ᶜᴴᴬᴾᵀᴱᴿ ᴵᴵ

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゚⚜️・:* the kingsroad *:・゚⚜️

THE HELP

Llevaban varias horas cabalgando. Lasain miraba preocupado a su hermana desde la distancia, mientras su caballo cabalgaba junto al de Ser Jorah.

"¿Qué cruza su mente?", preguntó con curiosidad el mayor.

"Me preocupa el estado de mi hermana", admitió y esta vez los ojos de Jorah se dirigieron a la pequeña figura sobre el blanco caballo. "No le he visto beber o comer. Pareciera estar en un transe catatónico. He intentado hacerle comer algo, pero no me ha recibido nada. Pareciera incluso que está molesta conmigo. Supongo porque no evité que Drogo la llevase, pero no estaba en mi derecho de hacerlo", explicó.

"Pudiese intentar por usted, si así lo desea".

"Si fuera posible, así como comunícame lo que mi hermana le cuente, con completa discreción, le agradecería mucho", dijo con media sonrisa a la vez que Jorah asentía y se dirigía donde la más joven para incitarle a comer. Lasain detuvo su caballo poco detrás de ellos, observándolos mientras él mismo comía un trozo de la carne seca de caballo que su hermana insistía en rechazar.

No la culpaba por rechazarla. La carne era chiclosa y difícil de masticar, a este punto se extrañaban los suaves y hasta cierto punto abundantes platillos que les ofrecía Illyrio. La decisión entre pasto y carne de caballo comenzaba a ser tan monótona como la misma acción de comer por necesidad, por saciar el hambre, no por saciar el placer que trae consigo el deleitar una buena comida.

Cuando Daenerys abandonó a Jorah, fue cuando Lasain decidió unirse de vuelta para cabalgar a su par.

"¿Algo nuevo?"

"Vagamente me ha hablado".

"Pude notar eso. Sin embargo..."

    "Quizá no debería decirlo en voz alta, supongo usted ya lo presiente".

    "Ella no está feliz".

    "Podría decir que incluso tiene miedo", aseguró Jorah. "Le aconsejaría que intentara hablar con ella de nuevo. Quizá asegurarle que se encuentra para ella a pesar de la situación".

※✥※

Acamparon no muy lejos de Pentos. Lasain se había dirigido a donde su hermana para ayudarla a bajar de su caballo. Sus manos estaban heridas. El cabalgar durante varias horas sosteniendo la aspera soga había hecho de las suyas y parte de la piel de las palmas de sus manos se levantaba sangrando. Un par de mujeres se acercaron a intentar ayudar a su nueva khaleesi, sin embargo, amablemente Lasain les indicó que él se ocuparía.

Llevándola al interior de una de las tiendas que habían montado, el mayor de los tres Targayen condujo a su hermana hasta sentarla para poder examinar sus manos. Mientras pasaba delicadamente su dedo pulgar sobre la pequeña palma, la miró expectante a que hablara primero. Cuando ella no lo hizo, él decidió hacerlo.

"No es nada que no tenga arreglo", le sonrió con amabilidad, Daenerys no dijo palabra. "He escuchado que tu matrimonio puede que te... ¿asuste?", sus ojos sobre los de su hermana menor.

"¿Escuchaste o te dijo Jorah?"

"Le pedí que lo hiciera. Estaba preocupado por ti. No has querido hablarme".

"Le dejaste tomarme", dijo con más agresividad que con la que naturalente Daenerys se dirigía a sus hermanos, reclamando que no le ayudara.

"No estaba en lugar de hacer nada, hermana. Drogo es ahora tu esposo", dijo arrodillándose frente a ella para comenzar a tratar sus manos con suma suavidad. "Intentar algo podría conducir a mi muerte, siento ser egoista en ese aspecto".

"No eres egoista por querer vivir...", dijo dejando las palabras al aire mientras sentía algo de alivió recorrer sus manos gracias a la atención de su hermano en estas.

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BRAN'S TRAGEDY

La gran tragedia de Bran conmocionó a la familia entera. Catelyn había pasado el tiempo completo a los pies de su cama rezando por que su joven hijo despertara, que los dioses fuesen misericordiosos y le permitieran vivir. Todo en vísperas de que el Bastardo de Vizuina y la promogénita de los Sionnach llegaran al norte, así como la víspera de que la mitad de su familia partiera en dirección a King's Landing.

La puerta de la habitación se abrió mostrando al mellizo mayor quien caminó hasta arrodillarse junto a su madre deteniendo sus manos de continuar haciendo la pequeña figurilla.

