Capítulo 9

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—Kwang ChulMoo —GeumJae dijo en cuanto entró en su despacho.

Los pelos de la nuca de YoonGi se erizaron, su león rugiendo rabioso y arañando en un desesperado intento de salir a la superficie. YoonGi apretó los dientes y tomó profundas respiraciones, luchando por mantener al animal a raya; no importaba cuanto este quisiera salir a la caza del hombre, infiernos, el mismo YoonGi lo deseaba, pero justo en ese momento no serviría de nada que perdiera el control.

—Malnacido, hijo de puta —escupió.

—Por tu reacción, imagino que sabes quién es —GeumJae dijo, arqueando las cejas en su dirección.

—Lo sé, el tipo fue alguien que le hizo mucho daño a mi compañero, en su momento. —Asintió—. Lo que no entiendo es, ¿cómo pudo entrar a la manada? ¿No se supone que tenemos registro de todos los tipos del círculo cercano de Choi y Dong?

—De hecho, no contábamos con el registro del hombre —GeumJae respondió con inconformidad—. Entró por uno de los parajes del norte, presentó su identificación y se registró sin ningún problema, debido a que nuestras alarmas nunca saltaron.

—¿Cómo es eso siquiera posible?

—Tú sabes —GeumJae se acercó hasta su escritorio y tomó la laptop sobre él, para comenzar a teclear algo en ella—, las listas se siguen actualizando constantemente y a pesar de toda la información que hemos recolectado, todavía es posible que pasen cosas como esta, es claro que no tenemos la identidad de todas las personas bajo el mando de SeoHyuk y SeungYeop.

—Aún así, este hombre pertenece a su círculo cercano, debió ser uno de los primeros en estar registrado —YoonGi gruñó.

—Entiendo tu enojo, hermano. —GeumJae le lanzó una mirada comprensiva por encima de sus lentes—. Pero lo único que se me ocurre para enmendarlo, es pedirle a tu compañero y su hermano que nos proporcionen una lista con los nombres de la mayor cantidad de personas que puedan.

—Esa es una buena idea, en realidad, pensándolo seriamente, debimos hacerlo desde el principio —YoonGi negó, la culpa seguía sintiéndose como un peso pesado en su corazón—. No podemos permitirnos que algo como esto vuelva a suceder.

—Haremos todo lo posible para que no se repita. —GeumJae asintió, girando la laptop para mostrarle el video de seguridad del restaurante, donde se podía ver claramente el rostro del hombre—. Aquí, es él, Kwang ChulMoo.

YoonGi miró el rostro del hombre con atención, asegurándose de grabarse cada pequeño rasgo. YoonGi iba a encontrarlo, y cuando lo hiciera, desgarraría al hombre hasta que no quedara más que girones de él.

—Bien. —YoonGi asintió una vez estuvo satisfecho—. Ahora tendré que dejarte resolviendo esto, debo volver al hospital. —YoonGi se puso de pie, recogiendo sus cosas para salir de la oficina—. Le diré a JungKook sobre la lista y te la haré llegar en cuanto la obtenga.

—Lo tengo, ve tranquilo —GeumJae despidió y YoonGi salió con un asentimiento.

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Cuando YoonGi llegó al hospital y entró en la habitación, se encontró con que JiMin estaba despierto, lo que no fue realmente una sorpresa, lo que le extrañó e hizo que se detuviera en la puerta un momento, a medir la situación, fue el semblante de todos los presentes.

JiMin estaba sentado en la camilla, viéndose rígido y contrariado, JungKook parecía enojado por alguna razón, mientras que TaeHyung estaba parado entre ambos hermanos como si estuviera tratando de mediar la situación. YoonGi terminó de entrar en el lugar y cerró la puerta tras él, entonces se acercó a la camilla.

—¿Estás bien? ¿Cómo te sientes? —YoonGi preguntó a JiMin, mirando de reojo a Jeon, quien apretó los dientes.

—Estoy mejor —JiMin le respondió, ignorando el bufido que su hermano soltó, YoonGi arqueó una ceja hacia este.

—¿Todo bien, JungKook?

—Podría estar mejor si JiMin dejara de ser un cabeza dura y me contara qué fue lo que le sucedió más temprano —gruñó, JiMin se encogió entre sus hombros y YoonGi frunció el ceño, no agradándole aquello.

