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LISA

El día siguiente comenzó con la misma energía renovada que habíamos sentido después de resolver nuestras diferencias. La señora Kim nos dio la mañana libre para explorar y disfrutar del área de la cascada antes de continuar con las actividades programadas. Todos parecían emocionados por la oportunidad de relajarse y pasar un tiempo juntos.

Después del desayuno, Jennie y yo decidimos regresar a la cascada, esta vez sin la compañía de todos. Necesitábamos un momento a solas para hablar y, tal vez, aclarar algunos sentimientos no dichos.

—Lisa, ¿te importa si volvemos a la cascada? —me preguntó Jennie mientras recogíamos nuestras cosas.

—Claro, Jennie. Me encantaría.

Nos dirigimos hacia el sendero, disfrutando del tranquilo sonido del bosque a nuestro alrededor. Jennie caminaba a mi lado, su expresión relajada pero pensativa.

—¿En qué piensas? —le pregunté, rompiendo el silencio.

—Solo... en todo lo que ha pasado. Este viaje ha sido más intenso de lo que imaginé.

—Sí, ha sido todo un viaje emocional. —respondí, sonriendo.

Llegamos a la cascada y nos detuvimos para admirar la vista. El agua caía en un torrente constante, creando un arco iris en la niebla. Jennie se acercó al borde del agua y se volvió hacia mí, su rostro iluminado por la luz del sol.

—Lisa, sobre lo que dijo Jungkook ayer...

—¿Sobre el beso bajo la cascada? —completé, sintiendo mi corazón acelerarse.

Jennie asintió, una pequeña sonrisa en sus labios.

—Sí. Sé que era una broma, pero... no puedo dejar de pensar en ello.

Me acerqué a ella, mi corazón latiendo con fuerza.

—Jennie, yo tampoco he dejado de pensar en ello. —admití, mi voz apenas un susurro.

Nos miramos a los ojos, el sonido de la cascada y el canto de los pájaros a nuestro alrededor. Sentí como si el mundo entero se hubiera desvanecido, dejándonos solo a nosotras en ese momento.

Jennie dio un paso hacia mí, acercándose lo suficiente para que pudiera sentir su respiración en mi piel.

—Lisa, ¿podemos intentarlo? Solo... para ver si funciona. —dijo ella, su voz temblando ligeramente.

Asentí, sin confiar en mi voz para hablar. Cerré los ojos y me incliné hacia ella, sintiendo la calidez de su cuerpo cerca del mío. Y entonces, nuestros labios se encontraron bajo la cascada.

El beso fue suave y dulce al principio, una exploración tentativa de sentimientos. Pero pronto se intensificó, nuestras manos encontrando el camino hacia la cintura de la otra, aferrándonos como si temieran que el momento pudiera desvanecerse.

Cuando finalmente nos separamos, ambas estábamos respirando con dificultad. Jennie me miró, sus ojos brillando con una mezcla de sorpresa y felicidad.

—Eso fue... increíble. —dijo ella, su voz apenas un susurro.

—Sí, lo fue. —respondí, sin poder dejar de sonreír.

Nos abrazamos, el sonido de la cascada creando una sinfonía a nuestro alrededor. En ese momento, supe que habíamos cruzado una línea, una línea que nos llevaría a un nuevo capítulo en nuestra relación.

Pasamos el resto de la mañana explorando los alrededores de la cascada, hablando y riendo como nunca antes. Compartimos historias y sueños, descubriendo cuánto teníamos en común y cuánto nos habíamos malinterpretado durante todos esos años de rivalidad.

—¿Recuerdas cuando me superaste en el último examen? —preguntó Jennie, riendo.

—Sí, pensé que ibas a matarme con la mirada. —respondí, riendo también.

—Estaba tan enojada... pero ahora me doy cuenta de que solo admiraba tu determinación.

—Y yo admiraba tu inteligencia y gracia. —dije, mirándola con una nueva comprensión.

A medida que el sol se movía por el cielo, supimos que era hora de regresar al campamento. Tomadas de la mano, caminamos de regreso, sintiéndonos más conectadas que nunca.

Cuando llegamos, Jungkook, Jisoo y Rosé nos recibieron con sonrisas amplias.

—¿Y bien? —preguntó Jungkook, con una expresión traviesa—. ¿Sucede la magia del beso bajo la cascada?

Jennie y yo nos miramos y sonreímos.

—Tal vez sí, Jungkook. Tal vez sí. —respondí, apretando la mano de Jennie.

El resto del día pasó en un borrón de actividades y risas, pero el recuerdo del beso bajo la cascada permaneció con nosotras, una promesa de lo que estaba por venir. Mientras nos sentábamos alrededor de la fogata esa noche, con las estrellas brillando sobre nosotros, supe que, pase lo que pase, estaríamos juntas, enfrentando el futuro con valentía y amor.

Nos despertamos al día siguiente con el canto de los pájaros y el sol asomándose por el horizonte. Jennie todavía dormía a mi lado, su respiración lenta y regular. Me quedé observándola, maravillándome de lo hermosa que se veía en la luz suave de la mañana.

—¿Estás mirándome mientras duermo? —murmuró ella, con los ojos todavía cerrados.

—Solo un poco. —admití, sonriendo.

—Eres una acosadora. —dijo Jennie, riendo mientras se estiraba y abría los ojos.

—No puedo evitarlo. Eres demasiado adorable. —respondí, dándole un beso en la frente.

Nos levantamos y nos unimos al resto del grupo para el desayuno. Jisoo y Rosé parecían especialmente animadas, intercambiando miradas y sonrisas cómplices.

—¿Qué pasa con ustedes dos? —pregunté, levantando una ceja.

—Nada. Solo... disfrutando del viaje. —respondió Jisoo, intentando sonar casual.

—Ajá. Claro. —dije, sabiendo que había algo más.

Jungkook se acercó con una sonrisa traviesa.

—Oigan, chicas, ¿quieren volver a la cascada hoy? —preguntó.

Jennie y yo nos miramos y asentimos.

—Sí, sería genial. —dije.

Pasamos el día explorando más del área, disfrutando de la naturaleza y la compañía de nuestros amigos. Nos reímos y bromeamos, creando recuerdos que durarán toda la vida.

Cuando el sol comenzó a ponerse, nos dirigimos nuevamente a la cascada. El lugar se veía aún más mágico bajo la luz dorada del atardecer. Jennie y yo nos alejamos un poco del grupo, encontrando un lugar tranquilo para sentarnos.

—Este viaje ha sido increíble. —dijo Jennie, apoyando su cabeza en mi hombro.

—Sí, lo ha sido. —respondí, envolviendo mi brazo alrededor de ella.

Nos quedamos allí, en silencio, disfrutando del momento. Sabía que nuestra relación había cambiado para siempre, y no podía esperar para ver qué nos deparaba el futuro.

De repente, Jennie levantó la cabeza y me miró.

—Lisa, gracias por todo. Por estar aquí para mí, por ser tú misma.

—Siempre, Jennie. Siempre estaré aquí para ti. —respondí, sonriendo.

Nos besamos nuevamente, esta vez sin ninguna duda ni temor. Bajo la cascada, con el sonido del agua y el canto de los pájaros a nuestro alrededor, supe que había encontrado algo especial. Algo real.

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