"Madre", la llamó, pero la mujer retiró ambas manos de su hijo para regresar a su tarea a la vez que le ignoraba. "Madre, ¿no crees que sería más misericordioso dejarlo...", sus palabras quedaron al aire junto a la idea de lo que estaba por decir, cortadas por la fuerza de la mano de la mayor sobre su mejilla. Ambos ojos se encontraron cuando a espaldas de quien se encontraba arrodillado se escucharon un par de zapatos entrar en la habitación. Evidentemente la persona que acababa de entrar logró escuchar la corta interacción.

La primera en alzar la mirada fue Catelyn, quien retirando a su hijo de su falda se puso de pie. Acción continua, Beau lo hizo también, obviando el ardor en su mejilla.

"Disculpen interrumpir el momento familiar", dijo la reina pasando su mirada de la mujer al hombre joven a su lado.

"Me hubiese vestido, Su Alteza", expresó Catelyn ignorando el golpe que había dado a su hijo, hablando con completa naturalidad.

"Está es su casa. Yo, su invitada", los ojos de la rubia mujer pararon en la cama de Bran observandolo con una sonrisa maternal, Catelyn volvió a tomar asiento reanudando sus acciones. "Tienes hijos apuestos", expresó la reina, mirando consecutivamente a ambos muchachos. "Perdí a mi primogénito, una belleza de cabellera negra", dijo caminando directamente donde Beau tomando un mechon de su largo cabello con una sonrisa nostalgica. "Como el tuyo. Era un luchador también. Luchó contra la fiebre que se lo llevó. Después vino Rege... esa fue otra perdida totalmente distinta... Lo siento. Es lo último que necesitan escuchar ahora como familia, la pérdida de miembros de esta".

Catelyn miró a su hijo, conociendo que el tema requería un momento de privacidad entre ambas. Con cautela se puso de pie y tomó la mano de su hijo antes de besar la mejilla que poco antes había golpeado. La marca de su mano continuaba tintando su mejilla de un rosado vivo.

"Lo mejor es que vayas a buscar a tu padre. Me dijo temprano que quería hablar contigo. Quizá es por la visitas nuevas. Ve por favor".

"Madre. Su Alteza", dijo haciendo una pequeña reverencia en dirección de la mujer de cabello de oro, antes de salir en busca de su padre.

※✥※

Beau encontró a su padre en el balcón donde se encnotraba con su madre algunos días antes que todos entrenaban a Bran. Si su madre no se equivocaba, lo más seguro es que le pediría que fuese anfirtrión en cuanto llegaran. La mirada de su padre seguía perdida en el espacio frente a ellos.

"Madre dice que me buscabas".

"Así es", dijo con su característica tranquiidad, incluso pareciendo que la tragedia de Bran no hubiese ocurrido.

"Ella dice que quieres que me encargue de los Sionnach que están por arribar, ¿es correcto?", Ned Stark sacudió la cabeza.

"Es cierto que los Sionnach están prontos a llegar. Ya se está cumpliendo el mes desde que enviaron el cuervo anunciando a quienes mandarían y para qué", le miró finalmente. "¿Sabes por qué vienen?"

"No tengo la menor idea".

"Quieren un matrimonio", declaró, "con uno de los famosos mellizos Stark", Beau sacudió la cabeza. "Quizá no la recuerdes, pero no es la primera vez que conoces a la princesa de Vizuina. Es una joven hermosa, los mismos ojos de su madre. Con un matrimonio..."

"Sé que soy el mayor, pero no quiero casarme", admitió. "Tampoco deseo ser quien tome el Norte como herencia, padre. No estoy hecho para dirigirlo".

"¿Y quién lo está? ¿Tu hermano?", Beau asintió pensando en Robb. "Hay un secreto detrás del poder, Beau, nadie está realmente listo para tomarlo. Es una responsabilidad que la gente arrebata con codicia. Robb tampoco está preparado para ser el heredero. Ha crecido conociendo que al ser tu el mayor de ambos, el Norte te corresponde a ti, por lo que la mano de lady Sionnach..."

"Tampoco deseo su mano, padre", Ned rió.

"Yo sé que no. Pero dime... ¿Qué solución tenemos? Han enviado por el heredero".

"A diferencia de lo que crees que Robb pensó, yo siempre le imaginé a él con el poder del Norte, todos felices por su dicha y gloria, multiples hijos..."

"También lo imagino con una familia", dijo con media sonrisa soñadora. "Me gustaría pensar que a ti también".

"No es lo que estoy buscando".

"¿Y qué buscas Beau?"

"Libertad".

"¿Algo te aprisiona?"

"Las responsabilidades, la idea de tener que gobernar al Norte. No ser suficiente como tú o como Robb".

