Capitulo 14

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A la mañana siguiente, un poco más recuperada pero aún adolorida, Jade bajo de su habitación ayudada por Remus y juntos se dirigieron al comedor, donde se encontraban todos los demás ya sentados y con la mesa lista. 

—Buen día, tortolitos.—saludó James con una sonrisa picara.

—Déjalos en paz, James.—regaño Lily.

—Lo que tu me pidas, Lily-flor— sonrió embobado.

—¡Ah! ¡Tú debes ser Jade!—exclamó una voz detrás de Jade y ella volteó.

Frente a ella estaba una mujer ya muy grande, de cabello café rizado, alborotado y algo canoso, de ojos negros y sonrisa amable. La sonrisa de la mujer flaqueó un poco en cuanto vio a Jade, la chica era hermosa a sus ojos y jamás la había visto pero...aquel cabello lucía igual al de...

—¡Mamá!—llamó James confundido al ver a su madre quieta.

—Oh.—salió de su ensoñación y sonrió avergonzada.— lo siento, es que eres muy bonita.—dijo a Jade. 

—Es verdad.—dijo su esposo apareciendo junto a ella.— Eres muy bonita, un placer conocerte Jade.

—Muchas gracias, señor y señora Potter.—agradeció Jade con una pequeña sonrisa.

—Oh, por favor, llámame Euphemia.—pidió y luego rio.— mejor no, odio mi nombre.

—Mmm...—Jade hizo un gesto pensativo y luego sonrió.— Entonces, ¿Qué tal si le digo mía?

Euphemia y Fleamont miraron impactados a Jade, pero Euphemia rapidamente se recompuso y le sonrió con cariño, sintiendo un escozor en sus ojos.

«Somos hermanas, mía»

—Me parece muy bien, querida.—dijo con melancolía— muy bien.

Los padres de James eran personas realmente amables, cariñosas y atentas. Mostraban principalmente un enorme cariño, no solo por James, sino por Sirius, a quien también le llamaban hijo, haciendo que este sonriera como niño en una feria. 

Habían ido aquella mañana a desayunar con ellos ya que Dumbledore les había informado lo sucedido con Peter y Dorcas y sobre el atentado a Lily y Jade, así que tomaron la decisión de venir a la cabaña a ver que su hijo y amigos estuvieran bien.

El desayuno paso en completa tranquilidad, en un ambiente tan familiar y hogareño que tanto Jade como Sirius se sentían a veces fuera de lugar. Sirius creció siendo querido por su padre, pero despues de la muerte de su madre y de haberse casado con Eileen Prince, las cosas cambiaron. Su padre solo quería complacer a Eileen y pasar mucho tiempo con el hijo de esta, Severus y con el bebé que acababan de procrear, Regulus, por lo que Sirius creció prácticamente solo y desplazado.

Por otro lado, Jade había crecido en un orfanato, nunca fue maltratada o algo así, pero tampoco era que la quisieran mucho. Más aparte, un orfanato nunca podrá compararse verdaderamente con una familia y muy dentro de si, Jade sintió una profunda tristeza mientras estaba en la mesa. Remus, intuyendo lo que pasaba con su novia, le tomo la mano por debajo de la mesa y le sonrió con cariño, demostrándole su apoyo.

Una vez terminado el desayuno, Euphemia y Fleamont se despidieron de todos y les aseguraron que pronto volverían a verse. Para cuando Euphemia abrazo a Jade, lo hizo con tanta fuerza y cariño que Jade nunca se sintió más querida.

—Creo que Jade te gano a la suegra, Lily.—se burló Marlene y todos rieron.

—¡Oigan!—exclamo James.— Hay que hacer reacomodo de cuartos.

—Chicas con chicas y chicos con chicos.—dijo Lily.— y Jade sola porque aún esta débil.

—¡Me rehusó a no dormir con mi esposa!—se quejó Sirius y Jade los miro sorprendida.

—¿Ya se casaron?—pregunto Jade y las sonrisas de todos desaparecieron.

—Bueno...sí..—respondió Marlene cabizbaja.—Tú...te alejaste y no pudimos contactarte.

—Yo también me case con James.—admitió Lily cabizbaja.

