Capítulo 9: Eres tú.

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Me quedé paralizada por su mirada. Al principio no entendía el porqué, la había visto miles de veces, ¿Por qué esta vez era diferente?A estas alturas pensé que nada podría sorprenderme del guardián. Pero esta vez, había algo fuera de lugar, algo que me sorprendió. Nunca pensé que "eso" regresaría a él, a sus ojos. Nunca esperé ver alguna emoción en su mirada, jamás.

Quería sentir esperanza, ese regalo que el indirectamente me daba cada vez que lo veía. Cada vez que lo veía era una sorpresa después de todo. Quería ese regalo otra vez. Pero en su lugar sentí miedo, y duda. Guardián, ¿Qué pasó?
El Guardián. Antes un Teletubbie. Ahora un cuerpo sin vida, que por algún motivo podía mantenerse en pie. Que por algún motivo seguía con el corazón latiente. Aunque no dejaba de mostrar su verdadero estado: Muerte. He esperado meses por una señal; un indicio de que había una forma de recuperar al Guardián, la tenía en frente ahora. Pero no era la clase de señal que quería.<<No me hagas esto>> pensaba, creo que hasta lo murmuré.En ese momento no quería aceptar lo que estaba a punto de pasar. Me sentía tan presionada, tan confundida. Tan inesperado como es él, se abalanzó hacia la pared de vidrio que nos separaba, o más bien, que me protegía. Se veía desesperado. Hay quien dice que los ojos son la ventana al alma; está alma me estaba suplicando, pero ¿Por qué?

—Quiero entenderte... Te juro que sí, pero... —Casi haciéndome saltar, empezó a balbucear en voz baja. Era un hilito de voz, que luchaba por mantenerse, cómo era de esperarse de alguien que no había hablado en meses. En un ataque de pánico, empecé a bombardearlo con preguntas; este tipo de reacciones es muy extraña en mí, pero en ese momento me quebré. Su voz era ronca, las paredes de su garganta la comprimían y resecaban su voz; por un momento pensé en buscar algo de agua pero me negué a dejarlo solo. Me mantuve en el mismo lugar durante un tiempo, mirándolo preocupada. En medio de mi desesperación, él solo alcanzaba a pronunciar la letra "A"
—A... Haaa...

A veces pienso que desde su lado del cristal, el me veía confidente y segura, pero en realidad estaba a punto de desmayarme. El determinado era él, que no se movería hasta decirme lo que quería. Finalmente.

—Aah... ¿A...nnie?
Por un momento, toda mi sangre fue a mí cabeza de ida y vuelta, todo de golpe. No podía hablar, o no quería. Estaba en total horror al escuchar las primeras palabras de mi paciente en meses. Pero esto jamás lo vi venir. Esto nunca fue parte del plan.

—¡Esto no fue parte del plan! —grité mientras mi vista se nublaba por la humedad de mis ojos—, ¡Tú nunca fuiste parte del plan! Después de pronunciar esas palabras, él me miró con la misma esperanza con la que yo lo miraba a él. Algo parecía estar volviendo a la vida.

Alguien volvió a la vida esa noche.

Me apegué al cristal de repente, haciéndolo sobresaltar, y deseando tal vez, que desapareciera el cristal para llegar al otro lado. Lo miré a sus cuencas vacías como nunca antes. Estaba furiosa, estaba confundida, estaba alterada; tal revelación había dado un giro inesperado a mi vida. Ya no sabía cómo sentirme, ya no sabía cómo debía hablarle, ya no sabía quién era, ya no sabía a quien le había estado dando miradas bonitas, tanta dedicación, tanto... Tiempo.

—Todo este tiempo... Pensé que a estas alturas estarías... No sé, en otro lugar. Se supone que estarías en alguna clase de laboratorio, haciendo un gran trabajo con- tu inteligencia... Estarías en un lugar mejor... ¡No así! ¿Acaso te volviste loco? ¡Por favor! ¡¡Eres más listo que esto, maldita sea!!

Mientras yo gritaba mil y un calumnias, él volvió lentamente a su estado vegetal, no me dí cuenta hasta poco después, que sus labios se cerraron, su expresión se desarrugó. Iba a perderlo otra vez.
—No, ¡¡No no no no no!!, ¡Espera, no quise- NO TE VAYAS!