"¿Cómo podemos solucionar todo esto?"

"Darle el Norte a Robb, darle la mano de lady Sionnach..."

"¿Y si no quiere?"

"Él siempre hace lo que es correcto. La discusión de un posible matrimonio no lo garantiza. Ella puede quedarse, Robb decidirá si quiere desposarla, pero el Norte será suyo. Yo sé que siempre soñó en ser tan grande como tú".

"¿Y qué haremos contigo?"

"Supongo que la idea de que yo haga lo que quiera no es opción...", suspiró y su padre rió.

"¿Qué opinas de esto?", preguntó posando su mano en el hombro de su hijo. "Tus hermanas vendrán conmigo a King's Landing, las septas se pueden ocupar de Sansa, pero con Arya tenemos otros problemas", ambos rieron. "Pensaba en dejar a Rickon y Robb; quién se ocuparía del Norte mientras tu madre cuida a Bran. Tu vendrías conmigo para cuidar de tus hermanas, como mano del rey no creo tener mucho tiempo que regalarles, tú les regalarías ese tiempo. Cuando todo este arreglado podrás hacer lo que quieras. Ser libre en King's Landing. ¿Suena muy mal?" Definitivamente no era lo que Beau esperaba, pero le estaban dando el trono a su hermano y la oportunidad de elegir si desposaba o no a Arwen Sionnach.

"No, padre. No suena muy mal", le sonrió. "¿Debo decirle a mi hermano?"

"No te preocupes por ello. Yo me encargo. Ve a preparar las cosas para cuando sea necesario irnos", el mayor miró a la distancia encontrandose con el animal de pelaje cobrizo que constantemente vigilaba a su amo. "¿Llevarás a Creumha?"

"No pienso abandonarla", dijo mirando con una sonrsa a su loba.

"Prepara a tus hermanas, yo iré a hablar con tu madre mientras Robb recibe a los Sionnach".

"Quizá ver a mamá ahora no sea lo adecuado, no se encuentra en sus cinco sentidos, padre".

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ATTITUDE IS THE DIFFERENCE
BETWEEN AN ORDEAL AND
AN ADVENTURE

Mercutio talló sus manos tras soltar la correa con la que guiaba al caballo, a pesar del sol, el cambio de clima para él fue demasiado intenso. Las minas eran lugares calurosos donde se encerraba el calor. Ahora a la interperie del Norte, podía sentir el contraste del clíma que hacía arder sus pómulos por el frío y la punta de sus dedos.

A su lado se encontraba su hermana y algunos lugares atrás se encontraba Starr siguiéndolos en completo silencio. Tanto Arwen como Mercutio habían insistido en que los acompañara a la par, pero ella se negó al instante.

"Odio el frío", declaró Mercutio. Su ceño fruncido con molestia.

"Debes acostumbrarte a él. Será mucho más frío de lo que está ahora al otro lado del Muro".

"¿Realmente crees que iré al otro lado del Muro?", preguntó casi mofandose por la declaración de su hermana.

"¿Tú no?"

"No realmente", dijo meneando con lentitud su cabeza.

"Eres demasiado pesimista".

"Soy realista. No tengo las habiliadades de Deabh. Quizá jamás vaya al otro lado como tu esperas. Lo cuál me tranquiliza, solo los Dioses saben que hay del otro lado, mi master me decía que debía temer".

"Pesimista, además tú madre no sabía qué hay del otro lado", concluyó y ambos rieron. Arwen miró con cariño a su hermano. "Ya eres un Sionnach".

"No me lo recuerdes".

"¿No te emociona?"

"En realidad, me enfada. Me da el apellido para que me dirija al Muro a perderlo", suspiró. "¿Segura que quieres casarte?"

"Ya hablamos de esto, Mercutio".

"Ya tengo el apellido. Si no quieres casarte, nos vamos a donde tu quieras. Dorne, por ejemplo que es mucho más cálido".

"Dorne está al otro lado. Estamos ya en el Norte", dijo con una sonrisa juguetona.

"¿Entonces? ¿Te quieres casar?"

"Siempre he querido una familia".

"No creo que bajo estas circunstancias".

"Como dije, ya hablamos de esto Mercutio. Hay que seguir andando", dijo moviendo la correa del caballo para que comenzara a avanzar.

"¿Te has despedido de Bran?", la figura de Robb se unió a la de Jon quien caminaba con una silla para montar sobre su hombro, se encontraba fuera en espera para reuirse con los hermanos Sionnach, su padre se lo había dejado completamente claro, él debía recibirlos. Jon no respondió a la pregunta. "No morirá. Lo sé".

