𝒇𝒐𝒖𝒓𝒕𝒆𝒆𝒏

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( ☆. 𝐶𝐻𝐴𝑃𝑇𝐸𝑅 𝐹𝑂𝑈𝑅𝑇𝐸𝐸𝑁 )

𝚎𝚕 𝚜𝚒́𝚖𝚋𝚘𝚕𝚘 𝚍𝚎 𝚐𝚛𝚒𝚗𝚍𝚎𝚕𝚠𝚊𝚕𝚍.

Tuvieron que hacer caminata por el oscuro bosque para volver a la tienda. Comparado con la temperatura del bosque, alli dentro de la tienda hacia un calor delicioso; la unica iluminación la proporcionaban las llamas azul turquesa, que danzaban en un cuenco que habia en el suelo. Hermione dormía profundamente, acurrucada bajo las mantas, y no se movió hasta que Harry la llamó varias veces por su nombre.

—¡Hermione! ¡Hermione!

Ella se rebulló, pero enseguida se incorporó, apartándose el pelo de la cara.

—¿Qué pasa, Harry? ¿estás bien?

—Bien, todo va bien. Más que bien, estoy genial. Hay alguien aquí.

—¿Qué quieres decir? ¿Quién...?

Su mirada se fijó primero en Alaska, y rápidamente la paso hacia Ron, que estaba de pie sujetando la espada de Gryffindor y el Horrocrux destruido. Harry y Alaska se retiraron a un rincón oscuro, intentando darles espacio mientras Hermione bajaba de su litera y se detenía justo delante de Ron, con los labios ligeramente separados y los ojos abiertos de par en par. Ron lanzó una débil y esperanzada sonrisa y medio alzó los brazos. Pero la castaña empezó a dar puñetazos a cada centímetro de él que pudo alcanzar.

—¡Ay! ¡Huy! Pero ¿qué...? ¡Hermione! ¡Ay!

—¡Eres... tonto... de remate... Ronald... Weasley! —subrayaba cada palabra con un golpe. Ron retrocedió, protegiéndose la cabeza, pero ella lo persiguió—. Vienes... aquí... después... de semanas... y semanas... ¿Dónde está mi varita?

Parecía dispuesta a arrancársela a Harry de las manos, y el chico actuó por insisto.

—¡Protego! —un escudo invisible se irguió entre Ron y Hermione, la fuerza del mismo la derribó hacia atrás sobre el suelo.

Escupiendo el pelo de la boca, se levantó de nuevo de un salto.

—¡Hermione! —dijo Harry—, ¿quieres hacer el favor de...?

—¡No me digas lo que tengo que hacer, Harry Potter! —chilló—. ¡No te atrevas a darme órdenes! ¡Devuélvemela!

—Hermione, por favor —la interrumpió Alaska, sintiendo la jaqueca acercarse—. Deja de gritar y escucha lo que tienen para decirte.

—¡Y tú...! —apuntó a Alaska con rencor, pero ella no retrocedió—. Te fuiste durante semanas y no nos diste noticias, ¿qué fue lo que estuviste haciendo?

—No te lo diré hasta que te calmes, ¿sí?

—Sólo escuchala... —un gran error el de Ron al darle la razón a Alaska.

La castaña se volteó hacia él, logrando que el chico retrocediera unos pasos.

—¡Salí corriendo detrás de ti! ¡Te llamé! ¡Te supliqué que volvieras!

—Lo sé —admitió él—. Lo siento muchisimo, Hermione, de verdad que...

—¡Ah, conque lo sientes! —y soltó una risa aguda y descontrolada—. Te presentas aquí después de semanas... ¡semanas!, ¿y crees que todo va a solucionarse con decir que lo sientes?

—¿Qué más puedo decir? —saltó Ron, y Harry se alegró de que se defendiera.

—¡Pues no lo sé! —bramó Hermione, y añadió con sarcasmo—: Busca en tu cerebrito, Ron; sólo te llevará un par de segundos.

—Hermione —intervinó Harry, Alaska también considero que aquello era un golpe bajo—, acaba de salvarme la...

—¡No me importa! —gritó ella—. ¡No me importa lo que haya hecho! Semanas y semanas, podríamos estar muertos y él...

