Sin Respuesta

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—Jimin, ¿qué pasó? ¿Por qué Yoongi está tan afectado? —preguntó el emperador consorte, su voz llena de preocupación.

—¿Él no te lo ha dicho? —respondí, sorprendido.

—Si me lo hubiese dicho, no te estaría preguntando. Solo me dijo que no quería hablar mal de ti.

—Alteza, perdóneme, pero no quiero hablar —dije, sintiéndome la peor persona del mundo. Pero no había marcha atrás.

—Está bien, Jimin. Dejaré que tú y él resuelvan sus asuntos. ¿Pero te irás?

—Sí, sí me iré.

Bajé mi rostro, triste por lo que estaba pasando. —Está bien, Jimin. Aunque quiero mantenerme al margen de la situación, te pido que, por lo menos, consideres perdonar a Yoongi.

—Sí, está bien, alteza —dije, haciendo una reverencia y retirándome. Entré en mis aposentos, sintiéndome cada vez más miserable. Sabía que al lado de mis aposentos estaba Yoongi, y más se oprimía mi corazón. Me senté en la cama, las lágrimas cayendo libremente, sintiendo todo el dolor que había causado.

—Estaba en mis aposentos, luchando con mis propios demonios. El dolor en mi pecho era insoportable; como sea, jamás imaginé que Jimin me traicionaría besando a Namjoon en mi propio palacio. Sé que el amor no era correspondido, pero tanto descaro... Me sentía como si el mundo se estuviera desmoronando a mi alrededor, y no había nada que yo pudiera hacer para detenerlo.

Al día siguiente, el sol salió y alumbraba todos mis aposentos. Sabía que era hora de irme y que Namjoon estaría esperando por mí. Me arreglé una última vez en los que un día fueron los aposentos compartidos con Yoongi. Una vez listo, salí de ellos y fui a los aposentos de Yoongi. Toqué la puerta una y otra vez, pero él no salió. Resignado, empecé a caminar para salir y me encontré con Sana.

—¿Dónde has estado? —pregunté, tratando de ocultar mi tristeza.

—Príncipe conso... Príncipe Jimin, es que el príncipe heredero me asignó otras tareas ahora que usted ya no es más el príncipe consorte.

—¿Y qué tareas fueron esas?

—Servir a la señorita Dahyun. Ella ha estado sola en el palacio y el príncipe heredero considera que una princesa debe tener quienes le sirvan.

—Entiendo. Bueno, Sana, gracias por tus servicios y lealtad hacia mí. Es hora de irme.

Apenas salí, Namjoon estaba allí, esperándome. Pero lo que me llamó la atención fue ver a Yoongi cabalgando como si nada, y detrás de él, Dahyun. Ella ni siquiera es parte de nuestras costumbres.

Mi corazón se oprimió al verlos juntos. ¿Cómo podía Yoongi seguir adelante tan fácilmente? Sentí una mezcla de celos y tristeza; debía mantener la compostura. Me acerqué a Namjoon, tratando de ignorar el dolor en mi pecho.

—Jimin, ¿estás listo? —preguntó Namjoon, su voz suave y comprensiva.

—Sí, pero me despediré de Yoongi.

—¿Estás seguro de querer hacer eso? Yo creo que sería incómodo.

Ignoré la advertencia de Yoongi y caminé hasta donde estaban Yoongi y Dahyun. —Príncipe heredero.

Yoongi volteó y me miró con frialdad. —¿Sí, Príncipe Jimin?

—¿Podemos hablar?

—Para asuntos de gobierno, que es lo único de lo que usted puede querer hablar conmigo, le informo que es con el emperador con quien debe hablar. Y aunque quiera hablar de cosas políticas, ahora no me encuentro disponible. Tal vez en un futuro pueda usted pedir una reunión formal conmigo.

—Yoongi...

—No me tutees y muestra respeto —interrumpió Yoongi, su voz cortante.

—Entiendo, solo quería pedir perdón por todo y irme diciéndote que también te perdonaba.

—No tengo nada que perdonarle, Príncipe Park. Que tenga un buen viaje. Ahora quítese del camino que obstruye nuestro paso.

Hice una reverencia y me hice a un lado. Yoongi y Dahyun cabalgaron, alejándose. La mirada de Yoongi era oscura y llena de resentimiento. Pude sentir que algo había cambiado, y era mi culpa.

Me quedé allí, viendo cómo se alejaban, sintiendo un vacío en mi pecho. Namjoon se acercó y puso una mano en mi hombro.

—Jimin, vámonos. No hay nada más que tengamos que hacer aquí.

Asentí, tratando de contener las lágrimas. Monté en un caballo y, junto a Namjoon, comenzamos nuestro viaje. Mientras nos alejábamos del palacio, no pude evitar mirar hacia atrás una última vez, viendo a Yoongi y Dahyun en la distancia. Con cada paso, sentía que dejaba una parte de mi corazón atrás.

Una vez que supe que Jimin se había alejado lo suficiente, me bajé del caballo y me senté en el suelo, llorando frente a Dahyun.

—Príncipe heredero, por favor, sea fuerte. Recuerde que me lo prometió anoche.

Flashback

Creo que tomé demasiado; ya estoy viendo doble. ¿No es ese el príncipe heredero? —Príncipe, ¿qué hace aquí en solitario cuando hay una fiesta en su honor?

—¿Eso es sangre? ¿Qué está haciendo?