Creo que esa súplica lo mantuvo consciente un momento, pero debía pensar en algo rápido si no quería perder contacto con el auténtico guardián.
Decidí quitarme la bata, ya no le veía uso alguno.

En ese punto me puse a pensar, el motor no muy silencioso del aire acondicionado era lo único que ambos escuchábamos. Lenta pero segura, puse mi mano contra el cristal, de manera que él pudiera ver mi palma sin problemas.
Para sorpresa de nadie, también puso la suya de modo que su posición coincidiera a la perfección.

Decidí quitarme un peso de encima.
—No esperaba que nuestros caminos se volvieran a encontrar jamás. Pensé que me habías olvidado. Pensé que estaba lista para olvidarte ¿Será que tú eres el que no me deja olvidarte?

El guardián rascó disimuladamente su oreja. Yo por mi parte, di un suspiro.
—¿Qué voy a hacer contigo?

Vi que el fijo su atención en nuestras manos, creo que ambos compartimos el deseo de darnos la mano; se me pasó por la cabeza la idea de romper las reglas, pero eso no me convenía, ni siquiera en esta situación.

—Oye... —continué sintiéndome valiente— no creo que algún día entenderé por qué hiciste lo que hiciste. No entenderé tus razones para renunciar una vida como Teletubbie. Yo... Yo tuve casi todo lo que podría desear —hice una pausa, para ver a la ventana abierta de la celda, era una noche sin luna—. He tenido buenos amigos, un buen desempeño, una buena reputación... No veo razón para dejarlo todo atrás.

Pensé por un segundo y añadí algo que me pareció sumamente importante.
—Tal vez... ¿Donde trabajabas no tenías nada de eso? ¿Acaso estabas solo? —solté dándome cuenta de mi error— No creo que esté en autoridad para decidir si perdonarte o no, cuando yo también he metido la pata en muchas ocasiones. Heh, supongo que ambos hemos sido algo torpes.

El guardián me dirigió una mirada, con esas cuencas vacías que pensé que ya había aprendido a descifrar. Por un momento recordé sus ojos cuando los vi por última vez, y decidí salir de ese delirio mientras me sonrojaba ligeramente por la vergüenza.
Tomé la precaución de mirar alrededor y escuchar atentamente, para asegurarme de que no había nadie.

—Te seré honesta. No sé se deba hacer esto pero... White. Sé que estás ahí. Y te juro, que voy a traerte de vuelta, y vas a poder permitirte vivir otra vez, ¿Qué... Qué te parece?

No sé de dónde saqué la valentía para hacer tal declaración. Pero se sintió increíble.

Bruscamente el guardián apartó su mano del cristal. Parecía estar alterado, cubrió su cabeza con sus manos, como si de una migraña se tratase. Y tan rápido como vino, el dolor pareció irse.
Le susurré algo para llamar su atención y fue entonces cuando la segunda sorpresa de la noche llegó.

Dentro de esos ojos negros, aparecieron dos brillantes pupilas blancas, esta vez supe con seguridad que me miraba a mí.

No supone como comentar a eso.
—Vaya... Realmente eres tú—fue lo único que pronuncié.

|[...]|

Eran más o menos las una o dos de la madrugada, escuché unos golpes en la puerta, y me asusté al pensar lo peor. Intenté dar mi mejor cara para ver cómo podría salir del problema.

La cuestión es, que no había problema alguno.

—¿Quién es? —pregunté intentando no sonar somnolienta, pero creo que se notó.

—Hola Anne. Soy yo, Robin. Solo... Quería pasar a saludar.

Si un suspiro, no sé si de alivio o de molestia.

—Saludar... A la una de la mañana.

—Sip. (...) Creí que también habías tenido un día- umm... ¡Agitado!

Suspiré rascándo mis ojeras.
—Tienes algunos minutos libres, ¿cierto? —pregunté.

—¡Claro!

Abrí la puerta intentando no balancearme demasiado por el sueño, le di la bienvenida con una sonrisa y ella me respondió con un abrazo que no sabía que necesitaba.
—¿Haz tenido un día pesado también? —me preguntó.