—¡Sabía que no estaban muertos! —rugió Ron, ahogando la voz de Hermione por primera vez, y se acercó cuanto le fue posible al encantamiento escudo que los separaba—. En El Profeta no se habla más que de harry, y en la radio también; los están buscando por todas partes, no paran de circular rumores e historias disparatadas. Estaba seguro de que si les pasaba algo me enteraría enseguida; no te imaginas lo duro que ha sido...

—¿Duro para quién? ¿Tal vez para ti?

La voz de Hermione sonaba tan aguda que, si seguía así, sólo la oirían los murciélagos; pero había alcanzado tal nivel de indignación que se quedó momentáneamente sin habla, y Ron no desaprovechó la ocasión:

—¡Quise volver nada más desaparecerme, pero tropecé con una banda de carroñeros y no podía ir a ninguna parte!

—¿No te han reconocido, o sí? —se apresuró a preguntar Alaska, mientras Hermione se dejaba caer en una butaca, con los brazos y las piernas cruzadas.

—No, no lo han hecho.

—¿Y qué les dijiste? —quiso saber Harry.

—Que era Stan Shunpike; fue la primera persona que se me ocurrió.

—¿Y se lo creyeron?

—No eran muy listos, que digamos. —Ron les explicó detalladamente todo lo que le había ocurrido mientras estába lejos, pero la chica estaba escéptica.

—¡Vaya, que historia tan apasionante! —le espetó Hermione con altivez—. Debías de estar muerto de miedo. Entretanto, nosotros fuimos a Godrics Hollow y... déjame pensar, ¿qué nos pasó allí, Harry? Ah, sí, apareció la serpiente de Quien-tú-sabes, que estuvo a punto de matarnos, y luego llegó el propio Quien-tú-sabes y escapamos por los pelos.

—¿Cómo dices? —preguntaron Alaska y Ron a la vez, boquiabiertos.

—¡Imagínate, Harry! ¡Ha perdido dos uñas! Eso sí que minimiza nuestros padecimientos, ¿verdad?

—Hermione —Dijo Harry calmadamente—. Ron acaba de salvarme la vida.

Ella fingió no haber oído ni una palabra de Harry.

—Sin embargo hay una cosa que me gustaría saber —dijo, fijando los ojos en un punto sobre la cabeza de Ron—. ¿Cómo exactamente nos has encontrado esta noche? Eso es importante. Una vez lo sepamos, podremos asegurarnos de que no somos visitados por nadie más a quien no queramos ver.

Ron la miró fijamente, después sacó un pequeño objeto plateado del bolsillo de sus vaqueros.

—Con esto.

—¿El Desiluminador? —preguntó, tan sorprendida que se olvidó de mirarle fría y ferozmente.

Y Ron comenzó a explicarle como el Desiluminador y su pequeña bola de luz lo guiaron hasta ellos de manera efectiva.

—... así que accioné de nuevo el Desiluminador, salió la luz azul y volvió a entrar dentro de mí, y Desaparecí y llegué aquí, a este bosque. Todavía no podía verlos, así que simplemente mantuve la esperanza de que uno de ustedes se mostrara al final... y Harry y Alaska aparecieron. Bueno, vi a la cierva primero, obviamente.

—¿Que vieron qué? —dijo Hermione agudamente.

Y entre Harry y Ron le explicaron todo lo que había ocurrido en el bosque, y cuando la historia de la cierva plateada y la espada en la charca se desplegó, Hermione frunció el ceño de uno al otro, concentrándose tanto que olvidó mantener las extremidades cruzadas.

—¡No puedo creerme esto! ¿Después que ocurrió?

Ron explicó cómo descubrió que Harry había saltado a la charca, y había esperado a que volviera a salir a la superficie; como había comprendido que algo iba mal, se había sumergido, y había salvado a Harry, para después volver a por la espada. Pero cuando llegó a la apertura del guardapelo, dudó, y Harry le interrumpió.

—...y Ron lo golpeó con la espada.

—¿Y.. y después? ¿Simplemente eso? —susurró ella.

—Bueno... gritó —dijo Harry con una mirada de reojo a Ron—. Aquí está.

