Capítulo 10: De acuerdo al plan

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—¿Crees que deba ayudarla con esto?

White solo se encogió de hombros, aunque por su expresión, puedo decir que estaba más inclinado a un "no".

—Siento que estoy siendo demasiado permisiva, pero... No quiero quedar de egoísta, ¿Sabes?

El aura que lo envolvía, que hasta este momento solo yo podía descodificar, actuaba como alguien que dice que entiende a la perfección, pero solo lo dice por pena.

Me di cuenta de esto y di un suspiro pesado.

—Y... ¿Qué planeas hacer una vez que encontremos la cura?

Esperaba que se desconectara de la realidad y se quedase viendo a la ventana cual mosca sin cerebro, o bien... Cual filósofo pensante.

Ya faltaban unos días para el dichoso plan de escape, y era claro que no podía llevar a ya saben quién, así que debía inventarme algo, si quería quitarme de encima la potencial amenaza de dos New Borns sueltos (Hay que verle el lado positivo a las cosas, supongo). Hacer que "parezca un accidente" iba a ser más difícil de lo que pensé, han aumentado la guardia nocturna a causa de las bandas terroristas, que por cierto, nadie ha hablado de ellos por un tiempo. De seguro también están teniendo dificultades por el infierno eléctrico.
Me salí del tema.

—Bueno... Umm... ¿Alguna idea? —pregunté al aire, quien sabe, tal vez así tenga una respuesta.
Me abofeteé ante esa ridiculez, y quizás así se me ocurra algo.

Entre unos minutos de incertidumbre, fijé la vista en una repisa. Había una navaja pequeña ahí.
—¡Oh! Esto es tuyo, ¿no es así? —White volteó a ver, y en efecto, asintió ligeramente.

—Creo que esto me servirá de ayuda, ¿No te importa que me lo llevé cierto?

El guardián arqueó una ceja y gruñó levemente, de su rostro leí perfectamente un: "Esto es una mala idea".

—Tienes razón —susurré—, esta será la última vez, lo juro. (...) Sí, también tengo un mal presentimiento, pero... —pensé en mis palabras por un momento, pero nada salía. Hasta yo sabía que esto no era nada bueno. Sabía que yo no quería hacer esto.

—Pero... Mi amiga necesita ayuda. Y... No nos hemos metido en grandes problemas por esto, aún. Creo que... Entrar en la boca del lobo por última vez no hará daño, ¿cierto?

White arrugó la nariz, y con un “Hmp!” me hizo decir:
—La última vez, lo juro.

[…]

Dieron las doce y los tres corrimos por el pasillo principal, esta vez sin guardias a la vista.
—¿Cuánto apuestan a que se durmió? —preguntó Robin, guiando el camino.
Matthew inmediatamente la mando a callar, con un ritmo nervioso e inseguro. No queríamos dejar sonar ni el zumbido de una mosca; fue allí mismo que me juré seriamente que después de esto, Robin estaba por su cuenta en sus problemas.

—Oigan, recuérdenme porqué me junto con ustedes —susurró.

—Hmm. Ni idea. Tal vez porque no tienes amigos por raro —contestó Robin despreocupada.

—Oigan, si se van a matar háganlo afuera, pero si nos ven ahora, se acabó, así que Ca.Llen.Se. —interrumpí, ya tronando los dientes, y yendo al frente del grupo, para terminar esto de una buena vez.

—Ella empezó- —susurró Matthew.

Avanzamos con cautela, pegados a los muros, revisando ansiosamente a todas direcciones. Tragué saliva antes de darme cuenta de que realmente no sabía dónde estaba la caja de fusibles, o donde sea que se controlase la energía eléctrica.
Antes de penosamente pedir indicaciones, Robin se adelantó y nos indicó con la mano que la siguiéramos. Unos pasos más adelante encontramos una puerta con varios letreros (y pegatinas gastadas), signos de advertencia marcados con alto énfasis, claramente advirtiendo del cuarto a cualquiera con dos dedos de frente.

Penosamente, nosotros no teníamos dos dedos de frente.

Robin observó la puerta, confundida; internamente estaba esperando que se arrepintiera y que nos fuéramos de ahí antes de que algo muy malo pasase. Ese no era el caso.

—Okey, acabemos con esto, que no les veo con ganas de seguir aquí —dijo Robin con una sonrisa sarcástica hacia nosotros—. Venga, dame la llave —señaló a Matthew.

Este, que todo el tiempo parecía medio adormilado, saltó, arrugó la nariz y la miró con incredulidad.

—¿Qué?

—Dame la maldi-, dame la condenada llave —ordenó ella, perdiendo la paciencia.