—No tienen porque sentirse mal.—afirmó Jade acercándose a sus dos amigas.— Yo fui quien tomo esa decisión con todo y sus consecuencias, ustedes no hicieron nada malo. Debían continuar con sus vidas, era lo correcto.

Las palabras de Jade consolaron a los chicos, pero no a ella misma, quien se sintió realmente triste de no haber podido estar en la boda de sus amigos. Sabía que hizo lo correcto, pero eso no quito que se sintiera desolada.

Al final, se decidió que todos dormirían con su pareja, por lo que Remus y Jade subieron a su habitación, cuidando que Jade tuviera cuidado de no hacer movimientos bruscos, pues la mayoría de sus heridas estaban en el abdomen y aún podían abrírsele. 

Ya en el cuarto, se bañaron por turnos y una vez que Jade hubo salido de la ducha despues de Remus, se acostó en la cama aún con su bata de baño y soltó un suspiro cansado ante la mirada divertida de Remus.

—Si no estuvieras herida te demostraría cuanto te he extrañado—dijo Remus vestido únicamente con su pantalón y Jade sonrió de lado, acariciándose los labios con un dedo.

—No pongas excusas, lobito. Soy más fuerte de lo que parezco.—aseguró guiñándole un ojo.

Remus sonrió y con rapidez se colocó sobre Jade, abrió su bata dejándola desnuda y la besó profundamente. Jade tomó su bata y la aventó lejos, al mismo tiempo que tomaba su varita, sellaba la puerta e insonorizaba la habitación.

—Te extrañe, mi niña.—susurró Remus antes de meterse un pezón a la boca y Jade gimió.

—¡Rem!

No era la primera vez que estaban juntos, pero Remus intentó ser lo más delicado posible, teniendo en cuenta que Jade estaba muy herida. Intentando que ella disfrutara lo más posible, trazo un camino de besos desde sus senos hasta su monte de venus, donde pronto bajo mas y comenzó a practicarle sexo oral, arrancando gemidos de placer de su amada.

—¡Rem! ¡Sí! ¡Así, sí!—gimió Jade tomándole el cabello entre las manos.— ¡Quiero venirme contigo!

En otras condiciones, ambos aguantarían más tiempo de juegos previos, pero teniendo en cuenta que ninguno de los dos tuvo sexo desde que se separaron, ambos estaban demasiado ansioso por sentirse de nuevo juntos.

Remus tomó las piernas de Jade y se colocó entre ellas, enfilando su miembro en la intimidad de hace, consiguiendo que esta gimiera ansiosa y contoneara sus caderas en busca de más contacto. Remus sonrió burlón, con una mano la sujeto de la cadera y con la otra la tomó del cuello, haciendo una leve presión que causo un estremecimiento en Jade que la hizo poner los ojos en blanco.

—Eres mía, Jade.—dijo con posesividad, volviendo a presionar su cuello.

—Tuya, Rem, solo tuya...—susurró ella con la mirada brillosa de deseo y sonrió, poniendo sus manos en el brazo de la mano que presionaba su cuello, instándolo a seguir.— follame, por favor...te necesit...¡Ahhh!

Ingresó en ella sin contemplaciones, pero no hubo problemas, Jade estaba tan mojada como un manantial. Se quedó un momento quieto, disfrutando de estar nuevamente en el coño de su amada y comenzó a mover sus caderas lenta pero duramente, haciendo que Jade gimiera más.

—Más...más, Rem...eres el mejor...

—Tan hermosa...

Cambiaron de posiciones y Jade se dispuso a cabalgarlo mientras el azotaba de vez en cuando su trasero y pellizcaba sus pezones. El contoneo de Jade rapidamente lo hizo gemir y si algo amaba Jade de Remus, es que el no temiera en gemir alto, demostrándole lo mucho que le gustaba como se movía.

—Me vengo...—avisó Remus en un gruñido.

—¡Yo también!

Remus la hizo volver a cambiar lugares y la penetro tan rápido y duro que Jade no pudo más que gemir y poner los ojos en blanco ante el placer. Cuando el orgasmo llegó, los azotó tan fuerte que ambos gimieron alto y cayeron rendidos en la cama.

Jade sonrió abrazando a Remus y acariciando su espalda. Al fin estaba de nuevo con su lobito y se sentía completa.

Nada podía arruinar su felicidad.








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