[20] Egoísta

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Maratón 4/4.












SooBin sintió unas manos ahorcándolo, forcejeó unos momentos hasta que logró zafarse del agarre, estampó su puño contra la cara de la mujer y retrocedió, BeomGyu tomó su ballesta y lo apuntó.

El peliazul quedó estático, mirando fijamente al castaño que le sonrió.

—No te voy a disparar —dijo acercándose al peliazul que frunció el ceño— Ve a buscar al humano —le ordenó, SooBin retrocedió y miró rápidamente a sus espaldas.

—No confío en ti —sinceró con el ceño fruncido. BeomGyu carcajeó.

—Deberías hacerlo —opinó dejando la ballesta en el suelo, alzó sus manos y le sonrió.

—¿Por qué los japoneses vinieron? —preguntó llevando su mano trasera con lentitud a su espalda. BeomGyu alzó sus hombros.

—No lo sé, yo solo trabajo para ellos —SooBin frunció el ceño.

En un movimiento rápido los dos sacaron pistolas, apuntándose uno al otro.

—¿Por qué debería confiar en ti? —preguntó cargando el arma, disparó, rozando intencionalmente la oreja del otro que empezó a retroceder.

—Hay muchas razones, destino... Familia... Amor —dijo mientras retrocedía, pudo notar que SooBin estaba haciendo tiempo para que el guerrero más cercano fuera hasta él, y había llegado, JungKook, ser elemental de agua estaba a metros de él.

SooBin ignoró por completo a BeomGyu y miró a los lados, todo estaba disminuyendo, no tenía idea de que bando era ganador, pero quería irse de allí de inmediato.

Guardó su arma en su bolsillo y se deslizó por la pared de tierra hasta llegar al fondo del agujero que había creado el muchacho que el, con mucha rabia, había exterminado.

—Te dije que fueras a casa —murmuró inclinándose hacia el oficial, su cabello cubría parte de sus ojos, alzó su mano y tocó un mechón, estaba húmedo.

Miró sus dedos y los vio manchados de tinta roja.

SooBin nunca pensó volver a sentir la angustia, el miedo en tanta intensidad, pero ahora, mientras sacaba a YeonJun de allí, la estaba sintiendo.

—¡JungKook hyung! —gritó llamando la atención del mayor que, al parecer, no había podido atrapar a BeomGyu. El mayor se acercó y observó al oficial en la espalda del peliazul— Necesito ir a la agencia, ¿en dónde está el auto más cercano? —preguntó.

—Es aquel —señaló un auto a unos cuantos metros de él— Ya todo pasó, los japoneses anunciaron retirada por muchas pérdidas —informó sacándole un suspiro a SooBin que, luego de un par de palabras más fue en dirección al auto, dejó al oficial en la parte trasera y se subió en la parte del conductor.

Era un auto de la agencia, así que, aún sin tener llave, lo pudo encender.

¿Cómo funciona esto? Pues, gracias a los avances de la tecnología el auto podía recibir una descarga de energía por parte de un ser elemental y ser encendido, y eso, es lo que hizo SooBin.

—No vayas a morir, imbécil —dijo, mirando por el retrovisor al oficial inconsciente.
















[...]














—Deshacerse de los japoneses va a ser difícil —dijo Momo en el micrófono, estaban en la sala de reuniones, las dos mujeres les estaban hablando a todos sus nuevos y viejos guerreros, entre ellos, estaba SooBin, sus heridas habían sido sanadas por su propio sistema, ya estaba bien, aunque seguía preocupado por el oficial, apenas llegó lo dejó en enfermería y si, su intención era quedarse hasta que le dieran información pero fue convocado para dicha reunión— Tuvimos pérdidas en este encuentro, varios de ustedes me indicaron que están buscando a alguien, una princesa y un ser elemental de aire —aclaró frunciendo el ceño.

—Hemos revisado toda nuestra documentación y nadie de esta agencia pertenece a la realeza y no tenemos la mínima idea de qué ser de aire pueda ser requerido por los japoneses —continuó Nayeon— Es por eso, que vamos a tener que cortar el problema de raíz, el gobierno no está feliz con lo que pasó, la policía también tuvo demasiadas pérdidas. Nosotros somos los indicados para acabar con esto.

SooBin miró a sus alrededores, no había ni un solo humano, todos se habían ido y mostrado una renuncia al programa de entrenamiento.

Menos YeonJun.

SooBin se levantó y se fue de ahí, las dos mujeres se dieron cuenta de cómo la cabellera azul se iba, se dieron unas miradas y siguieron hablando, confiaban en que SooBin se enteraría de todos modos.

Por otro lado, el arquero estaba caminando por los pasillos que, gracias a que había reunión, estaban solos.

Bajó las escaleras con lentitud y abrió la puerta de la zona de enfermería.