—¿Cuál llave? —preguntó Matt, ciertamente indignado, enojado y confundido.

—Tú quieres hacerme enojar —dijo de golpe, borrando su sonrisa—; me estás diciendo, que estabas completamente consciente de que íbamos a venir aquí, ¿y no trajiste la maldita llave?

—¿Y cómo por qué debería tener yo esa llave, cómo por qué sabría si quiera de la existencia de esta puerta? —A este punto, Matthew no usaba ningún tono elevado ni nada por el estilo, creo que estaba muy cansado para siquiera estar enojado. Yo por mi parte, me alejé por precaución, apretando los puños, con ganas de abofetearme por semejante estupidez.

—Recuérdame entonces ¿De dónde se supone que la iba a sacar?

—¡Pues de los mismos sujetos que te dieron el audio hace como veinte capítulos atrás!

—¿Qué…? —dijimos los dos, juraría que en ese momento se vino abajo el ambiente.

—Nada.

¿Qué acaba de pasar?

—Pero ese es mi punto ¡¿entiendes?! ¿Cómo pretendes acompañarnos si vas a olvidar algo tan básico? —se quejó Robin en un tono más relajado, o más bien, harto.

—Ajá. En mi defensa, ¿Cómo pretendes que sepa CADA detalle de tu pequeño plan cuando llevaba días sin dormir? Que por cierto, ¡no quería que me involucraran!

—Okey okey, entendido; estás tarado. No es tu culpa —dijo ella, claramente burlándose.

—Si ya terminaron de pelear por una tonta llave, ya abrí la puerta. De nada, Robin.

Evidentemente avergonzada, Robin se volvió hacia a mí, con la puerta abierta, y una navaja en mano. Forzar una cerradura no es tan difícil. Hubiese alardeado, pero ese tipo de cosas no es lo mío.
Con el rabillo del ojo, capté a Matthew moviendo los labios, me dijo “Gracias”.
Como si nada hubiese pasado, Robin dio el primer paso a la habitación. Contrario de lo que esperábamos, no estaba polvorienta, ni llena de telarañas; se nota que existía un mantenimiento continuo. Hacía sentido, lo necesitábamos más que nunca ahora con el infierno eléctrico.

—Vale, te toca —dijo Robin, indicándole a Matthew que era hora de hacer su parte.

Este bufó con dificultad y se alzó las mangas de la bata, se acercó a una caja de fusibles atornillada a la pared. Me pidió la navaja y con ella aflojó los tornillos, sacando la tapa de la caja y revelando los miles de cables de diferentes colores, entrelazados y enredados en un frenesí; me hizo dudar si realmente le daban mantenimiento a esa cosa.

—Okey, corta un cable y vámonos —dijo Robin, como si esa fuera la frase más casual del mundo.

—Ja, no voy a hacer eso.

—¿Por?

—Si corto un cable, ellos sabrán que alguien vandalizó esto, y no quiero tomar riesgos, deja de hablar, me pones nervioso.

—Bu —Robin pellizcó el hombro de él cuando se volteó, yo le di un codazo por ello.

Matthew tembló por un segundo, de seguro conteniendo su enojo; lo escuché suspirar poco después e internamente lo felicité por manejar tan bien la situación, si alguna de las dos estuviésemos en su lugar, de seguro ya habríamos perdido los estribos.

Alcancé a notar que entre el enredo de cables había unas cuantas luces parpadeantes, debajo de cada una había un agujero que servía de tomacorriente, del cual salían varios cables asegurados, atornillados en su lugar. Mi sentido común me dijo que cada luz era una zona del campus. Ahora, ¿Cuál de todas era?
Con precaución, Matthew tomó un par de guantes aislantes y se los puso antes de tocar la caja; no vaya a ser que se electrocute.
Se quedó ahí parado, viendo a que lucecita escoger.

—Uh... —No culpo a Matthew, también hubiera estado desesperada si estuviese en su lugar.

Matt tomó una linterna que vio sobre una mesa polvorienta y la acercó agresivamente a la caja. Había inscripciones debajo de las luces, pero están muy pequeñas, casi ni se podían ver, aún con la luz.

—La opción de cortar el cable aún está disponible. Sólo digo —murmuró Robin.

De la rabia Matt estampó la navaja en uno de los cables atornillados, por suerte, no tan fuerte que cortara el cable, el filo del arma no pasaría el metal.
Estaba a punto de gritarle cuando se dió cuenta de lo que había hecho.

—Ay Dios...

