Capítulo 1- ¡El aura negra!

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Nam's pov

- Quiero partirle la cara.

- Y yo quiero dejar de escuchar tus sandeces, pero al parecer este mundo cruel se empeña en hacernos la vida imposible, cumpliendo las reglas establecidas por una sociedad retrógrada que es incapaz de modificar sus estereotipos arcaicos aún cuando estamos en pleno siglo XXI. Si es que te digo yo a ti que estábamos mejor en la prehistoria, donde todo se resolvía a palos. ¿Qué ha pasado con el ser humano, Dios? ¿QUÉ HA PASADO?

- ...

- ...

- ...

- ...

- Yoongi... ¿Te drogas?

Mi amigo pelimenta simplemente se limitó a poner sus ojos en blanco, enterrando posteriormente el rostro entre el hueco que formaban sus brazos cruzados encima de la mesa, denotando ese característico aire de "odio la vida" que solía portar el 90% del tiempo.

El man era raro de cojones...

Asumiendo que sería lo mejor, al menos si quería conservar la escasa salud mental que me quedaba, decidí ignorarlo y retornar mi visión hacia el frente, para seguir, justo como cinco segundos atrás, lanzándole cuchillos invisibles por los ojos a la criatura odiosa que se encontraba a tan solo unos pocos metros de distancia en el comedor escolar.

Kim Seokjin.

O también conocido como mi archienemigo natural... Aunque solo yo lo considerara de esa forma.

El caso es que el muy estúpido estaba de pie frente a una máquina expendedora, charlando animadamente con Park Jimin, alias enano endemoniado que tenía subordinado a su clan satánico.

Aunque, de nuevo, solo yo lo llamara así.

Sin apartar la mirada, le propiné una brusca mordida a mi sándwich, poniendo en ella toda la fuerza que deseaba usar para borrar de la cara de ese individuo aquella odiosa sonrisa engreída, sin embargo, comprobé que mi desquiciado amigo tenía razón en eso de que el mundo estaba en mi contra, porque de una forma u otra, junto al pan, jamón, queso y verduras, también terminé mordiéndome la lengua, cosa que causó que un grito más grande que mi dignidad saliera de mi boca.

- Pwtha madrwe - Maldije como pude, escupiendo en el lado disponible del plato la repugnante mezcla de alimentos y saliva que instantes antes pretendía tragar.

Maldito Kim Seokjin, estaba mandando vibras oscuras en mi dirección.

¡Brujo! ¡Tenía el aura negra!

Probablemente lo estuviese exagerando, sobre todo teniendo en cuenta que el chico ni siquiera había mirado en mi dirección ni una vez, pero le odiaba, así que me encontraba en la típica etapa donde todo lo malo que te pasa termina siendo culpa de ese ser que te cae mal.

Y no, no creáis que mi odio hacia él era irracional o absurdo, todo lo contrario, tenía motivos muy claros para aborrecerle con toda mi alma.

No solo consideraba repugnante su sonrisa, y su apariencia, y su forma de reír, y esos pucheros tan adorables que le salían involuntariamente cada vez que hablaba, y la forma en que sus ojitos se arrugaban cuando reía, y cómo sus mejillas se abultaban cuando comía como si fuese un hámster...

¡Sí, está bien, todo eso era magnífico!

Él era precioso, bello, divino, hermoso, y asumo que en algún punto estuve totalmente idiotizado por su persona, al extremo de que escribía su nombre en mis cuadernos con corazoncitos de colores alrededor como toda una colegiala hormonal.

Sin embargo, eso fue antes de saber quién era el verdadero Kim Seokjin.

Porque no, gente, no era un angelito enviado por el todopoderoso a la Tierra para encandilar los corazones de simples mortales, era un lobo con la piel del corderito más tierno y precioso del planeta.

Todo lo que tenía de guapo, lo tenía de oscuro. Cuatro chamanes harían falta para sacarle el demonio de dentro.

La cosa comenzó un año atrás, específicamente en la sala de fotocopias de la facultad.

Había una pequeña cola de estudiantes que pretendían sacar sus impresiones para las clases, y en dada cola, también estaba yo, esperando pacientemente mi turno.

Y aquí viene la pregunta más obvia del día... ¿Adivinad quién llegó cinco minutos después y se posicionó detrás de mí en la fila?

Sí damas y caballeros, el mismísimo Kim Seokjin, hombre que por ese entonces, era mi amor platónico.

Me tenía embobado como mono frente a plátano, y cuando se acercó un poco más, estuve a punto de llamar a la señora de la limpieza para que secara el charco de baba que probablemente hubiese a mi alrededor.

Pero, ¡hey! Uno tiene que mantener la clase ante todo, así que me recompuse, carraspeé un par de veces asegurándome de que mis cuerdas vocales estuviesen en condiciones para hablar como Macho-pecho-peludo y de alguna forma, conseguí que entabláramos conversación. Y no me refiero a una charla incómoda tipo: "Oye, según el señor del tiempo hoy habrá calor", sino una normal, para nada tensa y sobre todo, divertida.