Tenía una gran preocupación por Choi, no podía dejar de sentirse ansioso.

—Vengo por el oficial —dijo entrando a la sala en donde estaban los enfermeros. Un chico de cabello castaño le sonrió acercándose a él.

—Acabamos de dejarlo en la sala, ven —los dos empezaron a caminar en un silencio que, si SooBin no estuviese pensando en otra cosa, se sentiría incómodo— Tuvo varias heridas, y a pesar de la herida en su cabeza, está lo suficientemente estable para no tener oxígeno —le informó caminando por los distintos cubículos en donde había pacientes.

Todos, eran seres elementales, menos YeonJun, el único humano que estaba siendo atendido.

—Solo veinte minutos —avisó dejándolo frente al cubículo, SooBin asintió y dejó su arco y flechas en la mesa a un lado, quitó la cortina de su camino y pasó al cubículo.

Todo era blanco, plateado, algunos puntos de azul por algún lado. Pero el blanco en esa situación no le transmitía paz, le transmitía angustia.

—Muy imbécil —dijo mirando al pelinegro dormido, tenía un yeso en su brazo izquierdo, podía ver vendas en su brazo libre, heridas, posiblemente de la caída. Su cabeza estaba vendada, algunos mechones salían de ella, rebeldes.

Suspiró y se inclinó para detallar su cara, estaba pálido, demasiado.

Alzó su mano y tocó uno de los mechones que sobresalía, estaba seco y cuando observó sus dedos, no estaban manchados de sangre, como lo habían estado hace horas.

—Te dije que fueras a casa —habló, tomando asiento en la silla de cuero en una esquina. Inhaló, solamente el aroma a medicamento llegaban a él.

SooBin miró el aparato que marcaba los ritmos cardíacos, no sabía que podía volver a sentir tristeza, angustia, desespero.

¿Por qué YeonJun empezó a ser tan importante para él?

Tal vez porque era su aprendiz, tal vez porque había estado mucho tiempo con él y se acostumbró, ¿verdad?

Salió de sus pensamientos cuando los latidos empezaron a sonar cada vez más rápido en la máquina, volteó a ver al pelinegro que, en menos de un segundo estaba empezando a convulsionar en la camilla.

Ahí, se desesperó.

—¡YeonJun! —se levantó y se asomó por el cubículo— ¡Está convulsionando, vengan a atenderlo! ¡Rápido! —todos en la agencia estaban acostumbrados a escuchar gritos de SooBin, y aún más con los regaños de YeonJun.

Pero ahora, el grito los asustó. La intensidad era diferente, lucía espantado y angustiado.

Los enfermeros reaccionaron de inmediato, corriendo al cubículo del cual, salió SooBin con un suspiro, pegó su espalda a la pared y se deslizó, desde ahí se escuchaba todo, la camilla temblando y los enfermeros dirigiéndose en términos que no entendía y que no quería buscar comprender.

Aunque si comprendió una de las tantas palabras.

—Llama al doctor, lo estamos perdiendo —SooBin sintió pánico, terror, y una inexplicable presión en el pecho.

Miró de reojo al enfermo correr en dirección a la oficina de los doctores, suspiró guardando su cara en sus rodillas.

—¿Por qué quiero llorar? —se preguntó en un murmullo apretando sus piernas a su pecho.

—SooBin —alzó la mirada y encontró las orbes oscuras de BeomGyu, a quien menos esperaba ver.

El peliazul reaccionó con rapidez y lanzó un puñetazo a la cara ajena, BeomGyu lo tomó del cuello y lo arrastró a un cubículo, estaba vacío.

SooBin no perdió tiempo y preparó una flecha, apuntando directo al pecho con el ceño fruncido.

—Calma calma, he venido en son de paz —dijo alzando sus manos a cada lado de su cabeza. SooBin chasqueó la lengua.

—¿Cómo pasaste? ¿Qué quieres? —preguntó avanzando un paso, dejando al ser de tierra acorralado entre la pared y él.

—Entré con un poco de... Digamos magia —bromeó señalando los diamantes en el cabello del peliazul— El sistema no me reconoció gracias a esto —dijo señalando su oreja, en su lóbulo derecho colgaba un diamante de color celeste.

SooBin aflojó la tensión del arco hasta casi dejarlo en el suelo.

—Esos diamantes, ¿en dónde los conseguiste? ¿A quién se los robaste? —preguntó luciendo desconcertado, su expresión era de completa sorpresa y confusión, BeomGyu soltó un risita.

—Si los hubiese robado no pudiera activarlos. Conozco a la persona —resumió volviendo a alzar sus manos cuando el peliazul apuntó a su cara con su flecha, estaban demasiado cerca, la punta de la flecha de hierro rozaba con los cabellos del ser de tierra. BeomGyu suspiró y miró el cubículo— Tu y yo sabemos que aún no estoy retenido por ti, has tenido oportunidades hasta de matarme, pero preferiste soltarme, sé que sientes que yo haré algo por ti y para eso, deja que los japoneses-....

