# 15: Tú eres mío -dijo casi haciendo pucheros

Màu nền
Font chữ
Font size
Chiều cao dòng

-No puede ser -repite Andrea con los ojos llorosos y masajeando sus sienes con las llemas de sus dedos sintiéndose incapaz de mirarla a los ojos. -Lo siento.

-Tú no tienes la culpa -la anima Jill y la envuelve en un abrazo.

Andrea se acurruca en el pecho de su amiga sintiéndose más avergonzada e impotente que nunca.

-No sé por qué ha hecho eso, lo siento, de verdad lo siento Jill.

-Ya deja de disculparte Andrea, no ha sido tu culpa, tú no tenías cómo saber que eso pasaría.

-Pero es que él es mi hermano -dice.

Arrastra las palabras como si fueran veneno.

-El muy desgraciado es mi hermano. ¿Cómo fue capaz de hacer algo así? ¿Qué tipo de animal hace eso? Y además estás embarazada, casi pierdes a tu bebé por su culpa.

Rompe en lágrimas tras las últimas palabras.

-Ya pasó, no ha ocurrido nada grave -dice intentando calmarla pero sin conseguir nada.

Las horas pasan y Andrea se niega a regresar a su casa. No quiere tener que ver la cara de su hermano y actuar como si nada, ya al caer la noche no le queda más remedio que regresar.

Jill acababa de salir del baño, viste la ropa de cama y está lista para entregarse a los brazos de Morfeo, despertar al otro día e imaginar luego que todo aquello no había sido más que un muy mal sueño cuando escucha sonar el timbre de la puerta principal. Se coloca las pantuflas y va hasta la sala, echa una ojeada sin abrir la puerta, la figura que ve a través del pequeño agujero junto al timbre la pone a temblar completamente. ¿Qué hace aquí? Es la única pregunta que aparece en su mente y no es capaz de encontrar una sola buena respuesta para ella. Abre la puerta, se aparta de la entrada y pone en palabras la pregunta que ronda en su mente y necesita inmediatamente una respuesta que ella ya conoce pero se niega a aceptar.

-¿Qué haces aquí?

El chico de momento no responde, se limita a inspeccionarla con la vista centímetro a centímetro. Cuando ha comprobado que está realmente bien se dispone a hablar.

-¿Dónde vive?

Tras esa pregunta los miedos de Jill casi se materializan. Si no logra calmarlo toda la historia acabaría peor de lo que ha empezado.

-Sabes que no te lo diré, no tenías que haber venido, ya hablé con su hermana y eso no se va a repetir.

-Claro que no se va a repetir, a menos que quiera ir a dormir la próxima ves a siete metros bajo tierra porque esta vez irá a dormir al hospital.

-Cristopher todo está bien, no hay por qué complicar más todo esto, ya déjalo así.

Le tiembla todo el cuerpo, hasta el pelo le tiembla, no teme por ella, si de alguien no tiene miedo es de Cristopher, él jamás le haría daño a ninguna mujer por muy enfadado que estuviera, pero está preocupada y asustada por lo que puede hacer en ese estado a una persona como Andrés, y para que su pesar sea aún mayor nunca antes lo ha visto tan furioso.

-No Jill, todo no está bien, eres mía y no dejaré que un idiota te toque y siga su vida como si nada, y menos aún que te haga daño.

A Jill le gusta cuando él es así, cuando quiere protegerla de todo y de todos, hasta de ella misma. Pero no quiere que se meta en problemas por su culpa, claro que Andrés merece pasarla mal, pero no si eso incluye problemas para Cristopher.

-No te diré dónde vive, déjalo así.

-Tienes tres minutos para decirme dónde está o iré a buscarlo casa por casa y sabes que lo encontraré, mejor ahórrame tiempo.

-Cristopher... -intenta decir pero él la interrumpe.

-Dos minutos -dice y se acerca más a la puerta.

-Habla bajo -responde cuando las palabras del chico comienzan a subir de tono.

Susana ha salido pero Javier está durmiendo y no quiere despertarlo.

-Mi padre está durmiendo.

-¿Dónde es? Un minuto -dice bajando el tono pero igual de serio y furioso.

Tampoco es que estuviera hablando demasiado alto porque él no es de gritar y armar escándalos, cosa que Jill agradece muchísimo, pero aún así baja el tono.

La chica se resigna a que él no cambiará de idea, y está enojado, muy enojado, no se debe hacer enojar a Cristopher Parker. Es en ese preciso momento en el que suele perder los estribos y el maravilloso caballero que es queda desplazado a un segundo plano. Oculta el rostro entre sus manos y responde.

-En la siguiente casa a la derecha -revela mientras se sienta en el asiento a su lado y lo ve desaparecer tras la puerta hecho una furia.