Escuché una risilla por parte de Robin.
—Tranquilo, yo tomo la culpa por ello si algo sale mal. Aún será tu metida de pata, sólo digo... —le dijo Robin en un tono aburrido, como burlándose de su situación, fue tan natural que casi pensé que ella no se daba cuenta de cómo sonaba.

Ya me estaba hartando este comportamiento tan insensible por parte de ella. Discretamente la miré con desconcierto, pero no parecía importarle.
Juro que no la reconocía.

Con el brazo tembloroso, Matthew terminó de desatornillar el cabe con la cuchilla doblada, y débil por el impacto.

Escuchamos la energía apagarse algo lejos de allí, no sabría decir cuan lejos, pero ciertamente funcionó.

Matthew tiró los guantes al suelo junto con la navaja.
—Te juro- que si algún día te apareces en mi puerta... Te mato —declaró entre su respiración agitada, estaba ansioso y bastante intranquilo.
Con un paso torpe, Matthew salió de la habitación y se fue de allí.

—Bien, eso fue más fácil de lo que esperaba, espero que el tipo de encuentre bien.

—¿¡Es en serio!? —le recriminé, procurando susurrar—, ¿por qué le hablas así? ¿Eres así todo el tiempo cuando te lo encuentras?

—Relájate, es- umm... Nuestra forma de entendernos, ya se le pasará —dijo cambiando su tono por completo a uno más cálido; pero no sentí tranquilidad en lo absoluto, fue raro, había algo que, para mí, no encajaba.

—Bueno pareció que solo tú te la estabas pasando bien. No tengo nada de autoridad sobre tí pero... No creo que tú actitud esté bien.

—¿Uh? Ey, no seas así. Sólo estoy jugando, él lo sabe.

Suspiré, abiertamente enojada, ambas estábamos saliendo del cuarto, cuando de la nada, Matthew regresó y nos empujó devuelta adentro.

Las protestas de las dos no tardaron pero él nos mandó a hacer silencio.
—¿¡Cuál es tu problema!? —le dijo Robin, casi gritando.

—Un guardia —susurró Matthew entre gruñidos—, ¡Nos van a ver, tenemos que salir de aquí!

En ese momento todo se vino abajo, vi como la energía dejaba a Robin y el pánico se apoderaba de su expresión.
—Ay no... —murmuró ella.

Me asomé afuera del marco de la puerta, no vi a nadie pero escuché al fondo del pasillo una voz.
—¿Quien está ahí? ¿Que haces despierto a estas horas?

Aprovechamos que no estaba en la vista aún y corrimos fuera del cuarto, hacia la dirección contraria del guardia, cuya linterna pude ver por unos momentos antes de que diéramos vuelta en una esquina.

Nos pegamos al muro, viendo varias veces si nos seguía, y por suerte no; pero pronto lo haría, necesitábamos un plan, rápido.

Quisimos continuar pero nos habíamos arrinconado en un final sin salida en nuestro afán por no ser detectados.
Dos paredes bloqueando el paso y unas escaleras al segundo piso.
Estaba dudosa en si escoger las escaleras, pero Robin no nos dió tiempo para pensar y nos empujó hacia arriba.
Matthew sólo siguió el camino y no protestó.

Al llegar al segundo piso, miré por el barandal a ver dónde estaba el guardia, aún en el primer piso, mirando a todas partes, tomó su radio y habló algo que no pude escuchar desde tal altura; Matt estaba tomando aliento cuando Robin advirtió de un segundo guardia patrullando en segundo piso, lo vimos caminar en frente nuestra, pero no nos vio de inmediato, estaba bostezando y rascándose la cabeza; visiblemente agotado, la crisis no le hizo bien a nuestros vigilantes tampoco.

Con cuidado, consideramos las opciones, en tiempo límite, ya que estábamos bajo mucha presión y estrés.
El primer y segundo piso ya estaban descartados, no podíamos volver, ni avanzar, estábamos acorralados.

Nuestra única salida, el tejado.

Lentamente retrocedimos; divisé las escaleras al tejado y fuimos allá con cuidado, con algo de suerte nadie nos vería.
Matthew mostró mucha resistencia en subir, pero bastó con una mirada de muerte de Robin para hacerlo caminar.

No tardamos mucho y llegamos al final de la escalera, encontramos una puerta, que con la navaja logré abrir, y al abrirla, nos dispersamos para tomar un respiro.

Aún con mi corazón a mil, cerré la puerta viendo que no hubiese nadie abajo.
Y aceptando el estatus actual como victoria, me desplomé en la puerta, suspirando y dejándome bañar de la luz de la luna.

