𝘁𝗿𝗶𝗯𝘂𝘀. confesionario.

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Capítulo 3
Confesionario

Tenía que admitir que su presencia es lo que me está sacando las ganas de seguir con el plan de que nos escapemos de esta cárcel religiosa, sencillamente que a la misma vez estaba pensando que era lo único que quería hacer, sin embargo, a la misma vez pensaba que es una terrible idea que haga aquello, o sea, ¿a dónde iríamos? ¿Viviríamos escapándonos de nuestros tutores? Es por eso que ni siquiera me junté con ellas este día, necesitaba pensar con más claridad, el día se está acercando cada vez más y Jo Ji Won es muy buena manipulando a cualquiera que se ponga en el camino, es por eso que estoy de su lado, logró hacerlo conmigo, sucedía lo mismo con Kim Chae Hyun, aunque... a ella todo le daba igual.

Mientras que pueda tener sus drogas entre las manos, estará feliz.

Apoyé el trasero en la silla del comedor donde velozmente mi grupo de amigas se me acercó a tener las mismas conversaciones de siempre, simplemente que mis cuencas van a una parte del comedor. Algo que ellas se dieron cuenta de inmediato, al menos Ji Won, no tardó en decirme que es momento de darle la bienvenida al nuevo sacerdote del internado, empero, observar mi cara de menos ánimos es lo que la pone de mal humor y comienza su histeriqueo sobre lo que debería de seguir haciendo si no quería quedarme sola en este establecimiento y sin amigos, admito que eso me asombró, pero me hizo reír.

―Cierra la puta boca, Jo. No te soporto más.

―Oigan... ―Chae Hyun partió de su mundo de alucinación por un plazo, admirándonos abatatada.―No me gusta cuando se ven así, parecen lunáticas.

―¿Tengo qué llamar a alguien...?

―Tú, cierra la puta boca, Cho. Estoy cansada de tenerte lástima. Haz algo o te quedas sola.

―Me parece que la única que se quedará sola eres tú.

Confesé sinceramente, parándome de la silla del mismo modo que ella hizo cuando la mandé a callarse porque ya es demasiado insufrible. No obstante, en eso veo a Chae Hyun golpeando el brazo de Uchinaga Aeri, indicándole de que sí es una buena idea de que llamara a alguien a que nos pueda detener antes de que alguna de las dos termine en la enfermería.

Ella lanza mi comida al suelo.

―¿Yo? ¡Gracias a mí tienes amigas!

―No entiendo por qué la comida tiene que cargar con tus locuras... ―refunfuñé triste porque tenía hambre y eso tenía pensado comérmelo después de acabar con la charla que Ji Won ya lo ha transformado en una pelea con público.―No quiero ganarte. Cálmate.

―¡¿Tú?! ¡¡¿Ganarme?!!

Abroncó demostrando que estaba muy enojada, sin mencionar que todas nos están mirando y un grupo de personas mayores se encuentran acercándose a nosotras antes de que empiece la pelea. Pero ya es tarde, ya que me dio un cachetazo que logró girar a un costado mi rostro, no la pensé mucho cuando mi puño quedó en su nariz, rápidamente, mi mano en su cabello, dándole contra la mesa del comedor.

Ella se creía que le iba a dar tiempo de reaccionar cuando no es así, ¿la mujer quería pelear? Pues hagámoslo entonces.

Ji Won acabó en el suelo.

Me subí encima de ella a darle unos golpes más, pero un grupo de chicas me quisieron pegar de la misma forma y desprevenida, eso ocasionó que Aeri y Chae Hyun se metan del mismo modo para defenderme. Ahora éramos un grupo de chicas golpeándose unas con las otras, aun cuando, la mayoría siempre aprovechaban eso para desquitarse de todos lo que están pasando internamente, creo que es el tiempo a que los adultos intervengan, solo que finalizamos golpeando a uno de los profesores de religión, logrando más peleas, es el preferido de las mayorías de las mujeres de este sitio. El fanatismo era más grande que una amistad.

―¡¿Qué creen que están haciendo?!

Preguntó a los gritos la Hermana Superiora Dae Hyun, sin embargo, cuando paramos la pelea por un instante al darnos cuenta de quién era decidimos por seguir peleando. Hasta que volvimos a oír un grito que sí nos asustó de verdad, era la Madre Superiora, dejamos de pelear y nos paramos del suelo rápidamente. Entonces, hizo la indagación de quién comenzó la pelea y ahora estaba con mis amigas y la nueva enemiga, Ji Won, en detención. Donde está la Hermana Superiora y la Madre Superiora Bang Jun Yeong observándonos con su mala cara, tratando de averiguar lo que sucedió, solo que nadie decía una sola palabra al respecto.

