CAPÍTULO 5: El circo y el destino

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—¿Está seguro, señor? —preguntó con recelo el hombre.

—¡Suéltame, grandullón! —ordenó Claire.

—Suéltale, grandullón. —Matt Eville soltó una sonora carcajada. Por lo visto, le hacía gracia la actitud atrevida de Claire. El guarda le miró con el ceño fruncido, Matt carraspeó colocando el puño cerrado ante su boca—. Eso es todo, Beros. Puedes marcharte.

Beros asintió con la cabeza, soltó a Claire y se marchó sin decir nada más. Durante unos largos segundos solo hubo silencio entre Star, su amiga y el chico, hasta que al final fue él mismo quién rompió el silencio.

—Así que... intentando colaros en mi fiesta...

—En realidad no... —comenzó Claire—. Bueno sí, intentábamos colarnos. Es evidente, para qué mentir si me has visto correr como una loca hacia la puerta.

—Sí. Eso ha sido realmente... inspirador —rio el chico, y durante un momento, solo un momento, sus ojos se clavaron en la coronilla de Star, que miraba hacia el suelo.

—Esta... Esta es mi amiga Star, yo me llamo Claire.

—Es un verdadero placer. —Matt levantó la mano ofreciéndosela a Star para que la estrechase.

Star acercó su mano despacio hacia la de Matt, la agarró y este en lugar de sacudirla, la comprimió y la levantó hasta sus labios para besarla, obligando a la chica a levantar la mirada del suelo.

—I.. igualmente —balbuceó.

—Encantada. —Se apresuró Claire, extendiendo la mano derecha hacia Matt buscando que este repitiese el gesto. Sin embargo, soltó a Star y cuando agarró la suave mano de Claire, solamente la blandió sutilmente.

—¿Vamos? —preguntó el chico—. Si habéis venido hasta aquí para colaros en mi fiesta, ¿qué mejor que hacerlo a lo grande? Os acompaño.

A pesar de la inquietud por la embarazosa situación de ser descubiertas de aquella forma tan brusca, Star sentía cómo un brillo de entusiasmo resurgía desde el centro de su pecho, pues finalmente iba a conseguir entrar en aquella casa, y darle a su madre algo, por pequeño que fuese, que la liberase de las eternas cadenas del pasado.

Cuando se fueron acercando a la segunda puerta, la desconocida segunda puerta que tantos problemas les había causado, las chicas advirtieron lo que era. En realidad, no era más que eso, una puerta, como un arco de gran tamaño que iniciaba un túnel artificial creado solo para la ocasión. Los colores en los que Star había reparado desde el exterior, dibujaban la voluminosa cara de un tétrico payaso de dientes afilados. La niebla naranja salía de las cavidades de sus ojos, y su nariz roja solo hacía que su imagen fuese aún más corrosiva. Luces de colores colgaban del falso tejado dándole un aspecto de entrada de feria encantada.

Desde la entrada, tampoco habían escuchado que cada ciertos minutos, un sonido programado hacía que el payaso riese de una forma espeluznante, y después decía: «Bienvenidos queridos míos, entren y no salgan más, que el espectáculo debe continuar, y si el hambre aprieta a alguien querré masticar».

—Dios mío, si que os gusta Halloween —dijo Claire con la boca abierta intentando quitarle misterio a la situación.

—Sí, la verdad es que mi familia pone mucho esfuerzo en esta fiesta —admitió Matt quitándole importancia también.

—Es una pasada —susurró Star.

—¿Te gusta? Pues espera y verás.

Se adentraron en el túnel y en la plena oscuridad una siniestra música de circo, mezclada con Heat of the Moment de Asia, embotada, como si el sonido llegase a los oídos de los tres jóvenes y estos estuviesen debajo del agua, comenzó a invadir el espacio acústico. 

—No veo nada —se quejó Star.

—Sigue la música.

—Dame la mano Star. —Claire le agarró la mano con fuerza para no perderse y saber dónde estaban en cada momento.

Al fin, una luz se coló en el corredor iluminando de nuevo el lugar y a los muchachos. No esperaban para nada encontrar lo que encontraron, un kilométrico jardín que era más campo que patio, y al fondo una casa muchísimo más grande que la de la familia Moon. Era de piedra, y parecía más una iglesia que una casa, con un saliente de cristal precioso. Lo más curioso era el tejado, pues era exactamente el mismo que el que Star tenía en su casa. Solo que este estaba conservado al detalle y las escamas de dragón se veían espléndidas, y al suyo lo había roído el tiempo. Sin querer se llevó las manos a la boca, pero cuando Matt y Claire la miraron, solo dijo:

—¡Hala! Qué casa más enorme.