Le tiró el guardapelo en el regazo. Hermione lo recogió cautelosamente y examinó sus ventanas rotas. Decidiendo que al fin era seguro hacerlo, Harry levantó el Encantamiento Escudo con un ondeo de la varita de Hermione y se giró hacia Ron.

—Iré a descansar —anunció Alaska, dejando su mochila en un rincón de la carpa. Se alejó hacía las camas pero se detuvo al pasar por el lado de Hermione—. Por cierto —no despegó la vista sobre ella—, Archer te manda saludos.

Y sin más que decir, subió a su cama y se acosto sin otra palabra. Si era sincera, a Alaska no le interesaba en lo más mínimo la vida amorosa de Hermione Granger, su único propósito en ese momento era seguir con su buena racha y destruir los Horrocruxes, sin embargo, no podía quedarse de brazos cruzados mientras veía a la castaña encariñarse con otro chico mientras salía con su mejor amigo.

La cólera de Hermione no se apaciguo durante la noche, y a la mañana siguiente despertó comunicándose principalmente con miradas desagradables y silencios mordaces; Ron respondió manteniendo un comportamiento sombrío poco natural en su presencia, como un signo externo de continuo arrepentimiento. Sin embargo, durante los pocos momentos que Ron pasaba a solas con Alaska y Harry, recogiendo agua o buscando champiñones en la maleza, se volvía descaradamente alegre.

—Alguien nos ayudó —decía a cada segundo—. Alguien envió a esa cierva. Alguien está de nuestro lado. ¡Un Horrocrux menos, hermano!

—Ahora debemos concentrar nuestras fuerzas en encontrar el resto —comentó Alaska—. No nos dejemos llevar por esta victoria, no podemos dejar de buscar.

—¿Cómo te fue en tu búsqueda en Hogwarts? —la chica gruñó.

—Nada bien, no encontré huellas en el Castillo.

—¿Entonces aún crees que el Horrocrux faltante es una posesión de Rowena Ravenclaw? —le preguntó Harry cuando entraron a la tienda.

—Estoy bastante segura —respondió con seguridad—. Mientras estuve en Hogwarts Archer me ayudó con una investigación, él tiene mas conocimiento sobre Ravenclaw que yo. Me mostró esto —dejó un viejo libro abierto sobre las piernas de Harry para. que él y Ron pudieran ver de lo que hablaba—. La diadema de Rowena Ravenclaw, se decía que otorga sabiduría al portador y se encuentra perdida hace años.

Harry inspeccionó la parte del libro donde hablaba de la diadema en completo silencio.

—El Señor Tenebroso debió encontrarla, tal como lo hizo con el resto de las reliquias.

—Ahora solo debemos averiguar donde la escondió. —dijo Ron con ánimo.

—Otra más a la lista —comentó Harry—. Al menos ya conocemos todos los Horrocruxes.

—¿Y cómo descubrieron lo del Tabú? —le preguntó Ron a Harry después de un rato.

—¿El qué?

—¡Tú y Hermione han parado de decir el nombre de Quien-tú-sabes!

—Oh, sí. Bueno, es simplemente un mal hábito en el que hemos caído —dijo Harry—. Pero no tengo problema en llamarle V...

—¡NO! —Gritó Alaska, y con un hechizo rápido evitó que Harry pudiera terminar de hablar—. El nombre ha sido maldecido, Harry. Olvidé mencionárselos cuando volví.

—¡Así es cómo rastrean a la gente! Usar su nombre rompe encantamientos protectores, causa algún tipo de perturbación mágica... ¡Así es como nos encontraron en Tottenham CourtRoad!

—¿Porque usamos su nombre?

—¡Exacto! Hay que reconocerles el mérito, tiene sentido. Era sólo la gente que se tomaba en serio lo de hacerle frente, como Dumbledore, la que se atrevía a usarlo. Ahora que le han puesto un Tabú, cualquiera que lo diga puede ser rastreado... ¡una manera rápida y fácil de encontrar a miembros de la Orden!

Ron se rascó pensativamente la barbilla con la punta de su varita.

—¿No crees que pudo ser Kingsley el que nos mandó esa cierva?

—Su patronus es un lince, lo vimos en la boda, ¿recuerdas? —le respondio Harry

—Oh, sí...

—No deberíamos darle más vueltas al asunto de la cierva —interrumpió Alaska—. Es un caso perdido y tenemos cosas más importantes de las que preocuparnos.