—¿Alguna vez te han roto el corazón y te duele tanto que encuentras cualquier otra herida insignificante?

—¿Es por el príncipe consorte que está así? —tanto había sido mi impresión que mi confusión por el alcohol se había ido.

—Sí, es por él.

—Entonces, levántese. No tiene por qué hacerse daño. Usted es valioso y encontrará a alguien que lo ame. Yo lo ayudaré.

—No, Dahyun, no soy de los que piensan que un amor sana otro amor.

—No, no me malinterprete. Yo solo deseo ser su amiga y ser el hombro en el que llore.

—Gracias, y por favor, no le digas a nadie esto.

—No le diré a nadie, lo prometo.

Fin del flashback

Dahyun se arrodilló a mi lado, tratando de consolarme. —Príncipe heredero, sé que es difícil, pero debe ser fuerte. Usted es valioso y merece ser feliz.

—Lo sé, Dahyun, pero el dolor es insoportable. Siento que mi corazón ha sido arrancado de mi pecho.

—Yo estaré aquí para usted, como su amiga. No está solo en esto.

Me aferré a sus palabras, tratando de encontrar consuelo en su presencia. Aunque el dolor seguía siendo abrumador, sabía que tenía a alguien a mi lado.

—Entonces, Hyunjin, esto es lo que me pidió Yoongi ayer por la noche.

Hyunjin suspiró, su rostro reflejando preocupación. —Entiendo. Por ahora, no hagas nada; esperemos un poco de tiempo.

—Pero si Yoongi lo ha pedido...

—Él habló desde el dolor, y yo creo que Jimin regresará.

—Entonces haré lo que me dices; me quedaré tranquilo.

Hyunjin asintió, su mirada fija en el horizonte. —¿Solo me has buscado para hablar de nuestro hijo?

—Sí, solo por él.

Hyunjin se quedó en silencio por un momento, reflexionando. —Nuestro hijo está pasando por un momento muy difícil. Debemos estar ahí para él, apoyarlo y darle tiempo para sanar.

—Lo sé, Hyunjin. Haré todo lo que esté a mi alcance para ayudarlo.

—Jimin, ha pasado un mes y sigues sin querer aceptar nuestro casamiento.

—Namjoon, es que aún no me llega el divorcio del príncipe heredero.

—Pero tampoco me has aceptado el cortejo y te noto triste.

—Namjoon, dije triste.

Suspiré profundamente, mirándolo fijamente. —Jimin, te haré las cosas más fáciles. Te diste cuenta de que amas a Yoongi y que no te ves sin él, y no sabes cómo decírmelo por miedo a romperme el corazón. Te diste cuenta de que solo me idealizaste demasiado y que te sentías en la obligación. Una vez, alguien me dijo: "Amar también es dejar ir", y ese fue Yoongi. Ve por él y no te sientas mal por mí. Anda, Jimin, antes de que sea demasiado tarde.

—¿De verdad? ¿Me dejarás ir? —pregunté, con lágrimas en los ojos.

—Claro, Jimin. Ve, sé feliz al lado del hombre que verdaderamente amas.

—Gracias, Namjoon —dije, abrazándolo con fuerza. Salí corriendo, sin querer llevarme nada. Tomé un caballo y, sin despedirme de nadie, empecé a cabalgar de vuelta a Yoongi.

El viento golpeaba mi rostro mientras cabalgaba, y mi corazón latía con fuerza. Cada paso del caballo me acercaba más a Yoongi, y la esperanza de que aún pudiera ser feliz a su lado me daba fuerzas. No podía esperar para verlo, para decirle que lo amaba y que quería estar con él, sin importar las circunstancias.

El viaje que normalmente tomaría tres o cuatro días me tomó solo dos. Cuando llegué, empezaba a anochecer. Corrí con la esperanza de encontrarme con Yoongi y, para mi suerte, lo encontré practicando lanzamiento de flechas. Me bajé del caballo y corrí hacia él, saltando para darle un beso.

Yoongi, sorprendido, me apartó suavemente. —¿Qué haces aquí, Jimin?

—Vine a decirte que te amo. ¡TE AMO, MIN YOONGI! —grité, con el corazón en la mano.

Me quedé en silencio, observándolo, esperando una respuesta.

—¿No piensas decir nada? —pregunté, mi voz temblando de emoción y nerviosismo.

Yoongi me miró, sus ojos llenos de una mezcla de sorpresa y confusión. Finalmente, habló, su voz suave pero firme.

—Llegaste un mes tarde, Jimin. Tardaste mucho en darte cuenta de que me amabas, y yo ya te superé.

Sentí como si el suelo se desmoronara bajo mis pies. —¿Qué...? Yoongi, por favor, no digas eso. Te amo. No puedo imaginar mi vida sin ti.

Yoongi suspiró, su mirada llena de tristeza. —Jimin, he pasado por tanto dolor. Esperé y esperé, pero al final, tuve que seguir adelante. No puedo volver atrás.

Las lágrimas comenzaron a correr por mis mejillas. —Yoongi, por favor, dame una oportunidad. Haré todo lo posible para demostrarte cuánto te amo.

Yoongi negó con la cabeza, su expresión firme. —No, Jimin. No puedo. Ya no puedo soportar más dolor. Te deseo lo mejor, pero debes dejarme ir.

Me quedé allí, sintiendo que mi corazón se rompía en mil pedazos. Yoongi se dio la vuelta y se alejó, dejándome solo con mi dolor y arrepentimiento.

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