—Uh... ¿"También"? ¿Al final qué te pasó?

—Larga historia...

|[...]|

—¿Tú crees que es normal quedarse hasta la madrugada hablando puras tonterías? —me preguntó Robin, ambas estábamos sentadas en el piso, lo usual; pero a pesar de estar aquejadas por el sueño, no queríamos dormir. Creo que ambas sentimos una necesidad de hablar para bajarle un poco a la adrenalina que acumulamos durante el día.

—En la secundaria era muy normal, no se tú —dije entre risas.

—¿Realmente crees que los dejen vivir? —Esa pregunta cambió el tono de la charla por completo (debo admitir que me tomó por sorpresa), esperaba que Robin hiciera unos cuantos más comentarios para ajustar el ambiente antes de soltar la cuestión; me sorprendió que fuese directo al grano, normalmente ella sabe mucho de cómo manejar todo eso de las conversaciones.

—¿...A quienes?

—Ey, es obvio —se quejó—, he intentado alejar el pensamiento durante todo el día, pe-pero ¡simplemente no puedo evitar ponerme nerviosa...!

Hizo una pausa para tomar aire, se estaba hiperventilando.

—Anne, ¿Es egoísta pensar que no confío en ellos para nada? No creo que sean capaces de cuidar a mis niños.

Me tomó un segundo procesar la pregunta.
—Bueno... No sé qué decirte. Pero creo que es mejor que te concentres en pensar que- umm... ¡Siempre quisiste lo mejor para ellos!—
Siempre he intentado servir como apoyo para quien lo necesite, pero ahora, mis trucos estaban oxidados, en gran parte por estar privada de una siesta.

—Pero siento que no es suficiente. Los buenos deseos no son suficientes. Tengo que... ¡Hacer algo más, necesito hacer algo al respecto!

—¿Entonces qué quieres hacer? —solté algo irritada—, ¡no puedes simplemente llevártelos a tu cuarto sim que nadie se de cuenta! ¿Acaso te estás escuchando?

—¡Bueno, si no te gusta la idea al menos espero sugerencias! —me respondió usando ese mismo tono irritado.

Nos dimos cuenta de que si seguíamos así íbamos a despertar a alguien. Así que bajamos la voz, pero aún estábamos muy enojadas.

—¿"Sugerencias"? —susurré con un aire rasposo y brazos cruzados—, a ver dime, ¿Desde cuándo soy parte de esto?

—Desde el momento en el que ambas quedamos atrapadas en este puesto. ¿Te suena?

No pude responderle. Sabía que si seguíamos así, llegaríamos a extremos innombrables.
—Mejor... —suspiró Robin, arrugando la nariz mientras rascaba su oreja, y de ahí me miró enojada— Mejor me voy antes de que alguna diga algo que lamente.

—Me parece bien —respondí con la misma cara esperando no parecer débil.

Robin se puso de pie, no creo que ninguna de las dos recordara cuando había sido la última vez que tuvimos una discusión así; y así como si nada se fue a tomar el pomo de la puerta para retirarse.

Y casi en el último segundo:
—Lo siento —solté, no sé de dónde salió la valentía para decirlo, pero creo que solo tenía miedo de no hacer algo de lo que me arrepentiría toda la noche y tal vez, hasta el resto del año.

Robin se detuvo, pensando que tenía algo más que decir, su cabello cubría su ojo derecho pero estoy segura de que tenía ambos ojos encima de mí.

—Lo siento. No debí- Urgh... Hablé demasiado.

—¡Nononono! —exclamó dándose la vuelta, para poner su mano izquierda en el rostro y hacer gestos de disculpa con la otra mano—, fue mi culpa por presionarte, eh... Creo que necesito-

—Dormir —completé—. Ambas necesitamos una noche de sueño.

—Sip, sip, totalmente de acuerdo —rió nerviosa.

Sin nada más que decir Robin dejó la habitación, por la pura vergüenza.

Miré al Guardian, que estaba como siempre, recostado contra el vidrio. Creí que se sorprendería si entendiera lo que pasó.