—¿Podrías dejarnos a solas un par de minutos? Me gustaría hablar con JiMin —YoonGi pidió, mirando directamente a los ojos el omega cuando dijo aquello, en una petición muda. Cuando JiMin asintió, fue toda la aprobación que necesitó para saber que este estaba de acuerdo—. ¿Por favor?

La mandíbula de JungKook se apretó. —¿Por qué no puedo escuchar lo que tienes que decirle? ¿Por qué no me estás diciendo nada, JiMin?

—Jeon, tranquilízate —YoonGi advirtió, no agradándole la brusquedad con la que este le hablaba a su compañero.

A YoonGi no le importaba que este fuera su hermano, él no estaba aceptando que le hablara de esa forma.

Él estaba tratando de ser comprensivo, porque sabía que lo que hacía que este estuviera actuando de aquella forma, era el hecho de que se mantenía en la oscuridad acerca de lo que ocurría, puesto que nadie le había dado ninguna actualización, sin embargo, eso no significaba que le agradara en lo más mínimo.

—Déjame hablar a solas con YoonGi, por favor —JiMin pidió con voz tensa.

—JiMin...

—JungKook, basta —TaeHyung le interrumpió, llegando hasta él para tomarle del brazo—. Vamos, acompáñame a ir por una bebida en lo que ellos hablan.

—Pero...

Acompáñame a por una bebida, JungKook —TaeHyung repitió, enderezándose y cuadrando los hombros, su tono no dejaba cabida a ninguna replica—. Vamos.

La mandíbula de JungKook pareció apretarse imposiblemente más. Él no dijo una palabra cuando giró sobre sus talones y caminó hacia la puerta con TaeHyung siguiéndole de cerca, él apenas le lanzó una mirada antes de desaparecer fuera de la habitación.

—Lamento eso, él solo está preocupado —Tae excusó, antes de también salir y cerrar la puerta.

Una vez se quedaron solos, JiMin pareció desplomarse, su firme semblante perdiéndose cuando dejó caer los hombros en medio de un tembloroso suspiro, viéndose vulnerable y agotado.

—Ahora, ¿cómo te sientes realmente? —YoonGi preguntó una vez más. JiMin se encogió de hombros.

—No mentí, de verdad me siento mucho mejor —contestó.

El alfa asintió. —Sé que quien te atacó fue Kwang ChulMoo —murmuró cuidadosamente, no estando seguro de cómo el menor reaccionaría.

JiMin se estremeció y se encogió sobre sí mismo. —Lo fue, él entró cuando estaba terminando de lavarme las manos. No había sentido tanto miedo desde que SikHyun llegó a mí el día del ataque, yo... no había tenido que enfrentarme a él desde hace años, siempre se mantuvo alejado hasta hoy.

—¿Puedo... Puedo acercarme? —YoonGi rogó, no pudiendo mantenerse alejado por más tiempo cuando su omega se veía tan afectado.

—Por favor. —JiMin asintió.

YoonGi no necesito que se lo dijera dos veces, él eliminó el espacio entre ellos con dos grandes zancadas y se sentó al lado del omega en la camilla.

Levantando una de sus manos, llevó el dorso hasta la mejilla del menor y le acarició, sintiendo un peso levantarse de su pecho cuando, al igual que más temprano, JiMin se inclinó en su toque.

—Parece que estás comenzando a llevar mejor el que esté cerca de ti —murmuró, dejando que toda la satisfacción que sentía por el hecho, se derramara en su voz.

—Lo es desde que decidí que en vez de rehuirte y rechazarte, comenzaría a apoyarme en ti —confesó, cubriendo su mano con la propia, para entrelazar sus dedos y colocarlas en su regazo—. No quiero seguir con miedo, entonces, ¿qué mejor forma de enfrentarme a mis demonios, que hacerlo con ayuda de mi compañero?

YoonGi tomó una brusca inhalación. —Gracias, gracias por confiar en mí.

—Gracias a ti por ser paciente y esperar.

—No tienes que agradecer por eso, no hay otra forma en la que debería ser. —Después de un par de minutos en donde no hicieron más que disfrutar de la reconfortante compañía del otro, YoonGi se vio obligado a preguntar:—¿Qué fue lo que pasó en el baño, exactamente?

—Como dije antes, estaba lavándome las manos para salir cuando él llegó, me congelé en mi sitio y por un largo rato todo lo que pude hacer fue encogerme y gemir asustado. —YoonGi pudo sentir el auto reproche en la voz del menor—. Entonces él se acercó y se inclinó sobre mí, envolviendo un mechón de mi cabello en su dedo, yo real, realmente detesto cuando hace eso —gruñó por lo bajo. Meneando la cabeza para volver a centrarse, continuó—. Luego me dijo que finalmente tenía la oportunidad de llegar a mí, que ya no había nadie que evitara que volviera a tener un bocado.