Robin fue al borde del espacio que teníamos el el techo y se recostó en el pequeño muro de ladrillo de seguridad que había allí, de esos en los que te puedes recostar y precenciar la vista; de seguro procesando todo lo que acabábamos de vivir. La escuché reír nerviosamente.
Esa risa fue tomando cada vez más y más seguridad, hasta tal punto que parecía ni importarle que nos escucharan, y cuando se dió cuenta de esto, puso la mano sobre su boca, intentando contener el alivio que sentía.

—Jajaja... ¡Uff! Lo siento- ¡Lo siento mucho! ¡Les juro que después de esto no los molesto por el resto de año! ¡Ajajaja!

Quise entender el hecho de que intentaba reírse de la situación para no tener pánico; pero no era el momento ni el lugar.
No escuché a Matthew hablar así que me asomé a ver dónde estaba.
Lo vi temblando, tomando bocanadas de aire, recostado en una gran caja de metal, que presumo era otra caja de fusibles; de ella, nacía una antena, extendida hasta el cielo.

Me levanté, preocupada, y tambaleándome un poco, me ubiqué al lado de Robin. Pensé que tal vez, la vista me ayudaría a relajarme.

No era nada nuevo, hectáreas de pastizales, un anillo de bosques y uno que otro camino despejado por allí. Y al fondo, casi invisibles, las montañas, casi tocando el cielo turquesa que nos abrazaba.

Hubo unos momentos se silencio incómodo, y después Robin habló.
—Ey... Muchas gracias. No sabes... No sabes lo que esto significa para mí.

No le respondí inmediatamente, sólo asentí lentamente, esbozando una sonrisa insegura. Después le señalé a Matthew con la cabeza, indicándole que hiciera lo que debía.

—Oh —dijo— ¡Gracias viejo! —exclamó, volteándose hacia él—; levántate, ¡echa un vistazo a esta vista!

Matthew no se inmutó, estaba aferrado a esa caja de metal, se negaba a mirar arriba. Estaba particularmente... ¿Asustado? Casi como si...

—No bromees, Jaja- ¿Le tienes miedo a las alturas?

No hubo respuesta, sólo una mirada asesina que buscaba afectar a su conciencia, pero Robin no se veía afectada en lo mínimo.

—¡Ey no seas gallina! No voy a empujarte.

Esa línea lo hizo estallar, no literalmente, estaba muy aterrado para moverse. Pero lo vi hervir.

—Soy bastante chistoso, ¡¿verdad?! —le rugió con una sonrisa irónica y forzada—, ¡Te apuesto a que soy un auténtico payaso!

—Nunca te he escuchado decir tantas verdades juntas, que buen avance, viejo —le respondió.

Vi lo que estaba haciendo. No era una cuestión de meros "insultos"; había... Algo más. Algo que me perdí.

—Robin- ¿Puedo hablar contigo un segundo?

—Si es sobre "esto", lo tengo todo bajo control —me dijo, cambiando su tono por completo; como si estuviese actuando, el problema era saber a quién estaba engañando.

—¡Un payaso! ¡Por supuesto! ¿Sabés qué? Llámame un payaso todo lo que quieras, estoy- ngh- ¡perf...ectamente bien con eso! —exclamó para llamar la atención, estaba temblando, intentando no ver a todos los lados. Parecía que iba a vomitar. Y apoyándose en la caja de metal como si su vida dependiera de eso.

—Uh... Matthew, ¿Quieres que te lleve a la enfermer-?

—¿¡Y sabes qué!? —le gritó a Robin, ignorándome por completo— Soy perfectamente feliz siendo un payaso, estoy completamente feliz de saber que no soy un hipócrita como tú.

Ni idea de qué comentar al respecto.

Muy tarde me di cuenta de que esto no me convenía e intenté decirles que ya me iba, ¿Lo que sea que estaba pasando lo solucionarán, verdad?

—Hm. Aunque admiro la valentía, a la próxima cuida tus palabras ternurita, no me provoques.

Sip, definitivamente tengo que salir de aquí, si se matan es problema suyo-

—Uuuuuh... Tal vez no soporte las alturas pero tú no me das miedo.

—No tengo miedo de darle un golpe a un bocón.

—¡Y yo no tengo miedo de pegarle a una niña!

Maldita sea.
—¡Woah, un segundo ustedes dos! ¿No pueden gritar más fuerte? Pueden pelear todo lo que quieran en la oficina del coronel cuando los vean, yo no sé nada de lo que está pasando, ni me interesa. Pero si tú quieres siquiera verme a los ojos otra vez, ¡Nos vamos de aquí a la de ya! —Apunté a Robin. No suelo hablar así, pero Santo Dios debía decir algo.