"Los Stark no mueren fácilmente", declaró finalmente.

"¿Mi madre?"

"Fue muy amable", dijo mientras colocaba la silla sobre el lomo el caballo negro que lo llevaría hasta el Muro.

"Bien", contestó Robb siguiendo cada uno de los movimientos de su hermano. "La próxima vez que te vea, estarás vestido de negro", dijo con una sonrisa.

"Siempre ha sido mi color", respondió, correspondiendo la sonrisa. "Según lo que escuché por ahí, la siguiente vez que yo te vea a ti, estarás casado con Arwen Sionnach".

"Lo más seguro es que quien estará casado con ella sea Beau?", Jon dejó escapar una carcajada.

"¿Sinceramente crees que Beau desposará a alguien?", Robb se unió a la risa, tampoco imaginaba a su hermano con una familia, al menos no ahora.

"Es extraño de creerlo, pero por el bien del Norte quizá lo haga. O por la sanidad de mi madre. Moriría por tener al bebé de Beau en sus brazos", ambos guardaron silencio un instante, mirándose fijamente. "Adios, Snow", se despidió finalmente.

"Adios, Stark", se abrazaron, Robb sin imaginarse que en poco tiempo también tendría que hacerlo de su mellizo.

Una mujer de servidumbre se acercó a ambos esperando a que terminaran de abrazarse para finalmente anunciar la llegada de los Sionnach. Separandose de su hermano, Robb Stark asintió con la cabeza en respuesta y se alejó sin dar una palabra más a Jon.

Trotando a la entrada de Winterfell, Robb se detuvo mirando a los tres recien llegados, los hermanos completamente opuestos  en asepecto : la tersa piel blanca de Arwen hacía contraste con la bronceada de Mercutio, bronceado que había adquirído al trabajar en un lugar con el clima que había en Reveland; los ojos claramanete eran lo que más destacaban, los de la jóven brillaban en un azul celeste, mientras que los del jóven eran tan negros y cargaban con pesadez. Detrás de ellos se encontraba la mujer de piel canela.

"Bienvenidos a Winterfell", dijo con una cortés sonrisa. "Mi padre se unirá a nosotros. Comprendo que Lord Sionnach..."

"Mercutio", musitó el hombre de iris negros. "Llámame solo Mercutio".

"Mercutio", se corrigió, siguiendo la indicación que se le dió, "Mi padre se unirá a usted en brevedad junto a mi hermano Jon, así como un par de personas que también se dirigen al Muro. Tuvimos una tragedia hace un tiempo y mi madre no puede venir a recibirla, mi lady", dijo mirando finalmente a la joven a caballo. "Me encargaré personalmente de ayudarla a ponerse cómoda, seguramente durante la comida tendrá oportunidad de conocer al resto de los hermanos, al menos los que se quedan", dijo caminando al lateral del caballo extendiendo sus brazos para ayudarla a bajar.

"Es usted muy amable, mi Lord", dijo aceptando el ayuda que le brindaba, se giró hacía su hermano quien aún estaba sobre su propio caballo. "Hermano, espero pronto nuestro reencuentro. También te deseo la mejor de las suertes en tu nueva aventura".

"Una aventura que me congelará hasta la médula", dijo con una pequeña sonrisa mirando a su hermana.

"Mi hermano es buena persona, estará en la misma aventura que usted", interrumpió Robb. "Es noble y está bien entrenado, pero le hacen falta amigos".

"Qué coinsidencia... a mi hermano también".

"¿Todos los bastardos deben ser amigos?", preguntó con una ceja arqueada.

"Mercutio", regañó Arwen.

"No necesariamente. Pero creo que pueden encontrar las carencias y similitudes en el otro y ayudarse mutuamente. Creo firmemente que nadie podría entenderlos mejor que alguien que pasó por lo mismo", respondió con una sonrisa Robb. "Mi lady", dijo esta vez ofreciendo su brazo a la jóven para que lo tomara y pudieran retirarse. Arwen con una amplia sonrisa tomó el brazo contrario y caminó a su par al interior del castillo que se alzaba a pocos metros de donde estaban.

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MEN AND SNOW

Su reinión con el resto fue como mencionó Robb todo en brevedad. Ned Stark se había acercardo en su propio caballo y le había tendido la mano, presentándose y a Jon Snow. El joven parecía simpático a su vez de algo serio.

El trayecto fue silencioso, muchos les seguían, algunos levantando banderines para que se enteran quienes eran los que se acercaban.

Cuando Mercutio vio a Ned Stark hacer una seña con la cabeza a Jon, decidió avanzar su caballo algunos metros, mirando el horizonte. Aún había pasto, algo que sencillamente sabía que en algún momento podría llegar a olvidar. Había escuchado sobre que se encontraba en el Muro: hombres y nieve.

