Parte 9: Charlotte

Màu nền
Font chữ
Font size
Chiều cao dòng


Joseph analizó a Charlotte con desconfianza. Aparentaba tener unos veinticinco o veintiséis años, aunque la bata de laboratorio que llevaba le daba un aire científico que la hacía verse más madura. Asimismo, su peculiar atuendo desentonaba por completo con el contexto y lugar que la rodeaba.

—¿Qué es lo que quieres preguntarme? —interrogó Joseph con cautela.

—¿Has vivido alguna experiencia sobrenatural recientemente? —dijo Charlotte sin perder el tiempo.

Joseph se sobresaltó levemente, pero consiguió mantener la compostura.

—¿Qué clase de pregunta es esa? Lo sobrenatural no existe...

—¿En serio? —respondió ella enarcando una ceja, mientras sonreía abiertamente—. Según la información que hemos recabado, fundaste un club referido al terror en tu universidad, además de que pareces fascinado por cualquier temática relacionada al horror y al misterio.

—Sí, bueno... —Joseph miraba de un lado al otro, incapaz de ocultar su nerviosismo—. Ser un fan del terror no significa creer en cosas irreales, ¿no?

Charlotte se limitó a mirarlo con la misma gran sonrisa plasmada en su rostro.

—Entonces... —continuó Joseph, deseoso de cambiar de tema—. ¿Qué...? ¿Qué es Ethereal Corp?

La mujer suspiró largamente y le dio la espalda.

—No creo necesario brindarte mucha información... —comentó sin mirarlo—. Pero, a grandes rasgos, se trata de una organización científica de escala global que se dedica al estudio de temas que escapan al conocimiento científico convencional.

—¿En serio? ¿Qué temas podrían escapar a la ciencia normal?

—Como ya mencioné, no es necesario que lo sepas —contestó Charlotte, girando para dirigirle una sonrisa—. Así que, Joseph Irovel, ¿podrías decirme que hacían tú y tus amigos hace una semana en la casa de Siara Bohdan?

Joseph se sobresaltó sin disimulo y observó a Charlotte con un gesto de temor.

—¿Qué? ¿Nosotros? No fuimos a...

—¿No fueron a esa casa? —Charlotte emitió una risa cantarina—. Supongo que encontraron la puerta principal cerrada y decidieron entrar por el sótano, ¿verdad?

—¿Cómo sabes eso? —preguntó Joseph, visiblemente alarmado—. Digo... no lo sé, no hemos ido a la casa de Sia...

—Vamos, niño. —Charlotte ladeó la cabeza—. Tus gestos lo dicen todo, así que limítate a contestar la pregunta.

—En verdad, no fuimos... —Joseph intentó volver a repetir, pero se detuvo, consciente de que todo era en vano—. Nosotros... solo queríamos encontrar alguna pista que explicara la muerte de Sia.

Joseph bajó la mirada y apretó la mandíbula, sintiéndose derrotado. No obstante, al volver a Charlotte la encontró asintiendo con la cabeza.

—Decir la verdad no es tan difícil, ¿verdad? —comentó la mujer, con una sonrisa comprensiva—. Bueno, chico, creo que lo dejaremos aquí por hoy.

—¿Solo era eso? —murmuró Joseph, confundido.

—Volveremos a buscarte si necesitamos hacerte más preguntas —indicó Charlotte, tras lo que procedió a retirarse.

Joseph se quedó atónito, observando como la mujer se alejaba con paso lento. Repentinamente, Charlotte se detuvo y volteó.

—¡Una cosa más! ¡Te recomiendo no meterte con nada que escape a tu comprensión!

Dicho eso, Charlotte continuó su camino, hasta desaparecer del rango de visión de Joseph. Él se mantuvo aturdido por unos instantes, hasta que comenzó el recorrido para volver a su casa.

El chico consiguió mantener su mente en blanco durante el tramo hasta la estación central, pero al subir el tren y sentarse, le resultó imposible. Ya no solo eran la creepypasta del Embaucador y la muerte de Sia los temas que daban vueltas en su cabeza, sino que también estaba involucrada una organización pseudocientífica.

—Ethereal Corp... —murmuró Joseph, intentando pensar en una razón por la cual dicha organización pudiese estar interesada en la muerte de Sia.

Tras mucho reflexionar, concluyó que la única explicación posible era que Ethereal Corp estuviese interesada en el Embaucador. Aunque a Joseph le había resultado muy difícil, había conseguido aceptar la existencia del Embaucador como algo real, aunque incomprensible.

Cuando el tren arribó a su destino, Joseph recordó que se había prometido no volver a pensar nada relacionado al Embaucador hasta tener la mente más clara. El chico maldijo por lo bajo, y deseó poder dejar de pensar por tan solo un segundo, aunque sabía que era completamente imposible.

Joseph salió de la estación, sintiéndose inusitadamente cansado. Observó la luna llena que decoraba el oscuro firmemente y se preguntó el por qué había habido luna todas las noche desde la muerte de Sia. Suspiró con cansancio y continuó con su lento andar, sin prestar atención a su alrededor.

Repentinamente, Joseph se detuvo en seco y volteó a un lado. Estaba justo en frente de la casa de Sia. Si bien se encontraba muy fatigado y solo tenía que dar unos cuantos pasos para poder ingresar a su hogar, decidió observar la casa de Sia por unos segundos. Mientras lo hacía, la cabeza de Joseph se llenó de recuerdos vívidos y felices en los que Sia era la protagonista.

Cuando Joseph consideró que había disfrutado de suficientes añoranzas, suspiró y se preparó para ingresar a su propia casa. No obstante, al dar un último vistazo a la casa de Sia, se percató que la puerta de la entrada se abría lentamente. Joseph se quedó paralizado, observando como aquella puerta iba dando paso a la oscuridad del interior.

De manera repentina, una figura emergió de la oscuridad y se paró en la abertura de la puerta. Se trataba de aquel hombre sin rostro, el cual parecía dirigir su inexistente mirada a Joseph, mientras que las galaxias que conformaban su faz asemejaban formar una sonrisa burlona. Tras esto, el enigmático ser hizo una leve reverencia y retrocedió, desapareciendo entre las sombras.

Joseph, en un primer momento, quedó completamente petrificado por la sorpresa y el temor. Sin embargo, tras unos minutos de angustiosa duda, aspiró fuertemente y atravesó el jardín exterior de la casa de Sia. Se detuvo frente a la puerta abierta y, tras expulsar todo el aire que había inhalado, ingresó con decisión.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen2U.Pro