[18] Un vistazo al pasado, o tal vez dos

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Maratón 2/?

Una semana después.





—¿Y por qué no lo has hecho?

—Por ti.





SooBin chasqueó la lengua y dejó de pulir el arco. Había pasado una semana desde el encuentro con las hadas volcán y una semana desde que habían tenido esa conversación, YeonJun se había sincerado, lo había dicho con total seguridad y libertad, sin titubear.

Había sido una confesión casual, YeonJun luego le había concluido que se había quedado por él, para demostrarle algo que SooBin no logró escuchar pues se había perdido en sus pensamientos y en aquel, "por ti".

No entendía, no comprendía por qué YeonJun hacía tal cosa simplemente por él.

¿Qué quería obtener de él?

Volteó a su lado y YeonJun estaba ahí tecleando algo en su teléfono, frunció el ceño.

Una parte de él quería simplemente dejarlo a expectativa, pero su otra parte estaba atinando a desconfiar.

—¡Hyung, adivine quien fui en mi vida pasada! —los dos alzaron las miradas, SooBin le sonrió a Kai, el castaño brincaba feliz frente a él— ¡Fui uno de esos influersers y tuve una novia y una hija! ¡Y ganaba mucho dinero! —narró aplaudiendo.

—Que lindo, Kai —rió despeinando al menor que le sonrió amable a YeonJun que lo veía extrañado.

—Uh... ¿En dónde puedes ver eso? —preguntó curioso.

—¡Con JeongYeong noona! —dijo aún emocionado.

—¿Quién es? ¿Es nueva? —preguntó SooBin instalándose su arco y flechas para levantarse y seguir al menor, no necesitó decirle nada a YeonJun pues este ya estaba a su lado, luciendo curioso.

—Si, llegó hace unos días, con otra chica también, tal vez no la vio porque llegaron de noche —mecionó pensando que el mayor estaría durmiendo. Pero no, el último lugar que elegiría SooBin para pasar la noche sería su habitación.

Los tres chicos avanzaron y caminaron por unos cuantos pasillos, SooBin no sabía cuándo pero YeonJun había creado una muy amena conversación con Kai sobre eso de las vidas pasadas.

—Yo soy muy joven aún, esta es mi segunda reencarnación, hay personas que pueden tener hasta seis, aunque dicen que hay un límite de reencarnaciones —narró el joven entrando al comedor, SooBin solo iba a su lado callado, él sabía todo eso, por eso, no pudo evitar soltar una risa cuando observó a YeonJun impresionarse de forma exagerada por la palabras de Kai.

Cuando entraron al comedor miraron de inmediato a las dos mujeres nuevas de la agencia, después de todo eran las únicas ahí.

—¡Hola, noonas! —saludó Kai con esa energía de siempre, en definitiva Huening era como un niño— Ellos son SooBin hyung y YeonJun hyung —presentó con una sonrisa.

—¿Cómo sabes mi nombre? —preguntó impresionado YeonJun. Él nunca se había presentado al menor.

¿Acaso es otro poder?

—Oh, es que mi sala de prácticas está bajo donde practican ustedes y siempre escucho como SooBin hyung le grita —dijo casual, recordando todos los gritos furiosos de su hyung.

Hace días SooBin había optado por llamarlo por su nombre, había quitado algunos apodos y ahora era completamente normal escuchar al peliazul gritar su nombre.

Así que no, no era ningún poder.

—Yo soy JeongYeong y ella es Sana, un placer —dijo con una sonrisa la mujer de cabello corto. Era atractiva y su sonrisa les daba tranquilidad.

—YeonJun hyung quiere que le lea su pasado, ¿si, noona? —preguntó sentándose con las mujeres que rieron, no eran los primeros en ir con JeongYeong para que les dijera su pasado y algunos, su futuro.

—¡Eres el arquero! —Sana gritó de repente, asustándolos a todos, SooBin asintió con una pequeña sonrisa sentándose frente a ella— Sabía que había visto tu cara en algún lado —rió peinando su cabello hacia atrás.

SooBin le sonrió una vez más a la mujer y miró a Kai.

—No eres a los primeros que traes, ¿verdad? —preguntó sacándole una risa nerviosa a Kai.

—Tal vez sean los quintos —dijo.

JeongYeong negó con su cabeza.

—Son los décimos —sinceró sacándole una carcajada al peliazul. YeonJun observó con una sonrisa como el hada carcajeaba.

Kai se sintió avergonzado y le ofreció a Sana presentarle todo el lugar. Obviamente Minatosaki no se negó y se fue con el Hawaiano, por lo cual solo estaban en el inmenso comedor, YeonJun, SooBin y JeongYeong.