Andrés es más alto que él e incluso es mayor, pero está muy lejos de ser más fuerte.

◆━━━━━━◄••❀••►━━━━━━◆

-Jill, lo siento pero él lo merecía -dice el chico que permanece recostado a la puerta del baño.

-Lo dejaste inconsciente Cristopher, eso no era necesario -dice ella que mantiene el rostro oculto entre sus manos intentando procesar lo que ha visto hace unos veinte minutos.

-Sí lo es, de todas formas el tipo es un flojo, no le hice nada.

-¿Cómo que no le hiciste nada si está en el hospital? -responde recordando el momento en que había escuchado el sonido de la ambulancia, había echado correr fuera de la casa al borde de un infarto y lo había visto.

Cristopher se encontraba de pie junto a Andrés con la vista perdida y aún enfadado, mientras el muchacho se encontraba inmóvil en el suelo con sangre en el rostro, no era como que hubiera mucha sangre ni nada parecido pero ella había llegado a creer que estaba muerto, afortunadamente solo estaba inconsciente.

-Es un idiota, no le he hecho nada, no tuve tiempo, se quedó inconsciente demasiado rápido -Jill escucha la risa de Cristopher y luego su voz nuevamente -déjame entrar mi niña, todo lo que hago es porque te quiero.

-Pero no puedes ir por ahí peleándote con todos, en cualquier momento te vas a meter en problemas graves de los que no podrás salir, sí es que no lo estás ya, es que no entiendes la magnitud del problema si el idiota de Andrés no responde, hoy perdiste los estribos y se te fueron los límites. ¿Entiendes eso?

-No voy peleándome con todos, solo con él porque se lo buscó, y sé que perdí los estribos pero cualquiera en mi lugar habría hecho lo mismo y lo sabes.

Jill toma aire y se levanta del suelo donde llevaba sentada largo rato. Entreabre la puerta y Cristopher se cuela en la estancia antes de que ella termine de abrir. En segundos se encuentra frente a ella.

-No lo vuelvas a hacer -dice la chica totalmente consciente de que lo volverá a hacer si es necesario.

-Mi niña. ¿Vas a decirme que él no lo merecía, eso y más? -dice acercándose más a Jill que se encuentra presa entre él que tiene los brazos apoyados en la puerta a ambos lados de ella y la madera tras su espalda.

-Sí lo merecía, pero no quiero que te metas en problemas.

-No me meteré en problemas -responde y junta sus labios en un beso apasionado y casi salvaje.

Es como si estuviera volcando en ese beso toda su rabia y emociones de los últimos días. Se separan cuando les falta el aire y se escuchan unos golpes en la puerta del baño.

Jill se voltea para encontrarse con Susana tras la puerta cuando la abre

-Oh Dios mío -dice Susana en cuanto clava los ojos en Cristopher. -¿Pero qué es esto? ¿Te piensas que puedes hacer lo que quieras en esta casa? -pregunta apartando la mirada de él y con las mejillas un tanto coloradas.

<¿Es en serio? Se pregunta Jill. Esto es increíble, y claro que es en serio> dice en su mente respondiéndose a sí misma.

Rueda los ojos y se dirige a la mujer unos cinco años mayor que ella que mira a todas partes pero sin poder mirar a Cristopher.

-Un hombre Susana. ¿Nunca antes habías visto uno? Quita de en medio -dice debatiéndose entre pedir una ambulancia para que vinieran a ayudar a la mujer parada frente a ella con su inminente emergencia de hormonas o matarla y ocultar su cadáver para ahorrarse lo de la ambulancia.

Susana se queda clavada en medio, esta vez alza la vista para encontrarse con la mirada de Cristopher que la observa un tanto sorprendido, y además, Susana por si fuera poco bate sus pestañas en una clara declaración de guerra hacia la chica frente a ella.

-Te presento a mi novio -dice Jill haciendo énfasis en la última palabra, Cris sonríe divertido y ella continúa hablando -y si no te quitas de en medio Susana cierro la puerta en tu cara.

La mujer reacciona y se aparta sin decir nada, Jill toma la mano de Cris y lo lleva hasta su habitación.

-Esto tiene que ser un chiste -dice una vez dentro y con la puerta cerrada. -Te estaba coqueteando, frente a mí, está loca o me quiere meter a la cárcel, una de las dos tiene que ser.

-No dijo nada -responde Cristopher reprimiendo la risa.

Jill le lanza una mirada asesina que casi lo atraviesa y vuelve a hablar.

-A ella hay que explicarle las reglas del fútbol, cuando alguien dice mío todos se apartan, eso no puede ser demasiado díficil de entender, tú eres mío -dice casi haciendo pucheros y tan celosa como nunca.