—Y a nosotros nos dices gritones —dijo Robin susurrando.

—Disculpa Anne, pero me quito está bata si no digo lo que tengo que decir. Tú también debes saber esto, ¿No? Tú eres la más cercana a ella.

—Ajá...

—Si sabes que este sujeto está loco ¿cierto? —dijo Robin intentando desviar la conversación, pero estaba aún enojada con ella y no se lo permití.

—¿Acaso no te has dado cuenta de todo lo que dice tu amiga? Ella es una abusiva, una chismosa; si escucharas todo lo que dice de tí, de mí, de todos a sus espaldas, Uff... Mi sentido pésame.

—Robin, ¿De qué está hablando...? —le pregunté, esperando con todas mis fuerzas que esto fuera una mala broma.

—¿Me vez cara de que sé? —me respondió nerviosamente.

—¡Lamento tener que decirlo así! —continuó—, ¡Pero no quiero que sigas creyendo las palabras de una manipuladora!

—¡Te juro por Dios que te boto un diente si dices algo más!

—Date. Cuenta ¡¿Ahora nadie cree que arrastrar a tu supuesta amiga a tus problemas, hablar de la gente a sus espaldas es pasarse un poquito de la raya?! —Su ansiedad crecía cada vez más a medida que avanzaba en sus palabras, creo que tenía la seguridad de que Robin no dab amenazas vacías. Está empezó a acercársele, lo que lo hizo entrar en pánico— ¡Eres una hipócrita, eres una manipuladora, puedo soportar que me trates como un trapo sucio, ¡Está bien!, ¡Adelante. Me lo merezco!; ¡Pero no te atrevas a involucrar a gente inocente en tus mentiras! Porque ¡ODIO A LOS MENTIROSOS!

Matthew tomó varias pausas para respirar, esperando que le diera el golpe prometido. Pero no pasó. Robin no se movió. Tenía una expresión amarga en el rostro, no sé qué decir de ella.
Pero creo que era una mezcla de ira, y ese sentimiento de culpa cuando te llaman la atención.

Me tomé un tiempo para recostarme en la esquina del tejado, respiré hondo, como muchas veces le dije a Robin todos estos años. Esta discusión, está estúpida, estúpida discusión llegó de repente, golpeándome como un camión, de forma violenta, abrupta (y hasta un punto, forzada), pero comprendí algo de todo el nubarrón de aura negativa que ahora me sofocaba. Había estado comprimida, retenida por sabe Dios cuanto. Y aunque quería ponerme del lado de Robin y negar todo lo expuesto... No puedo negar que asimilé cada palabra.

En el fondo sabía de todas las cosas que Robin hacía en su tiempo libre; yo no era nadie para juzgar, y además, ella me prometió que me mantendría alejada de sus "pasatiempos".
Jamás entenderé a las personas que son tan poco interesantes, que buscan la vida de quien sea para hacerla pedazos. Mentiras, engaños, calumnias, me sé la lista completa. Y siempre supe que ese tipo de personas me daba asco.
Por eso no quería asimilar que mi mejor amiga, mi persona de confianza, fuese uno de ellos. Siempre tuve mis sospechas y dudas, pero aprendí a esconderlas con el paso del tiempo; añorando que jamás salieran a la luz, y como hiervas en un jardín, se pudieran y murieran con el tiempo.
Pero no podía ocultar que sabía que algún día eso iba a explotar, y quedar expuesto de tal manera que no lo podría ignorar, ni dejarlo para un indefinido más tarde.

¿Esto era la verdad? No sabría decir.

Entre el silencio de muerte, Matthew se dió cuenta del problema en el que estaba metido y decidió retirarse. Inmediatamente su bata se atascó entre la rejilla de la gran caja de metal, y al intentar sacarla, desprendió la tapa entera.

Aprovechamos la situación para salir del drama. Me acerqué para inspeccionar más de cerca y noté un panel muy similar al que nos encontramos en el primer piso. Y esta vez, este sí tenía inscripciones mediamente legibles de qué zona era cual luz.
Una de ellas parpadeaba, asumí que esa fue la región que saboteamos. Seguí mirando y horrorizada, note escrito el nombre de la sala de las celdas, y su luz estaba completamente encendida.
Entonces...

—¿A qué le cortamos la energía? —preguntó Robin, notando el problema.

Miles de posibilidades inundaron mi mente; pudimos haber cortado un sistema de ventilación crucial, la corriente eléctrica de las cerraduras de las celdas en mí oficina, las alarmas de emergencia...