Esa noche, Harry se encargó de la primera guardia. Alaska se encontraba en una esquina, alejada de todos para que no la molestaran. En su poco tiempo libre intentaba enlazar el último hechizo de su lista, el cual estaba tardando más de lo esperado. Severus le dijo que sería así, se trataba de un hechizo poderoso que jugaba con el tiempo, no le sería fácil concretarlo y menos cuando su atención estaba repartida entre tantas cosas. Por otro lado, Hermione estaba tumbada en su litera leyendo, mientras que Ron, después de dirigirle muchas miradas nerviosas, había sacado una pequeña radio de madera de su mochila y estaba empezando a intentar sintonizarla.

—Hay un programa —dijo en voz baja, pero lo suficientemente alto para que todos lo escucharan—, que cuenta las noticias como realmente son. Todos los demás están del lado de Quien-tú-sabes y están siguiendo la línea del Ministerio, pero este... espera a escucharlo, esgenial. Salvo que no pueden hacerlo todas las noches, tienen que cambiar continuamente de localización por si les hacen redadas, y se necesita una contraseña para sintonizarla... El problema es que me perdí la última.

Tamborileó ligeramente con la varita en la parte de arriba de la radio, farfullando palabras aleatorias en voz baja. Le lanzó a Hermione muchas miradas disimuladas, claramente temiendo un arrebato de ira, pero por toda la atención que le prestó, bien podría Ron no haber estado allí. Durante unos diez minutos Ron dio golpecitos y farfulló, Alaska finalmente se levantó y se acercó al chico para ver lo que hacía. Al mismo tiempo, Hermione bajó de su litera y Ron paró de dar golpecitos al instante.

—¡Si te está molestando, paro! —le dijo a Hermione con nerviosismo.

Hermione no se dignó a responder, sino que se acercó a Harry y le indico a Alaska que se acercara.

—Tenemos que hablar —dijo—. Quiero que vayamos a ver a Xenophilius Lovegood. —se le quedaron mirando fijamente.

—¿Cómo dices?

—Xenophilius Lovegood, el padre de Luna. ¡Quiero ir y hablar con él!

—Eh... ¿por qué?

Ella respiró profundamente, como si se estuviera preparando, y dijo:

—Es esa marca, la marca en Beedle el Bardo. ¡Miren esto!

Puso La Vida y Mentiras de Albus Dumbledore al alcance de sus miradas y pudieron ver una fotografía de una carta original que Dumbledore le había escrito a Grindelwald.

—La firma —apuntó Hermione—. ¡Miren la firma!

Tal como Hermione lo pidió, miraron más de cerca con la ayuda de la varita encendida de Harry y notaron que Dumbledore había reemplazado la A de su nombre con una pequeña versión de una marcatriangular, parecida a un ojo.

—Ya he visto esa marca antes —dijo entonces Alaska, ganándose la mirada de Hermione—. Alguna vez leí que la marca esta relacionada con Gellert Grindelwald y sus seguidores, está pintada en una de las paredes de Durmstrang.

—¿Cómo sabes todo ello? —preguntó la castaña.

—Lukas me lo dijo —el repentino recuerdo del chico hizo que Alaska se sintiera algo culpable, hace meses que no se había contactado con su amigo extranjero, y luego de que se fuera de Hogwarts nunca habían pasado más de una semana sin enviarse cartas—. Puedo averiguar más al respecto, le enviaré una carta.

—No es necesario arriesgarnos, Viktor me ha dicho algo parecido —dijo ella—. Continúa apareciendo, ¿verdad? Definitivamente estaba en esa vieja tumba del valle de Godric, ¡y las fechas de la lápida eran de mucho antes de que apareciera Grindelwald! Bueno, no podemos preguntarle a Dumbledore o Grindelwald lo que significa la marca, pero le podemos preguntar al señor Lovegood. Llevaba puesto el símbolo enla boda. ¡Estoy segura de que esto es importante!

Harry no respondió inmediatamente. Miró la cara intensa y ansiosa de Hermione, y después desvió la vista hacia fuera, hacia la oscuridad—. Hermione, no necesitamos otro valle de Godric. Nos convencimos de ir allí y...

