[6] Primer ataque...

Màu nền
Font chữ
Font size
Chiều cao dòng

Maratón 5/5 


YeonJun abrió sus ojos a las ocho en punto de la mañana, era sábado, no tendría que salir de casa pero aún así su cuerpo estaba acostumbrado a despertar a dicha hora.

Se levantó directo al baño para lavar sus dientes y peinar su cabello que podía ser comparado con un nido de pájaros en ese mismo instante. Vivía en un apartamento que solo contaba con una habitación y un baño, era pequeño y se ajustaba a él pues no tenía una pareja o alguna mascota, así que eso estaba bien para él.

Su desayuno fue un envase de ramen instantáneo junto a una dosis de aquel programa de cocina de todos los sábados que le gustaba ver. YeonJun era de ese tipo de personas que veían programas de cocina y para comer preparaban algo instantáneo o un simple sándwich, cuando el programa terminó y su ramen estaba por la mitad empezó a hacer el famoso zapping  buscando algún programa que valiera la pena a esa hora.

"Y en otras noticias, justo ahora, en vivo y en directo el museo del arte nacional está siendo robado por uno de estos seres elementales que han estado atacando las calles de Busan estos días. Las autoridades...

Las autoridades no harán nada —dijo para si mismo comiendo de su ramen, analizó las imágenes de la pantalla, pudo identificar a un Ser de Fuego— ¡Ja! Quedarán como panes quemados.

Él pertenecía a la autoridad pero luego de estar unas tres semanas bajo el duro entrenamiento de SooBin, alias el arquero del que hablaba la mujer de televisión, se dio cuenta de que solo los "policías" de la APRSE son capaces de hacer ese trabajo.

—No consiguen nada haciendo eso —se quejó cuando miró la barrera que formaba la policía con sus escudos de plástico que en menos de unos segundos serían derretidos.

—Si, son unos tontos, los humanos son tontos —soltó un grito y se volteó para ver al dueño de la voz, SooBin estaba de brazos cruzados mirándolo.

—¿¡Qué haces aquí!? —preguntó aún con su pobre corazón en una mano, dejó el envase de ramen en la mesa de noche y se levantó para acercarse al peliazul que vestía su típico traje y tenía sus típicas decoraciones que no son decoraciones en el cabello.

¿Dormirá con ellas puestas?

¿Dormirá en si?

—Vine a buscarte, tienes cosas que hacer, florecita —le contestó entregándole una bolsa— Hay que ir al Museo de Arte Nacional, tienes una lección hoy.

YeonJun se arrojó al sillón de nuevo y empezó a quejarse.

¡Era sábado! Era su día libre, no era justo.

—Luego te quejas, ahora vistete con eso —cuando alzó la mirada el hada gruñona estaba terminando de comer lo que dejó de ramen.

—Vivo en un tercer piso, ¿cómo subiste y cómo entraste? —preguntó ya resignado a que debía vestirse con el traje que BamBam le fabricó e ir con SooBin al Museo de Arte Nacional a combatir ese Ser de Fuego.

—Entré por la ventana —contestó subiendo sus hombros— Y trepé por la pared, algún día te van a robar si sigues dejando la ventana abierta —advirtió dejando el envase de ramen, ahora vacío, en el mismo lugar de antes.

YeonJun ya tenía los pantalones puestos, solo faltaba la parte de arriba.

¿No puede cambiarse en un baño? Es tan flojo. Pensó SooBin mirando sus uñas para evitar observar al humano cambiarse.

—Ya viste que es un Ser de Fuego, ¿qué arma deberías usar? —preguntó siguiendo al pelinegro a su habitación, faltaban sus zapatos— ¿Con qué combates el fuego?

—Con agua —contestó, y antes de que SooBin le pegase en la nuca por tal respuesta se adelantó a decir otra cosa— Con algo de hierro, algo con lo que pueda detener el choque de las bolas de fuego conmigo.

SooBin asintió y le dio la espalda para llevar una de sus manos a una de los pequeños diamantes que había en su cabeza, sus ojos cambiaron a aquel azul brillante e hipnotizante por un momento, pasó sus dedos por el diamante y en menos de un segundo ya tenía la espada de hierro en su mano.

—Toma —dijo, volteando a ver a YeonJun que estaba amarrando sus botas.

—¿De dónde la- Oh por Dios, pesa mucho —extendió sus ojos cuando el peso del arma le hizo inclinarse levemente hacia adelante, la espada era completamente negra y con un diseño que le enamoró al detallar mejor. 

Tomó un respiro y se levantó haciendo algunos movimientos con la espada para que su brazo se acostumbre al peso del arma.

