#5: No sé de qué Mónica hablas [✓]

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  La chica se deja caer sobre el cómodo asiento de su sala de estar, sostiene en manos una vasija de plástico de tamaño mediano totalmente rellena por el helado de chocolate que había comprado el día anterior, tras uno de esos reportajes aburridos que tanto detesta.

---¿Por qué solo veo una cuchara? ---pregunta Cristopher entornando los ojos.

---Porque solo es para mí ---responde ella luego de llevarse una gran cucharada a la boca.

---Estás diciendo que no me vas a dar helado, de chocolate ---pone especial acento al final.

---Sí, eso dije, con menos palabras dice asintiendo con ligeros movimientos de cabeza.

  Han pasado ya dos mes y algunas semanas desde aquella noche, han estado viviendo en el departamento de Jill una especie de cuento de hadas, esa vida color de rosas que suelen dice no existe. La chica continúa escribiendo en su novela, de vez en cuando asiste a algunos de esos partidos de fútbol para verlo jugar desde las gradas y preocuparse cada vez que alguien golpea la pelota y la dirige hacia él. Tal vez un día se acostumbre a la sensación, aunque eso es totalmente improbable. Han estado pasando juntos todo el tiempo, uno no se aburre del otro y de alguna forma Cristopher sigue pareciendo traído directamente desde Marte. Pero. ¿Cuánto tiempo puede durar un cuento de hadas? Según dicen no mucho.

  El chico que se encuentra tumbado en el mueble junto a ella se reincorpora, se voltea para mirarla, arquea una ceja poniendo rostro muy serio y vuelve a preguntar.

---¿Estás segura de que no vas a dejarme probar?

---Total, completa y enteramente segura ---responde jill esbozando una enorme sonrisa.

  Cris sonríe también, pero con un atisbo de malicia en la mirada. En un movimiento tan rápido que ella no es capaz de prever le arrebata la vasija de las manos.

---Que bueno que hallas cambiado de idea.

---¡Eso es mío! ---replica tratando de hacer un gesto de enfado.

---¿Qué cosa, esto? ---pregunta Cristopher indicando sus manos ---no estoy muy seguro ---revela para luego llevarse una cucharada a la boca y saborearlo como si nunca antes hubiera probado nada igual.

  Ella intenta quitárselo unas tres o cuatro veces, todos intentos fallidos. De todas formas ya había fracasado desde antes de intentar. Él tiene todas las ventajas, es más ágil y más fuerte.

---Está bien ---responde ella dándose por vencida.

  Se levanta y camina hacia la cocina para regresar segundos después con una pequeña cuchara de postre plateada y reluciente. Se sienta a horcajadas sobre las piernas de Cristopher rodeando su cintura con las suyas, saca una cucharada del posuelo y la lleva a sus labios. Repite lo mismo unas dos veces más, hasta que el chico deja el recipiente en la mesita a su lado y acoge las labios de Jill entre los suyos. Ella le devuelve el beso automáticamente. No sería capaz de rechazarlo incluso si que lo intentara con todas sus fuerzas.

---Besas muy bien, aunque tus labios saben a chocolate y estén fríos.

---No te quejes, estoy seguro de que así te gustan más ---responde él con una reluciente sonrisa de superioridad.

---¿Seguro? ---pregunta la chica deslizando su dedo índice sobre el labio inferior de Cris.

---Totalmente seguro, más que seguro.

---Cuidado, la seguridad mató al gato.

---Fue la curiosidad.

---También ---dice ella antes de volver a besarlo con esa pasión de siempre y como si tuviera miedo a despertar de un sueño.

  Una melodía proveniente del teléfono de Jill comienza a escucharse desde la mesita donde Cristopher había colocado antes el helado. El chico levanta el teléfono y le echa una ojeada a la pantalla

---Es Mariana, tan oportuna como siempre.