—¡Pero continúa apareciendo, Harry! Dumbledore me dejó Los Cuentos de Beedle el Bardo, ¿cómo sabes que no se supone que tenemos que averiguar cosas sobre el signo?

—¡Aquí vamos otra vez! —Harry se sintió ligeramente exasperado—. Seguimos intentando convencernos de que Dumbledore nos dejó señales secretas y pistas...

—El Desiluminador resultó ser muy útil —dijo Ron elevando la voz—. Creo que Hermione tiene razón, deberíamos ir y ver a Lovegood —Harry le lanzó una mirada sombría—. No será el valle de Godric. Lovegood está de nuestro lado, Harry. El Quisquilloso ha estado a tu favor todo este tiempo, ¡continúa diciendo a todo el mundo que tienen que ayudarte!

—No cooperara si me ve con ustedes. —añadió la rubia.

—¡Estoy segura de que esto es importante! —dijo Hermione con seriedad.

—¿Pero no creen que si lo fuera, Dumbledore me lo habría dicho antes demorir?

—No tiene mucho sentido —dijo Hermione—, pero aún así creo que deberíamoshablar con el señor Lovegood. ¿Un símbolo que une a Dumbledore, Grindelwald y el valle de Godric? ¡Harry, estoy segura de que deberíamos saber sobre esto!

—Creo que deberíamos votar —comentó Ron—. Aquellos a favor de ir a ver a Lovegood...

Su mano se levantó disparada antes que la de Hermione. Los labios de ella temblaron sospechosamente mientras levantaba la suya.

—Es un empate —contó Alaska—. Y no creo que debamos arriesgarnos, no tenemos tiempo para...

—Sólo lo dices porque Lovegood no confía en ti, y podemos ir allí solos.

—Bien —Dijo Harry medio irritado—. Sólo que, una vez que hayamos visitado a Lovegood, intentaremos buscar más Horrocruxes, ¿vale? Y puedes ocupar la capa, Alaska, así no te quedaras fuera de esto.

—De todas formas, ¿dónde viven los Lovegood? ¿Alguno lo sabe?

—Sí, no están muy lejos de mi casa —dijo Ron—. No sé exactamente donde, pero mamá y papá siempre señalan hacia las colinas cuando los mencionan. No debe ser muy difícil de encontrar.

Cuando Hermione había vuelto a su litera, Harry bajó la voz—. Sólo estuviste de acuerdo para intentar volver a estar bien con ella.

—Todo vale en el amor y en la guerra —dijo Ron alegremente—, y es un poco de ambos. ¡Anímate, son las vacaciones de navidad, Luna estará en casa!

Tenían una excelente vista del pueblo de Ottery St. Catchpole desde la ladera ventosa donde se desaparecieron a la mañana siguiente. Desde la ventajosa posición elevada, el pueblo parecía una colección de casas de juguete dentro de los grandes rayos de luz inclinados que se extendían desde los espacios entre las nubes hasta la tierra. Se quedaron parados un minuto o dos mirando a la Madriguera, protegiéndose los ojos del sol con las manos, pero todo lo que fueron capaces de distinguir fueron los altos setos y árboles del huerto, que proporcionaban a la pequeña casa torcida protección a ojos muggles.

—Es raro, estar tan cerca, pero no hacer una visita. —dijo Ron.

—Bueno, no es como si no los acabases de ver. Estuviste aquí en Navidad. —dijo Hermione fríamente.

—¡No estuve en la Madriguera! —dijo Ron con una risa incrédula—. ¿Crees que iba a volver allí y decirles que salí corriendo? Sí, Fred y George se lo habrían tomado genial. Y Ginny, habría sido realmente comprensiva.

—¿Pero dónde estuviste entonces? —preguntó Hermione sorprendida.

—No perdamos más tiempo —interrumpió Alaska, mientras se echaba la capa de invisibilidad encima—. Terminemos pronto con esto.

—Probemos por aquí. —dijo entonces Ron, liderando el recorrido sobre la cima de la colina.

Caminaron durante unas pocas horas. El grupo de colinas bajas parecía estar deshabitado, salvo por una pequeña casa de campo, que parecía abandonada.