El traje cuello de tortuga que le había confeccionado BamBam le había quedado perfecto, estaba cómodo, ligero y no se preocupaba por alguna cosa que pudiera caer de su cinturón.

—Vamos —SooBin se sentó en la ventana y se dio la vuelta para empezar a bajar de la misma manera que, posiblemente, subió.

—H-hay una escalera... —dijo refiriéndose a las escaleras del edificio, no quería bajar tres pisos trepando. SooBin solamente le enseñó el dedo corazón y le pidió, no, le exigió, que bajara por ahí y de una buena vez por todas.

—¡Tu traje tiene un lugar en donde meter la espalda! —le dijo desde abajo, manteniendo sus brazos cruzados.

YeonJun lloriqueó y buscó el lugar, en la espalda fue en donde quedó colocada su espalda. Se dio la vuelta y empezó a bajar con lentitud y cuidado el edificio rocoso en donde vivía.

SooBin lo esperaba abajo con una mueca y los brazos cruzados.

—¿¡Puedes apurarte!? ¡Si caes, del suelo no vas a pasar! —le dijo mirando a los lados, las calles estaban solitarias y agradecía eso.

—¡Oh claro! ¡Dijo el hada que no tiene huesos o ningún órgano que perder! —gritó YeonJun, soltando un grito cuando su pié falló en la estabilidad y terminó llevándolo a impactar con el duro pavimento de espaldas.

Se quejó y sobó su espalda baja, si seguía así en unos días estaría en silla de ruedas.

La luz del sol de las diez de la mañana se la cubrió el hada gruñona con cara.

—Si tengo huesos y órganos, si no, sería un saco de sangre nada más —contestó con el ceño fruncido— Vamos —lo tomó del brazo y lo levantó sacándole otro quejido. 

—Con cuidado, ¿por qué siempre me tratas así? —se quejó como un niño mientras seguía al peliazul por la calle, el Museo de Arte Nacional estaba a unas cuadras de allí así que con caminar estaban bien.

—¿Quieres que te bese acaso? —preguntó empezando a acelerar el paso, YeonJun lo siguió.

—¿Qué? ¡N-no! Solo quiero que me trates bien —y ahora estaban corriendo por la calle y la voz de YeonJun estaba saliendo entrecortada y aveces con jadeos.

—Llorón —contestó SooBin deteniéndose en una esquina, se asomó por el edificio y observó como la policía hacía intentos vanos en entrar para sacar de allí al ser que seguramente estaba robando o simplemente quemando todo por mera diversión y entretenimiento.

Ya YeonJun tenía el entrenamiento, sabía manejar una espada, sabía en que puntos podía herir al ser y sabía defenderse con o sin arma.

Pero una cosa era con él y otra con el Ser Elemental. En los entrenamientos SooBin era delicado por así decirlo, sin dar un cien por ciento en la lucha para no herir a humano, igual con las armas.

Pero ahora aquel Ser de Fuego que estaba dentro del Museo iba a dar su cien por ciento por detenerlos o matarlos para que no irrumpieran en su plan.

—Yo seré la carnada —dijo SooBin tomando una flecha de diferente diseño de su mochila especial— Tu te encargarás de agarrarlo o atacarlo, por la espalda, como hiciste conmigo.

—¿¡Qué!? ¿¡Y si me hace pollo frito!? —preguntó más que asustado, sentía que se haría pipí en cualquier momento.  Una cosa era ver algunas bolas de fuego en la televisión y otra cosa era tenerlas cara a cara.

—Si te hace pollo frito me encargaré de darle ese pollo frito a algún animal callejero —contestó SooBin empezando a caminar con la espalda pegada a la pared. YeonJun colocó su mano en su pecho, ofendido— Ve atrás, tu sabrás cuando entrar —asintió y empezó a correr a la parte de atrás del Museo rezándole a todos los Dioses que no terminara como pollo frito para que SooBin no le diera de comer a un perro callejero.

Por otro lado, SooBin iba caminando con su arco y flecha abajo, carraspeó cuando llegó a las autoridades que formaban el estúpido escudo.

Todos se hicieron a un lado cuando lo observaron, le incomodaba estar entre tantos humanos y más si estaba siendo observado, no importa si era con admiración o con otro sentimiento, pero no le gustaba ser observado por humanos, podía soportar a uno solo pero a varios no.

Cuando tuvo el espacio libre empezó a correr a la entrada, lanzó una flecha justo cuando una bola de fuego salió en su dirección, las flechas que estaba utilizando tenían el poder de expandirse cuando tocaban al enemigo, en este caso a la bola de fuego, se expandía y creaba un escudo de acero que deshacía de inmediato el fuego.