  Jill descuelga la llamada, coloca el altavoz para luego dejar el teléfono nuevamente sobre la mesa y tomar en sus manos la vasija con el helado.

---¿Jill? ---pregunta la voz de la chica en tono de más vale que contestes o te rabanaré la garganta.

---No, la vecina del 420. ¿Pasa algo?

---Aún no, todavía sigues viva, pero me estoy planteando ocacionar accidentalmente tu muerte, vecina del 420.

  Jill ahoga una risa. Cubre con sus manos los labios de Cris que amenaza con echarse a reír y hacer enfadar aún más a Mariana, que no tiene idea del por qué pero parece muy molesta.

---¿Pero qué pasa?

---En serio no sabes qué pasa, no puedo creerlo, hoy tenías que traer el primer capítulo de bonificación para la distribución electrónica.

---Ash, cierto, lo había olvidado, lo siento Mariana lo olvidé.

---Sí, de eso ya me había dado cuenta, tienes a la mejor editora del mundo y no la valoras.

---Oh Ana, que modesta, asegúrate de ponerle barandillas a las nubes, no vayas a caerte.

---No te preocupes cielo, los ángeles no tenemos problemas con eso.

---¿Te bebiste una botella de modestia y no me brindaste?

---Algo así.

---Más bien creo que es una sobredosis de Matías, ese chico te sube demasiado la autoestima y eso que tú ya la tienes alta ---concluye chasqueando la lengua de forma divertida.

---Envidiosa.

---¿Envidiar qué? Yo tengo a un chico traído de otro planeta, no necesito a tu terrícola ordinario ---responde para luego besar a Cristopher que la observa sonriente.

---¿Escucho besos? Mejor ya me despido no quiero interrumpir.

---Que bueno que te des cuenta, eres una interrupción andante ---dice Cristopher que tiene un magnífico don para molestar a los demás, principalmente a Mariana.

---¿Y tú de qué te quejas? Te robaste a mi amiga, hace una semana no sé nada de ella por tu culpa, pero está bien, sigan con sus besos que yo sigo con los míos.

---Eso haremos, dale saludos a Matías.

---Está bien Jill, quédate con tu marciano que yo me quedo con mi terrícola. ¡Pero trae los capítulos de bonificación!

  Las últimas palabras son un grito de advertencia que Jill comprende perfectamente.

---¿A dónde vas?

---A ver a Mariana, estoy atrasada con esos capítulos.

---Son las cuatro de la mañana Jill Steven ---responde el chico arqueando una ceja luego de echar un vistazo al reloj de pared sobre la tele---. ¿No escuchaste cuando dijo que seguiría con sus besos?

---¿Tú no escuchaste cuando dijo, trae los capítulos de bonificación pero unos cuantos tonos más elevado?

---¿Vas a tardar mucho? ---se rinde finalmente.

---No, solo revisaremos el documento, no creo que tardemos mucho, deben estar disponibles a las seis así que tenemos que ser rápidas.

---Está bien, iré a dormir, debo despertar temprano.

  A mediodía Cristopher piensa regresar a su casa, esa noche tiene que hacer guardia en el hospital ya que su hermana está enferma y el equipo está tomándose un tiempo antes de comenzar a prepararse para el siguiente juego. Jill se viste con una falda azul celeste de pliegues, holgada hasta las rodillas y una blusa negra de tirantes finos. Pone en una cartera la USB con el documento, las llaves del auto, las de la casa y va rápidamente en dirección a la cochera.

***

  En una hora las chicas ya han editado totalmente los primeros dos capítulos de la novela y están listos para subirse.

---Parece que alguien tiene prisa por irse a casa ---dice Mariana dándose vuelta ligeramente para mirar a su amiga que desconecta rápidamente la memoria.

---Y yo porque se vaya ---agrega Matías caminando hacia la silla en la que se encuentra sentada la editora frente al ordenador.

---A ti nadie te preguntó, metiche indeseable.

