Capítulo 7

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El viento soplaba con fuerza desde el páramo trayendo consigo el olor de los conejos y el brezo.

La luna brillaba en el cielo negriazulado y las estrellas relucían como pequeños fragmentos de cristal.

Los árboles se sacudian con violencia y las nubes amenazaban con tapar la luna.

Ésa noche parecía que el Clan Estelar no quisiese que se celebrase la asamblea, sin embargo Estrella Moteada había insistido en ir a pesar de que Tormenta de Fuego le había dicho repetidas veces que sería algo peligroso con los clanes tan hostiles.

Nutria caminaba a su lado con el pelo ahuecado por el viento, más allá iban Tormenta y Raudino charlando.

Zarpa de Halcón y Zarpa de Sauce no habían asistido porque no habían cumplido las obligaciones correspondientes, aquella asamblea parecía que iba a estar más hostil de lo normal, el Clan del Río y el Clan del Viento habían entrado en combate hace un cuarto de luna y Estrella de Arroyo había amenazado con matar y quitar territorio a cualquier clan, esa noche Estrella Moteada había decidido llevar pocos gatos por si el Clan del Río atacaba en su ausencia, los guerreros que habían asistido eran: Corazón Florecido, Manto Serpenteado, Salpicadura Dorada, Patas Blancas, Viento Volador y Pelaje Rayado su mentor, en cuanto a a aprendices habían asistido solamente Tormenta, Nutria, Raudino y él.

– ¿Qué opinas de esta asamblea Acecho? –. Preguntó la dulce voz de Nutria. 

– Que habrá problemas y mucha hostilidad –. Apuntó él preocupado.

Él sabía de sobra que habría problemas con respecto al Clan del Río y el Clan del Viento, el Clan de la Sombra no había dado ni la menor señal de vida, sus marcas olorosas eran débiles y apenas se notaba el límite entre las fronteras.

Al llegar al claro de las asambleas, se encontró con la terrible escena de los gatos del Clan del Río decaidos y esqueléticos, se les marcaban las costillas a simple vista y sus ojos lucían apagados y ausentes, sus pelajes colgaban de su cuerpo y su pelo estaba lleno de tierra y enmarañado. Nada lustrosos como los recordaba.

El Clan del Viento estaba en mucho mejores condiciones, tenían el pelo lustroso y estaban musculosos y delgados.

El Clan de la Sombra también parecía estar bien y tranquilo.

– Saludos Acecho, ¿Cómo te va? –. La profunda voz de Pétalo Sombreado  lo sacó de sus pensamientos.

– Hola Pétalo Sombreado, va todo bien las presas abundan y ha nacido una camada de cachorros de Perlada –. Ronroneó con orgullo.

– ¡Eso es maravilloso! en el Clan de la Sombra también las presas abundan y han ascendido a dos aprendices a guerreros, y los cachorros también abundan como hormigas –. Ronroneó risueña.

– Eso es bueno, pero… mira al Clan del Río parece tan desdichado y enfermo –. Añadió preocupado.

– He escuchado que han tenido problemas con el Clan del Viento y que las presas son escasas en su territorio, parecen enfermos y débiles –. Dijo pensativa.

– Concuerdo contigo, realmente esto puede generar problemas y hostilidad en la asamblea –. Dijo señalando a Ventiscal que pasó junto a Manto Cálido, éste le soltó un bufído y un insulto. A Manto Cálido le relampaguearon los ojos y se incorporó listo para abalanzarse sobre Ventiscal, pero su compañero  Cola de Ardilla se acercó y le susurró:

– No vale la pena luchar con gatos con cerebro de ratón, ya los veremos sufrir algún día –. Gruñó.

– ¡Cobardes! –. Les bufó Ventiscal, el pelaje negro del guerrero estaba erizado y le relampagueaba la mirada con odio. – Esos gatos del Clan del Río tienen paja por cerebro –. Gruñó rabioso.

– Yo te recomiendo que te vayas con cuidado y que no busques pelea con nadie del Clan del Río, se ven desesperados como zorros hambrientos –. Dijo Pétalo Sombreado con risa burlona.

– Si gracias –. Le dijo algo distraído.

Una esbelta y pequeña gata de pelaje blanco y manchas marrones, estaba plantada al lado de Nutria.

Él se incorporó y despidiéndose de Pétalo Sombreado corrió hacia la aprendiza de curandero.

– ¡Arenita! –. Aulló. – Espera –.

La aprendiza lo miro confusa y dijo:

– ¿Qué ocurre Acecho? –.

Al llegar al lado de Nutria, la aprendiza se restregó contra su costado, sus ojos relucian de amor por él y era casi imposible despegar su mirada de la joven. Sin embargo se cuadró apartandose un poco y dijo:

– Arenita ¿Podemos hablar a solas? –. Le preguntó mirando a Nutria.

La joven curandera asintió. – Bien Acecho, vamos hacia allá –. Señaló el hueco de un árbol.

