Especial 29/9: Día mundial del corazón

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El corazón le late a mil por segundo. Se siente emocionada, sobresaltada, preocupada, dudosa. Siente tantas emociones juntas como nunca antes había imaginado. Mueve entre sus dedos el pequeño plástico con un cuidado especial. Como si fuera de cristal y le asustara que pudiera romperse. Su corazón casi quiere salirse de su pecho.

-Listo, ya pasó el tiempo, es hora -indica Lía dando palmaditas eufóricas con sus manos.

-Mira tú, yo a penas veo mis manos -revela la chica vuelta todo un mar de emociones.

-A ver -pide su interlocutora y revisa el resultado de la pequeña muestra.

-¿Y entonces? -exige Jill no soportando más la espera en vista de que su amiga no responde.

-Es-es -tartamudea un poco ante la emoción -es positivo Jill, positivo -suelta de pronto.

-¿Positivo? -pregunta incrédula para corroborar, ni siquiera puede creerlo, le parece un sueño, un buen sueño-. ¿E-estás segura Lía? Vuelve a mirar.

-Lo estoy, ya miré tres veces, es positivo -repite sonriente mientras envuelve a su amiga en un abrazo cargado de sentimiento.

-Por fin volvió a serlo, lo es, es real Lía, esta vez no es un sueño -comienza a repetir con lágrimas corriendo por sus mejillas víctima de la noticia. Casi parece un disco rayado.

◆━━━━━━◄••❀••►━━━━━━◆

-Amor, ya llegué -anuncia Cris mientras entra a la casa.

El interior del lugar está totalmente a oscuras. Parece que no hay nadie dentro.

-¡¿Jill?! -pregunta esta vez un poco más alto para que pueda escucharlo ahí donde se haya metido.

Nuevamente nadie contesta y Cristopher comienza a preocuparse. Toma aire para volver a llamar cuando la voz de la chica le llega desde el comedor. Se queda en el lugar repasando la escena en busca de algo extraño a parte de lo ya evidente.

-¡Ven Cris! -repite ella.

Esta vez reacciona a pesar de aún sentirse algo confundido.

<¿Qué tramas Jill?>

Se pregunta mientras entra a la sala comedor luego de dejar en uno de los muebles la mochila de verde olivo oscuro que siempre usa para llevar sus cosas al trabajo.

-Bienvenido a casa amor -le saluda la chica.

Se encuentra sentada en una de las seis sillas a juego con la mesa moderna en forma de rectángulo, entre la luz tenue de unas velas, brillan desde el pequeño candelabro frente a ella sobre la superficie en el centro entre ambas sillas. Es el de ocasiones especiales que usan en Navidad, aniversarios y cosas así, lo que contribuye a aumentar la curiosidad de Cristopher.

-¿De qué me estoy perdiendo? -indaga el muchacho observando minuciosamente a Jill.

Luce un elegante vestido negro ajustado y escotado. De mangas largas hasta las muñecas y escasos adornos plateados en los bordes. Zapatos negros elegantes de tacón fino y el cabello suelto unos cuantos centímetros por debajo de los hombros.

-De nada -responde con voz suave y una enorme sonrisa.

El chico se sienta en la silla frente a Jill dándose por vencido. Siente mucha curiosidad pero tendrá que dejar que ella le revele el secreto en el momento indicado. La luz de las velas ilumina ligeramente su rostro mostrando su escaso maquillaje. Derrizador de pestañas, delineador de ojos y un suave color piel en los labios. Toda una princesa, sencilla y elegante como siempre.

-Te ves especialmente hermosa -dice absorto en todo el romanticismo que ella ha preparado.

De fondo se escucha una música tierna y agradable. A penas un instrumental de música clásica.

-Tú también estás muy guapo -responde ensanchando su sonrisa.

-¿Vas a decirme de qué se trata?

-Aún no -se niega -disfruta del incógnito -agrega usando las mismas palabras que Cristopher usó la noche hace unos seis meses, cuando le pidió matrimonio en una cena igual de romántica, a la luz de la luna y las estrellas.

-Venganza -concluye él -te la cobraré luego -alerta.

-Prueba la comida, yo la hice -pide la chica en voz suave como hasta ahora han estado hablando ambos, e ignorando el ligero cosquilleo que ha despertado en su columna ante la camuflada amenaza de él.

-Está bien -acepta?

Pincha con su tenedor uno de los cuadritos de carne que lucen en una de las bandejas de aluminio entre ambos para llevarlo a sus labios.

-Sabe realmente bien.

-Para que veas que no solo sé preparar pollo frito -indica en señtal de superioridad y reprimiendo la sonrisa.

-Bueno, no sé que sea esto, pero me gusta.

-Me alegra mucho, me esforcé bastante.

-Ya veo, ven, vamos a bailar.

El chico se levanta y rodea la mesa para detenerse junto a ella y ofrecerle su mano. La toma y caminan hacia un espacio vacío de la estancia. Coloca ambas manos en la cintura de Jill al tiempo en que ella le rodea el cuello con los brazos. Se mueven juntos y acompasados mientras sus cuerpos se rosan al compás de la melodía. Bailaban a contraluz de las velas, su escasa sombra se confunde pareciendo que se trata de uno solo. Porque eso son, uno solo desde que se conocieron. No pueden vivir el uno sin el otro, y tampoco quieren. Les complace estar así, siendo uno, y quieren serlo hasta el último de sus días. La melodía llega a su fin y regresan a sus sillas justo cuando una nueva inicia.

Cristopher toma nuevamente el tenedor y planea tomar otra porción de lo que había probado antes cuando la voz de la chica lo hace detenerse.

-Cris - la escucha hablar.

Esta vez su voz es algo temblorosa y agitada. Parece que está nerviosa.

-¿Sí? -le anima para que siga hablando.

-Bueno -lo piensa unos segundos pero no encuentra la forma adecuada de decirlo, así que opta por la vía más sencilla -¿Qué te gustaría que te regale el día del padre?

-No soy padre, y para ese día aún falta bastante -dice el chico confundido.

Jill se limita a sonreír tiernamente. No dice una palabra, tampoco es necesario.

-Espera -susurra de pronto Cris con los ojos abiertos como platos -por eso es, por eso la cena, y la pregunta, vo-voy a ser papá.

La chica asiente mientras desliza con los dedos sobre la mesa la prueba de embarazo positiva.

-Voy a ser papá -repite eufórico corriendo hacia ella y levantándola en sus brazos. Jill enreda sus piernas en la cintura de él y lo aprieta en sus brazos tan fuerte como nunca antes.

Hace pocos meses habían acudido al doctor en vista de que Jill no lograba quedar embarazada. Allí les dijeron que debido al aborto espontáneo que había tenido su cuerpo se había debilitado y se les dificultaría el hecho hasta el punto de volverse casi imposible. Pero ahora están ahí. Celebrando la mejor noticia que pueden haber recibido. Si antes ya se sentían satisfechos con lo que habían logrado y su hermosa relación. Ahora ya no les falta nada más.

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