—Sí, pero hoy, la fiesta está aquí —afirmó Matt, señalando con las dos manos el jardín. 

Y era cierto. A lo largo y ancho del campo se habían desperdigado los invitados, que bajo la ausencia de la luna y el baño de luces y niebla, bailaban como en trance en un ambiente ligeramente lujurioso. Aquello era una verdadera feria, pues la decoración no se había quedado en la entrada: había calabazas, pero también había casetas de comida, juegos para los asistentes, una pequeña noria, y lo que parecían ser máquinas de Arcade.

—Esto es sencillamente increíble Matt —manifestó Claire—. ¿Qué dices ahora Star? ¿Te parece que la fiesta merece la pena o es solo una chorrada?

Star miró a su amiga con fastidio. Después de lo que les había costado llegar hasta allí, no quería que Matt pensase mal de ella y le obligase a marcharse de la fiesta.

—¿De qué hablas? —preguntó Star tratando de desviar la atención.

—Ya sabes, tú y lo de no querer venir y que prefieres jugar a tus máquinas antes de... ¡esto!

—¿A qué juegas? —Matt se volvió hacia ella con curiosidad.

—A todo —murmuró la chica—. Aunque creo que lo que mejor se me da es el Ghouls 'n Ghosts... suelo...

—¿A sí?

—Ajá —asintió Star.

—Eso habrá que verlo.

—¡Feliz cumpleañooos! —satirizó Claire.

Matt sin correr pero apresuradamente, se enfiló hacia las máquinas de Arcade que había cerca de la noria. Star y Claire le siguieron hasta que al llegar, el chico ya había comenzado a jugar.

—El que llega primero, juego primero.

—Menudo anfitrión —bromeó Claire.

—¡Cuidado! —gritó Star—. ¡Qué te alcanza el fuego!

—Oh, ¡mierda! —El soldado de Matt había muerto bajo una ráfaga de fuego.

—¡Me toca! —Star cogió los mandos y comenzó la partida. Durante unos diez minutos se concentró tanto en la pantalla que no reparó en que había dejado de escuchar a su amiga y a Matt animar por detrás para que siguiera aniquilando a los monstruos que aparecían en la pantalla debajo del mar. Cuando un gusano le alcanzó, se dio la vuelta para gruñir la derrota junto a ellos, y entonces fue consciente de que se había quedado completamente sola.

Enfadada y desconcertada, dejó las máquinas para buscar a Claire en cada rincón de la fiesta, pero lo que le había parecido hasta el momento un ambiente de celebración de lo más normal, se envolvió de ocultismo carnal. Solamente era capaz de ver ante sus ojos personas derrochando sensualidad, sin evitar ser vistos de aquella forma que a ella le resultaba desconocida. Se movían como si estuviesen bajo una especie de embrujo, eran como una secta con alto nivel de ebriedad en sangre.

Comenzó a preocuparse cada vez más, porque Claire estaba sola. Entre la preocupación, surgieron de nuevo sentimientos de enfado, pues a ella también le habían dejado sola.

Desesperada, entró en el último lugar que le quedaba por revisar, una especie de carpa pequeña. Allí tampoco estaba, solo había otra máquina de feria más. Cansada de buscar se sentó en el banco de terciopelo rojo situado justo al lado de la máquina intentando pensar qué hacer. ¿Debería marcharse a casa o seguir buscando? Se dio cuenta de que de aquel ojo a la vista estaba surgiendo una lágrima. Tenía miedo y los escalofríos le recorrían la columna vertebral.

La máquina se encendió de pronto, y la marioneta que había en ella se movió. Era un esqueleto horripilante, con cuatro pelos en la coronilla. Star se levantó de golpe y se apoyó en el artilugio sin querer, presionando un botón rojo que hizo que el muñeco comenzase a moverse con mayor realismo.

La chica se desplazó rápidamente para salir de la carpa, pero entonces el cadáver artificial habló.

—Has querido conocer tu destino. Has decidido vulnerar el curso de los acontecimientos por el saber. Ahora debes cargar con su peso. No eres quien dices ser, oculto en ti hay un poder, desátalo antes de que ocurra la desgracia. —la marioneta se paró de golpe y el mecanismo se apagó.



¡Nueva parte de Ella es Star Moon! Y llegamos a las 8000 palabras amigxs 🎉 

Venga, apuestas, ¿qué creéis que ocurriá ahora? 

Os dejo otro temazo, el que suena de fondo al llegar a la fiesta:

https://youtu.be/2-RUsMCvIsQ


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