CAPÍTULO 25. GRACE

Màu nền
Font chữ
Font size
Chiều cao dòng

—Bien, llamaré a una ambulancia. No te acerques a él, Gracie.

Keren sale de la habitación para encontrarse con Ramos, los escucho susurrar, pero mi atención está puesta en el chico frente a mí.

La visión de él me destroza.

¿Cuánto dolor estará sintiendo que debe recurrir a esto?

Debe estar saliendo de su intoxicación porque su cabeza se mueve un poco, seguramente desconcertado por el ruido.

Si tan solo yo pudiera llegar a él.

La habitación está sucia, hay ropa y botellas vacías en el piso además de contenedores de comida. Al menos se está alimentado.

Echo un vistazo sobre mi hombro para ver a Keren y Joel discutiendo todavía, vigilando a los chicos inconscientes que ya movieron a los sillones. Creo que yo podría intentarlo...

Me acerco lo más que puedo en la silla, luego trabo los seguros de las ruedas y cuento hasta tres, lista para empujarme al borde.

He hecho esto antes cuando quiero pasar de la silla a mi cama, distancias cortas que puedo manejar con la fuerza de mis brazos, pero aquí no hay algo cercano que me permita apoyarme.

Tendré que hacerlo a mi manera.

—1... 2... 3... —cuento antes de resbalar y caer sentada en el piso.

Bien, estoy aquí. Ahora necesito llegar a Daniel y asegurarme que está bien mientras la ambulancia llega para atenderlo adecuadamente.

Mi suéter se llena de polvo al instante, pero no me detengo. Uso mis brazos para balancearme lentamente y arrastrar mis piernas inútiles. Si tan solo pudiera caminar...

—¿Daniel? Estoy aquí, aguanta un poco por favor.

No sé si intento calmarlo a él o a mí, pero necesito mantener mi mente enfocada. Dios, se ve mal.

Tan pronto como estoy cerca de una de sus piernas, lo toco queriendo sentir el contacto. Un poco más, Grace... Un poco más cerca.

Empujo con más fuerza sabiendo que estoy cerca de él, me arrastro encima del colchón sucio apartando con cuidado las jeringas y las bolsas vacías, luego giro con para recargarme en la pared.

Justo a tiempo cuando escucho los tacones de Keren acercándose.

—Pedimos más ambulancias para... ¡Gracie! —chilla, mirándome recargada al lado de Daniel—. ¡Dios mío, pudiste lastimarte! El doctor dijo que...

—Estoy bien —interrumpo, volviendo mi atención al chico intoxicado—. Ayúdame a ponerlo en una posición cómodo mientras esperamos.

Su boca se tuerce en una mueca, pero entra a la habitación y yo señalo las piernas de Daniel. Si tira de ellas lo suficiente para apartarlo de la pared, podríamos recostarlo en el piso.

Keren toma las piernas y yo sujeto un brazo y su cabeza para amortiguar el posible golpe. A ella le toma algunos intentos antes de que pueda comenzar a moverlo, deslizando su cuerpo lentamente hacia abajo. Como no encuentro algo para apoyar su cabeza, la dirijo sobre mis piernas.

—Gracie —Keren niega con la cabeza.

Pero no me importa. Si Daniel corresponde o no mis sentimientos, no importa. Quiero verlo sano y recuperado, viviendo una vida plena y feliz. Es lo menos que puedo hacer por él.

Paso los dedos por los rizos de su cabello, más largo desde la última vez que nos vimos porque no lo ha cortado, y seguramente se ha estado descuidando también. ¿Por qué, Daniel?

Lágrimas se forman en mis ojos haciendo mi visión borrosa, pero las aparto rápidamente porque necesito ser fuerte para él. Podré descansar hasta que él esté mejor, y entonces hablaremos de mi situación.

El sonido distante de las sirenas se siente como un respiro de alivio, se aproximan hasta que el ruido es insoportable. Pasos y voces irrumpen en el edificio, luego Keren señala a alguien detrás de ella.

—Por aquí —señala a Daniel—. Está inconsciente, el compañero dice que consume heroína de forma regular.

Por Dios.

Las palabras me ocasionan escalofríos y nuevas lágrimas se forman en mis ojos.

Los paramédicos se arrodillan a cada lado, uno midiendo sus signos y apuntando una linterna en sus ojos que por poco reaccionan. Uno de los hombres me mira con atención.

—Tenemos qué administrar medicamento y trasladarlo para vigilancia —espera hasta que asiento antes de continuar—. Lo haremos ahora, no hay tiempo que perder.

El otro hombre ya está acomodando una camilla al lado y en un solo movimiento tiran de su cuerpo encima de ella. Ramos se acerca a ayudarles.

Los veo salir a toda prisa por la puerta y me quedo ahí por un momento, sentada en el mismo lugar y posición en el que estaba Daniel. ¿Esto era su hogar? Es deprimente. Y frío. Mi corazón se estruja de nuevo imaginándolo aquí día tras día con nada más que paredes grises y el colchón sucio.

—¿Gracie? —Keren atrae mi atención lejos de mis pensamientos—. Es hora de irnos.

—Si.

Debería arrastrarme y subir de nuevo a la silla, pero Keren es demasiado sobreprotectora y me indica que espere por Ramos, que entra a ayudarme.

Los paramédicos están revisando a los otros chicos que, a pesar de todo parecen menos desorientados que Daniel, así que subimos al auto y vamos detrás de la ambulancia hasta el hospital regional.

No puedo ver a Daniel mientras lo revisan los médicos, y solo cuando ha salido del peligro uno de los doctores sale para hablar con nosotros. Ellos creen que somos su familia.

—Administramos suero y medicamento para contrarrestar la intoxicación. Deberá permanecer bajo estricta vigilancia. —el médico nos dedica una sonrisa comprensiva que no alivia mis nervios—. Tuvo mucha suerte de no sufrir una sobredosis, pero es necesario que se someta a rehabilitación.

—Entonces... ¿No podemos llevarlo a casa? —pregunto.

—Me temo que aún no, señorita Stevens. Hasta que su hermano despierte y pueda ser llevado a un especialista o un centro de rehabilitación.

Rayos.

El doctor se despide de nosotros, no sin antes mencionar que podemos verlo. Con la sala de espera vacía, giro la silla para mirar a Keren y a Joel.

—Quiero estar con él cuando despierte, pueden volver a la casa o pedir comida de algún lugar cercano.

—No deberías hacer este esfuerzo —Keren preocupándose como siempre—. Necesitas reposo y el medicamento.

—Puedes traerlo para mí, y prometo no hacer nada arriesgado. Además, —mi mirada se encuentra con la de Ramos—. Creo que es momento de recabar información sobre Daniel. ¿Es de Seattle? ¿Tiene familia? ¿Hace cuánto vive en la calle?

Lanzo las preguntas que se forman en mi cabeza, sabiendo que es una monumental tarea para Joel y sus contactos. Él asiente, pero Keren presiona los labios.

—¿Y qué hay de ti? ¿Cuándo vas a seguir adelante con tus planes?

Solo hay una cosa en mi mente ahora.

—Su bienestar es primero, hablaremos cuando él esté en condiciones.

—¿Se lo vas a decir? —pregunta en voz baja y sé a lo que se refiere.

—Cuandollegue el momento.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen2U.Pro