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El campo de Quidditch comenzaba a llenarse con el paso de los minutos, las banderas de las casas participantes se alzaban en lo alto de las gradas y los estudiantes ondeaban sus pequeños banderines para apoyar a su equipo.

Jackson se encontraba detrás de la estructura de concreto, mientras que Jae Beom y BamBam asomaban la cabeza aguardando por que YoungJae apareciera y trajera consigo el fin a la tormentosa espera. Nadie le había dicho que una cita lo haría sentir tan inquieto. Era su primera cita y la iba a tener con su chico soñado, no sabía si eso era una suerte tremenda o un infortunio gigantesco.

—Jae Beom, no puedo— Jackson respiraba rápido y se abanicaba la cara. El bullicio de las personas que esperaban el partido sumado al bochorno que desprendía el lugar no le ayudaba mucho. No le ayudaba en nada.— No me siento bien.

No tenía idea de lo que se supone que deba hacer en una primera cita. Quizás no se sintiera tan presionado si tan sólo fuera a salir con alguien más, pero no, iba a salir con YoungJae. ¡Finalmente, luego de cinco años! Él aún dudaba que estuviera sucediendo.

De tan sólo imaginarlo su cuerpo se llenaba de ansiedad. ¿Cómo debería actuar frente a él? ¿Cómo le haría para no quedar en ridículo? Si Jackson apenas lograba decir una que otra frase con poca cohesión cuando lo tenía cerca. Esta cita se aproximaba más al fracaso y a su muerte segura, porque Jackson no iba a poder vivir sabiendo que sería el hazme reír de Hogwarts cuando todos se enteraran. Ya podía oírlos hablar en los pasillos y el comedor al día siguiente diciendo algo como:

¿Supiste de la cita que Wang tuvo con Choi? El idiota derramó su bebida sobre YoungJae.

Se tropezó y cayó sobre la mesa.

Esos y un sin fin de escenarios posibles que podrían suceder esa tarde. Todos y cada uno de ellos atormentando su mente.

—¿Y si sale mal? No creo que pueda soportarlo si él me ve como un tonto.

—No saldrá mal— su amigo trató de animarle.— Deja de preocuparte tanto.

—De hecho, está comprobado que las primeras citas nunca salen como uno las espera— habló Kunpimook. — Y hay un alto porcentaje de fallo, más del cuarenta por ciento, diría yo.

—¿Escuchaste, Jae Beom? Hay más del cuarenta por ciento de probabilidad de que fracase. ¿Cómo esperas que no me preocupe?

—Tranquilo, Wang. Sólo debes seguir reglas básicas.

BamBam le habló acerca de lo que las personas esperan en una primera cita. Conocerse, saber si son compatibles para así decidir si es conveniente continuar o dejarlo hasta ahí. Dio un gran discurso sobre una buena imagen, modales y comportamiento con la intención de despejar sus dudas.

Sé amable y educado. Eso hablará bien de ti.

No te sientes muy cerca de él, dale su espacio.

No mastiques con la boca abierta, ni eructes o hagas cualquier cosa desagradable.

Está bien ser divertido pero no te la pases diciendo chistes todo el tiempo.

Si dice algo gracioso mientras comes o bebes, al menos asegúrate de no escupirle en la cara.

Revisa tu vestimenta, botones abiertos, bragueta abajo. Tus zapatos también, los cordones sueltos pueden resultar en una caída desastrosa.

Lo primordial es no dejarse llevar por la situación. La impresión es lo más importante, desde luego, pero no queremos que finjas ser alguien diferente. Sólo se tú mismo.

Fueron muchas palabras que flotaban de lado a lado y bastantes reglas básicas que recordar. De un momento a otro, Jackson comenzó a sentirse débil.

—Creo que me voy a desmayar.

—No seas exagerado— Jae Beom batió la mano, restando importancia a su estado.

Llevaba puesto el uniforme del equipo, su capa se movía al compás del viento otoñal y mantenía su escoba en un agarre seguro, porque según él, era su amuleto de la suerte - uno de tantos que resguardaba bajo llave- y no le iba bien en el partido si volaba sobre otra.

—Hablo en serio.

—Bien, si tanto quieres desmayarte, hazlo— exclamó Kunpimook. Sorprendentemente lo había acompañado y estaba junto a Jae Beom, ambos ayudándole a buscar a YoungJae entre el mar de gente.— Pero que sea después de la cita, o al menos aguanta hasta que Mark me traiga mi cámara.

—¿Tuan es tu amigo?— le cuestionó Jae Beom.

—Por supuesto.