  Matías se echa a reír y su voz vuelve a escucharse juguetona y divertida.

---¿Ese es el nuevo sobrenombre ofensivo?

---Sí, es el más reciente, pero si quieres puedo volver al anterior.

---¿Cuál era, rata chantajista? ---pregunta el muchacho en tono divertido.

---Ese era el anterior al anterior ---responde Mariana dándose vuelta en la silla para quedar frente a él, tan seria como si estuvieran debatiendo el futuro del universo.

---¡Inepto inservible! ---suelta Jill con rostro serio y la voz cargada de humor.

---¡Ese era! ---afirma Mariana sonriente, alzando los brazos como una niña pequeña que acaba de ver por primera vez algo como una luciérnaga o una mariposa.

---Jill, dile a Cristopher que la próxima semana comenzamos los entrenamientos ---recuerda Matías entre risas.

---No lo haré ---responde ella casi sin pensarlo.

---Dile también que ya está confirmado que el juego será contra los Lobos del Norte.

  Jill pone los ojos en blanco y sale disparada del lugar antes de que Matías continúe hablándole sobre fútbol. Camina hacia el auto cuando recibe una llamada de un número desconocido.

---Jill Steven. ¿Con quién hablo?

---¿Eres la nueva novia de Cristopher Parker? ---pregunta la voz del otro lado, una chica.

---Soy su novia ---responde en tono determinante, no le agrada la calificación "nueva novia" ---¿Pasa algo?

---Piensas que Cristopher es un ángel, pero él no es lo que tú crees.

---¿De qué hablas, quién eres y cómo tienes mi número?

---Esas son muchas preguntas, sucede que ambas somos chicas y no me gustaría que me hicieran lo que él te está haciéndo a ti.

---¿Qué quieres decir?

---Él te engaña.

  Las palabras quedan suspendidas en el vacío unos segundos, una gran parte de Jill no puede creer lo que escucha. Cristopher nunca le ha dado motivos para desconfiar de él, pero otra parte teme que sea cierto y de alguna forma las dudas la invaden.

---No te creo. ¿Por qué haría él algo así?

---Porque es hombre, todos lo hacen, ella es Mónica Dantes, trabaja en el mismo hospital que él, es una interna, investiga y verás que digo la verdad.

  La llamada se termina justo como inició, dejando a Jill con una batalla en sus pensamientos, entre los que quieren creer que nada de eso es cierto y los que quieren creer que sí lo es. No sabe que pensar, no sabe que sentir porque hasta sus sentimientos están confundidos. Quiere estar molesta pero lo único que siente es dolor. Entra al auto y toma el volante, las lágrimas le nublaban la vista. Aún así enciende el motor y conduce a su departamento. Sube las escaleras pensando que hacer, pero no se le ocurre nada en absoluto. Necesita urgentemente una explicación.

  Echa una ojeada rápida al reloj de pared que marca las cinco y veinte. Cristopher no está en la sala principal, está dormido. Jill piensa en llamar a Matías, pero no quiere molestar, a penas ha salido de allí. Solo le queda hablar con Samuel, es otro de sus amigos, con él no se relaciona mucho pero al perecer Cristopher sí.

---Jill. ¿Pasa algo? ---la voz del chico parece preocupada, y cómo no estarlo sí alguien te llama a las cinco de la mañana.

<Samuel trabaja también en el hospital, algo debe saber> piensa Jill dándose ánimos para hablar.

---¿Conoces a Mónica Dantes? ---la voz de ella es muy seria, casi no parece que esté llorando, parece más bien molesta.

---¿Quién? ---pregunta Samuel totalmente ajeno a todo lo que pasa.

---Una chica me llamó hace unos minutos solo para decirme que Cristopher me engaña con esa Mónica Dantes, trabaja en el hospital con ustedes. ¿Es cierto?

---Lo siento Jill pero yo en esas cosas prefiero no tener nada que ver.