Pocos minutos después Jon se unió a él, un silencio incómodo se instaló entre ambos. Decir que Mercutio tenía pocas habilidades sociales era decir lo menos. Aquellos veinte años no había logrado hacer un solo amigo y sus hermanos no podrían llamarse así, áun cuando su relación con su hermana no estaba por las rocas como lo estaba con Louis.

"Mercutio", volvió a presentarse.

"Lo sé. Mi padre nos presentó hace un rato".

"Lo siento, creí que como propuso tu hermano, ambos necesitamos un amigo, cualquier cosa que no sea nieve ya es ganancia para mi, pero eres lo que queda", bromeó.

"¿Haces burla de mi apellido?", preguntó con una sonrisa por el intento de crear una amistad, Mercutio rió con él encogiéndose de hombros.

※✥※

Jon y Mercutio tomaron asiento cerca de donde Tyrion Lannister se encontraba ya sentado, cuando fueron llamados para cenar. Aún quedaba camino por recorrer para llegar al muro.

Lo ojos de Jon miraban a los hombres que estaban atados de las manos, a quienes Mercutio parecía ignorar mientras continuaba tallando sus manos para generar calor; él sabía porque estaban ahí. Había escuchado de varios de sus compañeros los cuáles habían sido enviados por su padre al Muro por la misma razón.

"Violadores", explicó Tyrion a Jon para terminar con su mirada curiosa. "Se les dio la oportunidar de elegir entre ser castrados y el Muro. La mayoría prefiere el cuchillo", Jon no dijo nada ante aquello. "¿No te impresionan tus hermanos nuevos? ¿O a ti?", preguntó también mirando a Mercutio, quién se limitó a encogerse de hombros. "Lo bueno de la Guardia es que desechas a tu familia vieja y adquieres una nueva".

"O en ocasiones, dos", susurró entre dientes Mercutio antes de soltar un suspiro.

Jon se permitió examinar a todos a su alrededor par finalmente unirser a la conversación, hasta el momento, individual de Tyrion.

"¿Por qué lees tanto?"

"Mírame y dime lo qué ves", pidió el hombre atento a las páginas de su libro.

"Un enano", contestó Mercutio sin preocuparse por como tomaría que lo dijera tan sencillamente.

"Exacto, Burrow".

"Sionnach", corrijió arrastrando una sonrisa de la boca de Tyrion.

"Como el joven, Sionnach menciona, soy un enano. Si hubiese nacido campesino, quizá me habrían dejado a morir en el bosque. Desgraciadamente, soy un Lannister de Casterly Rock. Tengo que cumplir expectativas. Mi padre fue Mano del Rey por veinte años".

"Hasta que tu hermano mató a ese rey".

"Veo que al final ambos tienen una lengua filosa. Cortados por el mismo cuchillo me parece", sonrió Tyrion. "La vida está llena de pequeñas ironías", explicó. "Mi hermana se casó con el nuevo rey y mi repugnante sobrino Joffrey será rey despues de él, gracias que el mayor se consiguió un destierro a corta edad y que su padre lo desheredara mientras él viviera. Debo hacer mi parte por el honor de mi casa. ¿No les parece? ¿Pero cómo? Mi hermano tiene su espada, y yo tengo mi mente y una mente necesita libros, al igual que una espada, una piedra para afilar. Por eso leo, Jon Snow. ¿Ustedes? ¿Cuáles son sus historias, bastardos?"

"Pregúntamelo bien y quizá te cuente, enano", respondió con una sonrisa Jon. Ambos pares de ojos se dirigieron a Mercutio.

"No hay necesidad de que cuente mi historia. Por años la han contado otros por mi. Lo úico que cambia es que ya no soy un bastardo".

"Un bastardo sin herencia alguna y un bastardo naturalizado casi hijo adoptivo de uno de los mejores caballeros de los ocho reinos se unen a la antigua orden de la Guardia de la Noche, junto a sus valientes compañeros de armas".

"La Guardia de la Noche protege al reino de..."

"Ah, si, si. Contra duendes y fantasmas y todos los monstruos de los que tu niñera te previno".

"Mi madre siempre me habló sobre lo que creía que podíamos encontrarnos del otro lado", interrumpió Mercutio, "Ella estaba convencida que del otro lado algo malo nos aguardaba. Ella no estaba a favor de que la Guardia de la Noche, independientemente que fuera un grupo de personas que buscan saldar sus pecados, ella siempre creyo que eran mal presagio para lo que había al otro lado. Ella sabía que había monstruos reales".