—Hijo de perra —YoonGi masculló rabioso—. ¿Cómo pudo él...? De cualquier forma, ¿llegó a hacer algo más? —Un suspiro de alivio se escapó de sus labios cuando el omega negó con la cabeza.

—No sé cómo, pero finalmente pude reunir un poco de entereza, entonces levante la rodilla y le pateé las bolas, luego escapé y corrí hacia ti.

—Joder, lindura, bien hecho. —YoonGi no pudo evitar la sonrisa de satisfacción que se extendió por su rostro al saber que el omega había logrado lastimarlo aunque fuera un poco—. Solo hubiera deseado haber podido llegar a él, habría disfrutado cada segundo que me llevara el darle su merecido.

—Pareciera que solo te traigo más problemas.

—Por supuesto que no, no es tu culpa que unos imbéciles se ensañaran contigo. —YoonGi le dio un suave apretón a sus manos—. Así que por favor no pienses en ello.

—Lo intentaré. —Arrugando la nariz, JiMin miró hacia la puerta de la habitación—. JungKook volvió. El alfa asintió, él también podía oler el aroma del susodicho.

—Deberías hablar con él, sé que es algo difícil de contar para ti, pero no descansará hasta saber exactamente qué sucede y de cualquier forma, va a terminar enterándose o al menos haciendo la conexión, cuando le esplique lo que pasó. —YoonGi se puso de pie—. Sé que a pesar de que ahora mismo está siendo un poco imbécil contigo, solo está preocupado por ti, porque te ama y no puede soportar saber que algo te sucede y no poder hacer nada.

—Lo sé, Kook siempre ha sido sumamente protector. —JiMin sonrió—. Y un cabeza dura, también. Va a estar furioso cuando le cuente... Y no va a ser fácil.

—Recuerda que estoy aquí para ti.

—Y no sabes cuánto lo agradezco. —JiMin le dio una suave mirada—. Ahora, lo mejor será dejarlo entrar. —JiMin miró hacia la puerta con mortificación.

SeoMin miraba con desconcierto, al pequeño Mark jugar, él no había podido dejar de mirarlo desde que el pequeño despertó esa mañana y SeungYeop lo había dejado a su cargo. SeoMin no entendía, por más que analizara la situación, no lograba llegar a una conclusión razonable, porque Mark olía a pareja y eso, a su edad, no podía ser posible.

No era posible que SeoMin pudiera oler una pareja en él, infiernos, SeoMin era capaz de oler el aroma a leche por debajo del olor distintivo de compañero. No se supone que los niños comiencen a desprender un olor diferente que al característico olor a leche materna, hasta que cumpliera, como mínimo, trece o catorce años.

Él sabía eso, estaba seguro de ello, entonces, ¿por qué infierno podía oler un compañero en el pequeño niño de seis años? Es que debía haber otra explicación, una más viable que el hecho de que su destinado fuera tan joven, que SeoMin diera con él siendo tan joven, ¿estaba la diosa Luna teniendo alguna clase de diversión con él? Porque de otra forma, ¿cómo sería eso posible?

¿Estaba acaso SeoMin destinado a ser alguna clase de compañero guardián?

—Deja de mirarle así —su madre le llamó la atención desde el asiento a su lado.

SeoMin se giró para mirarla, él había estado genuinamente sorprendido de que ella hubiera reunido la fuerza suficiente para pararse de la cama.

Actualmente, su madre no era ni la sombra de la mujer que había sido una vez, la mujer no estaba muy lejos de ser algo más que piel y huesos, con profundas ojeras bajo sus ojos y marcadas arrugas por todo su rostro.

Su madre no duraría mucho más tiempo, SeoMin lo sabía, y le dolía el hecho, pero hacía un tiempo que lo había aceptado, su madre ya no tenía salvación, todos los doctores que la habían examinado se lo habían dicho. Lo peor era que cada uno de ellos afirmó que aquello no era más que una elección propia de la mujer que le había dado la vida. Su madre se estaba dejando morir.

—¿Qué dices, mamá? —SeoMin preguntó, su madre permaneció con su habitual actitud dispersa por un largo rato antes de que se dispusiera a responder.

