El palacio flotante y el rey Kingu (IV)

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En la caída, luego de traspasar el campo de protección de los guardianes, mi túnica se transformó en color negra y mis zapatos amarillos. Segundos antes de tocar el suelo coloco los brazos en forma de cruz y comienzo a frenar. Afortunadamente logro descender con lentitud. Jerry me mira con una sonrisa y me llama con las manos.

El palacio es brilloso, con aroma a lavanda y el color seleccionado es perfecto para reflejar la luz, es como me lo dijeron en su momento. Me acerco a Jerry y comenzamos a caminar. Los árboles a los costados se mueven empujados por un aire imaginario, dado que mi cuerpo no siente ninguna brisa. Me acerco a uno de ellos, tiene un fruto amarillo, redondo y antes de quitarlo para probarlo, Jerry me chista para que no lo hiciera.

El piso negro, en forma de rombo, y los dibujos lineales blancos reflejan mi rostro con excelente perfección. Descubro, para mi sorpresa, que esas líneas forman un bello caballo, un corcel con sus cabellos revueltos. Puedo jurar que desde las alturas, no existía esa imagen. No puedo dejar de verlo. Las líneas se mueven con lentitud y forman un león, con su boca exageradamente abierta. Jerry se acerca a pasos parsimoniosos.

—El piso tiene vida propia y cada tanto forma diferentes figuras —coloca su mano en mi hombro—. Nunca creó dos imágenes iguales.

—Es algo impresionante —cierro la boca luego de darme cuenta que estaba abierta de la sorpresa.

—Cuando uno está acostumbrado no le da importancia, pero sí, es algo impresionante de ver.

—¿Y por qué el piso es mágico? —pregunta asombrado.

—El rey así lo dispuso y nunca dijo la razón. El tiempo apremia —dice con nerviosismo.

Caminamos unos metros hasta detenernos en la gran puerta dorada. Es de cinco metros, dividida por una franja plateada y en las caras tiene dibujados dos dragones, uno negro y otro rojo.

—Quiero que escuches bien lo que diga el rey Kingu— me advierte hablando con velocidad, como si estuviera nervioso—, es un hombre de pocas palabras, sin embargo, es el más sabio de todo el universo. Es el hombre más cercano a Akuma. También quiero pedirte disculpas por usar una de mis marionetas. Ese es mi poder, el crear realidades que no existen. Soy el caballero celestial de la realidad, el único que custodia lo real de la mentira. El peor enemigo de Arniscan, el demonio del engaño —me estrecha la mano—. No soy de saludar dos veces a la misma persona, pero te lo mereces.

—Luke —le aprieto la mano—; un gusto conocer a un caballero —sonrío.

Jerry sonríe y llama a la puerta, a su lado hay un pequeño timbre. Las campanas retumban dentro del lugar como un eco profundo de una cueva extensa y desconocida.

Los dragones que miraban hacia lados opuesto comienzan a girar hasta que sus hocicos quedan enfrentados. Las puertas se abren de par en par, sin hacer ningún sonido. Lo brillante del interior me encandila por un momento, luego puedo observar que por dentro es más grande de lo que parece por fuera. El piso es blanco con cuatro franjas azules que lo cruzan en su totalidad y en el medio hay un cuadrado dorado que contiene una corona negra. Tiene una escalera en el centro que sube y parece no tener fin. A los costados hay puertas separadas entre sí por un par de metros. El color madera de ellas es bellísimo, como si tuvieran un barniz especial que las hace brillar espectacularmente. Tienen unas inscripciones que jamás vi.

Puedo contar seis columnas, dos a cada costado y dos que sostienen la escalera; son blancas con unas líneas rojas que bajan en forma oblicua. Cada color, cada sutileza, es perfecta, por algo es un palacio.

—Antes de que llegue el rey Kingu —señala Jerry—, quería decirte que esa escalera es la escalera del olvido. Nunca entendí el nombre, lo que sé, es que nadie pudo llegar hasta el final. Se dice que en la cima estan los mayores secretos de todo lo que sucedió. Pero bueno, los mitos son solo eso, historias fantásticas.

—¿Y esas puertas? —pregunto mientas las señalo.

—Las de la derecha, son las habitaciones de los custodios del rey, las de la izquierda, son los lugares sagrados del rey. La primera tiene la sala de meditación donde Kingu habla con el alma de Akuma; la segunda es el fichero eterno donde esta el destino de todo; la tercera es la sala desconocida, pocas veces he visto que allí ingrese el rey y las restantes solo lugares donde se guardan diferentes objetos.

—Gracias —digo aunque no entendió mi pregunta—. Me refería a las letras que tiene.

—Perdón —dice negando la cabeza—, me emociono cuando llega el guardián a este lugar... Esa es la lengua muerta de los dioses, esa letra significa una palabra o una frase. Solo Kingu sabe traducir —se quita el traje y me muestra un tatuaje, es un espiral rojo dibujado en una puerta entreabierta—. Esto significa realidad en ese idioma. La puerta es la entrada o la salida de la mente cuando tiene que identificar si es verdad o mentira. El espiral es la dificultad de reconocer la verdadera realidad en lo tormentoso de las mentiras.

