09. Flor del infierno

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Jungkook había experimentado una notable mejoría con el paso de los días; las profundas heridas que habían marcado su piel comenzaban a sanar con sorprendente rapidez.

Sin embargo, para Taehyung, esa recuperación no era suficiente para disipar la preocupación que sentía.

Aprovechando el optimismo que traía consigo la mejoría de Jungkook, Taehyung le propuso dar un paseo por el pueblo. Al principio, el pelinegro se mostró reacio, negándose con una timidez que no podía ocultar. Aunque trató de disimular su nerviosismo, Taehyung percibió la ansiedad reflejada en sus ojos.

Fue Jimin quien, con su habitual amabilidad, le ofreció un té de hierbas que, milagrosamente, logró relajar a Jungkook casi al instante. Sin embargo, a pesar de esa calma momentánea, Taehyung sabía que las sombras de lo ocurrido aún danzaban en la mente de su amigo.

La falta de confianza que sentía Jungkook para abrirse y compartir sus pensamientos entristecía profundamente a Taehyung. En su corazón, deseaba poder ser el refugio donde Jungkook encontrara consuelo y seguridad siempre.

<<¿Podré lograrlo algún día?>>

Volviendo al presente, con el corazón rebosante de felicidad, observó a su lado cómo Jungkook se adentraba en un mundo que antes le resultaba tan ajeno. No obstante, había un obstáculo en su camino: la comunicación con Jimin se había convertido en una tarea compleja. Jungkook, con su naturaleza reservada, se rehusaba a abrirse a extraños; prefería aferrarse al brazo de Taehyung, buscando en él la seguridad que tanto necesitaba.

Era un caprichoso, Taehyung lo sabía de sobra, y en el fondo, muy secretamente, le encantaba que Jungkook fuese así. Desde pequeños, habían compartido momentos que fortalecieron su lazo. Jungkook siempre había tenido una predilección por la atención, especialmente aquella que solo Taehyung podía ofrecerle.

El castaño recordaba con nostalgia aquellos momentos en los que, tras una caída -aunque fuera solo un pequeño raspón en su piel-, el pequeño Jungkook se desbordaba en lágrimas. Sus ojos brillaban con desconsuelo mientras elevaba sus pequeños brazos hacia su cuidador, como si suplicara ser rescatado de su dolor. En esos instantes, cuando Taehyung lo recogía en sus brazos y lo abrazaba con una suavidad que prometía protección, el mundo exterior se desvanecía por completo.

Todo lo que importaba eran ellos dos, envueltos en un cálido refugio de amor y seguridad. La tristeza se disipaba, y la risa de Jungkook llenaba el aire, convirtiendo las lágrimas en sonrisas. Era un vínculo tan puro e inquebrantable que hacía que incluso los días más grises brillaran con luz propia.

En esos abrazos, Taehyung sabía que podía ser el héroe de Jungkook y eso le llenaba el alma.

Volviendo al presente, mientras observaba a Jungkook parado bajo la luz del sol radiante, atrapado en el aroma de una flor que unos mercaderes ofrecían, no pudo evitar sonreír con nostalgia. Era evidente que había cambiado; su mirada ahora contenía una profundidad que antes no tenía y su complexión física era la de todo un joven. Pero Taehyung tampoco era el mismo; había crecido y aprendido de las experiencias.

A veces se preguntaba qué pensamientos cruzaban la mente de Jungkook en esos momentos de calma. ¿Qué creía de él? ¿Qué sentía? Esa curiosidad lo consumía y le hacía desear poder leer su corazón como si fuera un libro abierto.

Sacudió la cabeza para despejar esos pensamientos y decidió acercarse al pelinegro.

-¿Qué tienes ahí? -preguntó Taehyung con una sonrisa suave, señalando la flor que Jungkook sostenía entre sus dedos.

Jungkook levantó la vista y sonrió tímidamente, como si esa simple interacción fuera todo lo que necesitaba para iluminar su día. La conexión entre ellos era palpable; un hilo invisible que los mantenía unidos a pesar de los cambios y las dificultades.