—Me doy cuenta de cómo lo miras, no debes hacerlo —ella negó, dándole una enternecida mirada al niño—. No es él.

—¿Cómo?

¿Estaría su madre hablando de lo que creía que era? ¿Se había ella dado cuenta de lo que estaba pensando? ¿Cómo era eso posible? Se supone que ella apenas y era consciente de lo que pasa a su alrededor, ¿no?

—Te he visto olfatearlo una y otra vez, pero no es él —su madre dijo. Había astucia brillando en su mirada después de mucho tiempo. Una emoción comenzó a formarse en el pecho de SeoMin, tal vez, después de todo, su madre aún tenía esperanza—. El olor no emana de él, está impregnado en su cuerpo, en su ropa, pero no es el pequeño quien emana el aroma.

—¿Cómo? —SeoMin miró con sorpresa de su madre a Mark varias veces—. ¿Cómo te diste cuenta que yo... mamá?

—Soy tu madre, cachorro, siempre estoy pendiente de ti, aún cuando no lo parezca. —Ella le sonrió suavemente. Los ojos de SeoMin se llenaron de lágrimas, él se acercó hasta ella y sostuvo sus manos.

—Mamá, por la Diosa, no puedo creer que estés consciente, que me estés hablando. —SeoMin tomó una temblorosa respiración—. Mamá, por favor, ¿por qué te estás haciendo esto? ¿Por qué estás dejándote ir?

—Hay cosas que no sabes —ella murmuró en cambio—, no es seguro para ti ni para él que se mantengan aquí.

—¿Mamá? ¿De qué hablas?

—Oliste a tu compañero en él, ¿verdad? El pequeño huele como tu destinado. —Los ojos de SeoMin se ensancharon ante las palabras de la mujer, entonces ella sí había estado prestando atención—. Tienes que sacarlo de aquí, llagar a tu compañero antes de que él descubra lo que significa para ti y lo lastime.

—¿Él? ¿Quién es él, mamá? —Preguntó, la preocupación comenzando a filtrarse en su cuerpo. Por alguna razón, los pelos de su nuca se erizaron y SeoMin miró los alrededores del salón solo para asegurarse de que nada fuera a saltar de e cualquier lugar y lastimar al pequeño niño.

—SeoHyuk —ella gritó en un susurro y de repente se echó a temblar—. No quiero que te haga daño, eres mi pequeño bebé, no puedo permitir que te lastime. —Su madre comenzó a llorar—. No puedo permitírselo.

SeoMin no sabía qué hacer, porque su madre parecía genuinamente aterrada de lo que su padre podría hacer. Verla tan nerviosa y desesperada, hizo que comenzara a preguntarse cosas, ¿era el miedo de su madre fundamentado o estaba ella teniendo algún tipo de crisis y SeoMin lo estaba ignorando, pensando que la mujer había estado teniendo un momento de lucidez?

—Cálmate, mamá, calma. —Intentó tranquilizarla, pero ella negó desesperadamente con la cabeza.

—¿Qué tiene la abuela? ¿Por qué llora? —La infantil y congestionada voz de Mark llamó su atención, mirándolos con grandes y asustados ojos—. ¿Ella está bien? —Grandioso, ahora SeoMin también tendría que tratar con el asustado niño.

—Ella está bien, pequeño, solo está un poco triste ahora mismo, no te preocupes. —Mark apretó sus puños en el borde de su playera y miró a su madre con aparente preocupación.

—¿Ella necesita un abrazo? Deberías abrazarla, papá siempre me abraza cuando estoy triste y dejo de estarlo —Mark dijo, dando un paso más cerca.

—Sí, sí, eso es lo que haré. —SeoMin tiró de su madre y la apretó entre sus brazos—. Tranquila mamá, estás asustando a Mark —susurró en su oído.

—T-Tienes que sacarlo de aquí, tienes que encontrarlo y llevártelos lejos. —Ella sollozó, envolviendo sus brazos alrededor de su cintura, apretándolo con fuerza—. Por favor, cachorro, huye, no dejes que tu papá te rompa a ti también.

—¿A mí también? ¿Qué significa eso? Mamá, por favor háblame, ¿qué fue lo que sucedió? —Rogó, su madre se alejó, limpiándose las mejillas con las manos inútilmente, pues nuevas lágrimas no tardaron en empaparlas.

—Vamos, vamos, tengo algo para ti. —Ella se puso de pie y salió a pasos acelerados de la sala, SeoMin tuvo que agacharse y tomar a Mark en sus brazos rápidamente antes de seguirla.

