[19] Segundo ataque: Sorpresa

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Maratón 3/?















YeonJun cerró la puerta de su apartamento a sus espaldas y caminó aburrido por el pasillo, aún no debía ir a la agencia así que aprovecharía de salir a comprar lo que faltaba en su alacena, tenía una sudadera dos tallas más grandes y sus inseparables jeans negros. Estaban algo decolorados pero para ir al mini market estaba bien.

Salió del edificio y caminó con lentitud, gozando de la brisa mientras repasaba la lista mental.

—Buenos días —saludó a la empleada que estaba en la puerta y pasó, ahora si, empezó a murmurar lo que necesitaba. Tomó una cesta y entró al primer pasillo— Salsa de tomate... Mayonesa —dijo, dejando ambas salsas en su cesta. Pasó al pasillo de los cereales y tomó los de chocolate, soltó un sonido impresionado por ver unos de fresa que no había visto antes.

Vivía solo y no tenía una responsabilidad monetaria con nadie así que....

—Dos de estos no estarían mal —dijo tomando las dos cajas de cereal con sabor a fresa.

Siguió caminando para encontrar la leche, estaba todo en silencio, o eso fue hasta que una de las cajas de cereal cayó e hizo un sonido fuerte.

Dio un salto en su lugar y se inclinó a recoger la caja, más el suelo empezó a temblar haciéndolo caer de rodillas.

—¡Está temblando! —dijo, lo obvio, una mujer corriendo hacia la salida con sus hijos en manos, YeonJun se levantó y también trotó a la salida, había dejado la cesta en el olvido.

Salió del establecimiento y miró a los lados, había dejado de temblar.

Eso había sido extraño.

—¡Todos, alejense de aquí! ¡Esas cosas están atacando! —YeonJun miró al hombre gritar y señalar con terror a sus espaldas, el oficial empezó a correr en esa dirección, se escuchaban alarmas de autos, gritos de gente aterrorizada.

Corrió y ladeó la calle, ahí, habían seres elementales, pudo reconocer uno de fuego aventando una flama que, justamente cayó sobre una sombrilla de un café.

Estaban destruyendo la ciudad.

Miró a la policía llegar con rapidez, se acercó a uno de ellos y pidió un arma, obviamente mostró su placa de oficial.

—Tenemos órdenes de asesinarlos —indicó el hombre que le había entregado dos de sus armas. YeonJun asintió y apuntó al frente, no dudó en disparar cuando uno de los seres se atravesó en su campo de visión.

Una mujer, alta y de cabello liso lo observó con molestia, YeonJun volvió a disparar directo a su hombro.

Y eso, la enfureció.

El pelinegro empezó a correr en dirección a un callejón, esquivando las lianas que le arrojaba la mujer de vez en cuando, era un ser de tierra.

YeonJun volteó y disparó al estómago, soltó un jadeo cuando la mujer simplemente gruñó y lo tacleó, despojándolo del arma.

El pelinegro subió ambas manos y desvió el disparo que iba directo a su frente. Les dio la vuelta y logró quitarle el arma a la mujer, recargó y disparó directo a la garganta, deteniendo cualquier tipo de movimiento de la mujer.

—Mierda, mierda —YeonJun se levantó y salió del callejón, miró a los lados, antes de salir.

Se agachó y empezó a andar tras los autos.

—¡Ayuda, señor! —volteó al llamado, un niño estaba tras un carro, asustado, agachado en un auto. YeonJun le indicó al pequeño que hiciera silencio y empezó a avanzar.

El niño gritó del susto cuando los vidrios de uno de los autos sentados estalló.

—¿¡Dónde está la princesa!? —YeonJun cayó de espaldas al suelo al ser tacleado por un robusto hombre que parecía demasiado furioso. El pelinegro frunció el ceño y, sin mediar palabras con él le brindó un puñetazo, pateó el abdomen del hombre y corrió con todas sus fuerzas a donde el niño, lo tomó en brazos y corrió a uno de los locales en donde había gente encerrada— ¡Ven acá! —el mismo hombre de antes gruñó persiguiéndolos, YeonJun usó su mano derecha y volteó para disparar. Más su tino fue malo, sólo le dio en el brazo.

—¡Dejenlo entrar! —gritó tocando el vidrio, la gente estaba asustada y no querían abrir. YeonJun chasqueó la lengua y corrió a otro establecimiento en donde, de inmediato le abrieron la puerta al pequeño.