"¿Cómo habrías de saber todo eso de boca de tu madre? Tu tenías tres cuando..."

"Lo sé, mi lord. Supongo que la memoria funciona distinto cuando su madre decide quitarse la vida frente a uno. Atesora los pocos recuerdos con ella, entre ellos, sus palabras".

"Creo que ambos son jovenes inteligentes. No espero que crean esas tonterías", miró a Mercutio, "Tu madre solo te estaba contando un cuento para asustarte y mandarte a la cama. No hay forma alguna de que tu madre supiera que hay del otro lado", guardaron silencio. "Todo se ve mejor con un poco de vino en el estómago", dijo lanzando una cantimplora a Jon quien logró atraparla, pronto destapándola y dando un largo sorbo antes de pasársela a Mercutio, quien la rechazó mirando de nuevo a Tyrion Lannister continuar con su lectura.

※✥※

"Bienvenidos", dijo Benjen Stark una vez que llegaron a su destino.

Los ojos de Mercutio escudriñaron el lugar. Frente a ellos, a kilometros de distancia se alzaba un Muro, podía adivinarse completamente de hielo; a su alrededor, como supuso, solo podía encontrarse con hielo y los hombres a su lado. El cielo se encontraba nublado creando una sombra densa a lo largo del Muro.

"Hogar, dulce hogar", susurró jalando con suavidad la correa del caballo haciendolo avanzar junto al resto que ya se dirigían directamente al Muro.

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THE COWARD PRINCE
& THE MOST POWERFUL
WOMAN IN THE ROOM

Desde la distancia Beau podía ver la interacción entre Joffrey, Sandor Clegane y su heramana Sansa. Beau se encontraba sentado sobre un trozo de tronco que casualmente había terminado fuera de una de las tiendas. Sobre su regazo se encontraba su espada, la cuál había tenido intención de afilar, acción que fue interrumpida por la llegada por un par de doncellas que quisieron hacer plática con él.

Si bien parecía estar escuchando lo que las chicas le decían, su atención se encontraba en su hermana y las dos figuras tras los hombros de las jóvenes que se habían acomodado a su alrededor. Procurando mantenerse amable, Beau ocasionalmente les regalaba una sonrisa amistosa en respuesta a lo que ellas decían, causando algunas risas.

Vio a su hermana arrodillarse para hablar con su propia loba, Lady. No comprendía porque Sansa continuaba queriendo tratarla como si de un perro se tratara, simplemente esa no era su naturaleza. Excusandose con las doncellas se puso de pie y se acercó a la ahora pareja, algunos minutos antes Sandor Clegane se había alejado dejándolos solos.

"¿Quiéres que la cuide un instante?", preguntó acercándose a los más jovenes.

"No realmente, la dejarás andar por ahí. Además es obediente".

"Es su naturaleza. Dejarla sentada ahí hasta que regreses es cruel. ¿A dónde van?"

"Beau..."

"Solo pretendo dar un paseo con su heramana", declaró Joffrey con una sonrisa.

"Bien, yo me quedaré con Lady", dijo inclinándose para tomar la improvisada correa de su hermana, quién ya estaba avanzando junto al príncipe. "Si ves a Arya dile que la estoy buscando, ¿quieres?".

"Seguro, Beau".

※✥※

De la dirección en que Sansa había ido, regresó corriendo Arya hasta chocar, accidentalemente, con su hermano.

"Veo que Sansa te dió mi mensaje. Estaba pensando en ir...", le sorprendió que su hermana le abrazara prácticamente aferrándose a él. "¿Arya? ¿Qué es lo que sucede?", preguntó separándola de él por los hombros antes de arrodillarse y buscar su mirada.

Sus ojos parecían un acertijo: temor, adrenalina y arrepentimiento eran lo que adornaban los grendes ojos de la pequeña.

"¿Qué es lo que sucede?", repitió preocupado al no poder encontrar respuesta por si mismo al porque todos esos sentimientos estaban impregnados en sus ojos.

"Hice algo. Nymeria hizo algo", casi susurró.

"¿Qué hizo Nymeria? Y por todos los Dioses, ¿qué hiciste tú?"

"Le he pedido a Nymeria que escapara. Lo más seguro es que la matarán por lo que hizo", Beau se quedó en silencio para que explicara. "Ha atacado a Joffrey y yo también".

"Arya...", dijo con un tono de voz evidentemente molesto.

"Ella solo me estaba ayudando. No merecía morir. Yo tampoco quería regresar".

