Capítulo 3

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Había pasado un cuarto de luna desde que los dos guerreros fantasmales lo habían visitado, le habían ofrecido entrenamiento y grandes cosas, él había aceptado pues no le vendría mal un poco de entrenamiento en el bosque oscuro y con su mentor.

Ruidos y murmullos brotaron de los gatos que estaban afuera, él se incorporó lavando su pelaje blanco.

Por la entrada del campamento emergió una patrulla del Clan del Río, conformada por: Caudal, Salto de Puma, Arenita y una guerrera que no conocía, venían cargando a tres cachorros pequeñísimos.

La guerrera era negra y tenia un ojo azul como un rayo y el otro gris como la ceniza, una larga cicatriz se extendía en una de sus patas y parecía exhausta.

– Saludos Caudal, ¿qué te trae a nuestro campamento? –. Preguntó Estrella Moteada, que estaba sentada al lado de Tormenta de Fuego.

– En el Clan del Río hay una enfermedad que sólo ataca a los más débiles –. Dijo con voz cansada.
– Estos son los cachorros de Corazón de la Noche y Salto de Puma, son muy pequeños y tienen riesgo de enfermar al igual que su madre, queremos pedirte que les dieras cobijo en tu Clan, solamente en lo que la enfermedad pasa –. Suspiró triste.

– Bien –. Accedió Estrella Moteada y continuó: – Oreja Parda y Tormenta se harán cargo de ellos , aunque no te aseguro que los cachorros no se enfermen, de todos modos los cuidaremos –.

– Gracias Estrella Moteada, el Clan del Río siempre tendrá una deuda con tu Clan –.







La mañana era fría y nublada, él se sacudió del pelaje trocitos de maleza y alguna que otra espina, se había pasado la mañana entrenando formas de combate. En el campamento se la pasaban hablando de una posible batalla contra el Clan del Río por la Laguna que delimitaba las fronteras entre los dos clanes, había escuchado decir a los veteranos que las batallas en ése lugar se habían cobrado la vida de varios guerreros y aprendices.

– ¡Hey Acecho! –. Una dulce voz llamó su atención, al volverse vió a Nutria quien se le acercaba con un campañol en la boca, que depositó en el suelo.

– ¿Qué haces? –. Dijo la joven entusiasmada.

– Nada, solamente cazando como siempre –. Respondió tranquilamente.

– ¿Qué opinas de los cachorros del Clan del Río? Yo creo que son agradables. Ya charlé con Corazón de la Noche, es linda al igual que sus cachorros, uno se llama Pequeña Álamo otro Pequeño Mar y la última Pequeña Tifón, son sorprendentes tienen los ojos más hermosos que haya visto –. Dijo suspirando.

– Si, seguro que son geniales, los mencionaron en la asamblea pasada, lástima que no fuiste te hubiera encantado conocer a Arenita es muy agradable y tranquila –. Respondió pensando en la aprendiza de curandero.

– Si, ya la conocía, crees que no conozco a los curanderos, ¿viste a Zarpa de Zorro? –. Preguntó interesada.

– No sé quién es, ni idea –. Añadió con tono pensativo.

– Es un gato de pelaje naranja con las orejas, la cola y la nariz negras y sus ojos son amarillos, como los tuyos –. Dijo con tono burlón.

– ¿Sí?, pues no lo vi y no me interesa, además seguro que es amigo de Zarpa de Halcón y a mí tu hermano ni me va ni me viene –. Repuso secamente.

– Seguro, ¿por qué no te cae bien mi hermano, acaso te a dicho o hecho algo? –. Preguntó preocupada.

– Pues sí, después de que nos ayudaran a bajar del árbol, cuando la patrulla se fue él me inmovilizó  y me culpo diciendo que yo te había querido asesinar y me dió un zarpazo –. Dijo con un bufído de rabia.

– Lo lamento, no sabía que había ocurrido aquello, hablaré con él te lo prometo –.

•      •      •


Los días habían transcurrido y ya se cumplían cuatro lunas desde que se habían convertido en aprendices Raudino y él.

Los cachorros del Clan del Río habían permanecido en el campamento junto con Corazón de la Noche.
Y Tormenta y Oreja Parda se habían hecho cargo de los cuatro huéspedes.

Los problemas habían llegado, la caída de la hoja había echo que las presas no salieran y encima la amenaza del Clan de la Sombra había aumentado con el tiempo, la asamblea pasada había estado muy hostil y habían dicho que tomarían todo el territorio que necesitaran sin importar que fuera parte de los clanes.

Él se agachó bajo un arbusto.  A su lado Nutria avanzaba con la barriga pegada al suelo, habían captado el amargo olor a sangre y escuchado un bufído y luego silencio, no sabían que era pero según Nutria probablemente una presa desafortunada.

Al saltar del otro lado del arbusto se encontró con la espantosa escena de un guerrero inmóvil en el suelo con la sangre escurriendo de una profunda herida en el cuello.

El guerrero que ya hacía en el suelo era  ¡Vuelo de Páramo!
















Perdón por un capítulo tan corto, espero que les haya gustado :)

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