CAPÍTULO 13: La maldición del don - Parte 2

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El primer golpe descontrolado tuvo lugar, entonces. Star se enfocó tanto, que sus manos concentraron niveles altos de radiactividad, irradiando relámpagos azules. Solo le hizo falta un ligero gesto de cabeza para romper el tejado del Maniac-Meal y provocar que Matt cayera a través del agujero con los restos al interior del edificio. Pocos segundos después, ambos habían culminado su transformación: Matt lucía en su forma oscura. Agitaba los largos y viscosos tentáculos chocando contra las paredes, coronándose como una de las criaturas más atroces de la historia de la humanidad. Star brillaba en su forma Gravithus, envuelta en un fulgor único. Una radiación que solo alguien sobrehumano como ella podría proyectar. La incursión del combate en el restaurante, hizo que comenzaran a brotar los gritos de desesperación de decenas de jóvenes que pedían hamburguesas para llevar. Una estampida de estudiantes del Brighton Chestnut Valley de Sceneville, salió del local prácticamente en ruinas y comenzó a sortear como pudo los coches aparcados en el autocine.

Aprovechando el caos, Star reorientó sus poderes para ubicar a Matt, y cuando logró localizarle se lanzó a la grieta que había provocado en la azotea para darle muerte. Las lámparas del techo colgaban de cables deshilachados, las luces parpadeaban, había pequeños fuegos en varios rincones... El destrozo había sido monumental. Entre los escombros, Matt y Star volvieron a encontrarse, y la guerra continuó con el Entherius intentando herir con sus tentáculos y con la Gravithus esquivándolos elevándose en el aire, mientras lanzaba objetos con la mente a la fiera.

Consiguió acercarse lo suficiente a Matt para agarrar uno de sus terribles apéndices y comenzó a estrujarlo desde la distancia con todas sus fuerzas, hasta que lo asfixió. En una bola de niebla y destellos, juntos, se fundieron en la atmósfera, luchando sin mediar palabra. Desde sus asientos, los jóvenes de Sceneville vieron cruzar un meteorito a toda velocidad el cielo estrellado, y así, el meteorito terminó aterrizando sobre uno de los descapotables del Paradise Castle, aplastándolo y dejándolo en siniestro total. Dos chicos salieron disparados del vehículo, y al final este, explotó en llamas. El caos se desencadenó tras la horrenda explosión, y el resto de las personas que hasta entonces habían estado disfrutando de la proyección, comenzaron a correr confundidas y sin rumbo, chocando unas con otras.

Tras el estallido la noche se volvió más espesa, más oscura y más cerrada. Solo se distinguía en el espacio, el vestigio de la colisión de un Entherius experimentado y un Gravithus novato e incontrolable. En su forcejeo atravesaron la pantalla del cine, ahora completamente vacío, y como una estrella que cae del cielo, se precipitaron de nuevo hacia el suelo en un haz de luz. Cuando lo tocaron, rodaron varios metros hasta quedar tendidos. La gravedad ejerció su gran autoridad, separándolos para darles un respiro.

Star levantó la mirada despertando de un pequeño sopor momentáneo y se llevó las manos a la cabeza para comprobar que no estaba herida. Solo veía algunas rasgaduras en sus rodillas, y el labio le sangraba con esa sangre púrpura que ahora corría por sus venas. Se giró a su alrededor buscando a Matt, pero ya no estaba. La quietud se había apoderado de pronto del lugar, solamente se escuchaban de fondo los diálogos de Jóvenes Ocultos, la película que se proyectaba en la pantalla rasgada.

—¡Ben! —Se dijo a sí misma. Recordó que había dejado a su garante en el tejado. Necesitaba dar con él y ver si se encontraba bien. Si Matt no aparecía, debían marcharse cuanto antes para contraatacar o bien volvía a aparecer, no podían dejar que se escapase—. ¡Ben! ¡¿Dónde estás?! —gritó esta vez. Su voz sonó como sonaría una voz en el vacío, con un eco escalofriante.

—¡Estoooy aquí! —Ben se encontraba todavía en el tejado del Maniac-Meal, que parpadeaba en un tiovivo de neones. Se sujetaba la cabeza frotándose el golpe que se había llevado al caer, cuando Star le había empujado sin querer—. He intentado generar un campo de protección desde aquí, pero os movíais tan rápido que ha sido imposible...

—Oh, lo siento, Ben... —corrieron el uno hacia el otro—. Te he hecho daño, ¿verdad? Lo siento... es que no he podido... no he podido controlarlo...

