CAPÍTULO 19: Otra vez aquí

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Durante un largo rato Star corrió descontroladamente por las calles de Sceneville, dejando atrás el instituto Brighton Chestnut Valley. Avanzó sin sentido alguno hasta quedarse prácticamente sin aliento, y casi sin darse cuenta, llegó a la bizarra y críptica mansión Eville. Ante ella se erigía el gran muro que ya había visto una vez junto a su mejor amiga Claire. Aquel muro en el que todo empezó a resquebrajarse. Aquel mayestático muro de aquella fatídica noche de Halloween de 1987.

Así como al salir del instituto, cualquier emoción se había evaporado de su cuerpo dejándola insensibilizada del todo por el trauma de haber perdido a Ben, o aún peor, por el impacto de tener que volver a ver a Claire en aquellas condiciones tan devastadoras. Al caer en la cuenta, en aquel instante, de que se encontraba realmente frente a la mansión Eville con fines peligrosos, el miedo se apoderó de sus extremidades, tiritando anárquicamente por unos minutos.

Bien, había llegado hasta allí sin ningún problema. Eso era cierto. Pero ahora, ¿cómo lograría traspasar aquel territorio prohibido? ¿Aguardaría ese atlético y desagradable guardián la linde como hizo en la fiesta de Halloween? Mientras se hacía todas estas preguntas, Star Moon olvidó quién era. Quizá hace unos meses cruzar la tapia era, para una muchacha como ella, misión imposible. Sin embargo, todo era diferente ahora. Algo había despertado dentro de ella, algo muy poderoso: ¿podría invocar su Entherius y atomizarse entre las robustas paredes de la casa sin levantar sospecha?

Cerró los ojos con todas sus fuerzas y se concentró tanto, que se clavó las uñas en la palma de las manos haciendo brotar la sangre púrpura. Trato de pensar aquellas veces en las que una persona le había hecho daño, situaciones que le provocaban un dolor interno insanable: el perfecto y liso rostro de Claire desconchado y podrido, supurando pus y suciedad; el usurpador y viscoso tentáculo de Matteo Eville atravesando su torso; Ben, su único amigo que todavía, rezaba por ello, se mantenía con vida, torturado por un desconocido que lograba proyectarse en aparatos de televisión. Y lo que más cólera despertaba en su corazón: que ese desconocido, ese ser, quisiera conducirle hasta aquella casa; que ese anónimo con piel de porcelana y voz de antiguo, tuviera relación con todo lo que había estado aconteciendo en Sceneville.    

Sintió cómo se le enfriaban los brazos y las piernas, y cómo se concentraba la energía oscura en su pecho, justo al lado del corazón, acompañando su raudo y nervioso latido. El Entherius estaba aflorando con seguridad, parcialmente se desatomizó  en un borrón que se dibujó en el aire. Lo siguiente que experimentó Star, fue un fuerte golpe en la cabeza: había chocado contra el muro. La colisión fue tan brutal, que le costó recuperarse y ponerse en pie de nuevo. Al hacerlo, advirtió que alguien la observaba. Aunque desde el exterior era imposible ver la casa para cualquier humano, con sus nuevas capacidades, ella sí podía divisar los retales del edificio. Parecía una mujer. Una mujer de elegancia inmortal. 

Se agachó rápidamente, y encorvada, caminó hacia un árbol cercano. Primero se escondió detrás de su tronco, y después, subió hasta la copa trepando con agilidad. Desde allí, quizá era más sencillo trazar un plan para colarse. Se acomodó apoyada en el tronco observando el territorio. El sol brillante se colaba entre las hojas del árbol, un bonito ruiseñor se posó en la rama y pío alegremente. El sonido de los pájaros relajaron tanto su mente, que entre el agotamiento de los estresantes últimos minutos vividos y la calma, no pudo impedir caer en un profundo sueño.

Cuando abrió los ojos, el sol se había evaporado y la inquietante luna llena se había alzado en el cielo. Majestuosa, como cada noche en la villa. Las aves ya no cantaban y los grillos habían tomado la velada en su lugar. Si había un momento ideal para irrumpir en la mansión, Star desconocía esa información. Lo que sí sabía era que no iba a encontrar otro momento más adecuado que aquel mismo, en el que podría valerse de la oscuridad para ocultarse como un ninja, tal y como Ben le había enseñado. Había sido capaz de trepar por el tronco de un árbol hasta la copa sin impedimento, ¿por qué rayos no iba a poder subir por el resistente muro de piedra y metal que tantos problemas le había ocasionado?

