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—¡Libertaaad! —pese al grito estridente, el conductor no desvío en ningún momento el volante ni se mostró perturbado ante la hiperactividad de su amante, solo lo vio de reojo un par de veces sonriendo por el simple hecho de tener su compañía; no prestó mucha atención por andar en curvas difíciles cuando el erizo casi le estampaba una revista de los lugares turísticos más famosos de North Zone—. ¿A dónde dijiste que iríamos primero? Espero sea la playa recién inaugurada, tendremos las mejores atenciones por ser miembros VIP y disfrutaremos estas vacaciones. ¡Por Chaos, las necesito tanto!

El chacal centró su atención hacia el erizo cuando alcanzó un semáforo en rojo, endureciendo sus rasgos al tener que arruinar el viaje—. Bueno, yo vengo porque fui ascendido y debo mudarme acá, a ti te traje porque estuviste suplicándome durante días una "escapada", pero sabes que no puedes ausentarte por siempre, ¿qué hay de tu esposo y su familia?

—Tenías que arruinar el momento —gruñó por lo bajo, sentándose de mejor forma en el asiento de copiloto mientras volvían a tomar marcha; Maurice cruzó los brazos y se dedicó a mirar a través de la ventana como iban tomando un camino mucho menos transitado y poco a poco desaparecían de la carretera, perdiéndose en un follaje espeso y peculiar del que si no fuera policía diría es un bosque, pero bien se dio cuenta de que era una base subterránea. Infinite le tuvo la suficiente confianza de contarle su ascenso a rector de esta peculiar base, un centro donde se rumoreaba hacían experimentos ilegales y traficaban a "fenómenos", creaban anomalías y usaban los portales dimensiones sin permiso de la capital.

Por supuesto, el comandante del cuartel encargado de evitar justamente esto tuvo que morderse la lengua y hacerse de la vista gorda. Por el momento, iba a ver qué tan horrible era el sitio y si valía la pena meterse en estos asuntos ajenos, no era de su interés de cualquier forma, no cuando fue el motivo perfecto para escapar de su odiosa monotonía en una casa donde todos, con justa razón, lo odiaban, y un papeleo tedioso y aburrido. Después de más minutos de viaje tomaron un atajo oculto entre dos rocas y un árbol torcido, bajando en un ascensor hasta la parte más honda y siguiendo por un camino que iba iluminándose a cuánto el auto pasaba; terminaron en algo similar a un parqueo cuando el chacal por fin se estacionó, suspirando hondo para girarse hacia el molesto cían.

—De acuerdo, no volveré a tocar el tema de tu familia, solo... recuerda que eres un hombre casado, y yo un supuesto amigo —los ojos verdes se encontraron con los heterocromáticos, fingiendo verlo con simpatía y conformidad cuando en el interior se burlaba, no era un secreto que Zero gustaba de él y le dolía el hecho de verlo casado, pero vamos, ¿él qué podría ofrecerle? Más que salidas, cenas y buenas sesiones en la cama, solo eso, por algo no lo consideraba más que una aventurilla de buen gusto, pero que nunca podría igualar a su esposo; retomó su postura "indignada" y se puso de espaldas, aprovechando que no lo viera para sonreír satisfecho ante el suspiro desganado del otro, eso significaba muchas compras para intentar ponerlo de buen humor, y él realmente había deseado conocer los nuevos centros comerciales del norte—. Bien, lo dejo por la paz. Entonces... ¿estás seguro de que quieres entrar conmigo?

—Obviamente cariño, ¿crees que vine aquí para nada? —canturreó quitándose el cinturón y bajándose del coche, estudiando todo el panorama mientras el azabache seguía en el carro, cuando éste salió ambos caminaron por lo que parecía ser una alcantarilla más que un pasillo, lleno de mugre, mal olor y moho pegarse a cualquier cosa, creando repulsión en el cerúleo al tener que pasar literalmente pegado al hollín—. Puaj, ¿qué se supone es este lugar? ¿un basurero o qué?

—No realmente, es una parte que aún no está arreglada, pronto conocerás el interior, que es por mucho más cómodo —mencionó mirando al suelo más que al frente, tratando de no pisar algún cadáver de una rata o porquería. Rato después llegaron a una enorme puerta de acero, Maurice frunció los labios al notar que no era tan resistente como parecía, un Spin y la destrozaría, pero no dijo nada y en cambio fue tomando notas mentales para un futuro—; llegamos, solo déjame...

En la cámara de reconocimiento parpadeó para la prueba visual y escribió su contraseña personal en el tablero, haciendo que la puerta se abriera fácilmente y dejar al descubierto un amplio centro lleno de maquinaria avanzada, tanques y cápsulas dónde estaban encerradas una gran variedad de fenómenos de la naturaleza; el chacal le pidió esperar ahí mientras iba a presentarse, dándole una tarjeta especial de visitas para evitar escándalos, desapareciendo así de la vista del erizo por una de las puertas mal cerradas. Como el adulto inquieto que es, obviamente giró por sobre sus talones y recorrió las instalaciones lo más discreto posible, evadiendo al personal y a las cámaras en puntos flojos para que no lo molestaran, curioso por ver a tanto experimento inconcluso, otros en vías de inicio, unos desechados, y otros con consciencia propia mover sus grandes y enfermos ojos por los vidrios que eran sus celdas.