La anciana mueve su cabeza en afirmación.

―Están castigadas.

―¡Pero...!

―Ni una sola palabra, Aeri. Me decepcionas... Creí que eras mejor que ellas.

Vislumbrar la faceta de aflicción que puso mi compañera de cuarto es lo que me hace sentirme mal conmigo misma que quiero decir algo sobre eso, únicamente que no me dejan siquiera decir una mala palabra.

Empero, seguir las reglas nunca fue bien recibido de mi parte, así que decidí hablar encima de ellas.

―No es su culpa.

―¿De quién entonces, Mi Sae?

―Ji Won comenzó la pelea, Madre Superiora.

―Chae Hyun... ―Ji Won se asombró de quién la traicionó.

―Todo porque Mi Sae no quería seducir al nuevo sacerdote, además de que también la quería obligar a escaparse con ella. Jo Ji Won está planeando escaparse dentro de la semana que viene, en la fiesta que habrá.

―¡¿Cómo?!

La Hermana Superiora se asombró de esa noticia que sacó al aire mi amiga, normalmente, Chae Hyun no decía una sola palabra y muchísimo menos era capaz de ser desleal ante una de sus únicas amigas dentro de este establecimiento.

―No puedo creerlo, niñas... Jo Ji Won, nos estás ocasionando más problemas que antes. ―mencionó la mayor. Observando sus manos, parecía estar pensando en lo que hará con ella. Levantó la mirada.―Si tanto te quieres ir... Hablaremos con tus padres.

―¿Así de fácil...?

Oí susurrar a Chae Hyun, todavía manteniendo la compostura de sus piernas en movimiento. Quizá está reaccionando por la mariguana que se fumó antes de que comenzáramos la tercera guerra en el comedor del internado.

―¿Mis padres...?

―Pero antes cumplirás tu castigo, empezando por hacer caridad.

―¡No! ―se levantó de la silla, arrastrándola.

―Y todas ustedes también están castigadas, no crean que no.

―Lo acepto, Madre Superiora.

―A mí me da lo mismo... ¿Caridad? Por supuest... —Chae Hyun fue interrumpida de inmediato, sacándole esa sonrisa perversa de sus labios.

―Claro que no, Kim. Irás con el Sacerdote Eun Woo.

―N-no... Todo menos eso.

―Capaz esta vez puedas alucinar con más razón, Chae Hyun.

―¡¿Está loca?! ¡¿Y si me posee un demonio?! ¡La atormentaré si eso llega a suceder!

Comencé a reírme de mi amiga ante ese comentario, simplemente que me estoy dando cuenta de que la mujer a cargo del internado nos está poniendo unos castigos que más odiábamos de este lugar de mierda. Al menos, a nosotras tres, ya que a Uchinaga no le molestaba nada de lo que se hacía en este internado religioso, entonces, la mujer me observó.

―Harás la colecta.

―Genial, más dinero para mí.

―Y ayudarás al nuevo sacerdote al finalizar.

―¡No! ¿Quiere matarme o qué? ¿Y si se sobrepasa conmig...?

―¡Señorita Mi Sae! Qué sea la última vez que la escucho decir una brutalidad como esa, ¿ah? ¿Cómo se atreve...? Oh Santo Dios...

―Tampoco finja que no ha pasado.

―No lo hago, sin embargo, no puedes decir una apóstrofe así. No cuando no conocemos al Sacerdote Felix.

Bufé enfadada.

Me crucé de brazos, entre que les demostraba mi molestia con que me tengan que dejar con ese hombre y que defiendan a los sacerdotes como si fuesen lo mejor del mundo. Luego de que dictaran los castigos, nos marchamos a las siguientes clases que no me interesaban, sencillamente, quería algo de comer, pero una adolescente estúpida me lo tiró al suelo.

Terminé de encender las velas de la capilla cuando el sonido de las puertas abriéndose llaman mi atención, es una adolescente con el uniforme del internado con un terrible rostro, se veía que este no es el lugar en el cual le gustaría estar, y es en ese instante en que puedo recordar quién es esa mujercita, simplemente que creía que no es una idea genial que esté tanto tiempo conmigo, lo menos que quería era tener problemas, más de los cuales ya tengo. Ni siquiera era por lo que sucedió en mi pasado, en ese verano, sino porque oí todo lo que debía de saber sobre ese grupo de amigas que tiene este establecimiento educativo.

