Capítulo XVI - Arpa sin canto

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Mi piel no existía. Pude comprobar en ese mismo instante aquellas dudas que yacían dentro de mi, visualizar todo el dolor que tuve en aquel pasillo oscuro desde que me giré y comprender que no podía hacer irreal de lo real.

Al bajar la mirada, pude ver como me encontraba.

Empecé a recordar ciertos momentos con mis padres mientras mantenía mi mirada fija en mi poca piel que me quedaba. Unos momentos que quería vivir allí sola, sin nadie que me molestara, sola para llorar y sentir algo más dentro de mi que no fuese temor y dolor.

Todo estaba en silencio. Umi empezaba a recordar parte de su pasado mientras mantenía una expresión de temor con una mirada dolorosa y fija.

- Umi: ¡Mamá, Papá! ¡Me gustaría montarme en esta atracción, es muy divertida!

- Mamá: Umi cielo, es un poco peligrosa para ti, ¿no crees? ¿quieres que monte también?

- Umi: ¡Siii! ¡Me gusta mucho venir a las atracciones con mamá y papá!

- Papá: ¿Qué es eso que tienes en la nariz? ¡Es helado de chocolate!

- Umi: ¡Ayy! ¡Heladito que rico!

Iba recordando momentos de mi infancia mientras mis lágrimas iban cayendo en mi cuerpo. Sin mover un músculo, y con la mirada fija, sentía como mi cuerpo sangraba en aquel lugar. No podía estar quieta allí más, tenía que ser ahora más fuerte que nunca, levantarme y reaccionar.

- Umi: ¡...!

Mi cuerpo, consumido en el fuego, no tenía apenas piel para protegerse. No pude decir nada, solo pensar y llorar una vez más. Tenía que vagar en la oscuridad y encontrar una salida, era mi única posibilidad.

Campanas de la muerte, anuncian la llegada de una chica humilde y sincera que no merece tal castigo y tan frío amanecer acompañado de cuervos esperando su último aliento. Cristales en sombra, noches en océanos y volcanes, melodía de un arpa sin canto, sin amor a su dueña ni a su destino, canción fúnebre de la parca detrás de su mirada, sentada a su lado en la misma oscuridad que a su vez la misma luz que a ella acompaña a solo unos centímetros de donde se encontraba.

Fijé la mirada en un punto hacia adelante, mareada.

Umi comenzó a caminar, sin fuerzas que le quedasen ni amor que contemplar en su interior, la única razón por la que Umi caminaba era para encontrar un único propósito. Encontrar el camino a casa.

En aquella oscuridad y a una cierta distancia lejana se podía escuchar aquel paso y el caminar significativo de Umi, dejando tras de sí, huella y existencia de su propio camino en el lugar del fin de los sueños e ilusiones, en la nada.

Seguí caminando mientras me apoyaba con mi mano derecha en la pared. Cabizbaja y siendo testigo de mi cansancio, no dudaba en seguir caminando y no descansar pese a mi estado.

De repente, imaginando que no encontraría nada más allí abajo, Umi chocó con algo y dejó de caminar. Al poner sus manos hacia adelante, pudo notar que aquel único camino estaba tapado por una pared.

- Umi: N-no.. no puede ser. E-esto.. no es real.

El pánico estaba entrando en juego al saber que este era el único camino que pudo haber tomado, no había otro. Estaba segura de no haber dejado ninguna salida atrás, de haberlo mirado todo con sus propias manos.

- Umi: N-no puedo más.. voy a.. morir aquí.

Cerré los ojos y sin esperanzas alguna, me senté en aquella parte del pasillo, sin salida, a esperar a que mis últimos latidos llegasen lo más pronto posible. Quería morir, poner fin a mi historia y a mi existencia de aquel mundo que tuvo que presenciar como vagaba por el infierno en la oscuridad de la noche.

Sin nadie a mi lado y con Koemi a unos metros de mí, dormía para soñar esta vez, un bonito final.

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