—¿Crees que es de ellos, y que se han marchado durante las Navidades? —dijo Hermione, mirando a través de la ventana a una pequeña cocina ordenada con geranios en el alféizar. Ron resopló.

—Escucha, presiento que serías capaz de saber quién vive ahí si miras a través de la ventana de los Lovegood. Probemos el siguiente grupo de colinas.

Así que se desaparecieron unos pocos kilómetros más al norte.

—¡Ajá! —gritó Ron, mientras el viento les azotaba el cabello y las ropas.

Ron estaba apuntando hacia arriba, hacia la cima de la colina en la que habían aparecido, donde una casa con aspecto de lo más extraño se erguía hacia el cielo, con un gran cilindro negro que tenía una luna fantasmagórica colgando por detrás bajo el cielo de la tarde.

—Esa tiene que ser la casa de Luna, ¿quién más viviría en un sitio como ese? ¡Parece un grajo gigante!

—No se parece en nada a un pájaro. —Dijo Hermione, frunciendo el ceñohacia la torre.

—Estaba hablando de una torre de ajedrez —dijo Ron—. Un castillo para ti.

Las piernas de Ron eran las más largas, por lo que llegó a la cima de la colina en primer lugar. Cuando Alaska, Harry y Hermione lo alcanzaron, jadeando y con punzadas en los laterales del cuerpo, lo encontraron sonriendo ampliamente.

—Es la suya —dijo Ron—. Miren.

Tres letreros pintados a mano habían sido clavados a una verja estropeada. En el primero se leía: EL QUISQUILLOSO. EDITOR: X. LOVEGOOD. En el segundo: ESCOGE TU PROPIO MUÉRDAGO. Y en el tercero: NO TOCAR LAS CIRUELAS DIRIGIBLES.

La verja chirrió cuando la abrieron. El camino zigzagueante que llevaba hasta la puerta principal estaba cubierto de una variedad de plantas extrañas, incluyendo un arbusto cubierto de frutas naranjas parecidas a un rábano. Dos ancianos manzanos silvestres, doblados por el viento, vacíos de hojas pero todavía llenos de frutas rojas del tamaño de bayas y coronas de arbustos de muérdago con gotitas blancas, estaban colocados como centinelas a cada lado de la puerta. Una pequeña lechuza con la cabeza ligeramente aplastada y parecida a un halcón, los miraba desde una de las ramas.

Entonces Harry se acercó y llamó tres veces a la gruesa puerta negra, que estaba incrustada de clavos de hierro y tenía un llamador con forma de águila. Esperaron a que alguien abriera.

—¿Qué? ¿Qué es esto? ¿Quienes son? ¿Qué quieren? —Xenophilius Lovegood, descalzo y llevando un camisón manchado con el cabello sucio y desarreglo, apareció detrás de la puerta.

Miro primero a Hermione, desvío su vista hacia Ron y luego Harry. Al mirarlo su boca se abrió en una perfecta y cómica O.

—Hola, señor Lovegood —dijo Harry extendiendo su mano—. Soy Harry, Harry Potter.

El señor Lovegood no estrechó su mano ya que estaba demasiado ocupado viendo su cicatriz.

—¿Estaría bien que pasásemos? —preguntó Harry—. Hay algo que nos gustaría preguntarle.

—No... no estoy seguro de que sea aconsejable —susurró Xenophilius—. Es bastante sorprendente... caramba... yo... me temo que pienso que realmente no debería...

—No llevará mucho. —dijo Harry.

—Yo... oh, está bien entonces. Pasen, rápido. ¡Rápido!

Alaska apenas había cruzado el umbral cuando Xenophilius cerró con fuerza la puerta tras ellos; lo notó mirar de manera paranoica por la ventana. Con un mal sabor en la boca examinó la peculiar cocina, era exactamente lo que uno esperaría de la casa de Luna Lovegood.

—Es mejor que suban. —dijo el hombre, todavía con aspecto extremadamente incómodo, y encabezó la marcha.

El piso superior estaba atestado, había pilas de libros y papeles en cada superficie. Delicadas maquetas hechas a mano de criaturas que, por el momento, eran sólo fantasía. Pero lo que más les llamó la atención fue que Luna no estaba allí. Alaska se quedó de pie en una esquina, intentando no volcar nada.