---Solo tienes que decir sí o no, nada más que eso.

---¿Por qué mejor no hablas con él?

---Lo haré, pero si puedes ayudarme te lo agradecería mucho.

---Lo siento Jill, estoy seguro de que sé quién fue la chica que te llamó, soy amigo de los dos y no puedo estar del lado de ninguno.

---Joder Samuel, solo di la verdad de una vez ---suelta sintiendo que se queda sin opciones ---uno de los dos tiene que estar mintiendo, necesito que me digas si es él o ella.

---No lo sé, escucha, Cristopher ya no es el mismo, hace tiempo que no hablamos mucho y no sé nada de él, hablo más con Matías que con él.

  Jill termina la llamada y las palabras aún retumban en su mente. Según lo que Samuel acaba de decir aquella chica tenía la razón, todo encaja, si Cristopher ya no es el mismo y Samuel no quiere ocupar bandos es porque algo pasa. Vuelve a mirar el reloj y las manecillas parecen no moverse, piensa esperar a la mañana, pero ya no aguanta un segundo más. Camina hacia el cuarto y se encuentra con la figura del chico recostado sobre la cama tan ausente y ajeno a la revolución de sentimientos y conclusiones en la mente de Jill. La chica siente que le aprietan el corazón en un puño y la voz sale de sus labios casi como un susurro.

---Cristopher ---las últimas letras se ahogan en su garganta ---Cristopher ---repite esta vez un poco más alto, pero él ni siquiera se mueve ---¡Cristopher! ---dice casi gritando.

  El muchachoo abre los ojos con algo de dificultad y se levanta un poco apoyando el cuerpo sobre los codos.

---¿Qué pasa?

---¿Quién es Mónica, la que trabaja contigo en el hospital?

  Cristopher se sienta sobre la cama y echa una ojeada a la pantalla del teléfono.

---Son las cinco y cuarenta de la mañana Jill, esta noche tengo guardia y debo pasar a visitar a mi hermana.

---Dime quién es Cristopher, alguien me dijo que me engañas con ella, no sé qué creer.

---¿Quién?

---No tengo idea, una chica, un número desconocido, solo dime quién es.

   La voz de Jill comienza a subir de tono y Cristopher a irritarse. Debe levantarse a las siete para ir a ver a su hermana y luego regresar a la ciudad para pasar el día y la noche trabajando. Por si fuera poco Jill comienza a hablar bastante alto y eso a él no le agrada en absoluto. Si algo le molesta de verdad es que le alcen la voz y ella lo sabe.

---Cálmate Jill, habla bajo, no tengo idea de qué hablas.

---¡Ahora no sabes de qué hablo, solo dime si es cierto o no!

---Que hables bajo Jill ---dice esta vez entre dientes, enfatizando cada palabra.

  Está muy serio, al punto en que la chica siente escalofríos y tal vez miedo, no recuerda haberlo visto tan molesto antes.

---No se de qué Mónica hablas.

---Mónica Dantes, trabaja en el hospital, trabaja contigo Cristopher tienes que saber quién es.

---Ah, Dantes ---dice él como si hubiera visto algo traído del baúl de los recuerdos ---es una amiga Jill, a esa chica la conocí en el hospital porque la ayudé a ver a su madre que ha sido operada recientemente, la ayudé a entrar fuera del horario de visitas, ella nunca me ha interesado y hace mucho que ni siquiera la veo.

Jill no sabe si alegrarse o llorar aún más, ni siquiera sabe si creerle o no, aunque ciertamente él nunca le dio motivos para desconfiar. Se siente como una tonta,

---Este es su número ---dice Cristopher mostrándole uno de sus contactos y estirando el brazo para ofrecerle el teléfono. ---Puedes llamarla y preguntar.

  Si antes Jill ya se sentía como una estúpida con ataques de celos infundados y sin motivo, ahora se siente aún peor.