Decidí guardar silencio. Bajé los escalones del altar, acercándome a la jovencita que veía su alrededor con muchísimo interés, como si jamás hubiera estado por aquí, puedo notar que pasaba sus delicadas manos tatuadas sobre las sillas de maderas hasta que me mira a los ojos.

—¿Qué se te ofrece, Cho Mi Sae?

—Oh. Recuerda mi nombre.

Elevé mis cejas ante su forma de dirigirme la palabra. Ya que fue yendo al punto, áspera y demostrándome que hay varias razones por la cual se encuentra en este sitio fúnebre, no con su consentimiento exactamente. Me acerqué lo suficiente como para tener una charla y uní mis manos, reposándolas sobre la mitad de mi abdomen plano.

—Por supuesto, no olvido las caras.

—Mmh... —mordió su labio inferior, evitando mis luceros celestes.—¿Qué puedo hacer por usted? La Madre Superiora me dijo que estaré a su disposición desde ahora en más.

—Qué raro... Nadie me dijo nada.

Comenté sorprendido de esa noticia que la menor se encuentra dándome. Según las palabras del Sacerdote Cha Eun Woo y la Hermana Lily, ellos serían las únicas personas que me notificarían sobre los cambios que puedan haber en este establecimiento y ninguno me comentó nada, así que dudaba mucho de eso.

—Bueno, ahora lo sabe.

—¿Y por qué se tomó esa decisión? ¿Qué hiciste?

—Auch.

Mencionó pasando por mi lado, recorriendo cada parte de la capilla con la mirada puesta en todas partes del templo, menos en la mía. Terminó parándose en el medio del altar, observándome de costado, inclinó un poco de su cara, dedicándome una observación que no he podido entender aún.

—Lo siento, no quise expresarme de ese modo.

—No importa, sacerdote. Estoy acostumbrada a que todos crean que soy yo la del problema, pero no he venido hasta aquí para confesarme. —demandó, bajando las escaleras.—Sino para cumplir parte de mi castigo, así que dígame en qué puedo serle útil en estos instantes, Sacerdote Felix.

Asentí, mirando todo mi alrededor, intentando ser de ayuda con el castigo que se le implementó a la menor. Sencillamente que ya había hecho gran parte de las cosas antes de que comience la misa, entonces, no hay nada más que se pueda hacer y la Hermana Lily me dejó muy en claro que no debía de comportarme tan amable con las adolescentes, menos si están siendo castigadas por un superior. Supuestamente, ellas serían capaces de verme la cara, por demás de que no es bueno para la parte de la enseñanza que ellas han intentando darles en todo el trayecto en que ellas se encuentran viviendo aquí.

Es por eso que lo hacía.

—Hice la mayoría del trabajo, pero puedes ordenar la eucaristía para esta misa, Mi Sae.

—Hmh...

Masculló, volteándose y encaminándose hasta detrás del altar. Sin embargo, que ella haya reaccionado de ese modo es lo que me llega a intrigar, porque tal vez estar aquí es lo menos que quería hacer o capaz yo soy alguien con quién ella no se siente a gusto, supe de buena fuente que por aquí han pasado horribles personas que se hacían llamar sacerdotes, hijos de Dios y decirse buenas personas, cuando está más que claro que no lo eran.

Fui a las primeras sillas de madera, sentándome ahí, mientras que veía que la adolescente estaba sacando el objeto de metal, las mantas y empezar a ordenarlos como se debía. También me tenía que asegurar de que haga el trabajo, aunque eso lo sabía más que nada por las órdenes que me dio la Hermana Lily sobre este grupo de adolescentes rebeldes.

—No me respondió más.

—¿Cómo? —arrugué mi rostro, inclinando mi cara.

—El día en que me confesé.

Sí que es difícil convivir con unas mujercitas que lo que más les importaba era saber cosas privadas del resto de los adultos aquí presentes, no obstante, el simple hecho de recordar lo que ella me insinuó fue lo que borró mi sonrisa, debido a que eso me recordaba que he pecado delante de la buena fe de mi familia, seres queridos y de Dios.

Por eso preferí no volver a responderle.

—Cuando termines, puedes irte. Nos veremos en la misa, Cho Mi Sae.

—Qué usted escape cada vez que le comento esto, lo único que hace es darme la razón, Sacerdote Felix.

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Ustedes no saben lo que me está costando escribir este libro, pero lo sigo únicamente porque sé que tiene apoyo y que hay gente que le gusta leer este tipo de historias. Así que, ¿les gusta gustando cómo está yendo? Estoy intentando que no vaya al punto como en la versión anterior.

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