YeonJun volteó y apuntó al mismo hombre que lo estaba persiguiendo, su espalda estaba pegada a un árbol, tomó un respiro y, antes de volver a disparar, una flecha atravesó el pecho del robusto ser que, sin más gruñidos, cayó al suelo.

—¿Qué...¡Mierda! —YeonJun soltó el grito de su vida cuando fue alzado y dejado sobre el árbol, ahí pudo divisar la expresión de SooBin— ¿Qué haces aquí? —preguntó respirando erráticamente.

—Eso debería preguntar yo —dijo el peliazul mirando a los lados, SooBin apenas estaba llegando. Estaban bajo ataque de seres japoneses y la orden de Momo y Nayeon habían sido de asesinar a los que se encontraran— La policía debería irse, eso ocasionaría más muertes si no tienen el entrenamiento —habló mientras miraba al oficial que suspiró alzando sus hombros, sin nada que decir— Voy a ba-...

—Voy contigo —YeonJun siquiera lo dejó terminar, ya el humano estaba bajando por el árbol, SooBin rodó los ojos y bajó igualmente.

Los dos empezaron a correr, o eso fue hasta que una mujer con piel grisácea y una cabellera lacia que le cubría parte del rostro apareciera frente a ellos.

Como al inicio, el suelo bajo ellos empezó a temblar, SooBin lanzó una flecha directo a la mujer pero esta atrapó la misma en el aire y la devolvió con una fuerza increíble, el peliazul logró esquivarla.

YeonJun disparó tres veces seguidas, pero la rápidez de la mujer era increíble, ni una de sus balas impactó en ella.

—Alejate, ve a otro lado —dijo el peliazul entregándole su arco y flechas, sacó un puñal de su bota y miró fijamente a la mujer que, como lo había notado era un ser de tierra medieval.

Un ser de tierra medieval se les llamaba a aquellos seres que no se habían adaptado al cambio del mundo, es decir, que seguían con la mentalidad antigua y se comportaban como años, pero muchos años, atrás. Una de las ventajas de estos seres era el hecho de que estaban más unidos a la tierra y sus poderes, lo que los hace más peligrosos y rápidos.

La mujer se inclinó y le sonrió, mostrando sus manos, que, gracias a su cabello, no se veían.

—Trata de dispararle —ordenó SooBin corriendo en dirección a la mujer que soltó un chillido horrible antes de empezar una pelea cuerpo a cuerpo con SooBin, YeonJun no pudo siquiera preparar el arco pues otro muchacho empezó a atacarlo con chorros de agua.

SooBin pateó la quijada de la mujer y clavó el puñal en su brazo, su rival no se quedó atrás e hizo uso de sus uñas, encajándolas en su brazo igual.

El peliazul hizo un gesto de dolor y sacó el puñal antes de adentrarlo en su abdomen, SooBin esquivó otra de las garras de la mujer que iba directo a su cara.

Empujó a la pelinegra y se inclinó cuando esta hizo ademán de taclearlo.

SooBin frunció el ceño al no tener respuesta de YeonJun, volteó y lo encontró peleando con un muchachos de cabello celeste.

Volteó de nuevo a su contrincante y soltó un alarido de dolor cuando las uñas de la mujer se encajaron en su abdomen.

Subió la mirada, sus ojos se encontraron, la mujer lo veía con burla y decía palabras en un idioma que no comprendía.

SooBin la miró fijamente hasta que sus ojos se volvieron de ese azul hipnotizante y, de uno de sus cristales salió un ventarrón que mandó a la mujer a metros de él, impactando de un auto, el peliazul corrió y se impulsó de un pequeño muro en el suelo y cayó en el auto. No tuvo algún tipo de cuidado y estampó su pié en el abdomen de la mujer que encajó sus uñas en su pierna, lo último que pudo hacer, pues el peliazul enterró su arma en su pecho.

—Lo siento —dijo antes de ir a rescatar a YeonJun, iba perdiendo contra el de cabello celeste, había sido una suerte que no haya muerto aún.

Aunque pensó mal pues alzó sus cejas impresionado cuando una flecha se incrustó en el pecho del muchacho que, a pesar de que no estaba muerto, estaba mal herido.

—¿¡Estás bien!? —dio un salto en su lugar cuando YeonJun gritó esas palabras, su mirada era preocupada pues estaba sangrando por varias zonas. Asintió y lo jaló por varios callejones que no estaban siendo utilizados para el ataque, había demasiados seres elementales.