—Este lugar definitivamente no es legal... —musitó al encontrarse frente a un gran caimán mutado, conservaba partes de su anatomía normal pero también tenía nuevas de araña, alguien horrible de ver qué no aguantó seguir ahí y avanzó por otro pasillo—, apesta en todos los sentidos... ¿acaso habrá algo o alguien, más o menos sano, entre todos estos sujetos?

Su andar se detuvo frente al último tramo con tres puertas triplemente blindadas en secuencia: Z-01, Z-02 y Z-03; giró hacia los lados para ver si venía alguien o buscar cámaras ocultas, al no ver vigilancia aquí, se estiró lo suficiente hasta escuchar sus huesos tronar y se impulsó hacia atrás, solo para tomar fuerza y girar en bolita hacia adelante, en segundos rebotó sobre las cerraduras y logró romperlas, aterrizando con gracia y sacudirse el polvo que ensucio vagamente sus nudillos—. Meh, demasiado fácil para mi gusto.

Tan pronto habló, la puerta número uno cayó en picada con un ruido sordo que encendió las alarmas, el oficial chasqueó la lengua porque su intento de ser discreto fracasó, ahora probablemente Zero no querría llevarlo a ningún otro lado; sin embargo, pudo darse cuenta de que algo no andaba bien, a tal grado de la alarma el personal ya debería de tenerlo rodeado o por lo menos apuntar con sus armas, pero en cambio a los pocos que vio huían desesperados de algo, y ese algo no era más que un incendio ir en incremento sin un lugar de origen exacto, solo que iba propagándose tan rápido por los incontables químicos que había en el laboratorio; no pudo terminar de formarse más preguntas que respuestas cuando cayó de bruces contra el piso metálico, desorientado por la repentina caída y un dolor creciente en el brazo, notó como éste cargaba con una mordida recién hecha y borbotaba sangre peculiar: no rojiza, sino de un magenta glauco, espesa y tibia, ir ensuciando la manga de su polera. Al levantar la vista se topó con la figura de lo que parecía ser un lobo mezclado con un gato, viéndolo como todo un depredador y él siendo una presa fácil; se levantó velozmente, tomando una posición de pelea frente a un animal sin raciocinio e inteligencia, simplemente dejado llevar por instintos primitivos.

—¿Qué eres, un perro? He visto más bonitos —agregó con sorna, por reflejo esquivando un nuevo ataque por otra bestia, esta vez siendo un conejo con mutación de perro Rottweiler; saltó hacia un lado cercano a una de las válvulas de alcohol, teniendo una reacción explosiva casi inmediata cuando el fuego llegó por mucho más cerca, en su intento de esquivarlo otra mordida le dejó el muslo infectado—, maldición... eso es jugar sucio, pulgosos.

Era lo suficientemente orgulloso para admitir que estaba teniendo complicaciones ante el inesperado cambio de escena, así que no le importó pelear contra mutantes que le sobrellevaban el doble del tamaño conforme se le acababa el oxígeno puro, siendo oprimido por humo mezclado con aromas artificiales y quirúrgicos, y llamas potentes ir rodeándolo como si fuera una gota de agua queriendo ser evaporada. Gracias a su velocidad al final terminó ganando, hubiese celebrado de no sentir el cuerpo terriblemente pesado, era un jodido atleta y oficial entrenado, esa pelea fue tan insignificante que no debió dejarlo tan cansado, no obstante, de un momento a otro cayó de rodillas haciendo el esfuerzo por sostenerse y permanecer consciente, recordando que el dolor más fuerte provenía de aquellas mordidas y se maldijo a sí mismo, quizás y tenía veneno sin cura todavía. Pero en qué gran lío se metió...

Sus piernas flaquearon por hacer el intento de levantarse, mandándolo de una al suelo sin tener más ganas de querer intentarlo y, honestamente, tampoco tenía esa urgencia se supone cualquier persona tendría al estar en medio de un incendio, difícil de explicar pero sentía... qué todo estaría bien, realmente, que no le pasaría nada porque alguien aparecería a protegerlo; bajo esa idea fue cerrando los ojos y esfumando su mente, apenas vislumbrando dos pares de iris esmeralda resplandecer por encima del incendio, mirándolo entre sorprendido y curioso.

—¡MAURICE, MAURICE! —venía gritando desde hace rato, buscando por la infraestructura ya vacía señales de su amante pero sin éxito al encontrarlo, topándose con una silueta de alguien familiar tener dificultades para ponerse de pie, corrió lo más rápido posible para asistirlo, quedando congelado cuando descubrió la verdadera escena—. Tú...

Por supuesto, al chacal se le bajaron los colores y olvidó brevemente la gravedad, perdido en el hecho de que su amor platónico, ahora desmayado, estaba siendo recargado en el hombro de otro erizo; no cualquiera, sino idéntico a él en todos los aspectos físicos, vistiendo un humilde uniforme de enfermero gris y una espada simple ajustada firmemente en su diestra mientras con la libre acomodaba al que bien podría ser su gemelo, detuvo la respiración cuando él lo vio con ojos inquisitivamente peligrosos, temiendo por un momento que le hiciera daño al cobalto si se movía en falso; aunque pudo relajarse un poco al verlo guardar su arma en una funda enrollada en su cintura y cargar en la espalda al erizo, viéndolo nuevamente con señas de asentimiento, dándose la vuelta e ingresar hacia su "habitación"—. Sígueme —pronunció claro y fuerte pese a la humareda que ya empezaba a molestar, el de heterocromía nada objeto y siguió obedientemente al homólogo del peli-azul, tosiendo más fuerte conforme el humo los alcanzaba y rezando porque salieran de esta.

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