—No es nada, de verdad. Estoy bien —dijo guiñandole un ojo tras sus cuadradas gafas—. ¿Qué ha pasado?

—No lo sé... Ha desaparecido...

Súbitamente el suelo comenzó a temblar y esta vez no se trataba de una sensación provocada por la atomización, era real. Ben y Star se agarraron para no caer. Una fisura atravesó el suelo de lado a lado, separando el terreno en dos y haciendo que ambos cayeran bruscamente al suelo a pesar de sus intentos por mantenerse en pie.

Repicaron varios estruendos, como campanas y un zumbido ensordecedor provocó el efecto de un cielomoto, haciendo sonar las trompetas del apocalipsis. Del oscurantismo de la noche manó de pronto una esfera de sustancia candente que se instauró entre las estrellas invisibles, parecía hecha de sangre.

—¿Quién eres Star Moon? —Las ondas de una voz surgieron en la negrura. Un cántico grave, profundo y rasgado que inundó cada ángulo del Paradise Castle. Por la espina dorsal de Star trepó un escalofrío que hizo que se le erizara la piel.

—Ben, ¿qué ocurre? —susurró ella.

—Mira. —El garante señaló la pantalla. El guión de Kiefer Sutherland y Jason Patric dejó de sonar, tampoco se proyectaban imágenes de aquellos misteriosos vampiros de la cinta. En la enorme tela se emitía un terrible imagen: las facciones desfiguradas tras el combate de Matt Eville, con sus dos pozos negros y sus cuernos ahuesados.

Ella tenía miedo, en cambio su ansia de terminar con aquella aberración era colosal. Tenía que cerrar la puerta que le había llevado hasta allí para siempre. Su deber le había sido entregado: debía evitar más muertes de inocentes y puros, debía reclamar la muerte de Claire, debía exigir justicia. No se iba a rendir tan fácil.

Se acordaba perfectamente de las palabras de Matt: «Podría haber sido tu amiga Claire, pero resulta que se lo pasó... bueno, digamos que bien en la cabaña del bosque el verano pasado con un tal Charlie... y tú... Tú pareces una presa fácil... tan delgaducha, tan encorvada, tan tímida...». Matt no necesitaba matar a nadie, ¿por qué lo había hecho entonces?

—¡¡¡Cobarde!!! —vociferó—. ¡¡No te escondas!! —insistió—. Ven a por mí... vamos... —cuchicheó para ella.

—¿Cobarde? —rió—. Necia. No tienes ni idea. —Levantó el brazo y de la pantalla surgieron tentáculos más grandes que los que había visto hasta entonces. El fuego se extendió detrás, igual que la noche de Halloween, y al alcanzar la altura suficiente se transformó en una ola de agua gigante—. Si estás aquí es porque yo quería encontrarte.

—Ben, escóndete —le ordenó la chica—. No me mires así. Escóndete, por favor y si me pasa algo protégeme desde donde estés. Prometo moverme más despacio esta vez.

El garante se marchó zarandeando la cola al tiempo que la ola gigante caía sobre Star. Esta se dejó arrastrar por la corriente y se sorprendió a sí misma pudiendo mantener la respiración bajo el agua sin problema, adquiriendo el oxígeno como lo adquieren los peces. Seguidamente, entre las horripilantes carcajadas de Matt, salió del agua elevándose en el aire como una flecha.

—¡Has matado a mi mejor amiga! —le retó—. Eres un monstruo.

—Y tú... —frunció el ceño—. ¡Tú, Star Moon! ¡Me has matado a mí! —bramó alargando otro tentáculo para alcanzarla y succionar su núcleo—. ¡¡Qué eres!! ¡¡Responde!!

—¡¿Qué eres tú?! ¿Un horrible asesino? —Star levantó las dos manos y proyectó hacia delante su poder mental tratando de rastrear al Matt Eville real, no a la ilusión de la pantalla—. Los asesinos pagan por sus crímenes. Tú vas a pagar por los tuyos.

—¿Un asesino? —inquirió emitiendo una risotada—. No todo es lo que parece...

—No sé lo que parece, pero hay una cosa que sí lo es Matt Eville: has matado a demasiados inocentes —gritó sin perder la concentración intentando visualizar a su enemigo—. Has convertido Sceneville en el infierno.

—Inocentes... culpables... Querida Star, la vida es mucho más complicada que todo eso... Tú deberías saberlo mejor que nadie.