—¡Mamá, ¿a dónde vas?! —Le gritó, más esta no detuvo su acelerado andar, por lo que no le quedó más remedio que seguirla a través de los pasillos de la casona.

—¿Qué pasa? ¿A dónde vamos? —Mark preguntó, aferrándose a su cuello.

—Mi mamá nos quiere enseñar algo, eso es todo, no iremos a ningún lado por ahora —respondió, dejando caricias reconfortantes en la espalda del niño.

Su madre se detuvo de golpe frente a la puerta de lo que alguna vez fue su despacho, mirando a todos lados antes de abrirlas y entrar en el lugar. Cuando SeoMin finalmente la siguió dentro, la vio hurgando algo entre lo que parecía alguna clase de cajón oculto en unas de las tablas de su librero.

—¿Mamá? —Preguntó dudoso.

Su madre no se giró sino hasta que tuvo un largo sobre manila en sus manos, mismo que puso sobre su antiguo escritorio antes de pedirle que se acercara. SeoMin dejó a Mark en una de las sillas frente a este y tomó el sobre cuando su mamá lo señaló y le indicó que lo abriera.

—¿Qué es todo esto, mamá? —Preguntó, mirando todos los documentos con información de su manada y un montón de cosas ilícitas en las que su padre parecía estar involucrado.

—Esa es, esa es. —Ella murmuró, paseándose de un lado a otro—. Por eso casi muro, por eso casi me mata aquel día.

—¡¿Casi te mata?! —SeoMin gritó alarmado.

—Ssh, baja la voz, baja la voz, no podemos dejar que nos descubran —esta reprendió frenéticamente, por lo que SeoMin lo hizo.

—¿Qué quiere decir con que casi te mata? ¿Quién trató de matarte?

—Tu padre, SeoHyuk —confesó ella, deteniendo su andar para mirarle a los ojos.

—Estás bromeando. —SeoMin se derrumbó, porque simplemente no podía ser posible.

Él era consciente de que su padre no era un santo, que no era precisamente el mejor de los hombres, maldición, el mismo SeoMin odiaba la mayoría de las cosas que el hombre hacía, el cómo trataba a los miembros de la manada, él es consciente de lo malo que ha sido con muchos, pero de ahí a que realmente atentara contra la vida de su madre, la vida de su propia compañera, es simplemente...

—Imposible —jadeó—. Debes estar confundida mamá, desde el accidente tu...

—No hubo ningún accidente, no hubo. —Ella negó con firmeza, mirando con cautela al pequeño niño que solo les miraba a ambos con clara confusión reflejada en su rostro—. No hubo ningún accidente, yo nunca salí de casa, él fue quien me hizo eso.

—¿C-Cómo...? ¿Por qué él iría a...? ¿Qué fue lo que sucedió?

—¿Por qué? Porque tu padre enfureció cuando lo amenacé con acusarlo con el consejo si no paraba lo que estaba haciendo a nuestra gente, casi me mata porque me opuse a él —ella dijo sin titubear.

—Querida diosa.

—Líder uno, repórtese, cambio —YoonGi habló a través de intercomunicador.

—Líder uno, a líder alfa, listo y en posición, cambio —este respondió.

—Líder dos, tres, cuatro y cinco, reporte, cambio —volvió a pedir.

—Líder dos, listos y en posición, cambio.

—Líder tres, listos y en posición.

—Líder cuatro, listos y en posición.

—Líder cinco, listos y en posición, esperando confirmación de alfa líder, cambio. —Respondieron todos eventualmente.

—Mantengan posición, cambio.

YoonGi se giró a mirar a su hermano, quien tecleaba algo en su computadora y revisaba las diferentes imágenes de videos en las cinco grandes pantallas incrustadas en la pared, que mostraban varios ángulos de los cinco diferentes lugares que reducirían a continuación.

Tres de ellos eran almacenes donde el grupo de rebeldes depositaba sus reservas de armas, mientras que los dos restantes eran pequeños asentamientos.

—¿Qué tenemos, JunGi? —YoonGi preguntó a su hermano, quien le lanzó una última mirada a las pantallas antes de girarse hacía él y asentir.

—Ahora es el momento, sus alarmas se desactivaran en diez segundos —JunGi dijo y luego presionó el botón de "Enter" en su teclado.

De inmediato, YoonGi presionó el botón del intercomunicador y dio confirmación a sus hombres. —Líderes de equipo, tienen permiso para proceder.