-Es hermosa, ¿no crees?

Taehyung asintió suavemente, sus ojos fijos en la cara de Jungkook.

-Oh, ¡qué buena elección! -exclamó el mercader, un gnomo de sombrero puntiagudo y barba blanca, mientras se acercaba con una sonrisa amplia-. Esta se llama Lycoris radiata, aunque en Aetherwyn preferimos llamarla "flor del infierno". Un nombre bastante fuerte, ¿verdad? -Taehyung y Jungkook asintieron al unísono-. Según la leyenda, esta flor simboliza la transición hacia una nueva vida; se dice que las almas recorren el camino del infierno adornado con estas flores, lo que les permite observar por última vez su vida pasada.

-Gau. -Jungkook abrió los ojos inmensamente.

Taehyung ocultó una sonrisa detrás de su mano, Jungkook era lo más adorable que había visto nunca.

-La llevaremos entonces -dijo Taehyung, confiado.

El gnomo sonrió aún más al escuchar esas palabras y extendió su mano para recibir tres monedas plateadas que Taehyung le ofrecía.

-Sin embargo, hay una creencia muy popular que dice que la pareja que compra esta flor juntos, disfrutará de una relación próspera y duradera. Tal vez sea cosa del destino que ustedes dos la lleven.

Jungkook se sonrojó intensamente, mientras Taehyung se movía incómodo en su lugar.

-N-nosotros no somos... -Intentó excusarse Jungkook, recordando lo que había pasado la noche anterior: ese cálido abrazo que todavía electrizaba su piel.

-¡Gracias por la flor! -interrumpió Taehyung rápidamente, comenzando a alejarse del puesto con prisa-. Vamos, Jungkook.

-Sí... -susurró el pelinegro mientras se apresuraba a seguirlo, todavía observando la flor con una pequeña sonrisa en sus labios.

Taehyung lo miró, curioso.

-¿Tanto te gusta?

Jungkook lo contempló por un instante antes de volver su atención a la flor.

-Huele a nuestro hogar, al bosque... Y el significado me pareció hermoso -murmuró en voz baja.

Taehyung se detuvo un momento y Jungkook hizo lo mismo, mirándolo con interrogación.

-Entonces vendremos todos los días y compraremos muchas más -le hizo saber con determinación.

-Pero el vendedor cree que somos pareja... -murmuró Jungkook, un poco nervioso.

-¿Y qué importa lo que piensen los demás? Tú y yo sabemos lo que somos y lo que sentimos el uno por el otro.

-¿S-sentir? -preguntó Jungkook, casi ahogándose con sus propias palabras.

Taehyung acortó la distancia entre ellos. Mientras Jungkook se sonrojaba aún más, Taehyung tomó delicadamente la flor entre sus dedos y la colocó detrás de su oreja. Luego acarició su mejilla con suavidad y sonrió de una manera que hizo latir más rápido el corazón de Jungkook.

-Vamos, Jimin nos espera y ya es tarde.

Con esas palabras, Taehyung se dio vuelta y comenzó a caminar entre la multitud. Jungkook lo observó alejarse, todavía embobado por el gesto. Tocándose la mejilla donde había sentido la caricia, sonrió sin gracia alguna.

-Por un momento pensé que me diría que me amaba...

En su corazón se abría un vacío del tamaño de un abismo. ¿Cómo podría ser posible? Para Taehyung él solo era el niño al que debía proteger; el vampiro que le habían confiado para controlar y evitar que causara más daño.

-¡Jungkook, ven aquí! -gritó Taehyung desde lo lejos, agitando su mano.

¿Cómo podría un ser tan puro como él amar a una bestia?

-S-sí, ¡ya voy!

Jungkook se apresuró a alcanzarlo mientras la pequeña flor caía al suelo sin ser notada.

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-¿Compraste todo lo que te pedí? -preguntó Jimin, observando a Taehyung con una mezcla de curiosidad y expectativa, justo después de que terminaron de almorzar.

