𝗾𝘂𝗮𝘁𝘁𝘂𝗼𝗿. flagelación.

Màu nền
Font chữ
Font size
Chiều cao dòng

Capítulo 4
Flagelación

Mi respiración estaba agitada, mi cuerpo transpiraba en exceso y mi voz aullaba algunos sonidos que no se podían entender tan bien. Pasé saliva con dificultad, lo único que sabía es que me encontraba completamente desnudo, en la cama de la iglesia y mis brazos a mis extremos, mis manos se empeñaron en no soltar en ningún momento las sábanas blancas que están en el colchón y sobre la cintura hacia abajo, no podía abrir mis párpados, los sentía muy pesados, sencillamente que un aroma femenino ocasiona que quiera abrirlos, una voz dulce es lo que termina por convencerme en hacerlo, pero no podía, no hasta que...

La cama se hundió.

A pasos lentos voy sintiendo que mi cuerpo siente a otro ser humano a mi lado, rozando sus manos sobre mis largas piernas cubiertas por el edredón, entonces, jaló con fuerzas las sábanas, dejándome desnudo y frente a aquella silueta fémina. Es cuando mi anatomía decide abrir los fanales, viendo a medias a una chica con una sonrisa perversa en sus belfos gordos en un gran tono rosado. Simplemente que me senté rápido en la cama, dándome cuenta de que todo fue un mal sueño y que no hay nadie a mi lado.

Bajé mis ojos a mi cuerpo.

« No otra vez. No, por favor... »

Rogaba inconscientemente, solamente que sabía que no tenía remedio alguno y tenía que seguir las órdenes impuestas en mi comunidad. Me levanté de la cama de una plaza, pude ver que mi compañero de cuarto no está en su cama, tal vez sigue trabajando en ese caso, metí las manos debajo de la cama, arrastrando el bolso que traje con la maleta, al abrirlo puedo observar esos objetos que he usado desde entonces.

—Has pecado, Felix. Tienes que hacerlo por tu bien... —susurré afligido.

No me quedó de otra que quitar los instrumentos que se hallaba en esa maleta aparte de mi ropa cotidiana. Al tener el flagrum entre mis manos me levanté del piso y fui al espejo de cuerpo completo que hay en el cuarto, ese objeto es un instrumento de tortura que se utiliza para practicar la flagelación cada vez que peco de esta forma.

Me quité la remera negra que traía puesta para dormir y di mi primer azote.

El flagrum se usa con la intención de castigar físicamente, causando lesiones y el mayor dolor posible al golpear violentamente con él. Generalmente, se determina dentro de flagelo cualquier objeto para azotar, compuesto de varias cuerdas anudadas y atadas al extremo de una vara y es distinto de un azote o fusta. Normalmente, lo habitual es utilizarlo como castigo, aunque también uno puede autoflagelarse si decide imponerse una penitencia. Yo era un claro ejemplo de aquello.

Al sexto azote paré.

Sentía las gotas de sangre derramándose por mi espalda, ardiendo en el trayecto, únicamente que es parte del castigo que tenía que pasar por haber pecado con aquel sueño erótico. Rápidamente, guardé la vara en el bolso, y fui corriendo al baño que teníamos al final del pasillo, en donde traté de curar las heridas que hay en mi espalda, después ponerme la ropa talar que siempre llevaba.

—Sacerdote Felix.

Levanté la cabeza, observando a la Madre Superiora con Cho Mi Sae a su costado, parecía que estaba más que enojada con el mundo. Porque tenía los brazos cruzados, notando el piso y su ceño se encuentra fruncido. Salí del rincón donde estuve hace un momento, charlando con una de las niñas que se encontraban aquí, vino conmigo a conversar de algunas unas cosas que están pasando por su mente.

—Gracias, sacerdote.

—Ve con Dios, Woo Gyu.

Ella hizo una reverencia, abandonando la capilla.

—Madre Superiora, qué grata sorpresa.

—Lamento molestarlo, Sacerdote Felix. —demandó con una sonrisa apretada. Pude ver algunas arrugas que aparecieron por su rostro.—Vine a traerte a la adolescente que tiene que hacer su penitencia por haber corrompido una de las reglas más importantes de la iglesia. Por segunda vez en la semana.

—Mi Sae, hola de nuevo.

—Pero antes debe de confesarse.

—Oh... De acu... —fui interrumpido.

—No me confesaré este día, no hice nada malo.

