Capítulo 3: Nieve en primavera.

Màu nền
Font chữ
Font size
Chiều cao dòng

Ethan.

Esta persona que veo... es increíblemente perfecta.

Su cabello era rubio cenizo, tan claro que podía ser confundido con la nieve o las ventiscas en pleno invierno aterrador. Sus ojos eran como hielo vibrante; brillantes y solitarios, pero suficientemente impactantes para hacerte caer rendido. Sabías que si te acercabas podías morir congelado por sus encantos. Su complexión delgada y musculosa... Sus caderas...

¡Todo es perfecto y a las vez tan imperfecto!

Me recargué en el marco del espejo, rendido ante tanta belleza ilustrándome. Sonreí de oreja a oreja, bajando la vista y moviendo mi cabeza de un lado a otro en forma de negación, intentando aceptar eso que veía. Simple perfección personificada y atrayente.

—Ah... podría enamorarme de mí fácilmente, podría casarme —volví mi mirada al espejo—. Mi belleza es tan inconmensurable. –Enorme; que no puede medirse–.

Definitivamente eres perfecto aplicando el wabi–sabi, Ethan —susurró Matt irritado, riendo levemente. Tomó asiento detrás del escritorio, ignorando mi conducta. Tenía la misma expresión de preocupación semanas antes—. Que bueno que tenemos diferentes rasgos, si no estarías enamorado de mí y de todos los ayudantes literarios. –Wabi sabi: Sentimiento japonés que quiere decir "Encontrar belleza en las imperfecciones"–. Serías un gran problema, Ethan. Me alegra que seas un egoísta que sólo piensa en ti y no puedas enamorarte o tener amigos.

—¿Qué acabas de decir...? Eso dolió un poco —bufé, liberando un aura escalofriante a mi alrededor. Regó un poco de té en su manuscrito y maldijo sus nervios.

Miren, no le iba a negar lo de egoísta ni narcisista, pero era una locura que creyera que podía enamorarme de alguien más que no fuera yo, o al menos en ese tiempo parecía algo muy lejano y no era remotamente posible.

—Por cierto, la publicación de "El otoño cuando ella aún estaba", fue un éxito. Pero la historia no me terminó que convencer, ya que trabajé con alguien más, y conoces bien al chico, tiene de ideas extrañas y muy clichés que no me agradan. Recuérdame no hacer colaboraciones con personas así  nuevamente —suspiró, retirándose los lentes—. Hoy trabajarás con Erick, Demian y Mía...

Era el peor trío de inútiles.

—Erick se encargará de estar presente para el escenario alocado y rebelde en la biblioteca. Demian se encargará de que despierte un lado erótico en el protagonista, como buen cliché tóxico que necesita calentura escrita. Mía hará todo lo posible por hacer femenina en ese momento a Evelyn y cuidar su sucia boca. Ahora... —abrió su enorme ventana levantándose de un brinco y me volteó a ver con una gran sonrisa pícara.

Cualquier escena famosa se convertía en un cliché para Matt. Más tarde eso cambiaría, porque olvidó que la vida está llena de clichés y eso la hace entretenida.

—No se te ocur...

Me tomó del cuello y me tiró con mi nube por ahí, dejándome caer del quinto piso—. ¡Ve a hacer tu trabajo y deja de molestarme!

~•~•~•~

—¿Me explicas que hacemos en la biblioteca y por qué esta chica de grandes ojos azules me está poniendo lentes...? —vi como las arrugas se acumulaban en la frente de Evelyn Clark.

Estábamos sentados en medio de la biblioteca atascada de gritos, una jungla donde la bibliotecaria prefería usar audífonos y comer papas. Esperamos a que Erick y sus ridiculeces atrajeran al protagonista y Demian despertara la atracción entre ellos, nada romántico, sólo atracción por el momento.

—Conocerás al amor de tu vida, se casarán y tendrán un hijo —tomé asiento, fastidiado por eso.

Abrí un par de libros apilados en la mesa, solo habían libros clichés... Matt siempre decía, "todo tiene un poco de cliché porque la vida siempre cae en lo genérico, no podemos evitarlo así que no te frustres por ello", un consejo que ambos debíamos escuchar.