"¿Y qué ibas a hacer? ¿Esconderte?", la menor se encogió de hombros. "Esa no es la respuesta", suspiró. "Quizá no ha sido nada grave más que un pequeño mordisco. Todo irá bien".

"No le digas a padre".

"Arya..."

"Promételo".







La noche se habí alzado y con ello la noticia de lo que había pasado a Joffrey. Beau se encontraba bebiendo cerveza con su padre cuando un caballero se acercó a ellos.

"Disculpe la molestia, mi lord", interrumpió consiguiendo la atención de Ned.

"¿Qué es lo que pasa?"

"Han llevado a Arya con el rey".

"¿El rey? ¿Por qué habrían de llevar a mi hija con el rey".

"Nymeria atacó a Joffrey".

"¿Sabías?"

"No creí que fuera algo demasiado grave", ambos se levantaron dejando medio tarro lleno de cerveza.

"¿Quién llevó a Arya con el rey?"

"Los Lannister. La reina ordenó que la llevaran directamente con el rey".

Ambos entraron a la posada donde se encontraba el rey. Beau caminaba detras de su padre que evidentemente estaba molesto con el por callar algo tan importante. Al llegar al frente, Ned tomó por los hombros a Arya, de la misma manera que Beau había hecho cuando recién se enteró.

"Lo siento, lo siento, lo siento. Hice a Beau prometer que no te diría. No creímos que fuera tan grave, en realidad no lo fue".

"¿Tú estás lastimada?", preguntó mirándola a los ojos.

"No", declaró sin apartar la mirada.

"No te preocupes", dijo abrazándola. "¿Qué significa esto?", preguntó con molestia Ned, empujando con suavidad a su hija tras él, quién se dirigió a su hermano mayor para abrazarlo, susurrando otro «Lo siento». "¿Por qué no se me hizo saber nada antes de traerla?"

"¿Cómo te atreves a hablar a tu rey de esa manera?", preguntó con molestia Cersei; la sencilla mujer que Beau había visto en la habitación de Bran no era la misma que estaba hablando ahora.

"Cállate, mujer. Lo siento, Ned. No quise asustar a la niña. Pero tenemos que ocuparnos de este asunto rápido".

"Tu niña y el hijo del carnicero atacaron a mi hijo", habló de nuevo Cersei. "Ese animal que tiene casi le arranca el brazo", dijo señalando con la cabeza la malherida mano de su hijo. "Además de que ahora nos enterámos que tu hijo mayor también fue complice de todo".

"Eso no es verdad", exclamó Arya. "Solo... lo mordió un poco. Y Beau no ha hecho nada malo. Me detuvo de ir a esonderme porque tenía miedo. Lo que realmente ocurrió es que estaba lastimando a Mycah", dijo Arya con los ojos puestos sobre Joffrey.

"Joff nos contó lo que ocurrió. Tú y ese niño lo golpearon con palos, mientras hiciste que tu lobo los atacara".

"¡Eso no es lo que sucedió!"

"¡Si fue así!", contestó Joffrey. "Me atacaron y tiró mi espada al río".

"¡Mentiroso!"

"¡Cállate!"

"No calles a mi hermana", defendió molesto Beau dando un paso al frente.

Ned colocó una mano sobre su pecho deteniéndolo, dedicándole una mirada con el ceño fruncido.

"Ahora no empieces tú", susurró.

"¡Suficiente!", pidió con molestia el rey. "Él me dice una cosa, ella me dice otra. Y tu jovencito se está metiendo de más en asuntos que no le consiernen. ¡Por los siete infiernos! ¿A quién debo creerle? ¿Dónde está tu otra hija, Ned? ¿Por qué Beau está aquí y no ella".

"En la cama, durmiendo. Beau y yo estabamos pasando el rato cuando nos dijeron que tenían a Arya detenida aquí contigo".

"Ella no está durmiendo", dijo la rubia mujer. "Sansa, ven aquí, cariño".

De entre la gente, Sansa se abrió paso caminando hasta quedar junto al resto de su familia. Sobre sus hombros una capa que la cubría del frío.

"Ven, niña", pidió Robert, indicándole no solo con palabras, sino que con su mano que se acercara. "Dime que pasó", los Stark se relajaron un poco, considerando que su propia integrante hablaría con solo la verdad... la versión de Arya. "Cuenta todo y di la verdad. Es un gran crimen mentirle a un rey".

Arya miró sobre su hombro a su familia, deteniendose especialmente a mirar a Ned, quién estaba en mayor expectativa que el resto. Segundos bastaron para regresar su mirada donde Robert. Joffrey se angustió por lo que la pelirroja fuese a decir.

"No lo sé. No lo recuerdo. Todo pasó muy rápido. No vi nada".