—Creí que se odiaban, ya sabes. Siempre están compitiendo y restregando sus logros en la cara del otro.

—Sólo nos gusta hacerlo, es divertido.

Mark Tuan es uno de los estudiantes más inteligentes de Hogwarts, pertenecía a Ravenclaw y aunque todos los alumnos de esa casa eran así, Mark los sobrepasaba por mucho. BamBam siempre andaba compitiendo con él para ver quién de los dos era mejor, pero la verdad es que ambos están a la par. Uno rompe su récord personal y en la próxima clase, el otro lo consigue también.

No tenía idea de que ambos fueran amigos. De hecho, había pensado en lo contrario hasta que Kunpimook respondió la pregunta de Lim.

Se lanzaban miradas de odio cuando alguno obtenía mejor puntaje, se jugaban bromas pesadas y además de las riñas ocasionales que les hacían acreedores de castigos, intercambiaban toda clase de insultos.

Vaya clase de amistad la que tenían.

Jackson hubiera continuado indagando de no ser por el repentino mareo que lo azotó.

—Chicos, creo que necesito ir a la enfermería— se sostuvo de la pared cuando la cabeza comenzó a darle vueltas, interrumpiendo así la charla sobre lo divertido que era hacer enojar a Mark.

—Sólo son tus nervios, Jack. No exageres.

Claro, eso debe ser. Sólo respira profundamente.

Intentó pararse erguido en su orgulloso metro setenta y cuatro de altura pero terminó por recargarse por completo cuando perdió el equilibrio.

No, esto era más que sólo nervios por la cita.

—Creo que lo encontré— escuchó murmurar a BamBam.

—¿Dónde está?

—Está frente a nosotros, Lim. ¿Eres ciego o qué?

—No todos tenemos tu súper visión de víbora.

El menor rodó los ojos y tras soltar un "esto me pasa por juntarme con tarados", señaló hacia una de las gradas contiguas.—Ahí está, a menos de cincuenta metros y acercándose cada vez más.

—Prepárate, Jackson. Aquí viene tu chico.

Hubiese preferido que Jae Beom se mantuviera callado porque de no ser por él, las ganas de vomitar no le hubieran llegado de repente. Lo que dijo le hizo removerse inquieto.

Este era un mal momento para tener náuseas.

—¿Te tomaste lo que te di, cierto?— preguntó BamBam, a lo que Jackson respondió asintiendo con dificultad.

El menor de los tres le había dado una clase de batido extraño que supuestamente le ayudaría a aplacar su nerviosismo. No estaba seguro de que hubiese funcionado al cien por ciento, porque había alcanzado el punto máximo en vez de reducirlo, y no sólo eso, también se habían anexado los mareos y sensaciones nauseabundas.

—¿Qué fue lo que le diste?— preguntó Jae Beom.

—Un jugo de algas que sirve para calmar la ansiedad.

—¿Estás loco? ¡No puedes darle jugo de algas a Jackson!

—¿Por qué no?

Lo siguiente que escucharon fue a Jackson cayendo y golpeándose la cara contra el suelo.

—Porque eso es lo que pasa.

.

.

.

.

Vio puntitos blancos conforme fue abriendo los ojos y escuchó murmullos que se fueron intensificando.

—Ya recobró la consciencia— oyó la inconfundible voz de la enfermera a un lado.— Pueden quedarse aquí, solamente no lo hostiguen tanto.

—¿Podrá regresar a los dormitorios esta noche?— sintió a Jae Beom a su derecha.

—Por supuesto, siempre y cuando logre ponerse de pie.

Dicho esto, la mujer se alejó.

—¿Cómo te sientes?— preguntó su amigo.

—Fatal.

Jackson logró enfocar el lugar, estaba en una de las camas de la enfermería con Lim a un lado y BamBam del otro.

—Creo que alguien debe pedir disculpas.

Kunpimook se señaló y abrió los ojos, como si fuera incapaz de creer que Jae Beom le estuviera exigiendo aquello. —¿Que estás insinuando, sabandija?

—Si no le hubieras dado de beber ese jugo, esto no habría pasado.

—Disculpa, yo sólo quise ayudar. No tenía idea que fuera alérgico a las algas— BamBam bufó molesto y abultó los labios, su poco arrepentimiento sonando tan forzado y difícil para él, porque nadie merecía de su preocupación.— Lo siento, Jack.

—Descuida— dijo mientras se restregaba la cara con las manos. Se sentía mejor pero aún tenía las extremidades adormecidas y el cuerpo con sensación de pesadez. Afortunadamente no se llenó de manchas rojas ya que Bam mezcló el jugo con otras cosas igual de raras y asquerosas. Sin embargo podía sentir un leve picor en la nariz y garganta. No culpaba al menor por lo que había sucedido, en primer lugar debió preguntarle qué había sido aquella cosa antes de beberla.