—¡El arquero! ¡El famoso arquero! —lanzó otra flecha y rodó por el suelo hasta quedar tras una escultura de quien sabe que oculto del dueño de la voz, no lo conocía— Hace tiempo que quería luchar contigo, niño —una risa áspera resonó por todo el lugar.

Debía ser un hombre mayor, cuarenta o cincuenta años.

SooBin gateó por las esculturas evitando hacer algún ruido, pero al parecer el hombre sabía en donde estaba ya que un látigo de cuero prendido en fuego derrumbó con una fuerza inimaginable la base en la que se escondería.

Retrocedió y tomó otra flecha la cuál fue derribada de un manotazo por el hombre al que al fin le pudo ver la cara. 

Cabello naranja, finamente peinado de lado mientras que sus musculosos brazos tenían múltiples tatuajes representativos de su Elemento a controlar.

Necesitaba otra arma, por eso, mientras pensaba empezó a correr por el Museo evitando que los ataques a base de fuego lo alcanzaran.

¿En dónde está ese tonto humano? Pensó extrayendo de una de las decoraciones que no son decoraciones en su cabeza, una espada igualmente, se levantó y empezó a acercarse más y más al Ser que le lanzaba millones de ataques con bolas de fuego, pero él las evitaba, golpeándolas con la espalda o cortando a la mitad mientras se agachaba, saltaba o se escondía detrás de las pocas bases que aún quedaban en pié.

Y mientras tanto, a unos metros de SooBin, YeonJun analizaba la situación, el hombre al que tenía que atacar por la espalda estaba al tanto de su espalda ya que cada cierto tiempo volteaba a pesar de no tener nada, YeonJun arrojó algunas piedras y de inmediato el hombre volteaba. Así que eso quería decir que no podía hacer ningún ruido.

Ya había visto los movimientos de SooBin y sabía lo difícil que era imitarlo, así que iría a su estilo, estilo YeonJun. 

Pasó la puerta trasera y gateó hasta una columna, se quedó allí por unos segundos y volteó a ver al hombre.

Tomó su espada de su espalda e inició un nuevo rezo sin darse cuenta que tenía a SooBin frente a él.

—Deja de rezar y cumple tu misión, yo solo te ayudo, si fuese por mi ya lo hubiera acabado —habló SooBin.

—Llevalo a la entrada, por favor —dijo señalando el lugar en donde estaban los policías aún con su imbécil escudo.

SooBin no dijo nada al respecto y solo siguió el plan del humano, empezó a retroceder provocando al hombre con palabras para lograr que se moviera de su sitio actual.

YeonJun se levantó y empezó a moverse cuando el hombre estuvo a militar del Museo, se agachó y de su bota sacó las esposas que SooBin no había visto que metió allí antes de salir.

El hombre gruñó y alzó sus dos manos para crear otro ataque, sin esperar que unas manos ajenas tomaran sus muñecas y las amarraran con algo de metal. YeonJun evitó que el ataque que iba para SooBin fuese para él arrojándose a un lado.

—¡No te preocupes por las manos! ¡También por los pies! —gritó SooBin señalando los pies del hombre, YeonJun reaccionó y le practicó una llave, dejándolo en menos de unos segundos en el suelo y con las manos inmovilizadas y sin poder hacer ningún movimiento o lanzar algún ataque ya que la espada del pelinegro le estaba apuntando a la cabeza.

En minutos, NaYeon estaba entrando al lugar con su atuendo de siempre luciendo como una modelo en pasarela por la manera de caminar y sus gestos al hablar.

La mujer delgada y de muy baja estatura si la comparamos con el hombre recién neutralizado se llevó a rastras al Ser de Fuego diciendo algunas palabras que YeonJun no pudo entender porque era un idioma desconocido.

Soltó un suspiro exhausto y empezó a caminar a la salida a petición, o mejor dicho, exigencia de SooBin.

—¿Cómo lo hice? —preguntó tal cual niño a su madre en su primer juego de béisbol.

—No me impresiona —contestó la madre. Digo, SooBin.

YeonJun frunció el ceño y se cruzó de brazos. 

—Tienes que practicar más, eso es todo —le dijo el peliazul rodando los ojos.

El pelinegro sonrió orgulloso, el hada lo estaba tratando un poco mejor, eso era bueno.



















¡Después de tanto tiempo! Ya empezaré con las actualizaciones de este fic, si bien no serán tan contantes a como estábamos acostumbrados lo intentaré hacer, muchas gracias por esperarme y apoyar a este fic que espero y les guste mucho, no se olviden de votar y de dejar sus lindos comentarios que me impulsan a seguir escribiendo en la plataforma

¡Nos estaremos leyendo pronto! Ya sea aquí o en Misión Amor

Los quiero mucho Diamonds

©The_Dark_Diamond


Bạn đang đọc truyện trên: Truyen2U.Pro