Se impulsó con fuerza y de un salto, posó los pies con estilo en el asfalto todavía caliente por el reciente ocaso. Caminó sigilosamente rodeando el robusto muro de piedra, pegándose lo máximo posible a su pared. Tras unos cinco minutos, al fin, dio con un recoveco que parecía estar lejos del alcance visual de cualquiera de los hermosos ventanales de la mansión melliza.

Tomó aire y escaló a toda velocidad. Tan rápido que habría sido imposible que alguien hubiese visto más que un defecto en el aire. Su mano se apoyó en el césped húmedo para amortiguar la caída, levantó su mirada luminosa y al ver qué una amarillenta luz se encendía, inició una carrera. La carrera más rápida de su historia. Más rápida y más apretada. Logró respirar de nuevo cuando tocó la pared del edificio. Era increíble lo mucho que su roída casa se parecía a aquella, tan elegante y regia. Eran tan iguales que a Star le recorrió un escalofrío por todo el cuello. No era tanto la forma, sino la esencia.

Localizó un ventanal entreabierto en el tercer piso. En él, le pareció ver... No, no podía ser. Si alguien le hubiera descubierto, no estaría ahí. Estaría criando malvas. Aquel hombre que había visto, debía ser el hermano mayor de Matt, alguien de su familia lo más seguro. Si no, ¿por qué iba a hacer todo aquello? ¿Por qué iba a raptar a Ben y por qué le iba a hacer volver a la casa Eville? Sin embargo, le pareció extraño ver el terreno tan tranquilo. La muchacha pensó que si ella tratase de que alguien la encontrara, estaría preparada y no dormiría apaciblemente en un lugar como aquel.

Agarrándose fuerte a los salientes de los pedruscos, reptó hasta el tercer piso y entró por la ventana intentando no hacer una pizca de ruido. Debió conseguirlo, porque así, sin más, se encontraba frente a un dormitorio sin inquilino. Se quedó helada al darse cuenta de que lo más probable era que aquel cuarto perteneciera a Matteo.

En otra vida donde la materia, la energía, los Entherius y los Gravithus no existieran, Matt y Star habrían sido buenos amigos. Adolescentes opuestos, puede, pero la pared del chico Eville estaba forrada con los discos que Star siempre había soñado con tener: el White Album de Los Beatles, Unknown Pleasures de Joy Division, Hysteria de Def Leppard... Se quedó innumerables minutos embobada, venerando aquellas obras maestras, hasta que recordó que, escuchase la música que escuchase esa criatura, Matteo Eville era un diabólico monstruo y punto. Solo eso y nada más. Aunque tuviera un teléfono en la mesilla, aunque hubiera una televisión portátil en el suelo, aunque de la puerta colgara un bendito cartel de Taxi Driver. 

Se pegó una torta en la cara para espabilarse y se sentó en la cama para concentrarse en su Gravithus. Sabía que su poder oscuro no operaba en el territorio, pero quizá su Gravithus sí. Tenía sentido porque nadie en aquella casa, ni en ningún lugar del mundo, guardaba materia luminosa en su interior y sí energía oscura. Tuvo que poner todos sus esfuerzos, y al final, notó cómo la luz azul azulada rozaba las yemas de sus dedos. Impulsó su poder para buscar a Ben con la mente, y funcionó. No alcanzó a ver a su garante, pero la imagen de un muro de metal, una fortaleza en el sótano del edificio, se le apareció nítidamente. Tenía que salir de aquella habitación que olía a Matt Eville y llegar a la fortaleza subterránea. Si lo lograría o no, iba a depender de una moneda tirada al aire.


Bueno, después de unos días, traigo el capítulo 19 de Star Moon. Quedan muy poquitos capítulos para terminar. Estoy deseando que conozcas el final de este libro 🦋

Necesito que me sigas contando qué te pareceee ❤️

https://youtu.be/zuuObGsB0No


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