Enarqué mis cejas y atraje ellas dudas, al igual que las que tenemos todos en un examen. Estos libros solo me estresaban, y Matt se hacía presente en mis memorias siempre que eso sucedía—. Mi pesadilla nunca terminará...

Mientras tanto, Mía le daba ese toque nerd a Evelyn, quien sacó un libro de su mochila con cuidado. Parecía estar a punto de leer... ¡¿Demian?!, ¡¿Ese libro que confunde hasta tus entrañas y te hace sentir excitado al final?!

¿Era muy raro que me excitara leer?

N/A: Ethan solo puede excitarse cuando lee, pero no sabe muy bien que es ese sentimiento.

Intenté mantener el control. Si no fuera Evelyn probablemente le hubiera golpeado para que me lo diera como parte de mi colección y fuera el número 13.

—¿Leerás eso? Nunca me imaginé que una analfabeta como tú fuera capaz de tomar un libro que te confunde acerca de la vida como ese lo hace. Haciendo que incluso dudes si Caín —se refiere al génesis— era en verdad malo. Porque todos somos un poco malos, ¿cierto?

Ser un poco malos, porque nadie es completamente bueno, cosas que había aprendido después de un tiempo escribiendo para un Matt con ideas retrógradas.

—Estaba pensando en comenzar a leer para estar más informada sobre la comida de pájaros  —abrió el libro como si fuera una genio, y al verlo puso una expresión tan graciosa que por minutos quise gritarle lo tonta que era por intentar leerlo—. Me recomendaron este libro...

Su expresión se tornó seria, hizo los ojos grandes y pequeños como pez.
Esto no era obra de los lentes falsos...

—No entiendo nada... —su rostro parecía enfermo, como si estuviera por vomitar, desmayarse y no despertar dentro de una semana.

ESTA CHICA...

—¡¡Oye, lo estás leyendo al revés!! NO PUEDES LEERLO PORQUE ESTÁ DE CABEZA. —Grité a todo pulmón golpeando la mesa con fuerza, jadeando. Ella dió un leve brinco del susto al ver mi actitud.

—¡Métete el estúpido libro por donde puedas, censura, maldición! —me lanzó el libro en la cara, lastimándome la boca. Haciendo berrinches trató de calmarse y Mía río cepillando su cabello.

Esta chica no tenía nada de aprecio por las lecturas en físico, y eso no sería ser un sin vergüenza si me robaba el libro más tarde.

—Evelyn, creo que nos llevaremos muy bien —interrumpió Mía terminando de hacerle trenzas—. Siempre decoro los escenarios femeninos, ¡pero es la primera vez que arreglo a una protagonista! ¡Me siento tan feliz! Y... enamorada.

—No es una protagonista, es una pésima actriz —intenté hacer un puchero, lanzando el libro a lo alto para que fuera extraído por la neblina. Evelyn me vió molesta y Mía rió en voz baja.

—Tan lindo cuando se enoja. —Mía terminó su trabajo y se alejó para verla de lejos y tener otra perspectiva—. Perfecta.

—Se ve nerd y fea —dirigí mi vista hacía ambas—. ¡Buen trabajo!

Mía rodó los ojos y Evelyn comenzó a gritarme acerca de lo hermosa que era y que podía enamorar incluso a Marte. Me sorprendió que supiera que Marte era un planeta, o bueno, quizás no lo sabía aún.

—Sí, lo que tú digas —me reincorporé de pie ligeramente irritado, haciendo movimientos con la mano para calmarla—, ya es hora. Subiré a mi nube. Y Mía, tú sube a la tuya, en cualquier momento llegará el protagonista manipulado por Erick con Demian y no debe darse cuenta de todo el teatrito que estamos montando.

—De acuerdo. —Evelyn fue a su lugar, esperando mi señal.

Estaba temblando de nervios, debía agarrar el libro a la primera sin fallar. Si fuera una nerd que no sabe lo que va a pasar, lo más seguro es que lo agarraría por instinto, pero al saber lo qué pasa hay más riesgos de que todo falle: como un libro rompiéndole la nariz.

Raramente, actuar por instinto sin saber nada es mejor que saber todo y sufrir las consecuencias de haber fallado.