El castaño asintió con confianza, casi con un aire de orgullo, mientras señalaba la bolsa repleta de objetos a su lado en el suelo. Estaba claro que había puesto empeño en la búsqueda.

-Solo faltó una cosa -dijo Taehyung, su voz resonando con un ligero tono de frustración-. A pesar de que Jungkook y yo recorrimos todos los puestos, no logramos encontrarlo. Pasamos más tiempo del que imaginé buscando entre las multitudes.

Jungkook, que había estado escuchando atentamente, asentía con seriedad para apoyar lo que decía su amigo. Su mirada reflejaba preocupación.

-¿Las 3 gotas de sangre humana? -preguntó Jimin, frunciendo el ceño mientras intentaba recordar si había mencionado ese detalle antes.

-Sí, eso -respondió Taehyung, su expresión tornándose más grave-. Era crucial para el hechizo, pero no tuvimos suerte. La verdad es que me siento frustrado por no haberlo conseguido.

Jungkook miró a Taehyung con una mezcla de preocupación y determinación.

-Lo anoté para que no se me olvidara -dijo Jimin, pero luego añadió con un tono más serio-: Sin embargo, quien me lo dará serás tú, Taehyung.

-¿Yo? -repitió Taehyung con un toque de incredulidad en su voz.

De repente, Jungkook interrumpió, mirando con recelo a Jimin como si estuviera protegiendo a Taehyung de una decisión peligrosa.

-No. Taehyung todavía está débil por la pelea y su herida no ha terminado de sanar -aclaró Jungkook, apretando los puños en un gesto de frustración y preocupación palpable-. No puedes simplemente sacarle sangre como si nada.

Taehyung se sintió impulsado a defender su posición.

-Tranquilo, Jungkook. Ya me siento mejor -respondió con firmeza, ignorando la preocupación en la voz de su amigo como si fuera un murmullo lejano-. No voy a dejar que eso nos detenga.

-Pero Tae, no deberías -insistió Jungkook con un tono casi suplicante, sus ojos reflejando angustia mientras se acercaba un poco más a él-. No entiendo por qué estás dispuesto a arriesgarte tanto. Tu salud es importante para mí.

La determinación en Taehyung se intensificó y su voz se volvió más autoritaria.

-Mi salud no importa en este momento -su tono decisivo cortando el aire como un cuchillo afilado-. Necesitamos ese hechizo de protección para ambos... Sin él estamos vulnerables y eso no puedo permitirlo.

Jungkook sintió cómo el miedo se apoderaba de él al escuchar esas palabras.

-¡A mí sí me importas! -exclamó lleno de impotencia mientras veía cómo Jimin y Taehyung comenzaban a levantarse de la mesa-. ¿Cómo vas a sacrificarte por mí? No vale la pena... No quiero perderte por algo tan arriesgado, Tae.

Taehyung dio un paso más hacia él, su mirada firme y directa, dispuesta a transmitirle seguridad.

-Jungkook -habló con calma, pero seguía resaltando la autoridad inquebrantable-. Ya hemos tenido esta conversación antes. Eres especial para mí y quiero lo mejor para los dos. Necesito que entiendas eso.

Taehyung se volvió hacia Jimin con una resolución renovada en sus ojos.

-Vamos, Jimin. Comencemos de una vez -declaró Taehyung sin dudarlo ni un segundo más; su voz era clara y decidida como nunca antes.

-¡Tae...! -exclamó Jungkook, incapaz de ocultar la angustia mientras ellos se alejaban sin mirar atrás.

Taehyung no se detuvo; tenía claro lo que debía hacer y estaba decidido a seguir adelante sin importar las consecuencias.

-Jungkook. -De improvisto, Jimin se volteó y lo miró-. Necesito que estés presente. Esto es crucial para nosotros. No quiero que sientas que estás excluido; somos un equipo en todo momento.

Jungkook buscó los ojos de Taehyung, la determinación en ellos era irrevocable.

Taehyung sabía que estaba haciendo lo correcto y estaba dispuesto a enfrentarse a cualquier obstáculo por el bienestar de ambos.