»En algún momento tendrás la oportunidad de conocer a los otros siete caballeros, pero te advierto que no todos tienen la misma visión del guardián. Son tercos y creen que su poder es superior al tuyo, y eso hace que no piensen con claridad. Desean con todas sus ansiosas batallar pero no conocen, o mejor dicho, no admiten sus debilidades.

El más terco de todos, el caballero celestial de la paz y la pureza, enemigo del Demonio de violencia y la perversión, no desea conocerte nunca. Sin embargo, debe darle tiempo para que recapacite.

Mi mejor amiga es Mariot es el caballero celestial del orgullo, fiel enemiga de Hokori. Luego tenemos a los otros cinco: el caballero celestial de la nobleza, el caballero celestial de sanación, el caballero celestial de la generosidad, el caballero celestial de la serenidad y el caballero celestial del desprecio.

»Somos la completa y necesaria antítesis de los demonios. Nuestros nombres no son al azar y todo lo que sucede en este mundo tiene razón de ser. No te pido que te ganes su confianza, solo que le demuestres que eres diferente al resto de los guardianes. Nosotros libramos nuestras propias batallas y tienes que ser nuestro aliado, lo restante, los prejuicios que se generaron con tu aparición se sepultarán bajo tierra cuando vean tu poder. Hemos perdido a través de los años muchos caballeros y esas heridas con dificultad cicatrizan. Creo que nunca se puede superar una muerte, menos en las circunstancias de una batalla desleal y quiero que comprendas que el enojo no es contigo, es con los demonios. El hijo de Mariot, quien la reemplazaría, fue asesinado al poco tiempo de tu aparición y te culpa. Te culpa por tardarte tanto en defendernos, pero, Luke, no es tu culpa, es de los demonios. Y Mariot lo sabe, le cuesta entenderlo. ¿Me prometes que harás hasta lo imposible por acabar con las muertes innecesarias?

—Lo intentaré —respondo cabizbajo.

—Sé que darás todo de ti —me mira y sonríe con dificultad.

—Jerry, dime, ¿por qué la reina Miru no vive aquí?

—No puedo decirte eso; te suplico que no se lo preguntes a Kingu, desatarás su enojo.

—Está bien —bajo la mirada—. Acepto el consejo.

Las puertas se cierran y comienza a sonar una música parecida al cantar de las sirenas, envolvente y endulza los oídos. De la habitación de la meditación sale quien creo que es el rey Kingu. Tiene una gran túnica blanca y a la altura del corazón una esfera dorada. Es alto, debe medir tres metros, su cabello es largo y blanco, su rostro, con rasgos cuadrados y de mentón prominente con un pequeño lunar negro en su mejilla derecha. Sus pupilas son amarillas y el iris blanco, eso le da aspecto de dos huevos fritos. Sus manos deben tener el tamaño de mi cabeza y sus pies, son los más grandes que vi en mi vida. Detrás de Kingu, hay un aura dorada.

Se acerca mirándome y hace una mueca de desprecio.

—Soy el rey Kingu, un gusto conocerte Luke y perdón por mi gesto, no me gusta la música de las sirenas cuando se abre la puerta de la sala de meditación —cierra y abre los ojos, y la música deja de sonar—. Hace tiempo te esperaba y creo que Hícari seleccionó bien su nueva vasija. Tu cuerpo no tiene nada que envidiarle a los anteriores guardianes, tu mente es poderosa y tus ojos así lo expresan. Sé que te dijeron que tal vez, solo tal vez, no existieron los anteriores guardianes y guardianas, y que fue un cruel engaño mientras el alma de Hícari buscaba al humano más poderoso del universo. No puedo decirte si es la verdad, o es una simple mitología mundana, tendrás que averiguarlo por tus propios medios. Sus vidas, las de tus antecesores, valen igual que la tuya.

»Akuma pronosticó un buen augurio desde tu nacimiento y creo que esta vez podremos ponerle fin a la guerra santa. No me queda mucho tiempo de vida, eso ya está predestinado. Y si los demonios ganan, todo lo que conocemos con el mundo de los sueños o Et regnum somnia, terminará absorbido por Edaxnios convirtiéndolo en parte de Jigoku. Entonces, luego el mundo de las pesadillas desaparecerá, y el mundo de los humanos también, dando paso a las peores penumbras que el universo vivirá por la eternidad. Ya te dijeron en reiteradas veces, que un mundo sin el otro pueden existir, asique deberás buscar el camino correcto para finalizar la guerra sin destruirlos.

—Comprendo en plenitud mi misión —hago una pequeña reverencia—. Un gusto conocerlo rey.

—No hay tiempo para contarnos de nuestras vidas. No me gusta hablar demasiado, por eso aprovecharemos este momento para ponerte al corriente de tu primera misión, ¿crees estar preparado?

—Espero que sí —respondo inquieto.

—Acompáñame por aquí—me señala la última puerta. 

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