—No —interrumpió con su ceño aún fruncido— Los japoneses no necesitan nada de aquí, estuvieron muchos años alejados y en paz.

—Eso fue hasta que se escapó la princesa —soltó con su ceño fruncido también, no le gustaba que lo interrumpieran.

BeomGyu al ser un hada del destino, desde un principio sabía la situación de Japón y las medidas que tomarían para enfrentarlo, y se había aliado con los japoneses para llevarlos directamente a donde tenían que ir, evitando que destruyeran el país entero porque si, los japoneses eran capaces eso.

Aunque como se pudo notar no pudo hacer mucho por las calles de Busan.

—Antes de venir aquí contigo pasé por varios puntos de la agencia, ya vi a la princesa, ella está aquí —afirmó— Puedo llevarte con ella, está junto a su guardaespaldas.

—Si estuvo aquí todo el tiempo, ¿cómo la agencia no se dio cuenta? —preguntó retrocediendo para guardar su arco y flecha, BeomGyu fue bajando los brazos.

SooBin tomó un fuerte respiro y sacó una daga de su bota, tomó a BeomGyu del hombro y lo arrastró fuera de ahí, tuvo el impulso de abrir la cortina en el cubículo en donde estaba YeonJun, más sólo vio la tela y la pasó de largo.

Apretó el hombro de BeomGyu y lo observó.

—Vas a llevarme con la supuesta princesa, y te voy a retener, sin trampa —dijo recibiendo un asentimiento, SooBin y BeomGyu compartieron una larga mirada antes de empezar a caminar, el peliazul siendo guiado por el ser de tierra.

Tenía que averiguar quién era la supuesta princesa.














[...]

















JeongYeong apoyó su cadera en la mesa de comedor y se cruzó de brazos, mirando a la mujer de cabello castaño.

—Están destruyendo Corea por mi culpa, muchos guerreros de aquí, humanos, murieron —dijo Sana con una expresión de completa tristeza y molestia.

—Deberías entregarte —opinó la de cabello corto, ella cumplía su función de ser la "sirviente" de Minatosaki, pero también cumplía como mejor amiga y su confidente. Sana alzó su mirada y miró al ser de agua, JeongYeong suspiró— Estás poniendo la vida de otras personas y de Seres Elementales en riesgo por un capricho.

—¡No es un capricho! —gritó, molesta de que llamase a sus pensamientos y sentimientos, capricho— Sabes muy bien que si vuelvo a Japón mi padre me obligará a reinar, y no quiero, por algo me vine a Corea.

—Eres una reina Sana, una princesa y estás siendo muy egoísta con todos. Eres princesa y si sucede, reina de los Seres Elementales de Japón, como reina deberías pensar en el bien de tu pueblo, en el bien de todos los seres elementales, y no solo en ti, una reina no pondría en riesgo un país que no es suyo, una reina no pondría en riesgo seres elementales que son ajenos a todo lo que pasa, mucho menos pondrías en riesgo a los humanos pues porque si no te has dado cuenta, en cada ataque los humanos nos agarran más odio —JeongYeong pasó su mano por su cabello y le dio la espalda, si bien ella no estaba de acuerdo con las órdenes del rey y de las obligaciones que Sana debía obedecer, era consciente de que todos eran ajenos a ello y estaban pagando con sus vidas algo que no les convenía y que mucho menos, tenía algo que ver con Corea.

Sana chasqueó la lengua y se cruzó de brazos, ya la rubia estaba casi saliendo del comedor y no tenía una respuesta a sus palabras.

Por otro lado, la ser de agua retrocedió unos pasos cuando divisó la cabellera azul del arquero y la cabellera castaña que sabía estaba trabajando para los japoneses.

—¿Es ella? —preguntó SooBin señalando a JeongYeong que retrocedió aún más, Sana se dio cuenta de lo que ocurría y se acercó, quedándose siempre tras la rubia, pues sería quien la defendería si había algún encuentro.

—No —BeomGyu negó y giró un poco su cabeza a la castaña, sintiendo el filo de la daga rozar con la carne de su cuello— Es ella.






















¡Se pone intensoooo!comenten díganme qué les parecen los capítulos y como va todo:3

RECORDATORIO: SooBin es un ser... Complicado, ok? No esperen que de la noche a l mañana se vea enamorado de YeonJun o algo por el estilo, su amor va con pasos de bebé, seguros y lentos.

Por otro lado, ¡GRACIAS POR LOS 1K!

No había podido agradecerlo umu

Los quiero mucho ok? Espero puedan disfrutar de este y de mis otros proyectos por venir.

Nos vemos u.u

The_Dark_Diamond

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