—En movimiento, ya, ya, ya. —Se escuchó la voz de varios de sus hombres y seguido de ello las imágenes de cómo los grupos de asalto se desplegaban en los alrededores e irrumpían en los lugares.

—Monitoreando —JunGi murmuró, tecleando algunos botones más, entonces las imágenes cambiaron al interior de los lugares, donde podía verse que la lucha se había desatado, hombres gritando y corriendo a resguardo, los disparos rebotando en las paredes y alcanzando a personas de ambos bandos, otros pocos siendo reducidos por su equipo.

YoonGi debía admitir que su hermano era bueno, ciertamente sabía que había estudiado informática y que se había graduado como uno de los mejores (por no decir el mejor) de su generación, pero hasta hace un par de horas, YoonGi nunca había reparado seriamente en ello.

Cuando discutieron que necesitarían a alguien que pudiera hackear el sistema de seguridad de los renegados, JunGi había dicho que él podía cubrir el trabajo, él incluso se había jactado de que sería pan comido cuando dos días antes logró infiltrase en su sistema y visto que, en sus propias palabras, era una mierda.

YoonGi no había discutido con él, su hermano debía saber mucho de ello, después de todo, era como se ganaba la vida. Su empresa se dedicaba precisamente al desarrollo de sistemas de seguridad y un montón de cosas en las que YoonGi no estaba por profundizar ahora mismo.

—Alguien está intentando pedir refuerzos. —JunGi frunció el ceño, murmurando quién sabe qué mientras tecleaba casi a la velocidad de la luz un montón de códigos en la pantalla de su computador, no mucho después afirmó:—Listo, el hombre ya no podrá conseguir a nadie.

—¿Qué hiciste? —YoonGi preguntó, JunGi le dio una sonrisa de bastardo complacido.

—No lo entenderás. —YoonGi le blanqueó los ojos.

—Bastardo engreído, no soy estúpido, ¿sabes?

—Respétame, imbécil.

—Jodete, JunGi —gruñó, su hermano bufó.

—La próxima vez, no te estoy ayudando en ninguna mierda.

—Fuiste quien se ofreció a hacerlo, yo planeaba buscar a alguien más.

—Niños, este no es el momento —su padre reprendió, mirando con ojos atentos las pantallas frente a ellos—. Parece que hasta ahora no ha habido bajas, pero sí varios heridos.

Sintiéndose ligeramente avergonzado por distraerse en un momento crítico como este, YoonGi devolvió la mirada hacia la pantalla.

—Lo están haciendo bien, no pasará mucho antes de que reduzcan a todos.

—Bueno, de algo tenía que servir el que sacara la mierda fuera de ellos —JunGi gruñó—. Su condición era estúpidamente decepcionante cuando empecé con ellos hace dos meses.

YoonGi hizo una mueca estando de acuerdo con su hermano, la condición que mostraron sus centinelas en el ataque que sufrió la manada, dio bastante qué desear.

Los intrusos nunca debieron ser capaces de llegar tan lejos en sus tierras. Alguno de ellos incluso llegaron a la casona, lo que solo dejó ver lo poco capacitados que realmente estaban.

Cuando JunGi se recuperó lo suficiente y fue informado de todos los daños, su hermano había estado furioso, por lo que se había auto impuesto la tarea de enderezar sus gordos y perezosos traseros, sus propias palabras. Desde entonces, hasta la fecha, sus centinelas apenas y habían tenido un día de descanso de su entrenamiento y servicio.

Por lo menos aquello estaba dando sus frutos.

—Equipo uno, tres y cuatro, quiero que identifiquen y empaqueten todo, asegúrense de no dejar la más mínima cosa atrás —YoonGi ordenó a los hombres que se habían encargado de invadir los almacenes una vez la lucha terminó, gracias a la diosa, sin ninguna baja de su lado—. Equipo dos y cinco, aseguren a todos y trasládenlos al centro de interrogación, el equipo de limpieza y recolección ya ha sido enviado a ustedes, cambio.

—Copiado, cambio. —YoonGi recibió la confirmación de cada líder de equipo.

—GeumJae, ¿qué demonios estás haciendo? —YoonGi preguntó a su hermano, quien era en realidad el líder del equipo dos.

—YoonGi, esto no va a gustarte —GeumJae dijo, antes de encender una linterna y alumbrar a una pequeña carpa en uno de los asentamientos.

—Bueno, mierda —YoonGi maldijo al ver el interior.

Stars_Of_Saturn.

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