SooBin soltó un suspiro y tomó una espada de su espalda, miró a YeonJun.

—Deberías ir a casa —dijo el peliazul, estaban parados en plena calle. Tras YeonJun había un árbol, el susodicho iba a reclamar, ¡lo estaba haciendo bien! Podía quedarse un rato más.

Pero no pudo decir nada pues pudo divisar a una chica apuntando cuidadosamente desde un árbol a SooBin.

—¡Cuidado! —dijo jalando al peliazul por la cintura, dio unos cuantos pasos con rapidez y los ocultó tras el árbol, la chica había disparado, una bomba que empezó a esparcir humo.

YeonJun fijó su vista en SooBin, el peliazul estaba frente a él, mirándolo. Aún estaban pegados, la espalda de YeonJun en el árbol, con sus manos en la cintura del peliazul.

—Puedes soltarme —dijo el peliazul atento a sus laterales, había humo a su alrededor, YeonJun apenas y podía ver bien la cara del hada— Dije que podías soltarme —repitió dando un paso hacia atrás. Guardó su espada de nuevo y le arrebató el arco y flechas a YeonJun.

YeonJun quitó sus manos de la cintura ajena y miró a los lados, aunque no sirvió mucho pues la nube que los tenía atrapados no le dejaba ver nada.

SooBin estaba haciendo uso de su sentido auditivo, cerca de ellos, no se escuchaba nada, había demasiado silencio a sus alrededores y eso le perturbaba.

Escuchó una bota ser golpeada contra el piso, alzó su arco y disparó a la dirección en donde el ruido se había más cercano a ellos.

—Debes ir a casa —dijo preparando otra flecha. YeonJun suspiró y miró a los lados, frunció el ceño cuando divisó un punto rojo en la cabellera del peliazul.

Entendió de inmediato y alejó de nuevo al peliazul de ahí, obligándolo a quedar entre su cuerpo y el árbol.

—¿¡Qué haces!? —preguntó molesto sintiendo alivio cuando la bruma empezó a desaparecer, dándoles más visión.

YeonJun abrió la boca para dar explicaciones, pero sólo salió un alarido de dolor. SooBin no dudó ni dos segundos en lanzar su flecha al mismo punto en donde había venido un cuchillo.

—Empieza a correr —dijo tomándolo de su mano derecha para jalarlo a correr fuera de ahí, YeonJun simplemente estaba soltando sonidos adoloridos, su brazo sangraba a borbotones.

SooBin detuvo su correr cuando observó a BeomGyu.

—¡Ahí está! —gritó el chico de vestimentas blancas a un grupo de hombres y mujeres, seres elementales armados, el peliazul retrocedió unos pasos pero estaba acorralado, una mujer lo empujó por la espalda, YeonJun jadeó de dolor por el movimiento.

—No se te ocurra moverte, YeonJun —dijo entre dientes el peliazul antes de dar una certera patada hacia atrás a la mujer que no dudó en clavar una flecha en su muslo, SooBin tomó impulso y les dio la vuelta, estaba sobre la mujer, sacó su flecha de su muslo y sin piedad alguna la encajó en su cráneo.

YeonJun, impactado por lo que acababa de ver, retrocedió unos pasos, la mirada de SooBin era azul, brillante, amenazadora.

Los mismos hombres y mujeres, que en su totalidad eran seis empezaron a atacar al peliazul que sin dudas, y con su mayor agilidad y esfuerzo empezó a defenderse, siendo herido en el proceso claro está.

—¡Falta uno! —gritó contando a los tres hombres que quedaban, los cuerpos de los demás estaban en el suelo, SooBin se distrajo y recibió un puñetazo.

YeonJun chasqueó la lengua y tomó el mango del cuchillo, tomó tres respiraciones y lo sacó, soltando un alarido de dolor.

—Pobre de ti —volteó a la voz masculina, el hombre que faltaba tenía sus manos en el suelo, sonriendo de una forma amable.

—¡YeonJun, alejate de él! —escuchó el grito, estaba mareado, había perdido mucha sangre.

El mismo hombre no le dio tiempo a reaccionar pues ya había creado una especie de hueco en el suelo, los autos se voltearon, algunos postes cayeron, causando ruidos estridentes.

Pero lo más importante y lo único que notó SooBin fue la caída de YeonJun por dicho hueco.

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