—Tal vez si reinicias el sistema, toda la electricidad se vaya —susurró Matthew—; eso normalmente toma unos diez, quince minutos, podrías usar esa ventana de tiempo para lo que sea que quieras hacer con las celdas.

Y sin voltearlo a ver, Robin exclamó que eso era una buena idea, que nos apuráramos, que de seguro alguien ya sabía que estábamos aquí por toda la gritería.

Con unas indicaciones torpes de Matthew, logramos que el sistema se reiniciara. Escuchamos como la electricidad dejó el edificio completo y se me erizó el pelaje.
Dimos un respiro de alivio, que no duró mucho.
Escuchamos pasos acercándose a nosotros, por la escalera.

Entramos en pánico, y como un reflejo, hice lo mejor que pude para poner los tornillos de la tapa de la caja en su lugar. Solucionamos escondernos hasta que el guardia se fuera. Era la peor idea que he escuchado; pero era la única que teníamos.

La puerta se abrió con un crujido, escuchamos a alguien salir de las escaleras y mirar alrededor.
Al asomarnos, lo vimos sacar su radio y hablarle a alguien más después de la estática.

—¿Hola, me copias? (...) No veo a nadie acá arriba. (...) Dijiste que escuchaste voces en el techo pero no veo a nadie; ¿Eh? Tom sólo me dijo que vio como a dos, tres personas subir al tejado. (...) No, lo único que me dijo es que uno de ellos parecía ser gordito.

Miré incómodamente a Robin, quien estaba roja, no se si de la vergüenza o el enojo.

—¿En serio dijo eso el hijo de-? —la escuché murmurar.

—Espera creo que voy a revisar otra vez, para estar seguros —escuchamos del guardia.
Pensábamos usar la caja de metal y las cuatro paredes de la entrada de la escalera para escondernos pero eso se me hacía muy ridículo e ineficiente.

De la nada, Robin se levantó y fue hacia el guardia.
Nadie hizo un esfuerzo por detenerla temiendo hacer ruido.

—¡Charles! ¡Soy yo! —exclamó Robin, deslizándose hacia su vista.

Escuchamos un gritó del guardia, seguido por un:
—¿Robin? ¿¡Q-Qué haces aquí!? ¡Son como las dos de la mañana!

—Eh... Umm... Cómo te explico... Estaba con mis amigos acá, pasando el rato...

En ese momento, quería morir.
Robin nos llamó la atención y nerviosamente salí y saludé torpemente, esperando que el joven, siendo amigo de Robin, no se lo tomaría tan mal el asunto.
Matthew se dejó ver, pero no saludó ni nada.

—Espero que me den una buena explicación...

Robin y yo tartamudeamos un poco, pensando en que decir, pero afortunadamente, Matt intervino.

—¡Había un tipo que quería saltar de la azotea! —exclamó con nervios—, lo- lo vimos y después de un rato... Uh... Lo mandamos a la enfermería? De-debería estar en camino, no se preocupe, todo está bien.

La expresión en el rostro del guardia decía "No les creo nada", pero después de intercambiar miradas con Robin, a quien noté que estaba señalando al científico con la cabeza un poquito más de la cuenta; el guardia llegó a una realización, una penosa realización, que afortunadamente, nos sacó del embrollo.

Apenado, camino hacia Matthew y le habló.
—Ey umm... No te conozco muy bien pero, emm, me alegra que estés bien, que bueno que hayas escogido seguir viviendo y... Ajá, eso. Los problemas no son eternos, ¿Okey amigo? Tenemos profesionales entendiendo en la enfermería que te pueden ayudar; ésta, eh, situación... Es difícil para todos. Lo entiendo, pero... Necesitamos la mayor cantidad de ayuda posible, ¿Comprendes?

Matthew estaba paralizado por la confusión, pude leer en su expresión "¿Qué está asumiendo este sujeto? ¿Qué diablos le hiciste creer Robin?".

Después de ese pequeño párrafo inspiracional, y con la vista aún en nosotros, sacó su radio y comunicó a su compañero.

—¿Tom? Sí, emm... Falsa alarma, de seguro la luz se fue por un error en el sistema, uh... ¿Yo qué sé? (...) ¿Lo de las voces en la azotea? Eh... Te- te cuento más tarde.

Fuimos detrás de él, bajando las escaleras, y en cuanto llegamos al primer piso, Matthew se alejó del grupo sin despedirse, a paso normal, sin prisa.

—Creo que aún tengo unos minutos para actuar antes de que regrese la energía, te veo luego.

Asentí y me despedí torpemente desde lejos, ambas queríamos olvidar lo que pasó y me alegra que estuviésemos de acuerdo en eso.