Yo me levanté casi a tropezones, para asomarme sigilosamente por el marco de la puerta hasta el pasillo.
—¡Pst! ¡Pst!, ¡Hey, Robin!

Ella volteó confundida.

—¿Qué te parece si vamos a alguna parte? —pregunté con una sonrisa sincera.

Robin devolvió la sonrisa, pero con algo de duda.
Caminó hasta el marco de la puerta y me preguntó el porqué.
—Hemos trabajado muy duro, nos merecemos salir a divertirnos, ¿no crees?

—Claro... Divertirnos —bajó la mirada un momento, sin mucho ánimo.

—¡No tiene que ser hoy! —le dije—, ¿Qué tal si-?

—¡Oh! ¡Tengo una idea! —me dijo de repente, emocionada como si nada.

Me quedé pensando, intentando adivinar a quedé refería. Cuando la realización llegó a mi cabeza, me quería abofetear.
—Tú nunca aprendes, ¿Cierto?

—¡Es más bien un favor! —tartamudeó.

—¿... Sobre?

—Sobre mis... Niños...

—¿No planeas hacer una locura, cierto?

—¡Por favor! ¡Te juro que nadie se meterá en problemas esta vez!, ¡So-solo necesito tiempo! y no puedo hacer esto sola.

—Entonces dime que tienes en mente —Por dentro, estaba abofeteándome.

—Eh... ¿No me matas si te digo que no tengo nada en mente ahora?

Gruñí.

—Solo... Dime que tengo tu apoyo. Te juro que después de esto, no te pido más nada. Esto no es por mí, es por ellos.

Después de pensarlo un momento, crucé miradas con el guardián; en busca de un consejo. Él solo me observó confundido, ahora mismo no tenía una buena impresión de Robin.

—Esta será la última vez —dije después de un suspiro.

—Los vamos a salvar... —susurró Robin, temblando de la emoción; y al verme tan somnolienta se le ocurrió la maravillosa idea de...

—¡La vamos a romper! —exclamó, ahora no le interesaba si alguien la escuchaba.

Contuve una risilla, mientras seguí insistiendo en que se fuera.

—Vamos, dilo. "La vamos a romper".

—No.

—¡Vamos, dilo!

—¡Faltan diez minutos para las 3 de la mañana!

—Y hablar solo te tomará unos segundos, ¡Venga!

Después de mucha insistencia.
—La vamos a romper —solté rendida, conteniendo la sonrisa.

—¡La vamos a romper! —Y casi gritando, Robin corrió a su dormitorio lo más indiscretamente posible.

Y finalmente, entre risas, cerré la puerta.

No teníamos idea de qué íbamos a hacer, pero ni modo, estaba decidido. Si planeabamos bien, no sería esta tarde, sino dentro de un par de días, una fecha que, pienso, encajaría a la perfección.
Dando un suspiro de alivio, cerré la puerta detrás de mí para disfrutar del pequeño orgullo que sentía por mí misma, era como una corriente de aire fresco que se abrió paso sin importarle los muros de la habitación.
F

inalmente íbamos a salvar a alguien.

—¿Qué tanto miras? —dije a ya saben quién, que últimamente andaba muy expresivo.

Arqueó una ceja por primera vez en quien sabe cuánto tiempo, se encogió de hombros y volvió a dormir, señalando el reloj que tenía en la mesa, diciéndome tal vez, lo tarde que era.
Mientras, me quedé apoyada de espalda en la puerta, felicitándome y disfrutando la ausencia del estrés.

Impulsivamente, en medio de ese subidón, le susurré:
—¡Pst, White!

Por la forma en la que se giró para darme la cara, creo que aún no se acostumbraba a que lo llamara así.

—¿Quieres salir?, estás libre el próximo finde, ¿verdad?

|[...]|

—¡¿Qué quieren que haga qué?! —escuchamos venir desde adentro del laboratorio antes de que las puertas se abrieran de golpe.
Estuvimos a punto de gritar del susto. Nuestro amigo el científico se encontraba en un estado deplorable que no me molestaré en detallar.

Robin no pronunció palabra por unos segundos.

—A ver, primero: Que te bañes. Te. Ves. Fatal.

Me reí, más por pena que nada.