—¿Eres zurdo o diestro? —preguntó sin tener algún problema en leer el pasado y futuro de los dos chicos frente a ella. Muy pocas hadas tenían ese don, y era comprensible.

—Diestro —contestó entregando su mano a la mujer que la tomó y la miró fijamente. Los dedos de la mujer recorrieron la palma con lentitud, cosa que le causó algo de cosquillas al oficial, rió, más se colocó algo nervioso cuando un dorado empezó a brillar en los ojos de la mujer.

—No tengas miedo, relajate —volteó y miró a SooBin que le había susurrado esas palabras.

Inhaló y exhaló, mirando a la mujer frente a él.

—Esta es tu tercera reencarnación, tu primera vida... Veo mucho amor... Tuviste pocas amistades... No eras sociable —JeongYeong fue hablando, YeonJun escuchando atento— Tenías un amante... Tu amante representaba la llave y tu el candado —dijo fuerte y claro, SooBin dio un respingo en su lugar, él había hecho esa comparación alguna vez, si no mal recuerda— Tu número en esa vida fue el 16... Viviste una vida plena, a un lado de tu amante.

—¿Cómo morí? —preguntó, por muy sanguinario o escalofriante que fuera YeonJun quería saberlo todo.

—Moriste de una enfermedad que se detectó tarde —dijo, JeongYeong pasó su dedo por las demás líneas de su palma, fruncía el ceño en algunas partes, YeonJun la observaba absorto en lo que diría— Tu segunda vida, fue de éxito... Triunfo, lucha... Eras líder... Tuviste enemigos que atentaron contra ti...

—¿Era mafioso? —preguntó con una pequeña risa.

—Dueño de empresa... Tuviste hijos... Dos hijos, un niño... Y una niña... Tu número en esa vida fue el 23... Tu vida estuvo rodeada de girasoles... Falleciste al caer de una escalera, por pérdida de sangre...—JeongYeong dejó de acariciar su mano, y lo observó aún con sus ojos dorados y brillantes— Nunca estuviste sólo.

YeonJun sintió una corriente eléctrica pasar por su columna, las palabras de la mujer estaban llegando a lo más profundo de él.

No podía creer lo que estaba escuchando.

SooBin estaba en silencio, escuchando todo.

—El futuro es algo incierto, no sabemos si algo cambiará, todo depende de tu accionar así que quiero que tengas presente que lo que yo diga puede que no sea lo exacto —aclaró, YeonJun asintió y miró a la mujer en espera de sus palabras— Yo... Veo heridas... Veo dolor... Amor y respeto... —habló. YeonJun asentía a todo, concentrado— Puedo ver incluso una mudanza... Todo esto depende de ti, de las acciones que tomes.

—Es... Wow...—YeonJun no sabía muy bien que decir a la mujer que le sonrió, aún seguía acariciando su mano, ya no se sentía extraño.

JeongYeong frunció el ceño y miró a SooBin.

—Puedes... ¿Darme tu mano? —preguntó recibiendo la mano derecha de SooBin, dejó la del oficial al lado de la del peliazul y observó, empezó a acariciar dos manos por igual, una en cada mano, pasando sus dedos por las líneas de la palma— SooBin... Esta no es tu única vida, tuviste dos vidas antes de esta... No estuviste sólo, siempre... Siempre tuviste a una o tres personas a tu lado, fuiste famoso, fuiste amoroso... Protector... Ustedes nunca estuvieron solos...

—¿Qué quieres decir con eso? —preguntó SooBin con el ceño fruncido, no entendía la razón por la cual la mujer necesitaba de las dos manos. YeonJun ya había sido leído y además, ¿por qué les hablaba a los dos? ¿Por qué los unificaba con su lenguaje?

—Esta no es la primera vida en donde se encuentran —dijo, JeongYeong dio un salto en su lugar cuando SooBin arrancó su mano con fuerza, para llevarla a su pecho, su cara no expresaba más que pánico y confusión— SooBin, uh... Cálmate, ¿si? —le habló algo asustada y apenada por la reacción ajena, no había visto ese tipo de reacciones.

—SooBin, sólo lo está leyendo, no te asustes —YeonJun puso su mano libre en el hombro del hada, el peliazul lo observó unos segundos y miró a la mujer, entregándole con lentitud su mano.

Estaba nervioso, y no sabía por qué.

O tal vez si sabía la razón, pero no quería que ni la más mínima cosa referente a ello pasara por su cabeza.

