Capítulo 23. Christian

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—Tenemos qué hablar.

La mirada cansada en Carrick y Grace Grey me hace desear un mejor momento para aclarar las cosas, pero no lo hay. Necesito que sepan lo que pasará próximamente.

—Bien. —Carrick presiona los labios y señala el sofá de su sala.

El funeral de Elliot fue triste, rodeado de los hipócritas que lo usaron y que convirtieron su último adiós en un jodido espectáculo de lástima. Incluso el Senador Torres dedicó unas breves palabras a mis padres, como si ellos no estuvieran unos pasos detrás de él.

Malditos.

Me siento en el sofá y espero a que ellos hagan lo mismo, luego Gretchen aparece con una bandeja llena de té y galletas que supongo es lo único que ha bebido Grace desde que esto comenzó.

—¿Qué es eso tan importante que no puede esperar para mañana, Christian? —Papá desliza un brazo por los hombros de mamá y se recuesta.

—Es sobre Elliot.

Grace solloza un poco antes de tomar un pañuelo seco de su bolsillo.

—Cariño, sé que también te duele. —me habla como si fuera un niño—. Era tu único hermano, después de todo.

—Si. —ojalá hubiéramos sido más unidos—. Pero esto es sobre su empresa y algunas cosas que hizo.

Las cejas de Carrick se fruncen y me mira con molestia, seguramente pensando que es muy pronto para hablar sobre negocios, ganancias y todo lo demás.

—Christian... —se pasa la mano libre por la cara—. Sé que eres el socio mayoritario, pero te aseguro que podemos esperar para...

—Elliot cometió fraude.

Ambos comparten una mirada, luego vuelven su atención a mi.

—¿De que hablas?

Tomo el sobre amarillo que traje conmigo con toda la información que encontró Welch, y que sin duda habría provocado que Elliot pasara tiempo en prisión y perdido su dinero, y lo pongo sobre la mesa. Ellos pueden revisar la información con detenimiento después.

—Elliot tenía un negocio en paralelo a Construcciones Grey, donde compraba empresas en banca rota y las hacia ver como si se volvieran exitosas, pero todo era una fachada para lavar dinero sucio.

Grace luce genuinamente sorprendida, Carrick solo molesto por señalar a su hijo fallecido.

—Pero su empresa era exitosa. —mi madre chilla—. Incluso se asoció con la empresa de su novia.

—Fue una pantalla más. La empresa de los Steele también estaba en banca rota y Elliot la usó para limpiar dinero para el senador Torres.

—¡Christian! —gruñe Carrick—. ¡Suficiente! ¿Por qué estás haciendo esto?

Se endereza en el sofá y me mira como si fuera a saltarme encima.

—Porque voy a tomar el control de su empresa para compensar a todos los dueños que fueron usados y despojados. —no hace falta señalar que todo lo suyo ahora me pertenece—. Y luego su empresa desaparecerá.

Aparentemente eso es suficiente para que Carrick se ponga de pie con la molestia reflejada en su cara, Grace detrás de él intentando calmarlo.

—¡Por Dios, Christian! ¡Acabamos de sepultarlo! ¿Es tanta tu ambición?

¿Yo?

—No lo hago por dinero, papá. Lo hago porque es lo correcto.

—¿Y qué hay de ti despojando a tu hermano de su legado? Perdió su vida, a su bebé y ahora su empresa.

—No era su bebé. —digo antes de que mi cerebro registre las palabras.

Carrick me mira fijamente y por primera vez, la expresión herida viene de mi madre.

—¿De qué estás hablando ahora?

—Lo de Elliot y Ana era solo una estrategia de marketing. —por no decir chantaje—. Elliot la usó para ganar la simpatía del público, así sería un rostro familiar cuando su nombre apareciera en las boletas de candidatos.

—¿Qué? —la sorpresa en ambos es evidente.

Vuelvo a señalar el sobre que contiene todas las evidencias esperando que aclare todas sus dudas. Creo que todos subestimamos a Elliot, considerándolo solo un mujeriego empedernido, pero resultó más astuto que eso.

Me levanto del asiento y me dirijo a la puerta principal para darles tiempo a que analicen todo, pero la voz de Grace me detiene antes de que pueda salir.

—¿Christian? —me detengo y giro para mirarla, sabiendo que ella lo descubriría—. ¿De quién era el bebé?

No voy a mentirle a los Grey, ni siquiera para mantenerme a salvo de sus acusaciones. Después de todo lo que hicieron por mi, se merecen toda mi honestidad.

—Mío. —me tomo un par de segundos antes de agregar—. Ana y yo teníamos una relación y él lo sabía.

Y no le importó, ni a ella, ni a mí. Creo que todos somos un poco culpables de lo que ocurrió. Pero si tengo qué asumir la culpa para que Ana sea aceptada, lo haré sin dudarlo.

Carrick me dedica una mirada furiosa y la de Grace solo parece herida, sus dedos tocan levemente sus labios.

—¿Por eso estabas ahí? Con ella. —parece recordar el asunto del hospital—. ¿Por qué harías algo así?

Antes de que pueda pensar en una razón que ellos acepten, Carrick me enfrenta apoyando sus manos fuertes sobre mis antebrazos.

—No puedes hacer esto, lo prohíbo. —sacude la cabeza con fuerza—. Mantener una relación con la prometida de tu hermano va a hundir tu reputación.

—No me importa. —agrego.

—Oh, te importará cuando tu empresa pague las consecuencias. Nadie te dejará olvidarlo. —me empuja al tiempo que abre la puerta—. Olvídate de esa mujer, no arruines tu vida por ella.

—¿Qué? —por un segundo creo que no lo entendí bien, pero la puerta abierta de su casa es una seña clara.

—Alejate de ella, Christian. Te lo advierto. Esto no acabará bien para ninguno de los dos y es mejor que ella vuelva a casa con su padre.

—No. —es lo único que se me ocurre, la verdad—. Me casaré con ella.

Aún no hemos hablado de eso, o del futuro, pero sé lo que quiero y la quiero a ella. Carrick es definitivo cuando vuelve a hablarme.

—Lo harás porque es lo mejor para ti, me darás la razón un día. Vuelve solo cuando hayas hecho lo correcto.

Carajo.

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