Jungkook sintió una punzada en el pecho, un nudo en la garganta que amenazaba con desbordar sus emociones. ¿Hasta cuándo Taehyung iba a arriesgar su vida por él? La frustración se acumulaba en su interior como un volcán a punto de estallar.

-De acuerdo, pero más te vale que todo salga bien, Jimin. -Su mirada se endureció-. Porque si algo sale mal, no dudaré en hacerte pagar.

Jimin soltó una risa despreocupada, como si la advertencia no tuviera peso alguno.

-Entendido, entendido. -El tono juguetón desapareció y su rostro se tornó serio-. ¿Están listos para esto?

-Sí -respondieron Jungkook y Taehyung al unísono, alineándose a cada lado del hechicero, preparados para lo que venía.

Con determinación, Jimin levantó la mano. En su palma brilló una esfera de un dorado resplandor que parecía contener todo el poder del sol. Sin dudarlo, la lanzó hacia adelante. Al impactar, la esfera estalló en un torbellino de luz y humo, envolviendo la habitación en un manto de magia.

Cuando el humo se disipó, los tres se encontraron en un sótano vasto y misterioso. Una cúpula transparente por techo, paredes llenas de runas y estantes repletos de libros antiguos rodeaban el lugar, mientras pequeñas hadas revoloteaban llevando frascos brillantes. En el centro, un elfo de aspecto sabio estaba sentado ante una mesa desbordante de experimentos fascinantes.

-Bienvenidos a mi laboratorio mágico -anunció Jimin con orgullo-. Permítanme presentarles a mi mano derecha: el gran elfo Caelumir.

Caelumir levantó la vista y sonrió, su semblante chispeaba con inteligencia y curiosidad.

-He estado esperando para conocerlos, Taehyung y Jungkook.

-¿Por qué sabe nuestros nombres? -Cuchicheó Jungkook en el oído de Taehyung.

Caelumir pareció escucharlo porque se detuvo frente a él, Jungkook tragó con evidente nerviosismo.

-Te pareces mucho a ella. Es una pena que no esté entre nosotros, sé que ella haría este hechizo a la perfección.

Antes de que Jungkook pudiera preguntar quién era ella y por qué le soltaba eso de repente, el elfo sacó una varita y la ondeó en el aire.

-Es hora de empezar.

Al instante un libro de cuero marrón vino volando hasta ellos. Las páginas pasaron una tras otra, hasta llegar a una en especial. Las letras allí escritas fueron irreconciliables para Taehyung.

-¿Qué dice?

-Ahí se encuentra el hechizo de protección -le explicó Jimin y le cedió la bolsa con los ingredientes a un grupo de hadas ayudantes-. Caelumir nos ayudará. Él tiene más experiencia que yo.

Jungkook de inmediato se pegó a Taehyung y lo encaró.

-Tae, ¿estás seguro de esto? -preguntó más que agobiado mientras observaba al elfo prepararse para el ritual.

-Por supuesto -aseguró Taehyung con una sonrisa confiada-. Es solo sangre y es por una buena causa.

Caelumir se acercó a Taehyung, una mirada seria y prudente apropiándose de él.

-Este hechizo de protección requerirá 3 gotas de sangre de un humano puro; en este caso, Taehyung. -El aludido asintió-. Al hacerlo, se creará un vínculo inquebrantable entre ustedes dos. Si uno de ustedes se encuentra en peligro, el otro sentirá su dolor.

-¿Igual pasaría con la muerte? -La pregunta de Jungkook desestabilizó a Taehyung.

-Exacto -afirmó el elfo-. Si uno muere, el otro lo hará de inmediato. Son dos cuerpos y una sola alma. Así que manténgase juntos por siempre.

Taehyung reparó a Jungkook con determinación, su corazón palpitando con la idea de estar atados por la eternidad. Se volvió hacia él y sonrió, sus ojos brindándole confianza.

-No me importa estar atado a ti para siempre, ni compartir mi alma contigo. Incluso una eternidad me sabe a poco si tú estás a mi lado. Seamos uno, Jungkook.