En cambio, la Madre Superiora parecía tener un pensamiento totalmente diferente al de la menor. Debido a que la visualizó confundida, arrugando su cara y viéndola con la boca semi abierta.

—¿No hizo nada malo, señorita Cho? Entonces, haberle arrojado pintura en la cara a una de sus compañeras, ¿no es hacer nada malo? —recordó, aún observándola estupefacta. La Madre Superiora me ve.—Qué se confiese antes de ayudarlo, Sacerdote.

—Me aseguraré de ello, Madre Superiora.

—Bien, me alegra saber eso. —afirmó sonriente. Le dedica un vistazo más a la adolescente, en sus ojos se puede ver la decepción. Negó con la cabeza, haciendo un par de muecas a la vez.—Intenta no hacer ninguna maldad el día de hoy, Cho Mi Sae.

Rodó los ojos, ignorándola.

Tuvimos que esperar a que la Madre Superiora se vaya de la capilla para que comience a dar signos de vida y de qué haga más de un gesto. Echó un suspiro, pero en ningún minuto me vio a los ojos, eso hace que sonría apenas y me encamine al confesionario.

—Entremos.

—¿Juntos? De acuerdo.

—No. Tú ahí, yo aquí. —detuve su caminata, estaba muy cerca de mi cuerpo. Ella me mira por un instante, eso me recuerda a mi sueño y opto por ser la primera persona en ingresar al confesionario.—Cuando estés lista podemos conversar, Mi Sae.

Desde aquí puedo visualizar que sus pies aún se encuentran afuera del confesionario, dudó un par de segundos en encaminarse al otro extremo. El sonido de la madera siendo apoyada es lo que me confirma que ya está en su asiento, preparada para comenzar a hablar sobre lo que sucedió este día, solo que la adolescente no sería quien comience a charlar conmigo.

Carraspeé mi garganta, corriendo la ventanilla que nos hace únicamente cercanos en este tiempo.

—Cuéntame tus pecados, Cho Mi Sae.

—¿Mis... pecados ha dicho...? —pronunció con cinismo en sus palabras. Hasta puedo deducir que tiene una sonrisa perversa.—Carajos, tengo tantos pecados que si le cuento me querrá ahogar en agua bendita, Sacerdote Felix.

—Si te confiesas y aceptas que has pecado, todo tiene solución, Mi Sae. No irás al infierno.

Ella expulsa una risotada.

—No iré al infierno, sacerdote, porque ya estoy en él.

—Mi Sae..., no puedes comparar el verdadero infierno con una simple reprimenda que te dio tu familia para que puedas tener un buen futuro. Además, ser un buen cristiano implica perdonar los pecados de los demás, porque Dios perdonó los tuyos desde un inicio. También pequé y fui perdonado. Esta es mi segunda oportunidad de hacer las cosas bien, tú puedes hacer lo mismo, Mi Sae. —opiné sinceramente.

Ella se quedó en silencio.

Pasamos gran parte del tiempo en silencio, de vez en cuando la veía desde la ventanilla con algunos círculos en ellos, notando su cara concentrada en alguna parte de la cabina de su lado.

—¿Qué hizo usted de mal? Para que termine aquí.

—Estamos hablando sobre ti, no de mí, ya he solucionado mis barbaridades con Dios.

—Pero usted no es Dios. ¿Por qué lo haría con usted?

—Soy la única fuente cercana que tienes al gran Señor, así que en parte puedes hacerlo en confianza, Cho Mi Sae. Nadie te dirá nada, te estás confesando. Serás libre después de un tiempo.

—No me arrepiento de nada, Jo Ji Won se lo merecía. Es una completa perra, hizo sufrir a alguien a quién quiero. No lo iba a permitir. —expresó rencorosa. Lanzó un suspiro de alivio, viéndome por la ventanilla.—Tiene razón, Sacerdote Felix, nadie me dirá nada, porque la única persona que me puede juzgar es Dios.

Me molestó sus últimas palabras.

—No uses la frase «la única persona que me puede juzgar es Dios», como excusa para pecar en libertad. No deshonres su palabra. No tendrás perdón.

Ella vuelve a reírse.

—No me diga eso, sacerdote. —empuñó sus dedos en los círculos que tiene la ventanilla, solo que no me inmuté. Seguí mirando al frente y mis dedos posando en el rosario.—No me diga que justamente Dios se tomará el tiempo en mí, en una simple mujer que está disfrutando de su adolescencia, cuando él debe enfocarse en los malos hombres. A no ser que... El Dios que tanto alaba sea idéntico a los policía de esta ciudad de mierda que tienen. Fingen ayudarnos, darnos una mano, pero al final del día, son parte del Estado. Usted y yo sabemos perfectamente lo que intento decirle con estas palabras.

