intentó regresar al salón:

- Clarke...- comenzó a seguir a la rubia- Ahh

Pero de repente sintió una punzada intensa en la cabeza, sobrecargada de imagenes fugaces y por momentos inconexos, en ocasiones distinguía a Finn, otras veces a Bellamy, recuerdos de Finn con Clarke:

- ¿Lexa?- escuchaba la voz preocupada de Clarke entre toda la información que estaba recibiendo la morena de golpe- ¿Qué te pasa Lexa?

Hasta que por fin el exceso de información paró.

 Era un día demasiado caluroso, sentía cansancio y anhelaba ver a Clarke. Le había llamado, tuvo que salir para atender una urgencia ¿no había más pediatras en el pueblo? era su aniversario. Entró en la habitación principal y dejó su maletín y americana en la silla que había junto a la ventana, se estaba quitando la corbata cuando se fijó en una pequeña cajita que había sobre la cama, la reconoció enseguida, pertenecía a Clarke y no solía sacarla mucho, solo cuando sacaba alguna foto o la guardaba, siempre había respetado las pertenencias de Clarke y ese día iba a hacer lo mismo, tapar la caja y guardarla en el armario, dónde solía guardarla su mujer. Sin embargo, empezó a sentirse extraño, como si de repente saliera a la luz una pequeña espina que ha llevado consigo desde días antes de su boda, cuando escuchó a Clarke y Octavia sin que ninguna de las dos se percatasen de su presencia, no llegó a escucharlo todo, solo que hablaban de otra persona del pasado de Clarke, una a la que supuestamente había querido mucho y dio por hecho de que hablaban de algún exnovio. Sí, todo el mundo tiene un pasado y la mayoría de las personas han pasado por varias rupturas, pero ¿era normal que se sacase el tema antes de una boda? y conocía a Clarke ¿era normal que hablar de esa persona desconocida la doliera tanto? algo no duele si no se siente nada por ello. Así pues regresó la caja sobre la cama y la abrió ¿Por qué había pensado en ese momento de su vida? no lo sabía, solo que necesitaba mirar, como si algo lo empujase a hacerlo. Esperaba recuerdos de Clarke con otro hombre, sin embargo, no había fotos con ningún hombre, si no con otra chica y entonces se acordó de haberla visto en el instituto y que era amiga de Clarke. Durante unos minutos respiró tranquilo hasta que agarró una carta, una que Clarke nunca llegó enviar, creía que se trataría de una amiga contando su vida a otra amiga, hasta que se dio cuenta de que no era una simple carta, era una carta de amor que nunca se llegó a enviar y entonces, fue invadido por uno de los siete pecados capitales, celos.

- LEXA- la morena salió de su trance, estaba en el suelo y junto a ella estaba Clarke con gesto de preocupación- me habías preocupado, se te habían puesto los ojos en blanco y todo, pensaba que te había dado un infarto cerebral o algo.

- No...

Comenzó a decir algo aturdida, cuando el teléfono móvil de Lexa comenzó a sonar, con ayuda de Clarke se levantó y apoyándose en la pared sacó su celular, sorprendiendose de ver el nombre que marcaba la pantalla:

- ¿Costia? 

- No sé donde estás ahora mismo- escuchó la voz de Costia al otro lado de la línea- solo sé que no debes bajar unas escaleras, sal de ahí. 

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