Edaxnios(VI)

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¿Dónde estará la protectora de la luz? Pensé que me ayudaría como lo hizo aquella vez cuando estuve en el infierno, seguro que me abandonó. Tal vez lo que confiaron en mí asumieron erróneamente que yo era el Guardián y se dieron cuenta que no soy tan poderosos como creyeron. Pero no pueden dejar morir a un niño que lo único que hizo fue dormir en su cama esperando despertar para seguir jugando. A mi corta vida me di cuenta que nunca nada es lo que parece y el mal siempre prevalece sobre el bien.

Ingnisute me da vuelta de una patada, mi espalda cruje y duele, hacía tiempo que nadie me golpeaba de esa manera. El Hellish hace sonar sus tenazas con un ritmo tétrico y mientras las golpea la piel del niño comienza a arrugarse, desprendiendo un humo blanco. Él ya no se mueve, ya no llora, ya no sufre. Cuando el ritmo termina, lo que era piel cae al piso como si fueran sabanas arrugadas, sin forma, y el humo danza girando alrededor del cuerpo del Hellish liberando un gran aullido.

¡Tibi anima mea, nunc, et in patiatur Reiga! —dice mientras el humo ingresa por su boca abierta exageradamente y luego de hacerlo su cuerpo se envuelve en una llamarada.

—El alma pura de un niño funciona como combustible para el fuego —dice Ingnisute luego de una gran carcajada—. Tu alma será muy sabrosa, se te acabaron los pensamientos y el poder que hirió a Hintam.

Ingnisute me arroja de una patada y caigo cerca de lo que alguna vez fue el niño. Me levanto con dificultad, dolorido pero no rendido, si me van a devorar lo harán de la manera que yo quiera, sin miedo, sin vacilar.

Miro la piel desnutrida del niño y dos lágrimas salen con violencia, me las retiro con mi antebrazo, estoy profundamente enojado.

Te prometo niño que si soy el guardián que Ingnisute dice que soy, protegeré a todos los desprotegidos y el nombre que tú tienes lo llevaré tatuado en mi piel para nunca olvidarme de mis errores y mis fracasos.

Una llama metálica carmesí llega a mi brazo como una aguja de un tatuador, quema pero no duele, se mueve como si escribiera. Y al terminar, observo que dice: Lucius. Parece que todo lo que digo en mi mente repercute en el entorno, hasta en mi cuerpo.

—¡Hermosos pensamientos! —exclama Ingnisute con una exagerada sonrisa.

—¡Deja de meterte en mi cabeza! No sabes respetar la privacidad.

—Es tu culpa que yo te lea tus pensamientos.

—¿Tú acabarás con mi vida en este lugar? —cierro mis manos, no le temo a la muerte, si el niño no sufrió, yo tampoco lo haré.

—Por supuesto —se acerca y sus pasos retumban.

—Pensé que lo harías en Reiga, pero observé que eres muy débil para salir de este lugar, ¿o me equivoco?

—Eres muy gracioso. Tú nos trajiste aquí, tal vez elegiste el lugar en el que tu piel servirá de abono a la tierra como sucedió con el niño llorón.

—Devorar a un niño que no hizo nada demuestra lo débil que eres. Tienes que demostrar tu poder con personas que no se pueden defender.

—¡SILENCIO! —Grita haciendo que las llamas de sus cabellos aumenten abruptamente.

—Haz lo que quieras conmigo, como te dije, no te temo, no tengo por qué hacerlo. Morir en mi caso es una bendición.

¡Ita sit! —conjura elevando sus manos y comienzo a sentir que mi vida se esfuma.

La habitación se desmorona; el Hellish y Hintam se colocan detrás de Ingnisute buscando protección. Mi cuerpo emana el mismo humo blanco que le salió a Lucius, siento debilidad, mis piernas pesan una tonelada y mi vista se nubla.

Si mi vida finaliza aquí, quiero que sea el sacrificio perfecto para salvar a millones de almas puras. Que mi muerte marque el camino de la vida y la esperanza.

Un rayo blanquecino cruza a mi lado zumbando e impacta en el torso de Ingnisute, luego todo estalla en una gran bola energética de luz y paz. Mi visión se oscurece, he quedado ciego. Escucho gritos, alaridos y peleas. Huelo el aroma de girasoles y el hedor de la putrefacción. Algunas palabras en un idioma que no entiendo rebotan en mis oídos como pelotas de ping pong. Mi alma vuelve a su lugar.

—¡No te llevarás el alma del niño que el Hellish ya absorbió!

—¡Rompiste las reglas del palacio flotante!—indica una voz dulce, femenina y segura.

—Dile a ya sabes quién que pronto el Guardián, al que tanto protegió será devorado por Edaxnios y no podrá hacer nada, como nunca pudo con ninguno de los guardianes anteriores.

—Esta vez será diferente y todos ustedes volverán a donde pertenecen. ¡Ray luminis! —conjura la mujer con voz firme.

Se escucha una gran explosión que me arroja de nuevo contra la pared, impacto contra ella y comienza a estirarse hasta que se rompe, quedo flotando en la oscuridad total. Una fuerza me empuja hacia abajo y caigo con velocidad.

Me despierto en Oxi con los rayos del sol que traspasan el vidrio sucio. Observo en el reloj que tengo en la guantera la hora y el día, y sigue siendo el mismo de mi encuentro con la señora McWire.

Hoy es 12 de julio y puedo jurar que no fue un sueño, mi cuerpo está lastimado.


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