Estas últimas palabras lograron distraerle temporalmente. Matt tenía razón en algo: la vida era mucho más complicada que la división entre el bien y el mal. Incluso en su interior había dos poderes que luchaban entre sí para intentar salir a flote. No obstante, no dejó que su atención se perdiera durante mucho tiempo, dado que independientemente de aquella enigmática paradoja, la elección del ser estaba ahí, ante sus propias narices y era posible, y él había elegido mutar en un ser maligno que arrancaba inofensivas vidas sin motivo.

—Tú has elegido ser un asesino. Eres un asesino. Eres un monstruo y mereces desaparecer de este mundo de la peor forma. —En su mente se dibujó una imagen clara; vio a Matt escondido en la sala de proyección, un diminuto cuarto que se asemejaba a un armario escobero. Sin atomizarse, se acercó al agua que yacía relajada bajo sus pies y rozó el líquido con la punta, se concentró y utilizando su Gravithus consiguió levantar un tsunami, como su rival había hecho minutos antes. Alrededor de este bailaban rayos fosforescentes que volvieron la avalancha eléctrica y una vez la tuvo controlada la lanzó hacia la caseta.

La bravura del mar alcanzó el cuarto y destrozó cada centímetro de él, y desde su posición, la chica pudo ver cómo Matt se hundía en el agua igual que ella. No vaciló ni un segundo. Se sumergió para darle caza. Vio que Matt había vuelto a su forma humana por el impacto, y de pronto en su mente aparecieron sus palabras.

—¿Eres... eres una Sorgeni? —La voz de Matteo Eville se formuló en la cabeza de estar más calmada que nunca. No se trataba de una pregunta intimidante. No pretendía acusarle. Al contrario. Parecía un chico normal rozando la sorpresa.

—¿¿Uuuna qué?? —musitó Star.

—Llevas Gravithus en tu interior...

—¡¿Cómo lo sabes?! —preguntó dispuesta a atacar de nuevo.

—¡¡Nooo!! ¡Espera!

Se contuvo durante un minuto. Solo un minuto. Necesitaba entender cómo el chico había sabido que cultivaba Gravithus en su interior. Él, que solamente había luchado con ella una sola vez. Aunque, al fin y al cabo, Star era quién era por su culpa. Quizá tendría respuestas a más preguntas. Pensó en Ben. No quería traicionar a su garante, al único ser que le había protegido después de todo, y solamente manteniendo esa conversación secreta bajo el agua, sentía que lo estaba haciendo. Que estaba fallando a su científico loco.

—¡¿Cómo sabes qué soy?! —demandó ella de nuevo sin bajar los brazos.

—Por eso el Rikithi no funcionó... Sabía que no estabas muerta... Por eso maté a Claire, para encontrarte pero... es... extraño... —susurró él aceptando lo que estaba empezando a averiguar.

—¿Qué es extraño?

—¿Cómo puede ser que tengas ambas...? He visto cómo te atomizas... —pensó el chico en voz alta—. Quizá... Puede...

—¡Quizá, qué!

—Ahora entiendo por qué no moriste... por qué no te desatomizaste como hacen todos.

—Eso no cambia nada —dijo ella.

—Lo cambia todo. —Matt parecía seguro al pronunciar estas palabras. Era como si repentinamente su universo mental hubiese girado ciento ochenta grados.

—No. —determinó Star—. ¡No cambia absolutamente nada! ¡¡No - cambia - absolutamente - nada!! —Levantó las dos manos y provocó un tornado de agua eléctrica desde su interior. La superficie comenzó a vibrar y el tornado alcanzó a Matt Eville llevándoselo consigo.

La devastación se extendió durante varios minutos, y poco a poco el silencio volvió a rellenar el espacio que había resultado completamente destrozado. El desconcierto de la chica duró el tiempo que buscó a Matt con la mirada. Se empeñó en hallar el cuerpo del chico, pero jamás lo encontró. Se concentró lo máximo que pudo, a pesar de que el cansancio hiciera estragos en sus capacidades, para detectarlo. Pero no pasó nada.

No lo escuchó en la distancia. No consiguió localizarlo de ninguna de las formas con su Gravithus. Había conseguido vencer al Entherius. Matt Eville estaba muerto.

Star Moon se dejó caer completamente agotada. Cerró los ojos y se dejó ir.



¿Qué os ha parecido la batalla? Me ha parecido una parte compleja de escribir, la verdad. Creo que ha sido la parte más difícil de escribir en esta historia. 

Venga, ¡no te entretengo más! Pasa la página que tienes el final a unas 700 palabras  🎉🎉🎉

https://youtu.be/CjXC8V8rq5U


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