Parte 21: Ayuda

Màu nền
Font chữ
Font size
Chiều cao dòng

Al día siguiente, Joseph volvió a realizar su rutina diaria en la universidad, pero al finalizar las clases tuvo la excusa perfecta para separarse de su grupo de amigos. Resultaba que debía reunirse con Ericka para hablar sobre asuntos relacionado al Club del Terror, mas no había sido ella quien había organizado dicho encuentro. En realidad, había sido Joseph quien había llamado a Ericka la noche anterior, aprovechando que el teléfono fijo de su casa guardaba los números de las llamadas entrantes y salientes. De dicha manera, no le resultó complicado encontrar el número de celular de Ericka, calculando la última vez que lo había llamado.

La presidenta del Consejo se había mostrado muy sorprendida al recibir la llamada de Joseph, y su sorpresa se acrecentó aún más cuando este propuso reunirse para hablar sobre el Club del Terror. Afortunadamente, Ericka había aceptado y le había indicado que se dirigiese al salón del Consejo tras finalizar la última clase de la tarde.

No obstante, a pesar de que todo iba saliendo según los planes de Joseph, era consciente de que lo más complicado recién estaba por comenzar. Estaba completamente seguro que Ericka se negaría a brindarle información sobre Michelle Winter y Frederick Parker si se lo pedía directamente. Al fin y al cabo, si bien la presidenta del Consejo no había atacado al Club del Terror durante el último mes, Joseph aun la consideraba alguien desagradable y no digna de confianza, por lo que suponía que ella también pensaba lo mismo de él.

De cualquier forma, viendo como estaba la situación, tan solo le quedaban dos opciones. La primera, pensó Joseph, sería conseguir ganarse la confianza de Ericka de alguna manera, aunque esto resultaría increíblemente complicado y requeriría de una gran cantidad de tiempo, del cual él no disponía si quería acabar el Reto a tiempo.

La segunda idea consistía en dar alguna excusa lo suficientemente creíble como para que Ericka se viese en la obligación de soltar la información necesaria sin poder negarse. Tras meditarlo a profundidad, Joseph había llegado a la conclusión que, aunque no tuviese muy en claro cómo haría para convencer a Ericka, la segunda opción resultaba mucho más factible, cómoda y rápida.

Cuando Joseph llegó al salón del Consejo, aún no sabía exactamente qué excusa iba a presentar, pero no era sensato perder tiempo valioso. Luego de aspirar profundamente, abrió la puerta corrediza con seguridad e ingresó al interior.

El salón era espacioso y disponía de dos áreas distintas en cada extremo. A un lado se encontraban varias mesas metálicas rodeadas de seis sillas dispuestas para cada miembro del Consejo. Al otro lado de la sala había una elegante mesilla y un par de sillones comúnmente usados para las reuniones.

Ericka se encontraba en la primera área sentada frente a una de las mesas metálicas. No parecía haberse dado cuenta de la presencia de Joseph, ya que toda su atención estaba centrada en rellenar unos informes.

—Ya estoy aquí —anunció Joseph, acercándose a la chica.

Ericka se sobresaltó al ver interrumpida su concentración. Joseph dirigió su mirada al inmenso montón de papeles que estaban encima de la mesa.

—¿Te tomará mucho tiempo terminar con eso —señaló los informes—, o ya podemos iniciar nuestra reunión?

—Lo continuaré después —indicó ella, dejando al lado el bolígrafo con el que había estado rellenando los informes y levantándose del asiento—. Bueno, hablemos.

—¿Dónde están los otros miembros del Consejo? —preguntó Joseph, mirando a su alrededor.

—Ellos siempre se van temprano.

—¿Y te dejan a ti todo el trabajo pesado?

—Da igual —contestó Ericka, encogiéndose de hombros—. Al menos así me aseguro que siempre haya buenos resultados.

Joseph se acarició la barbilla, analizando aquella situación. Considerando los pros y los contras, concluyó que era posible conseguir un beneficio de todo ello.

—¿Quieres que te ayude? No creo que rellenar unos informes sea una tarea demasiado complicada.

—¿Hablas en serio? —Ericka enarcó una ceja, mirándolo con desconfianza—. ¿Por qué?

—Para luego poder hablar con tranquilidad —respondió Joseph con tono obvio—.Vamos, no te hagas la orgullosa ahora.

Tras pensarlo por unos instantes, Ericka aceptó la ayuda que Joseph le ofrecía y le explicó en términos generales sobre qué trataban los informes y qué tenía que escribir en cada uno. El chico no atrapó la idea en un comienzo, pero hizo su mejor esfuerzo en seguir las indicaciones. Se sentaron lado a lado, escribiendo en silencio, con una que otra pregunta de Joseph sobre secciones de los informes que no comprendía. Finalmente, tras una hora de arduo trabajo, consiguieron finalizar con todos los papeles.

—¡Siempre resulta placentero terminar estas cosas! —exclamó Ericka para sí misma, mientras se estiraba con una gran sonrisa en el rostro.

—Nunca imaginé que pudieses ser tan... —Joseph pensó un segundo—, humana.

—¿Intentas provocarme? —espetó Ericka, ruborizándose ligeramente.

—Tranquila. No creo ser el único que tiene una imagen así de ti. Eres como la jefa final de un videojuego... ¡o como la villana de una novela!

Ericka suspiró.

—No creo sensato dar paso a tus delirios, Joseph. ¿Te parece si mejor vamos al grano?

—No seas aguafiestas...

—¿Viniste para hablar de tu club, verdad?

Joseph se pasó una mano por el cabello y se levantó del asiento. Caminó unos pasos, intentado encontrar las palabras adecuadas.

—La verdad, esa solo fue una excusa para reunirme contigo.

Ericka abrió ligeramente la boca con sorpresa. Se recompuso casi al instante y también se levantó.

—Entonces, ¿para qué has venido realmente?

—Resulta que... —Joseph suspiró con cansancio—. Necesito que me hagas un favor.

—Eso es inesperado, Joseph Irolev —siseó Ericka, mientras que sonreía sarcásticamente—. ¿En verdad crees que yo haría algo por ti si me lo pidieses?

—Es algo realmente simple —contestó Joseph, volteando para mirar a la chica con seriedad—. Pero es de vital importancia.

—Creo que tus delirios han alcanzado un nuevo nivel, ¿eh? —Ericka soltó una risilla burlona—. Pierdes tu tiempo si piensas que yo...

—Por favor, Ericka. ¡Eres mi única esperanza!

La chica ladeó la cabeza, analizando a Joseph. Si bien era cierto que él le había hecho un favor ayudándola a completar los informes, ella sospechaba que eso había sido parte de una estratagema. Ericka no era para nada ingenua, y no planeaba seguirle el juego. No obstante, tampoco consideró correcto negarse sin siquiera escuchar de qué se trataba.

—Bueno, te escucharé —Ericka hizo ondear su cabello negro con petulancia—. Pero eso no significa que esté dispuesta a ayudarte. Tendrás que convencerme.

Joseph sonrió para sus adentros, considerando que ya tenía la partida ganada.

—Tan solo quiero encontrar a un par de personas que estudian en esta universidad... Dado que eres la presidenta del Consejo, supongo que tendrás acceso a las bases de datos, ¿verdad?

—¿Eso es lo que quieres? —Ericka lo observó con desconfianza, pero también con un atisbo de curiosidad—. Tendrás que ser más detallado.

Joseph sonrió, esta vez abiertamente. Estaba claro que había ganado. 

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen2U.Pro