Y con eso, creo que la pequeña desventura llegó a su fin; no quería pensar en nada ni nadie. Volver a mis cuatro paredes, dormitar un rato, darle a White su jeringa del mes y esperar lo mejor.
Cómo coincidencia, estaba caminando en la misma dirección que Matthew, supe que no debía; pero realmente quería una respuesta.

—Bueno, uh... ¿Qué pasó allá arriba?

—¿Lo que le dije al sujeto? No me creerás si te digo que fue lo primero que se me vino a la mente.

—No, no eso. Me- me refiero a todo lo demás

Matthew suspiró.
—Augh... Perdona. Te juro que no tenías que escuchar todo eso; fue... Uh... La intensidad de la situación, ¿comprendes? Ya sabes las- las alturas.

—Claro. (...) Umm... Lo siento muchísimo —le dije rendida.

—¿Por qué?

—Ella, no debió haberte tratado así. Yo- realmente no me creo eso de que "ustedes se entienden así"

—Hmmm, te mentiría si no dijera que hay algo de verdad en eso.

—Aún así, he tenido mis desacuerdos con ella en el pasado, sobre con actúa, sobre lo que dice... Sé que en el fondo ella no quiere hacer daño, pero, creo que necesitábamos algo de espacio, así que... Gracias por eso. Necesitaba un descanso de todo eso.

Matthew me miró de reojo, pensativo.
—De nada, supongo. Es que... Umm, ¿te importa si te cuento? Debo sacármelo del pecho.

—Está bien.

—El otro día me empezó a tratar extraño, de repente estaba más interesada, y por primera vez en mi vida, me dijo algo que, pues, creo que tenía que escuchar.
Pensé que ya estábamos bien, que ella entendía, pero al mismísimo día siguiente, ¿Adivina quién estaba en boca de todo el mundo?

—Oh.

—Sí, ya sabes que mi reputación no es la mejor que digamos. Mira, mi punto es, no vuelvo a confiar en ella de nuevo, ¿Okey? No sé si lo dejé buen claro allá atrás pero, odio a los mentirosos.

Mi expresión se torció a una mueca de sorpresa, y algo de dolor. Si está era realmente mi mejor amiga, no me creo capas de referirme a ella así, no por ahora al menos.

—Ey, te noto bastante cansado últimamente —dije intentando cambiar el tema—, ¿Pasa algo?

—Hay un... —se quedó en silencio por un momento— proyecto. Sí, proyecto, que me está matando. No sé si le puedo encontrar solución.

—¿Necesitas ayuda? Puedes llamarme mañana si algo necesitas —afirmé acelerando el paso, pasándolo, y dirigiéndome hacia mi oficina.

—De hecho... Sí —escuché cuando estaba a punto de perderlo de vista—. Estoy bastante ajetreado por eso, me- me vendría bien un poco de ayuda. No- no estamos lejos de mi laboratorio, creo que te puedo enseñar de qué trata.

Me extrañó tanto que lo volteé a ver, esperándo haberlo escuchado mal.
Y ciertamente, había algo que definitivamente no está bien, le noté excesivamente nervioso, y parecía como si hubiese visto un fantasma, tanta insistencia me llevó a creer que esta era su manera de decirme que algo andaba mal, muy mal.

A punta de tropiezos se me adelantó para llegar a sus puertas rápidamente. Una vez allí, estás se abrieron con un rechinar inquietante, revelando una recámara oscura, mal cuidada, y mucho, muchísimo más desordenadas de lo que estaba acostumbrada.
El científico subió unas pequeñas escaleras hacia su pequeño escritorio.

—Uh... Acomódate si quieres, estoy uh... Buscando algo.

Quedé en el centro del cuarto, admirando el desorden a mi alrededor, paredes que necesitaban una capa de pintura, planos arrugados hacían de tapizado para los cuatro muros y el techo.
Sentí el urge de irme, y aunque me dolía un poco dejarlo solo, esta vez me decidí a establecer mis límites. Apenas podía ponerme de pie por el sueño, ni de broma haría algo más.

Me di la vuelta, lista para avisarle al contrario que me comunicaría mañana, pero ciertamente, la suerte no estaba de mi lado.

Proyectando una sombra desde la entrada, buscándome, estaba el señor guardián. Como si no fuera gran cosa, ahí, sin la mayor preocupación y solo interesado en mi paradero.

No les voy a mentir, di un salto.
—¡¿PERO QUÉ HACE EL AHÍ?! —exclamó Matthew, una vez divisando al guardián.

—N-no tengo idea —murmuré —. White, ¿Qué estás haciendo? ¡Si te ven vamos a estar en problemas...!

