CAPITULO 3. DANIEL

Màu nền
Font chữ
Font size
Chiều cao dòng

—Tus exámenes están bien, te felicito —Keren empuja la hoja hacia mí para que la vea—. No tienes enfermedades de transmisión sexual.

—Benditos condones.

Mi pierna derecha sigue saltando arriba y abajo debajo de la mesa, mi cuerpo vibrando con el movimiento y atrayendo la atención de la rubia.

—¿Estás bien? —sus ojos me revisan rápidamente—. Te ves un poco pálido.

¿Tú crees?

—Necesito algo... Dame algo... —susurro—. No puedo concentrarme.

—No.

—Estoy volviéndome loco —intento con un gruñido.

—Eso debiste pensar cuando inyectabas todas esas drogas en tu cuerpo, Daniel. Ahora no puedo darte nada más que un té.

¿Un puto té?

—Dame un cigarrillo, solo uno para calmarme, ¡Lo necesito!

—No. No lo necesitas.

—Mierda, sí. ¿Esperas que deje las drogas de un día para el otro? ¡Es imposible!

El sonido de pasos en la escalera me hace bajar el volumen de mi voz, eso y la mirada entrecerrada de Keren pidiéndome que cierre la boca.

—Te traeré una gran taza de café, es todo lo que conseguirás de mí.

Maldita mujer.

Joel entra al comedor con Grace en sus brazos y la coloca en la silla de la cabecera. Ella sonríe como si montara putos unicornios.

—Buenos días, Daniel, ¿Dormiste bien?

No. La mirada en Keren me dice todo lo que necesito saber. Carajo.

—Si. Algo.

—Me alegro, tomemos el desayuno ahora y podremos hablar de los planes para los próximos días.

¿Planes?

Apenas puedo probar un bocado de la comida porque mi mente sigue gritando que salga de aquí y consiga mi dosis mientras Grace se toma el tiempo de beber un café descafeinado.

—Los resultados de Daniel llegaron esta mañana. —Keren le entrega la hoja cuando recoge los platos—. ¿Algo más que necesites?

—No, muchas gracias.

Creí que iríamos a su estudio o a un lugar más privado, pero sé que eso no ocurrirá cuando la mesa es despejada rápidamente dejando solo mi café.

—Volviendo al tema de los planes, la doctora Park dijo que tenemos que esperar a la fecha de ovulación para aumentar las probabilidades. —Saca el móvil de su bolsillo y abre un calendario color rosa—. Eso significa siete días a partir de hoy, dos días antes y dos días después. ¿Estás de acuerdo?

¿Ah?

—Creí que tendríamos sexo ya.

Grace se ríe.

—Es mejor si esperamos a mis días fértiles, concebir a un bebé es más complicado de lo que crees.

—No, no es cierto. Las personas tienes bebés todo el puto tiempo, incluso usando protección.

—Bueno, preferiría planear bien esto, Daniel. No quiero dejar nada al azar, incluso comencé con el ácido fólico hace tres meses por indicaciones de la doctora Park.

—¿Quién es la doctora Park?

—Mi ginecóloga.

Listo, lo entendí. Está loca. Jodidamente bonita pero loca.

Es mi turno de burlarme.

—¿Hiciste también un horario sobre cuándo debo meterla? ¿Y cuánto debo durar para seguir las indicaciones de la doc?

Las mejillas de Grace se sonrojan, resaltando el azul de sus ojos. Intenta dar una respuesta, pero solo balbucea.

—Bueno, hay un periodo refractario en el que...

¿Qué? ¿Habla malditamente en serio?

—No voy a seguir un puto horario ni las jodidas instrucciones de tu doctora. Tendremos sexo a la antigua y con mi suerte, quedarás preñada al primer intento. Créeme, soy un experto.

Sus ojos miran de un lado al otro, pensando. ¿Cuánto sabe ella de mí? ¿Sabe lo que yo hago para vivir?

—De cualquier forma —interrumpe mis pensamientos—. No espero quedar al primer intento. Lo mejor es que tomemos las cosas con calma y partimos de ahí.

Mi pierna sigue moviéndose debajo de la mesa con impaciencia. Mierda, necesito hacer algo o voy a volverme loco aquí encerrado.

—¿Y qué hay del otro asunto? —pregunto.

—¿Cuál? —me mira confundida.

—El asunto de tu virginidad.

—¿Qué problema hay con eso? —insiste.

—Si esperas a perderla ese día —señalo el jodido calendario—. Estarás adolorida. Mi sugerencia es que la pierdas ahora, así puedes descansar para estar lista.

Me rasca el cuello distraídamente al tiempo que muerde su labio, supongo que considerando sus opciones.

—La doctora Park dijo que no todas las chicas quedan adoloridas, que eso depende sobre todo de la estimulación y del tamaño de...

No termina su oración.

—Soy grande, nena. No quiero presumir, pero va a dolerte.

El rubor sube por su cuello y mejillas sin que pueda esconderlo.

—Gracias Daniel, ahora estoy asustada. —suelta una risita nerviosa—. ¿Entonces qué sugieres? ¿Esta noche?

—Si.

Aún tengo curiosidad por los aspectos técnicos del sexo. ¿Puede ella moverse? ¿Será jodida vainilla? ¿Su doctora habrá sugerido alguna posición?

—Hagámoslo. —dice atrayendo mi atención—. Tienes razón, no había considerado esos aspectos del... Coito.

¿Dónde mierda aprendió todas esas palabras? Me inclino hacia el frente para hablarle bajito.

—Por cierto, necesito salir.

Sus cejas se arquean.

—Puedes pedirle a Joel lo que sea que ocupes.

¿Una maldita dosis? Si, claro.

—Ocupo salir. —insisto.

—Él te llevará.

Carajo, ¿Y luego cómo me libro del puto tío? Necesito cambiar de estrategia.

—Puede dejarme en un gimnasio y luego volver por mí, necesito quemar algo de energía.

Grace señala el pasillo.

—Una de las habitaciones tiene algunos aparatos de ejercicio que puedes utilizar, estoy segura que a Joel no le importa.

Mierda.

—Claro. Entonces creo que me vendría bien correr... —lejos de aquí.

—Por supuesto. Yo estaré en mi habitación hasta la cena, atendiendo algunos asuntos. —sus mejillas se colorean y me imagino a qué se refiere—. Keren y Joel estarán al pendiente.

Hago una seña con mi mano para confirmar que escuché, dejando que mi disgusto por esos dos crezca.

—¿Joel? —lo llama.

Justo como ayer, el tío aparece apartando su silla y cargándola en brazos por la escalera. Antes de que pueda hacer una discreta huida, la rubia controladora entra al comedor.

—¿Más café?

—Mierda, Keren. Necesito un cigarrillo.

—No. —presiona sus labios con firmeza—. Preguntaré por algún medicamento naturista para tu ansiedad, pero no estás consumiendo drogas mientras tengas este contrato. No es por ti, es por Grace.

Carajo.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen2U.Pro