-No haré eso -responde tratando de que la voz no se le quiebre.

  Cris se levanta, saca de una maleta un jean de mezclilla, un polo de color negruzco y botas también de color oscuro.

---¿Qué haces? ---pregunta la chica como si la respuesta no fuera obvia.

---Me voy ---responde enfundándose en el jean.

---No tienes que irte, es temprano, no sabía cómo reaccionar, necesitaba la verdad.

---Debiste informarte mejor antes de despertarme a las cinco de la mañana sabiendo que tendré un largo día y una larga noche.

---Lo hice, pero Samuel dijo que era amigo tanto de la chica que me llamó como tuyo y no podía decir nada, además dijo que no eras el mismo, y, todo encajaba, de alguna forma todo encajaba.

---Ah, entonces es la chica que le gusta y por eso no podía dejarla quedar mal ¿Qué te hizo pensar que yo haría algo así Jill?

---No lo sé, a estas alturas ya no sé nada, me siento muy mal por todo esto, no quiero que estés molesto Cristopher, ponte en mi lugar.

---No estoy molesto Jill, no contigo, con Samuel que es un imbécil y que prefirió ponerse del lado de esa otra antes que decir la versad, yo soy su amigo y ella ni siquiera lo ve realmente, por ti lo que siento es lástima, de que hallas dejado que jugaran contigo de esa forma.

---¿Qué pasará ahora? ---pregunta ella temiendo la respuesta.

---¿Algo cambió para ti?

---No, yo te amo Cristopher.

---Entonces todo sigue igual, me voy ya, de todas formas son las seis y veinte y no tengo sueño, solo necesito el día de hoy para olvidar todo esto, necesito pensar, y estar solo, mañana será como si no hubiera pasado.

---¿Estar solo o lejos de mí? Estoy segura de que no quieres estar solo, irás a ver a tu hermana eso no es estar solo.

---Mi hermana está ingresada en otra ciudad, claro que iré a verla, pero sí Jill, lejos de ti, después de esto no puedes pedirme más, pensé que había algo importante entre nosotros, pensé que nos teníamos confianza.

  La chica lucha porque las lágrimas no se le escapen, no es capaz de decir nada más o siente que se quebrará y comenzará a llorar. Todo lo que Cristopher ha dicho es cierto.
El chico termina de atar las agujetas de las botas, guarda el teléfono en un bolsillo delantero del jean, toma la maleta y camina hacia la sala de estar. Ella escucha el sonido de la puerta al cerrarse e inmediatamente se sienta sobre la cama. Ya no puede mantenerse en pie, está enfadada con ella misma, enfadada con la vida. ¿Por qué tuvo que creer esa historia tonta y sin fundamentos, por qué si Cristopher no le había dado motivos ella tenía que haber ido a caer en un juego como ese? Tantos por qué inconclusos y ninguna respuesta. A penas se ha ido y ya lo extraña, extraña sus bromas pesadas y sus caricias delicadas, solo él puede ser así, tan tierno e irritante a la vez, tan de otro mundo. Las lágrimas ruedan por sus mejillas, se recuesta sobre la cama y continúa llorando.

***

Ha pasado toda la mañana, el mediodía, algunas horas más y aún no ha recibido noticias de Cristopher. Mariana la observa sin saber que decir y Lía le surca delicadamente el cabello con los dedos, se encuentra sentada junto al cuerpo de Jill que permanece tumbada sobre la cama. A penas se había levantado hacía unos minutos para a abrir la puerta a sus amigas luego de enviar a ambas un mensaje pidiéndoles que fueran a su departamento para no sentirse tan sola, pero lo cierto es que de todas formas se siente sola, no, se siente vacía.

---Jill, tienes que levantarte, no puedes pasar así todo el día, no has comido nada, mira la hora, son las cinco de la tarde, no se está acabando el mundo ---indica Mariana caminando unos pasos y sentándose en el suelo frente a su amiga que se reusa a abrir los ojos.