—¡Espera, espera, espera! —gritaba uno de los chicos dentro de la biblioteca. Le estaban lanzado libros sin parar—. ¡Puedes pegarle a alguien, para! Jajaja, hijo de... te estoy diciendo que podemos golpear a alguien.

Uno de los muchos libros, que lanzaba como loco el chico de cabello negro y espalda perfecta e irritablemente ancha, se desvió y golpeó contra las manos de Evelyn Clark. Suspiré aliviado por el éxito, y comencé a narrar conectándome al canal de Matt.

Tú puedes... Tú puedes...

La chica sonrió con el libro entre las manos, moviendo sus lentes transparentes para ver al chico mejor. Una parte de ella estaba molesta por la interrupción en su lectura, pero por otro lado estaba sorprendida de encontrarse de frente con el famoso gígolo que cualquiera mataría por estar junto a él. La expresión de los chicos era de jóvenes confundidos por tan buenos reflejos. Uno de ellos pensó que la chica podría ser la siguiente heroína en alguna película de superhéroes, pero los "súper" no existían en la realidad.

—¡Disculpa, se me escapó eso! —explicó el otro chico articulando una sonrisa fingida, apagando sus ojos. La molestia era visible en vez de la humildad—. Pero es tu culpa por estar ahí, ¿no te parece? Deberías ir a leer a otra parte, la biblioteca es el peor lugar que puedes escoger.

Ahora se supone que Evelyn debe disculparse y retirarse algo tímida sin decir más. Porque... wuuu, arriba los hombres que quieren dominar a todos aún en el siglo XXI. Mataré a Matt más tarde.

Evelyn se levantó, seria y callada. Puso el libro en la mano del chico sin verlo a los ojos, sólo dándole unas palmaditas en el hombro. Cansada de ser llamada constantemente nerd y ser molestada por personas desconocidas, prefirió callar en vez de buscar más problemas. Porque todo aquel que se involucraba con el famoso Val terminaba siendo arrastrado a una tormenta destructiva, y aún así ella no encontraba forma de detener su curiosidad.

Que carretero. —La chica de ojos morados y lentes, acababa de insultar al chico más codiciado del instituto H.K.R con palabras muy sofisticadas que decían mucho de él.

—¿Qué acabas de decirme...? —Una gran sonrisa hipócrita se dibujó en su rostro, y la curiosidad comenzó a brotar. Continuó, divertido—. Interesante.

Así fue como Evelyn Clark conoció al famoso Val Dicks, quien más tarde se convertiría en el mosquito comiendo de mi nuca pero para ella alguien...

Esperen...

¿Qué con ese apellido? ¿La tiene tan grande?

~•~•~•~

—¡¿Qué crees que hiciste, eh?! ¡Cambiaste el guión niña, lo hiciste de nuevo! —mis gritos cargados de sermones eran imparables. Evelyn gritaba desesperada imitando el movimiento de mis manos como marioneta—. ¡Ni si quiera sabes lo que es carretero! ¡¿O me equivoco, cabeza de nabo?!

—¡¿Eh?! ¡Eres increíble, totalmente increíble, censura! —dijo con un alto nivel de sarcasmo—. ¡Ya estoy harto de la nerd tímida! Un cambio no afecta en nada. ¡¿Qué más quieres que haga?! ¡De todas formas sigue siendo una reacción cliché, no importa que haga!

—Ella tiene razón —apareció Demian por detrás, con un bloque de notas. Un par de hojas cayeron sobre su cabello, se sacudió—. A que estuve increíble creando esa chispa entre ellos dos, ¿no? Las cosas calientes siempre son las mejores.

Demian, la prueba viviente de que una historia prospera entre el público juvenil si la cargamos de chistes sexuales o contenido R-18, o eso era algo que también solía pensar para justificar nuestro bajo público en otras historias a causa de nuestras fallas.

Evelyn lo volteó a ver molesta, así como veía todo. La sombra de los árboles me dieron al aspecto escalofriante que necesitaba, y sus ojos parecían brillar por el destello del sol.

—La única chispa que encendiste fueron mis ganas de matarte y cortarte esa cosita de ahí abajo —susurró, apretando los puños. Dejó ver sus desagradables dientes y Mía corrió a detenerla. Siguió gruñendo.