Él ni siquiera recordaba por qué la tomó. Su día inició normal, Jackson había estado bien, se divirtió con las peleas de Lim y Kunpimook cuando lo ayudaron a vestirse para la cita. Y entonces todo llegó a él de golpe.

—¿Qué pasó?— preguntó alarmado.

—Te desmayaste, eso fue lo que pasó.

—No hablo de eso.

—¿Entonces de qué hablas?

—Con YoungJae. ¿Que pasó con YoungJae?

Y como si fuera una clase de conjuro, el chico entró a la enfermería cargando un bolso de cuero negro, iluminando ese lugar insípido con cada paso que daba. Jackson quería esfumarse en ese momento, porque apenas caía en cuenta de que Choi debió verlo cuando cayó al suelo.

No dijo nada, sólo le vio sentarse a su izquierda y Jackson se dejó endulzar por su perfume de aromas otoñales, se deleitó con la vista de su querido Jae tan cerca de él y tembló de emoción al sentir sus cálidas manos sobre las suyas.

—Me alegra que te encuentres bien.

Y por unos instantes se vio perdido en su mirada y la sonrisa que le dirigía a él. En sus mejillas abultadas, sus pestañas diminutas, sus labios... Hasta que Jae Beom rompió su burbuja.

—Bueno, debo irme. Aún estoy a tiempo de jugar en el partido. Y Bam, él...

—Ya me quiero ir.

—Sí, ya se quiere ir.

—No te molestará cuidarlo un rato, ¿cierto, YoungJae?— Bam preguntó. Podía ver su intención tras esa mirada pícara.

—No se preocupen, me quedaré con él.

Y así fue como ambos quedaron completamente solos, Jackson sentado en la cama y YoungJae a su lado en una silla.

—No tienes por qué quedarte—murmuró con tonos tímidos— Lo que menos quiero es causarte molestias.

La verdad, Jackson se sentía un poco avergonzado de que YoungJae estuviera ahí. Tuvo mucho con que lo viera quedar inconsciente ante sus ojos. ¿Ahora debía cuidarlo? Definitivamente no.

—No es molestia, Jack. Quiero quedarme contigo. Además, se supone que estamos en una cita.

La dichosa cita por la que estuvo esperando toda su vida. De acuerdo, quizá no toda su vida pero sí unos largos años. Jackson no cultivó muchas expectativas sobre cómo sería pero no se esperó que pudiera salir tan mal.

Debió pedirle a Jae Beom uno de sus amuletos de la suerte.

—Creo que esta es la peor cita de todas. Lo siento, Jae. Quería que fuera una experiencia linda para tí pero lo arruiné. Está bien si no me hablas después de esto, creo que me lo merezco.

—¿Qué dices?— Choi sonrió— No dejaré de hablarte sólo porque pasó esto. Además, no fue tu culpa.

Le vio sacar una manta del bolso negro junto con una bufanda y comida empaquetada. El lugar se llenó de un delicioso aroma a chocolate caliente, roles de canela y galletas recién horneadas. No se había percatado del frío hasta que el castaño empezó a abrigarlo.

Supo inmediatamente que eran sus pertenencias porque olían exactamente a él y lucían como algo que YoungJae usaría. Una repentina ola de felicidad lo bañó por completo al ver que se sentaba con él en la cama y se metía bajo la suave manta con estampado de patitos.

—Y esto no está tan mal. Tenemos privacidad y comida. Estamos cómodos y abrigados. Nuestra cita no es la peor.

Y estando ahí, bajo la mirada atenta de un sonrosado YoungJae, después de beberse todo el chocolate y acabar con los roles y galletas, luego de hablar durante horas y haber compartido pequeños secretos, Jackson reunió todo ese valor que le había hecho falta y tras dejar un pequeño beso sobre su mejilla por fin le confesó aquello que jamás se atrevió a hacerle saber. Que su corazón brincó con emoción la primera vez que lo vio sentado dentro del vagón mientras comía grageas y que jamás se detuvo desde entonces.

Fue ahí, bajo las mantas de YoungJae y con las manos entrelazadas donde Jackson recibió un beso en la mejilla a cambio, junto con una respuesta que lo dejó anonadado.

—Tú también me gustaste desde ese día.

.

.

.

Sólo falta el epílogo que contará la perspectiva de un YoungJae de once años.

¡Nos leemos pronto!

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