---No se está acabando tu mundo Mariana, pero el mío salió por esa puerta a las seis de la mañana y aún no sé nada de él.

---Ya se le pasará, te quiere tanto como tú a él, eso facilita las cosas.

---¿Y si no se le pasa?

---Se le pasará, dijo que mañana todo estará bien.

---Yo no puedo esperar a mañana Ana, no puedo esperar más, está enfadado y con razón, sin confianza una relación no se sustenta y hoy acabo de darle la mayor muestra de desconfianza de la historia.

  Se reincorpora en la cama, toma su teléfono que reposaba sobre la mesita de noche y vuelve a marcar el número de Cristopher por alguna vez después del millón, perdió la cuenta cuando notó de que contar tampoco funcionaba. Nuevamente no contesta

---Te das cuenta, no contesta.

---Te pidió tiempo para olvidar todo esto y lo has llamado miles de veces, dale tiempo ---dice Lía con voz de todo va a estar bien.

---Yo no quiero que lo olvide ---responde Jill haciendo pucheros como una niña pequeña y con lágrimas otra vez en los ojos ---quiero que lo recuerde cómo nuestra primera discusión, como la primera vez que me perdonó, porque quiero que todo se solucione pero para eso primero necesito que me perdone.

   Las horas continúan pasando, Cristopher sigue sin dar señales de vida, el reloj marca las siete y media de la noche. Jill aún no se levanta de la cama. Lía y Mariana ya no saben que hacer o decir para animarla. Es como si verdaderamente su mundo estuviera desmoronándose. Casi parece que las ganas de vivir de ella se habían ido con él. De un momento a otro como impulsada por un resorte, sin presentes y aparentemente sin un motivo Jill salta de la cama y a largos pasos recorre la distancia que la separa del vestidor. Saca de su interior un jean negro ajustado, una blusa negra de tirantes finos, elegantes botas altas y ajustadas hasta cinco dedos sobre los tobillos con tacón fino de seis centímetros, una chaqueta color beige con adornos de gruesas líneas negras en las mangas y una cinta negra alrededor de la cintura que se ata en el lado izquierdo. Sale de la estancia sin decir ni una palabra para dirigirse al cuarto de baño, entra a la ducha y deja que el agua tibia la recorra, para que de alguna forma arrastre parte de su tristeza. Sale unos minutos después, se viste y se deja el cabello suelto sobre los hombros, todo esto ignorando la presencia de sus amigas.

---Hace unos minutos la luz de neón fundida que a penas alumbraba la calle a unos metros de aquí brillaba más que tú, y ahora apareces así. ¿Alguna explicación lógica para eso? ---pregunta Lía cuando por fin la chica regresa a la habitación.

---Iré a verlo ---responde Jill de forma muy segura e incluso sonriendo.

  Aunque siente un insoportable vacío en el pecho y sus ojos lucen llorosos, una nueva esperanza comienza a iluminarla.

---¿Al hospital? Pero si él dijo que hablarían mañana.

---Yo ya no puedo esperar a mañana Mariana, a penas he podido esperar hasta ahora.

---La Jill que yo conozco jamás habría salido en busca de un hombre ---dice Mariana negando con ligeros movimientos de cabeza y sin poder entender que pasa con su amiga.

---La Jill que tú conoces nunca habría montado una escena de celos a un hombre, la Jill que tú conoces no había conocido al Cristopher que yo conozco, así que te presento a la nueva Jill, una que se equivocó en grande, que sí siente celos y que ama a un hombre al que teme perder.

---Está bien, si lo pones de esa forma deberías irte ya, se te hace tarde.

  La chica muestra una media sonrisa, se coloca en los labios un rojo mate de ninguna forma extravagante. Guarda en una cartera negra el móvil, las llaves del auto, las de la casa y se dirige a la salida.

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