—Sí, sí, estuviste fantástico, amor, como siempre —posé mi mano sobre su hombro, tratándolo como un niño—. También me gustó el trabajo que hizo Mía en Evelyn... y... Erick hizo un buen trabajo.

Erick, maldito mequetrefe, ese tipo nunca hace nada bien...

—¡No tienes porque repetirlo, sé que siempre hago todo bien! —Erick apareció por arte de magia negra combinado con auras irritantes, montándose en mis hombros nuevamente como si fuera un mono.

Estábamos los cinco sentados en el césped del instituto, Mía recostada bajo la sombra del árbol, discutiendo acerca de la escena. Más tarde este grupito y unos más seríamos mucho más unidos de lo que aparentábamos.

La escena reciente no fue lo peor, pero si Matthew se enteraba de que no respetamos el guión que TAAAAANTO le había costado —probablemente copió momentos románticos y les dió unos retoques— podía enojarse y echarnos por las ventanas, o sólo detener nuestras existencias y retenernos en su famoso purgatorio en la ciudad de Gehenna.

Pensar en su confusa historia Parahell me revolvió el estómago.

¡Es su culpa por no haber escogido a una nerd mientras yo trabajo arduamente!

—¡Evelyn! —Mía se lanzó a su espalda, casi quebrando su columna— ¡Mañana celebraremos la publicación del primer capítulo, estás cordialmente invitada! Por lo general solo van todos los ayudantes literarios, los editores, y escritores conocidos de Matt, pero ya que eres una protagonista improvisada lo mejor sería que fueras para ponerte de acuerdo con el escritor, cruzar algunas palabras y conocerle bien. Te apuesto a que se llevarán bien si hablan correctamente, incluso podría llegar a robarte el corazón ese ancianito. —Respiró, agotada por su largo discurso—, por cierto, cuando salgas con Val, no le digas nada acerca de esto... Él no debe saber nada sobre la historia.

—¡¿Yo, saliendo con ese orangután?! —casi le dió un mini infarto. Llevó su mano al pecho, alterando su respiración, y fingió un ataque. La miramos raro.

Analizó la invitación y preguntó—. ¿Llevarán comida...?

—La que tú quieras, nena —Demian respondió con su perfecta dentadura y su famosa voz amarga.

Mía bufó rodando los ojos, harta de las actuaciones de este tipo. Las hojas siguieron cayendo, y el sol se volvió más intenso.

—¡Ahí estaré!

¿Matt se enojará conmigo?

—¡Quita esa arruga de tu frente, Ethan, todo estará bien! —exclamó Erick subiendo a mi espalda nuevamente, apartando mi rostro de los árboles. Torció mi cuello tomándome de los cachetes y escaló más mi columna.

CRACK. El crujido sonó terrible. Los demás voltearon a vernos asustados.

No puedo mantenerme de pie.

—Algo acaba de romperse... en mi columna... —caí con Erick al césped, deseando estar muerto.

El dolor no era intenso, sólo fue un momento de sentidos. No podemos sentir dolor por nuestras modificaciones, y supongo que eso estaba bien.

¿Por qué justo ahora me gustaría sentir el dolor de mis huesos?

~•~•~•~

Ese día la acompañé a casa. Quise maldecir al escritor por meter semejante escena cuando aún me encontraba allí.

—Comenzó a hacer frío... —susurró Evelyn, temblando mientras se encaminaba con los pies congelados por la calle—. ¿Qué es esto...? —levantó su vista. Todo se cubría de blanco a su alrededor—. ¡¿Esto es...?! ¿Acaso...? ¡¿SEMEN?!

Le lancé un lápiz en la cabeza seguido de regaños.

—Digo, ¡¿nieve en primavera?!

Lucía atemorizada por el evento extraño. Oye, ni que estuviera lloviznado sangre en el escarnio. –¿Esa es una referencia?–. Decidí explicarle al ver su curiosidad por la repentina ventisca y el hecho de estar en comienzo de primavera.

—Era para una escena romántica, pero como el libro se estuvo atrasando desde hace casi un año literario sucedió esto... —le expliqué desde mi nube, sin prestar mucha atención—. Es más que obvio que fue intencionada, ¿no? Si se pudiera hacer en todas partes quizás salvaríamos el planeta. No, sería mejor matarlos a todos.