Nutria lo miró y luego asintió. – Te espero cerca de la roca plana ¿Bien? –.

– Si Nutria –. Él pensó en lo hermosa que era la joven y lo afortunado que era por tenerla en su clan y a su lado.

– Bien Acecho ¿De qué quieres hablar? –. Dijo la joven curiosa.

– Sobre la profecía de la oscuridad y todo eso… –. Dijo nervioso.

– ¡La profecía! –. Bufó la aprendiza horrorizada. – ¿Cómo sabes tú eso? –.

– Yo te escuché hablar con esa tal curandera, creo que se llamaba Ala de Agua –. Dijo insistiendo.

– Pues si… pero yo jamás recuerdo haber contado nada a nadie de mi clan y mucho menos a ti –. Le bufó.

– Yo te vi en la cascada, hablabas con ella y te dijo «que no habrá paz hasta que la oscuridad caiga» y que no será revelado hasta que los cuatro elegidos lo descubran –. La presionó.

– ¡Si! Está bien eso me dijo, «la oscuridad acechará a uno de los elegidos» no digas nada a nadie –. Suplicó la aprendiza.

– No lo haré –. Prometió él. – Pero qué significa todo eso ¿Tú sabes algo al respecto? –. Le preguntó confundido.

– Pues me la he pasado pensando en eso y no logró dar con su significado, solo que sea el Clan Oscuro, o tal vez puede que sea la estación sin hojas, no estoy muy segura… –. Murmuró Arenita.

– Pero… los cuatro elegidos, ¿Quiénes son? –. Preguntó nervioso.

– No lo sé, los cuatro elegidos tendrán el poder del Clan Estelar en las patas, pero cada uno tendrá que afrontar su propio destino al igual que tendrán que elegir entre su lealtad –. Dijo ésta.

– Siento que la profecía pueden ser malas noticias… y si los elegidos no llegan ¿Qué ocurrirá? –. Pensó preocupado.

– ¡Gatos de todos los clanes, démosle inicio a esta asamblea! –. El aullido ronco de Estrella de Hielo, quebró el silencio.

Él noto las miradas hostiles y recelosas de los guerreros del Clan del Río hacia el resto de los clanes.

– Estrella Moteada, ¿quieres comenzar primero? –. Preguntó Estrella de Hielo cortésmente.

– Gracias Estrella de Hielo –. Dijo la líder con firmeza. – ¡El Clan del Trueno ha sufrido el ataque del Clan del Río mientras estábamos de paso a la Laguna Lunar, lo que significa que hay espías de ese clan merodeando por ahí, y Estrella de Arroyo, creí que eras un líder mucho más leal y que se atenía al código guerrero, pero ahora me doy cuenta de que estaba equivocada –. Dijo con decepción y rabia.

– ¡¿Por qué dices eso Estrella Moteada?! –. Le preguntó amenazadoramente.

– ¡Porque le has pedido al corazón de zorro de Colmillo de Tejón que te ayude para obtener más territorio! – Le escupió furiosa.

Al líder del clan rival, se le erizo el pelo. – ¡¿Cómo te atreves a decir semejante mentira?! –. Le gruñó desenvainando las garras.

– ¡Yo le creo a Estrella Moteada! –. Declaró Estrella de Hielo agitando la cola furioso.

– ¡Tú no te metas Estrella de Hielo, no es asunto tuyo! –. Bufó el líder del Clan del Río con el pelaje erizado y los ojos llameantes.

– ¡Tiene razón Estrella de Arroyo, que no se metan los sacos de pulgas del Clan del Viento –. Gruñeron Manto Cálido y Zarpa de Zorro desde un pequeño rincón.

Los gatos del Clan del Viento se levantaron echando chispas por los ojos y encarandose a los gatos del Clan del Río, el Clan de la Sombra era el único que había permanecido callado disfrutando de la pelea.

Viento Volador y Corazón Florecido se alzaron aullando furiosos a los guerreros del Clan del Río.

– ¡Detenganse, no peleen! –. El aullido profundo y con advertencia de Caudal, resonó por todo el claro, todos enmudecieron y voltearon hacía el cielo horrorizados.

Al ver vió que varias nubes ya habían cubierto parte de la luna.

– ¡La luna se ha tapado y esta reunión a finalizado! –. Gruñó Estrella Moteada con hostilidad.

Los clanes comenzaron a calmarse un poco asustados por la furia demostrada del Clan Estelar.

– Adiós Acecho –. La dulce y cautelosa voz de Arenita lo sorprendió, la aprendiza lo miro con sus enormes ojos azules y dijo:

– Recuerda que jamás debes revelar nada y trata de pensar en lo que puede significar la profecía –. Y más amistosa le susurró:

– ¡Cerebro de Ratón! –. Dándole un empujoncito amistoso se despidió dejándolo solo de nuevo.

Al avanzar entre la multitud de gatos para llegar a su clan, vió como varios le lanzaban miradas hostiles y recelosas. Oh Clan Estelar ¿Qué más nos aguarda? 

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