Jungkook, con lágrimas no derramadas en los ojos, estuvo seguro de que su amor por Taehyung jamás se esfumaría. Se acercó y tomó su mano cálida, fijando su mirada en él.

-Yo tampoco -respondió Jungkook, sus palabras llenas de sinceridad-. Seamos uno, Tae.

Caelumir preparó los instrumentos en la mesa: frascos brillantes con líquidos y hojas dentro y un pequeño cuchillo ceremonial. Taehyung se acercó y tomó asiento en una silla frente al elfo.

-Cuando esté listo, solo tienes que relajarte y dejar que la magia fluya -le dijo el elfo. Taehyung asintió y Caelumir hizo un pequeño corte en la palma de Taehyung. La sangre al momento fluyó y Caelumir dejó caer las 3 gotas en una copa dorada cubierta de jeroglíficos, los que se iluminaron cuando las hadas empezaron a verter los demás ingredientes.

Taehyung no hizo más que cerrar los ojos y respirar hondo. Jungkook lo observaba con ansiedad; sin embargo, a medida que la sangre caía en el frasco, comenzó a marearse. Su visión se nubló ligeramente y sintió un extraño tirón en su interior.

-Jungkook... ¿estás bien? -preguntó Taehyung con preocupación al notar pequeñas venas sobresalir de su rostro.

Pero Jungkook no podía responder. Sus colmillos comenzaron a asomarse lentamente y sus ojos se tornaron de un negro profundo e inquietante. La habitación giraba a su alrededor y sintió una conexión intensa con Taehyung que lo abrumaba, como si sintiera toda su tristeza y preocupación del momento.

De repente todo estaba distorsionado, estaba perdiendo el control de sí mismo.

Rojo, rojo, sangre, Taehyung...

-¡Jungkook! -gritó Taehyung mientras se levantaba rápidamente para acercarse a él.

Jungkook retrocedió involuntariamente, luchando por mantener su autocontrol. El aire a su alrededor se volvió denso y electrizante; podía sentir la energía del hechizo creciendo entre ellos como una tormenta inminente.

-No... no puedo... ¡debo irme! -exclamó Jungkook mientras retrocedía, buscando escapar del peso del vínculo que se formaba entre ellos.

Caelumir observaba con ojos llenos de sabiduría y alarma. Jimin se mantuvo impasible en su lugar.

-El hechizo está tomando efecto. La conexión ya ha comenzado.

De repente, una explosión de luz dorada estalló en el centro del sótano. Las pequeñas hadas se dispersaron aterrorizadas mientras las paredes del sótano temblaban bajo el poder del hechizo que comenzaba a tomar forma. Caelumir gritó algo inaudible sobre mantener la conexión estable.

En ese momento crítico, un rugido resonó desde las profundidades del sótano: una figura familiar emergió de la oscuridad, sus ojos brillaban con ferocidad y malicia.

-¿Qué... por qué hay otro Jungkook? -Taehyung se sintió completamente perdido al observar a ambos.

-¡Taehyung, ese no es Jungkook! ¡Aléjate! -le gritó Jimin horrorizado.

La figura avanzaba hacia él con una mirada llena de rencor. Era como una versión distorsionada de Jungkook, pero más feroz y sedienta de venganza.

Taehyung se quedó inmóvil, la criatura estaba justo frente a él, lista para atacar. Lo sabía. La figura levantó sus garras y Taehyung se preparó para el impacto, cerrando los ojos con fuerza, pero no sucedía nada.

Al abrirlos, su mundo se desmoronó.

Jungkook yacía ante él, habiendo intentado protegerlo con su propio cuerpo. La figura se disolvió en un humo negro que se introducía rápidamente en su boca.

Con un último esfuerzo, Jungkook extendió su mano débilmente hacia Taehyung mientras todo giraba alrededor de ellos.

-N-no te vayas de mi lado, Tae.

Taehyung lo envolvió en sus brazos.

-Estoy aquí, Jungkook... Aquí estoy, pequeño.

Después la oscuridad los sumió a los dos.

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