—Y segundo... —hizo una pausa para acercarse y jalarle la oreja— ¿Quieres. Bajarle. Dos rayitas? —recriminó apretando los dientes.

Aunque fastidiado, una expresión confundida se dibujó en el rostro de Matthew.

—¿"Cartón de minas"? —preguntó.

Robin y yo nos miramos con incredulidad.

—¿Cómo desde hace cuánto no duerme-? —quise preguntar, pero alguien no me dejó terminar.

—No te molestes —dijo Robin despectiva—, el señor ocupado no te va a decir.

Ante mí confusión, presencié como ambos se miraban con odio, de seguro había pasado algo, pero ni me molesté en inspeccionar.

—¿Podrías repetir lo que dijiste? —gimoteó somnoliento.

—Que si puedes cargarte el sistema de energía —remarcó ya perdiendo la paciencia.

—¿Puedes creerlo? —me dijo—, y después la gente dice que el terrorista soy yo.

—¿La gente en serio dice eso? —pregunté en un esfuerzo para que se calmaran las aguas.

—No, no lo dicen —aclaró Robin, para sorpresa de nosotros.

—¿Y tú cómo sabes qué dicen? —interrogó Matt, sospechando de las palabras de Robin, quien noté nerviosa.

—Eh... Chismes —confesó con una sonrisa nerviosa—, ¡la gente habla! ¿Qué quieres que haga?

—Ajá —dijo con una voz rasposa (y de seguro, resentida), y se volvió hacia mí —, ¿Para qué es todo eso, acaso quieren causar un apagón?

Miré hacia amos lados, verificando que nadie se nos acercara demasiado.
—¿Sabes de las celdas en las que tienen a los dos New Borns verdad? —empecé; Matthew solo se limitó a asentir con un perezoso "ajá"—, Robin tiene planeado cortar la energía que las mantiene cerradas, para liberar a los dos. No sabe cómo, pero lo haremos parecer un apagón por lo del infierno eléctrico.

Tomé aire después de eso.

—¿Entiendes? —pregunté.

Matthew gruñó.
—¿Y cuando quieren que haga eso exactamente?

—Dentro de unas... No sé, digamos, dos semanas —insistió Robin.

—Ustedes dos son lo peor... —gimoteó rascándose los párpados— pero si con eso hago que me dejen en paz...

—¡Eres de lo mejor viejo! —exclamó Robin, intentando contener su emoción.
Asentí, como forma de expresar mi gratitud; realmente me preocupaba ver que estaba tan abatido, aunque siendo sincera, no quería saber.

—¿Qué dices?, ¿Te parece si hacemos ese club de lectura que sugeriste hace rato? —sugirió Robin.

—Te. Odio.
Y acto seguido, estampó la puerta.

—Está mintiendo —dijo Robin, segura y con un guiño—, nos adora. Sólo espero que haya ido a echarse una ducha.

Quise darle un golpe por ser tan sinvergüenza, pero preferí reírme de la situación.
—¿Hay algo que no me has dicho? —pregunté intentando no sonar invasiva.

—Eh... No es importante. Si te soy honesta, ¡No puedo esperar a que las dos semanas se pasen volando!


🎆|°Chapter over°|🎆


🎇|Continuará...|🎇

Y esta vez no se tardará un milenio lo prometo jajajan't.

Bueno ya, serio.
Realmente no espero que haya alguien que aún lea esto y no los culpo. No tengo excusa para tal atrocidad. Soy una vaga de mierda eso es todo.
Pondría mis recientes crisis existenciales sobre la mesa pero no creo que cuenten cómo excusa 😔🔫

Nuevos lectores y viejos lectores.

Lo siento mucho.

Capitulo dedicado a: __S0LDIER-, que también hizo la obra de arte de la multimedia UwU (sé que es viejísima pero me vale)
TienesIdeaDeCuantasVecesTuveQueCambiarTuNombreALoLargoDelCapítulo? Nmms

Y esta vez no hay dibujo, ya no puedo ☺️🔫

Pero weno casi tres mil palabras, no chinguen
sé que eso aún no compensa el hiatus pero weno :)
*Inhales*

Hasta el siguiente amanecer!

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