—¿Por qué han venido hasta aquí? ¿exactamente por qué ha venido aquí, señor Potter?

—Necesitamos algo de ayuda. —dijo Harry, antes de que pudiera hablar nuevamente.

—Ayuda, hmm... Sí. La cosa es que ayudar a Harry Potter... es bastante peligroso...

—¿No es usted el que le continúa diciendo a todo el mundo que su primer deber es ayudar a Harry? —dijo Ron—. ¿En esa revista suya?

—Eh... sí, he expresado esa idea. Sin embargo...

—¿Eso es para que todos los demás lo hagan, pero no usted en persona? —le espetó Ron, no obtuvo respuesta.

—¿Dónde está Luna? —preguntó Hermione de golpe—. Veamos lo que piensa.

Xenophilius tragó de golpe y pareció estar armándose de valor, finalmente dijo en una temblorosa voz.

—Luna está abajo en el arroyo, pescando Plimpies de agua dulce.

—¿En serio? —pregunto Harry con mirada interrogativa—. Nosotros pasamos por el arroyo y no lo vimos allí.

—Luna debió ir más lejos, a ella... le gustará verlos —dijo Xenophilius con nerviosismo—. Bajaré a llamarla y entonces... sí, muy bien. Intentaré ayudarlos.

Desapareció por la escalera en espiral y escucharon la puerta principal abrir y cerrarse. Se miraron entre sí.

—Vieja verruga cobarde —dijo Ron—. Luna tiene diez veces más agallas.

—Probablemente está preocupado por lo que pueda pasar si los mortífagos se enteran de que estuve aquí —dijo Harry.

—Él está actuando raro —comentó Alaska por detrás de Ron, provocando que se sobresaltara—. Algo sucede.

—Bueno, yo estoy de acuerdo con Ron —dijo Hermione—. Horrible viejo hipócrita, diciéndole a todo el mundo que te ayude y ahora intentando escabullirse.

Harry había cruzado para mirar por la ventana del otro lado de la habitación y ahora se encontraba mirando unos objetos situados en un rincón, y volvió a sentarse justo cuando el señor Lovegood volvía a la habitación llevando una bandeja con tazas de distintos juegos y una tetera humeante.

—¿Puedo ofrecerlee una infusión de gurdirraíz? La fabricamos nosotros mismos —cuando empezó a verter la bebida, añadió—: Luna está más allá del Puente Inferior, está de lo más entusiasmada por que están aquí. No debería tardar demasiado, ha agarrado casi todos los Plimpies necesarios para hacer sopa para todos. Ahora, ¿cómo puedo ayudarlo, señor Potter?

—Bueno —dijo Harry, mirando a Hermione, que asintió con ánimo—, es sobre el símbolo que llevaba alrededor del cuello en la boda de Bill y Fleur, señor Lovegood. Nos preguntábamos lo que significaba.

Xenophilius elevó las cejas.

—¿Te estás refiriendo al signo de las Reliquias de la Muerte?

—¿Las Reliquias de la Muerte?

—Eso es —dijo Xenophilius—. ¿No han oido hablar de ellas?

—Pregunta si el símbolo esta relacionado con las artes oscuras. —le susurró Alaska a Harry en el oído, aquel nombre había encendido un recuerdo en su cabeza.

—Señor Lovegood, ¿el símbolo está relacionado con las artes oscuras?

—En lo absoluto —negó el hombre—. Aunque muchos recuerdan el símbolo por ser utilizado por el bien conocido Mago Oscuro.

—Gellert Grindelwald. —mencionó Hermione.

—En efecto. Pero no hay nada oscuro en las Reliquias, no en esencia. Uno simplemente utiliza el símbolo para mostrarse a sí mismo ante los otros creyentes, con la esperanza de que puedan ayudarle en la Búsqueda. —Dejó caer varios terrones de azúcar en la infusión gurdirraíz y bebió un poco.

—Lo siento —dijo Harry—. De verdad, todavía no lo entiendo.

—Bueno, verás, los creyentes buscan Las Reliquias de la Muerte. —dijo Xenophilius lamiéndose los labios.

—¿Pero que són Las Reliquias de la Muerte? —preguntó Hermione.

—¿Doy por supuesto que todos ustedes están familiarizados con "El Cuento de los Tres Hermanos"?

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