—¡Bueno, al menos ya sabemos a qué le cortamos la energía primero! —exclamé haciendo un esfuerzo por calmar el ambiente.

Con precaución, me acerqué a mi paciente y lo tomé de las manos.
—¿No podías esperar? —le pregunté entre susurros.

Él solo respondió encogiéndose de hombros; parecía estar haciendo su mayor esfuerzo en expresarse a pesar de las limitaciones del virus.

—¿Le distes la jeringa de este mes? —indagó el científico, escondido detrás del barandal de las escaleras.

Al escuchar eso White se enojó, y no sin razón, esa condenada inyección era un dolor de cabeza cada mes.
Estaba a punto de responder pero White empezó a caminar hacia el contrario, no con buemas intenciones, me imagino.

Entre en pánico, intenté jalarlo del hombro, pero eso solo contribuyó a que de enfureciera más.
Igualmente alarmado, Matthew tomó rápidamente una jeringa vacía y me la arrojó desde lejos, suplicándome que le inyectara de una vez la medicina, que eso lo calmará y ayudará a regresar a su celda.

Con precaución, me acerqué a mi paciente y lo tomé de las manos.
—¿No podías esperar? —le pregunté entre susurros.

Él solo respondió encogiéndose de hombros; parecía estar haciendo su mayor esfuerzo en expresarse a pesar de las limitaciones del virus.
Esos preciosos segundos fueron la mayor ola de alivio que sentí en meses, lo hubiese abrazado a morir si no tuviésemos compañía.

—¿Le distes la jeringa de este mes? —indagó el científico, escondido detrás del barandal de las escaleras.

Al escuchar eso White se enojó, y no sin razón, esa condenada inyección era un dolor de cabeza cada mes.
Estaba a punto de responder pero White empezó a caminar hacia el contrario, no con buemas intenciones, me imagino.

Entre en pánico, intenté jalarlo del hombro, pero eso solo contribuyó a que de enfureciera más.
Igualmente alarmado, Matthew tomó rápidamente una jeringa vacía y me la arrojó desde lejos, suplicándome que le inyectara de una vez la medicina, que eso lo calmará y ayudará a regresar a su celda.

Llevando el contenido debajo de mi gorra en caso de emergencia, hice un movimiento rápido de brazo y lo sujeté lo mejor que pude, susurrándole repetidas veces que todo iba a estar bien, mi corazón se encogió después de eso. Ambos sabíamos que algo no andaba bien, pero no había tiempo de pensar.

Después de un forcejeo logré encajar la aguja en su brazo derecho, y este, con una mueca de dolor agrio, se desplomó débil en el suelo.

Quería tomarlo y salir de allí, pero ciertamente no podía por mi cuenta, le pedí ayuda a Matthew con una voz tambaleante.
Este aceptó sin mucho problema.

—Creo que tengo unos pañuelos y un kit médico por acá, por si acaso, tanto estrés podría darle náuseas.

Asentí casi sin chistar, dejé a mi paciente tiernamente en el suelo, mientras aún podría mantener los pies firmes, y ayudé a Matthew a buscar lo prometido, entre pilas y pilas desordenadas.

Fue una odisea buscar, apenas había luz y lo que si se veía era inútil.
Entre andar buscando y echar una mirada al guardián de vez en cuando, me rendí, y opté por decirle a Matt que me los enviara más tarde, iba a llevar a White de vuelta, no sabía cómo, pero lo haría.

Estaba a punto de hablar cuando algo me llamó la atención. Entre el desorden, oculto a propósito, estaba una cuerda, amarrada en forma de aro.

No dije absolutamente nada al respecto.

—Oye, Anne, si no te molesta, ¿Puedes hacerme un favor antes de que te vallas?

—Uh- ¡Cla-claro...! Sólo asegúrate de que sea rápido, el guardián está bastante mal —Evité lo más posible verlo a la cara, no sabía ni que decir en ese momento.

—No te preocupes, no es nada.

Di un paso atrás y sentí algo frío detrás de mí cabeza, con el sonido de un arma cargándose.

—Solo necesito que te quedes quieta.

|Chapter over|✨

🎆|To be continued...|🎆

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Y ahora, si me disculpan, voy a dormir son las dos y media de la mañana :)

Soñaré tranquila sabiendo que toda la audiencia de este libro va a arder.
Tampoco hay dibujo porque wattpad es un ojete y no me deja insertar imágenes.

Also, no se quejen ojetes, 5600 nosequé palabras, mi Samsung Notes explotó 🌚

Hasta el siguiente amanecer.

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