—¿Qué tipo de relación teníamos? —preguntó aún alarmado. JeongYeong se tomó unos segundos pues aquella reacción le había dejado algo desconcertada.

—En sus dos vidas... Fueron amantes... Esposos.














[...]














SooBin tomó una piedra del suelo y la arrojó lo más lejos que podía, miró la altura en la que estaba, hacia mucho viento y su cabello era nuestra real de ello pues estaba apuntando a distintas direcciones.

Hace dos horas había escapado casi que corriendo del comedor con las palabras de JeongYeong.

¿Dos vidas? ¿Esposos? ¿Hijos?

—Debe ser mentira —murmuró tomando asiento en una de las cajas olvidadas del lugar, aún no lo asimilaba y le resultaba muy incómodo procesarlo.

Está bien. Podía creer que no era su primera vida, pero no podía creer el que haya formado un matrimonio y familia con...

—Oye, estuve diez minutos esperando en la sala de prácticas —YeonJun se sentó a su lado y suspiró.

—Puedes ir a casa —murmuró mirando el paisaje, se podía visualizar la masa de árboles y luego edificio de distintos tamaños. Estaba consciente de que aquello de los matrimonios y los dos hijos era algo del pasado, siquiera lo recordaba, no tenía por qué alterarse, ya lo había vivido y no podía hacer nada.

Pero lo que le tenía bufando y frunciendo el ceño cada vez era el hecho de que siempre había sido YeonJun, en su primera, segunda, y ahora tercera vida.

¿No podía ser otra persona? O, aunque sea, ¿un ser elemental?

No podía sacarse de la cabeza que, de cierta forma, YeonJun era su destino.

YeonJun era su acompañante.

—¿Aún piensas en lo que dijo noona? —preguntó YeonJun mirando el perfil del peliazul que subió sus hombros— Oh vamos, fue genial, hasta nos dijo como morimos, a mi me gustó mucho. Tomalo con calma, igual eso ya pasó.

—¿Qué parte de que tú y yo tuvimos hijos no escuchaste? —preguntó de vuelta, impresionado por la calma del otro. Él, como ser elemental creía mucho en las reencarnaciones, futuro, predicciones, y en destino, tal vez YeonJun como humano no y por eso, su reacción.

—Genial, alguno de los dos tuvo que ser mujer, ¿no? ¿y cómo los llamaríamos? Yo soy un experto poniendo nombres, mi hijo se llamaría Yeon-ye —dijo con una sonrisa.

—Es tu apodo, se escucha feo —sinceró— Es como si le pusiera a mi hija SooSoo, es completamente ridículo —rodó los ojos.

YeonJun carcajeó y lo observó.

—Es decir que tu apodo es SooSoo, ¡qué ternura! —dijo pasando inconscientemente uno de sus brazos por los hombros del hada que frunció el ceño.

—No, no es ese, sólo un ejemplo —habló mirando al frente, no le diría nada por su brazo en sus hombros.

No aún.

—Pues admitamos que el mío es mejor —dijo sacándole de nuevo una carcajada a SooBin.

¿Por qué de repente sentía ganas de reír por el sonido de su risa?

—Es horrible, YeonJun, pobre de tu hijo. El niño deberá trabajar duro para cambiar su nombre —dijo aún con atisbos de la risa en él.

—SooBin...

—¿Uh?

—¿Puedes cerrar los ojos un momento? —preguntó en un murmullo, el peliazul dudó pero decidió dejarse llevar y cerró sus ojos, su sentido auditivo estaba más activo que nunca, escuchó la respiración de YeonJun y sus latidos.

¿Por qué estaban acelerados?

—Ríes muy lindo, nunca dejes de hacerlo —sus cejas se elevaron con las palabras del oficial, y su cuerpo se tensó cuando recibió el tacto de unos labios a un costado de sus labios, en sus comisuras, abrió los ojos de inmediato y observó la cercanía que tenían, YeonJun se separó y suspiró— No me mates, por favor —pidió en un tono gracioso, SooBin se levantó y desvió la mirada.

—Creo que... Ya es algo tarde, puedes ir a casa —dijo mirando un punto nulo, YeonJun se despidió de él como siempre y salió de ahí, no fue hasta que YeonJun cerró la puerta que SooBin botó el aire retenido.

¿Por qué no estaba molesto?

¿Por qué tenía ganas de sonreír?

—¿Por qué me haces esto? —preguntó mirando la cabellera del oficial irse de la agencia, al día siguiente lo vería y en definitiva no quería hablar nada de lo ocurrido hace unos minutos.

No hasta que no sepa los motivos por los cuales se siente renovado luego de la cercanía.




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