—Ora todas las noches, Mi Sae, pero ora bien...

—¿Si no qué? ¿Tú Dios me castigará?

Pasé saliva con dificultad.

Esta mujercita me estaba volviendo más loco de lo que me he despertado el día de hoy. Miré mis manos las cuales están temblando, no pude más y apreté con mucha fuerza el rosario entre mis manos, no podía soportar que estén hablando de ese modo sobre mi padre, mi Dios, al único que estará conmigo a pesar de cualquier cosa.

—100 padres nuestros antes de dormir y cuando te despiertes también. Así, por una semana.

—Mmh... —se puso firme, acomodándose en su lugar.—Veo que él único que me está castigando es usted. Comprendo, es su religión.

—También el tuyo.

—No por elección.

—Qué Dios te bendiga.

Salí del confesionario en ese instante, encaminándome a un lugar más alejado de la adolescente, únicamente que ella me estaba siguiendo, tanto que eso me ponía en una situación de nervios. Me giré completamente, pudieron vislumbrar su faceta, se veía estupefacta y riéndose de mi expresión, creyó que había logrado lo que en realidad quería de mí.

Eso me ponía de mal humor.

—No se enoje conmigo, sacerdote. Es verdad.

—Nada de lo que has dicho es verdad, Cho Mi Sae. Hazme el favor de irte de aquí, hoy no te necesito en mi capilla. No. —giré, observando a la chica con gran enfado.—No necesito a una cristiana que dice qué no cree en Dios, qué no lo respeta y qué si tiene la oportunidad, será capaz de pecar sin miedo, porque él tiene a peores personas a quien castigar. Tienes que recordar que Dios es omnipresente, está en todas partes y es consciente de tus palabras sobre él.

—Wow... Se lo tomó muy en serio.

—Vete de mi capilla, Cho Mi Sae. Ahora.

En cambio, ella dio una gran zancada, estaba muy firme en esa acción, yace teniéndome a pocos pasos de distancia. Puedo ver en su mirada que sus faroles se han vuelto completamente oscuros, cualquier persona podría pensar que puede ser hija del Dios del Inframundo, se veía malvada.

—¿Por qué se enoja de la verdad? No me mienta más, no finja que está de su lado, qué usar este traje no lo irrita todos los días o qué tiene que pensar mucho en Dios todo el tiempo. Como si fuese su oxígeno. Solo sea sincero conmigo, al igual que yo lo fui con usted, no debe de mentir con que su pecado fue otro, porque está más que claro que pecó por tener ganas de chupar una maldita vagi...

—No termines esa frase.

—Chupar una vagina. —terminó su frase, pero hace que mire el suelo apenado de oír la voz de esa adolescente.—Ya hemos sufrido bastante en este lugar, algunas estamos desde pequeñas, otras han pasado por las peores cosas, antes el castigo era peor que respirar. Pero ahora que las cosas cambiaron a obligación de la última niña que salió de aquí, solamente, queremos pasar un momento de diversión, olvidar los abusos que hubo en un tiempo, queremos beber alcohol, fumar, tener sexo...

»¿Dios me odia por comportarme como a una adolescente? ¿No qué él me amaba sobre todas las cosas, Sacerdote Felix? Bueno, no es distinto con lo suyo, también es su hijo, también es humano, ¿por qué lo repudiaría por coger? Dígame.

Expresó en un estado de locura y molestia a la vez. Ocasionando que ya no sepa qué más responderle, hasta que nuestros fanales se vuelven a encontrar. Porque entendía su punto, Santo Lucifer, obviamente que lo entendía, empero, ahora soy un adulto, ya no soy más ese adolescente que se metió en esto para complacer a su familia, ahora tenía una responsabilidad.

No podía cometer un error.

—Tienes la mente podrida, Cho Mi Sae.

—Apuesto a qué usted tiene la cabeza más podrida que yo, Felix, y no sabe las ganas que me da de saber a profundidad lo que en verdad guarda... —movió su mano al frente de mi faz. Actuando que me tocaba el rostro.—entre las cuatro paredes de su habitación y de su purificada mente, sacerdote.

⛓️📿 ADVERTISING SPACE,,

Para que se hagan una idea de la vara que
se utiliza en estas situaciones, les dejo
una imagen.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen2U.Pro