"¡Mentirosa!", gritó Arya antes de abalanzarse sobre ella, empujándola y jalándo su cabello.

Las manos de Ned se dirigieron a donde se unían las de la menor con el cabello pelirrojo, logrando que la soltara, mientras Beau la cargaba alejandola de Sansa.

"¡Basta! Suficiente", regañaba Ned mirando a las dos jovenes.

"¡Mentirosa! ¡Mentirosa!", continuó gritando mientras Beau retrocedía aún con su hermana en brazos.

"Es tan salvaje como su animal", susurró con una sonrisa maliciosa la mujer con más poder de la habitación. "Quiero que la castiguen", dijo casi como órden a su esposo.

"¿Castigarla?", cuestionó con el ceño fruncido Beau mientras bajaba a Arya.

"¿Qué quieres que haga? ¿Que la azote en la calle? Los niños pelean. Se terminó".

"Joffrey llevará estas cicatrices el resto de su vida".

"Si mi hermana logró quitarle la espada y lanzarla al río, creo que serán las únicas cicatrices de batalla que va a conseguir", dijo Beau, esta vez recibiendo un golpe de su padre en la parte trasera de la cabeza. "Mis disculpas, Su Alteza".

"No, el muchacho tiene razón", dijo girandose a mirar a su hijo, "¿Dejaste que esa niña te desarmara?", Joffrey guardó silencio y Robert regresó su atención a los Strak."Ned, asegúrate de disciplinar a tu hija. También al muchacho. Yo haré lo mismo con mi hijo".

"Con mucho gusto, Su Alteza", Robert se puso de pie y caminó donde su amigo.

"¿Y qué hay del lobo huargo?", cuestionó Cersei deteniendo a todos en su camino a salir para ir a descansar. "¿Qué hay de la bestia que atacó a tu hijo?", la habitación quedó en completo silencio, solo se escuchaban las respiraciones de los presentes.

"Había olvidado al maldito lobo", confesó Robert girandose a su caballero.

"No encontramos rastro del lobo huargo, Su Alteza".

"¿No? Entonces ya está".

"Hay otros dos lobos".

"El que encuentren primero entonces".

"No es en serio, ¿verdad?"

"Un lobo huargo no es una mascota. Cómprale un perro. Estará más contenta", dijo finalmente desfilando hacia el exterior.

"¿Dónde dejaste a Lady? Dime que la soltaste".

"Me pediste que no lo hiciera".

"¡No, no! ¡Lady, no! ¡Lady no mordió a nadie! ¡Es buena!"

"Daré a Creuma".

"No, no es justo. ¡Lady y Creuma no estaban ahí!", interfirió Arya. "¡Déjenlas en paz!"

"Detenlos. No les dejes hacer esto. ¡Por favor, no fue Lady!"

"¿Es lo que ordena?", desafió Ned a Robert, quién se giró para enfrentarlo. "¿Su Alteza?", no respondió y abandonó el lugar.

"¿Dónde esta la bestia?", cuestionó Cersei con un tono inocente a un caballero.

"¿Dónde está el tuyo, Beau?", dijo con cansancio el mayor. "Dejemos a Lady fuera de esto"

"No lo sé padre. No me gusta amarrarla".

"Afuera hay una encadenada, Su Alteza".

"Ser Illyn, hagame el honor".

"Solo esperen a que encuentren a la mía".

"Por lo que se sabe, la tuya está perdida por el bosque ahora mismo. La de tu hermana es la solución. No hay negociación. Ser Illyn..."

"No" interfirió Ned, "Beau... lleva a las niñas a sus habitaciones", Sansa sollzó comprendiendo que el lobo del que se desharían era el suyo. "Si debe ser hecho, entonces lo haré yo", a este punto Sansa ya se encontraba llorando.

"¿Esto es una clase de truco?"

"El lobo es del Norte. Merece algo mejor que un carnicero. Beau lleva a tus hermanas a sus habitaciones. Ahora"

"Vamos", dijo abrazando a Sansa, consolandola en su brazo izquierdo, mientras que su mano derecha se encontraba sobre el hombro de la menor.

N/A: Estoy feliz de anunciar que al final si se logró el capítulo listo para el Domingo. Sinceramente tenía algo de duda por mi tiempo, pero aquí estamos.

    Me encantaría decir que todas mis historias están fluyendo con la misma rapidez o que les dedico el mismo tiempo, pero es evidente que la realidad es que esta historia me ha estado consumiendo de más.

    Espero les gustara el capítulo y lo disfruten. Ya saben que siempre me pone de mejor humor leer sus comentarios.

    Nos leemos el siguiente domingo.

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