۪۫❁ཻུ۪۪🩰⸙͎๛La autoexigencia despiadada❁ཻུ۪۪⸙͎ ੈ˚

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Otras personas muestran la tendencia a utilizar estándares internos inalcanzables para evaluarse a sí mismas. Es decir: metas y criterios desproporcionados sobre hacia dónde debe dirigirse el comportamiento. Si la autoexigencia es racional y bien calculada, te ayuda a progresar psicológicamente, pero si no se calibra bien, puede afectar seriamente tu salud mental. Los dos extremos son malos.

Nadie niega que en ocasiones necesitamos una autoexigencia moderada o elevada para ser competentes (por ejemplo: el encargado de manejar material radiactivo en una planta nuclear no puede hacerlo "despreocupadamente", como tampoco un cirujano a la hora de operar a su paciente); no obstante, el desajuste se produce cuando estos niveles de exigencia se hacen imposibles de alcanzar.

Por ejemplo: la idea de que debo destacar en casi todo lo que hago, la de que debo ser el mejor a toda costa y que no debo equivocarme, son imperativos que llegan a convertirse en un verdadero martirio.

Si ubicas la felicidad o la autorrealización exclusivamente en la obtención de resultados, muy pronto descubrirás la paradoja de que para "sentirte bien" deberás "sentirte mal".

El bienestar dependerá de tantas cosas ajenas a tu persona que te será imposible hacerte cargo de tus logros personales. La escritora Margaret Lee Runbeck dijo alguna vez: "La felicidad no es una estación a la cual hay que llegar, sino una manera de viajar". Ésa es la salud mental: viajar bien.

Aquellos que se obsesionan con el éxito y lo convierten en un valor, y además manejan esquemas rígidos de ejecución, viajan mal aunque quieran aparentar lo contrario. Quizá la felicidad no esté en ser el mejor vendedor, la mejor mamá, el mejor hijo o descollar en cualquier cosa, sino simplemente en intentarlo de manera honesta y tranquila, y disfrutarlo mientras se lleva a cabo. Quedarte con el paisaje, mientras vas hacia donde quieras ir.

¿Nunca has hecho un viaje con alguien que pregunta todo el tiempo cuánto falta para llegar, mientras ignora las cosas más bellas que pasan a su lado? La concentración en el proceso es determinante para obtener un buen producto.

Esta aparente contradicción (la de despreocuparse del resultado para alcanzarlo) no es tal, y queda bien escenificada en la enseñanza zen sobre el arco y la flecha. Si el arquero se concentra en sus movimientos, en la respiración, en el equilibro, sin estar pendiente de acertar, dará en el blanco con sólo apuntar. Pero si dar en el centro y obtener el máximo puntaje se convierte en una cuestión determinante (obsesiva), la ansiedad bloqueará la fluidez de sus acciones y lo hará fracasar en el intento.

Si posees criterios estrictos para autoevaluarte, siempre tendrás la sensación de insuficiencia, de no dar en el blanco. Tu organismo comenzará a segregar más adrenalina de lo normal y la tensión mental y física interferirá con el buen rendimiento para alcanzar las metas: entrarás al círculo vicioso de los que aspiran cada día más y tienen cada día menos.

Esta secuencia autodestructiva puede verse mejor en el siguiente esquema:

»Estándar irracional
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»Conducta
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»Autoevaluación insatisfactoria
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»Estrés
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»Efecto negativo.

Las metas imposibles harán que tu conducta nunca llegue al nivel deseado, pese a tus esfuerzos; y al sentirte incapaz, tu autoevaluación será cada vez más negativa y mayor también el estrés, lo que te alejará cada vez más de tus objetivos.

¿Habrá mayor desatino?

Las personas que quedan atrapadas en esta trampa se deprimen, pierden el control sobre su propia conducta e indefectiblemente se equivocan. ¡Precisamente lo que querían evitar! La premisa es como sigue: cuanto más hagas del "ganar" un valor, paradójicamente, más destinado estarás a perder.

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