Saqué mis apuntes para revisar las fechas especiales. Allí estaba, era para "La tonta comedia de amor", que al final el escritor tiró a la basura en un arranque de depresión y se encerró una semana en su habitación. Solo estaba siguiendo a esa chica para asegurarme de que llegara viva a su casa. Capaz la atropellaba una bicicleta por detenerse cada cinco minutos a ver las hormigas para matarlas.

—¿No tienes frío...? —preguntó deteniéndose a plena calle, mirando a unos niños salir a jugar con la nieve.

—No soy humano, no padezco frío —me quité el suéter y la bufanda que tanto amaba usar y se la tiré en la cara esperando calmar sus irritantes escalofríos.

—¡Ven acá, permano pensura, te vas a resfriar hijo de tu abuela! —los niños se tiraron al suelo y comenzaron a morderse como perros.

Y allí estaba ella tirándome de nuevo de la nube.

—¡Camina conmigo, ¿sí?! —gritó abrazándome de la cintura, fingiendo que no me golpeó contra el suelo segundos antes—. ¡Ahhhh, estás calientito!

Evelyn Clark solía querer abrazar todo lo que estuviera cerca de ella. Era algo peculiar, teniendo en cuenta que no le gustaba recrear clichés. Con el tiempo lo vi normal, pues era diferente, que alguien quisiera abrazar sin importarle lo que pensara el otro era interesante. Y aún más tiempo después, yo tomé ese hábito igual que Matt y todos los ayudantes. Aprendimos cosas locas de esa estúpida que repitió año.

—Esa palabra no existe, solo es una modificación del adjetivo para que... —bajé la mirada molesto—. ¡Ni si quiera puedo caminar! ¡Ahora si parezco un aplanacalles!

—¿Un apalanca qué...? —me tomó del brazo confundida. Su tono nunca era tierno aunque preguntara esas cosas.

—Aplanacalles, persona que vive en las calles —comencé a caminar, pero ella no se apartaba y solo hacía ver mis movimientos torpes siendo cubiertos por la nieve—. ¡Aún no puedo moverme bien!

—¡Entonces solo déjame tomar tu mano, amargado y complicado!

Cierto, leí en su currículum que le gustaba tomar la mano de las personas. También leí que era alguien muy alegre, y que no se preocupaba por cosas tontas de la vida. ¿Sería grosera porque odiaba ser protagonista o simplemente tenía un radar que le advertía cuando era mejor alejarse?

—¿Sabes? Tus manos son cálidas —me sonrió de forma amable—. Me refiero sentimentalmente. No me gusta la gente con manos frías, siento que probablemente me odian, y casi siempre es eso. Ah, no sé... Olvídalo, estoy tratando de decir algo cool para que me tomes por filosoiacsla... no, esa palabra no era así...

Dijo haciendo muecas mientras veía al cielo tratando de recordar lo que quería decir, pero los fallos en su cabeza la confundieron más y quedó mirando lo alto en un viaje astral. Su rostro se puso rojo por el frío y su nariz parecía la de Rodolfo.

No sé si reírme o seguir con mi expresión molesta.

La miré de reojo sin decir nada. La gente muy alegre que pensaba que eran únicos por decir esas cosas me daban asco. Olvidé que todos eran únicos en algo.

—¡Probablemente me odies! —volteó riéndose—. ¡Pero eso no me importa porque soy la mera censura!

¿Cómo rayos dejó de hablar de sentimientos y se llamó a sí misma como una parte íntima?

Después de pensarlo un tiempo, reaccioné en que mi cuerpo no tenía calor corporal por las modificaciones... Mis manos probablemente estarían heladas y solo le estuviera dando más frío del que ya tenía. Aún así, me tomana de la mano alegre caminando como soldado dispuesto a morir en los primeros minutos.

Tomé su mano y la metí junto con la mía a la bolsa del suéter.

Probablemente esté caliente ahí...

Ese día también aprendí otra cosa, y era que Evelyn aún siendo el ser más estúpido hasta el día de hoy, yo la enviaba mas que nadie.

—Eres un pendejo, ¿lo sabes? Te estoy hablando desde hace rato y tú no dejas de ver al vacío.

Volví en mí, mirándola irritado.

¡¡¡Maldición, ya no puedo, RENUNCIO!!!

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen2U.Pro