-Estás celosa -responde el chico caminando hacia ella y sonriendo ante el comentario acerca del fútbol.

-No es cierto -refuta Jill perfectamente consciente de que sí lo está, pero no planea aceptarlo.

-Claro que soy tuyo. De lo que no estaba enterado es de que somos novios.

Las mejillas de Jill se enrojecen y no puede mirarlo a los ojos, ya que cae en cuenta de lo que había dicho sin pensar.

-Lo siento, sé que no lo somos, solo me molesté.

-No te disculpes, para todos somos novios de todas formas, y para ella también -responde.

La chica piensa hablar, pero él se lo impide porque ya está lo suficientemente cerca como para besarla. La chica responde al beso de una forma apasionada, urgente, como si necesitara tenerlo más cerca, y lo cierto es que lo necesita. Como si quisiera volcar en aquel beso todo el cúmulo de sensaciones que la llenan, se siente preocupada, molesta, triste, feliz, llena de sentimientos encontrados y que parecen querer enloquecerla.

Desliza sus manos bajo el polo del chico, gesto que él sabe interpretar inmediatamente. Se deshace de la prenda y vuelve a besarla, de una forma tan urgente y exigente como la de ella.

◆━━━━━━◄••❀••►━━━━━━◆

-No vuelvas a esa casa Jill, no quiero que vuelvas a ese lugar -repite Cristopher por vez solo sabe Dios cuál, porque lo había dicho tantas veces que ya hasta él ha perdido la cuenta.

-Ya te dije que está bien, no iré, no volveré a ese lugar, puedes quedarte tranquilo.

-Esto es muy en serio Jill, no vuelvas a esa casa.

-No volveré Cris, no tengo nada más que hacer allí.

El teléfono de Jill comienza a sonar indicando la llegada de un mensaje, la chica lo levanta de la mesita de noche junto a la cama y le echa una ojeada.

Andrea

Andrés está bien, quédate
tranquila, ya despertó. :-|

Suelta un suspiro de alivio, no estaba preocupada por Andrés sino por Cristopher. Si el muy inepto de Andrés no despertaba Cristopher estaría en graves problemas, pero al parecer está bien y ella está segura de que no dirá nada sobre lo que pasó, porque entonces ella lo denunciaría también. Sonrió aliviada y se dispone a teclear una respuesta para Andrea.

Gracias Andre, me alegra
saberlo, es un alivio, y
no te preocupes más, no
tienes la culpa de nada :-)

Casi inmediatamente llega un nuevo mensaje de Andrea.

Andrea

¿Cómo está Cristopher?
¿Cómo estás tú?

Jill baja la vista para mirar al chico ya que ella había tenido que apoyarse en su pecho desnudo para alcanzar el teléfono. La observa como intentando descifrarla, y en ese momento ella se siente como un libro abierto ante él, y se siente bien.

Cris está bien, parece
menos molesto, y yo estoy
mejor aún, así que
no te preocupes más ;-)

Andrea

Te preguntaría por qué
pero creo que soy capaz
de imaginarlo, que bueno
que estén bien ;-)

Jill sonríe ante el nuevo mensaje, deja el teléfono nuevamente en la mesita de noche y vuelve a acurrucarse sobre el pecho del chico.

-Era Andrea, dice que Andrés está bien.

-Es una lástima -responde el muchacho al tiempo en que la rodea con sus brazos para abrazarla.

Jill pone los ojos en blanco y llega a la acertada conclusión de que lo mejor sería no responder. Porque de todas formas sin importar lo que ella diga él seguirá creyendo lo mismo, y porque ella también hubiera preferido que se quedara inconsciente varios años, así que no podía juzgarlo. Pasan unos segundos silenciosos, como ausentes. Jill piensa en Cristopher, en cuanto lo quiere, en cómo se ha acostumbrado a él y en cuánto la asusta dejarlo ir. Solo pensar en la posibilidad hace que se le llenen los ojos de lágrimas, expulsa la idea de su mente porque no quiere que él note sus ojos llorosos sin motivo alguno y porque tiene miedo de que eso que siente pueda ser más que deseo y un querer extraño. Tiene miedo de enamorarse otra vez de él. Tiene miedo de sentir y aceptar lo que siente. Cristopher piensa en Jill, en la forma en que ha aparecido en su vida, en que no quiere que salga de ella, en cómo ha aprendido a querer de una forma muy especial a esa chica aparentemente de cristal que tiene entre sus brazos, en cuánto quiere enamorarse de ella. Piensa en un motivo por el que no logra hacerlo y por alguna razón no encuentra nada. Se quedan dormidos entre reflexiones silenciosas, abrazados, siendo felices. No importa cuánto dure esa felicidad, pero el tiempo que sea, aunque sea poco, la disfrutarán.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen2U.Pro