Hasta que llegó el Apocalipsis.

Kim Seokjin me iba demostrando cada vez más y más que era un tipo increíble: guapo, gracioso e inteligente; sin embargo, cometió un único error que fue suficiente para superponerse por encima de todo y conseguir que le crucificara de por vida.

Se metió con mis Pentagon.

Y nunca, jamás, jamás de los jamases jamasosos del mundo mundial mundialísimo, te metas con el grupo predilecto de un kpoper, a menos que quieras desatar una tempestad.

Yes, aquí, vuestro servidor, es amante empedernido de los grupos de idols, perteneciente a muchísimos fandoms, seguidor de miles de artistas, coleccionistas de photocards, y todo lo que queráis... Pero Universe ante todo.

En serio, dejando de lado toda esta charla profunda, era súper fan de este grupo, al punto de que iba a todos los fanmeetings que pudiera, trataba de estar al día con las últimas noticias, adquirir gran parte de la mercancía relacionada a ellos e incluso llegar a acampar fuera de tiendas de música para comprar los últimos álbumes.

Vi su programa debut, estuve tras la salida de E'Dawn, y lloré todo un río la partida hacia el servicio militar de mi bias hermoso: Jinho.

En resumen, te metes con Pentagon, te metes conmigo.

Y Kim Seokjin resultó ser todo un temerario, dispuesto a despertar a la bestia, o eso me pareció cuando, tras llevar un rato charlando, surgió el tema de nuestros gustos musicales.

¿Sabéis cuál fue la palabra exacta que usó para referirse a mis niños?

RI-DÍ-CU-LO.

¡Ridículo! ¡O sea, ridículo! ¡Ridículos, ellos! ¡Ridículo el grupo! ¡Ridículo, ridículo, ridículo!

Uff, perdón, acabo de tener una laguna mental severa.

El caso es que, no solo utilizó en tono despectivo un adjetivo evidentemente ofensivo, sino que lo repitió varias veces, e incluso comenzó a reírse en voz alta, como si le hubiesen contado el mejor chiste jamás creado.

Entonces todo se derrumbó, dentro de mí, dentro de mí... Sí, amaba el kpop, pero la cultura es poder.

Bueno, total, se burló en mi propia cara de mi mayor pasión, y eso le bastó para ganarse un lugar en mi lista negra, lugar que tendría reservado por el resto de su maldita existencia, o al menos hasta que se le ocurriese una forma apropiada de disculparse.

Sin embargo, teniendo en cuenta que lo único que nos faltaba era sacar navajas y caernos a puñaladas en los pasillos de la escuela, no veía una posible reconciliación a la vista...

Ok, igual estoy exagerando y no llegábamos al extremo de usar los puños, pero miraditas de odio no faltaban, eh.

Lo que más me indignaba de todo, era que se creía muy superior a mí cuando él era todo un rockero mugroso.

De nuevo, más sorpresas: el chico que parecía una delicada obra de arte esculpida por los mismísimos dioses, era un fanático empedernido del rock n' roll, y sus múltiples camisetas con logos de bandas, pines, chaquetas de cuero, y otros objetos referidos, se encargaban de dejarlo claro cada día.

Con tanto negro a veces llegaba a pensar que andaba metido en algún rollo emo.

Sinceramente, yo no era muy fan de este género, aunque no tenía nada en contra, en lo absoluto, porque a diferencia de él, sí tenía la madurez suficiente para respetar los gustos de los demás... Lo que la madurez no me alcanzaba como para dejar de llamarle satánico, endemoniado, sectario, poseído, drogadicto, fuma-porros, etc, solo para molestarle.

Sí, sé que una cosa no tiene nada que ver con la otra, no obstante, también sabía que le cabreaba cuando yo era tan "ignorante" y le adjudicaba esos términos.

Así que, si yo era un ridículo, entonces él sería un satánico loco sacrifica almas.

En resumidas cuentas, mi fugaz enamoramiento se convirtió en una repulsión mortífera porque los hombres de mi vida fueron ofendidos por esa sucia boca que antes moría por besar.

Casual, lo que te pasa cada día.

Regresando a la situación actual, me dolía la lengua, y al ver el montón asqueroso de desperdicios en mi bandeja, se me quitaron las ganas de comer, por lo que, cabreado con todo lo que respirara y no lo hiciera, guardé el resto del sándwich para más tarde, y me puse de pie con el objetivo de echar a la basura los desperdicios.

Yo: *Existo*

Alguna fuerza celestial: Me cae mal, vamos a joderle.

¿Por qué digo todo esto?

Porque, claro que sí, como al parecer la cafetería no era lo suficientemente grande, el contenedor de bandejas estaba justo al lado de la máquina de refrescos. Literal, bien pegaditos, como si fuesen hermanos.

Y ya sabéis que el drogata estaba paradito ahí, tan tranquilo de la vida.

En ese momento, mientras iba avanzando, me regañé mentalmente por haber decidido ese día llevar puesta una camiseta rosa de Twice.

Joder, quería hacerme el tipo duro, pero así no iba a conseguir intimidar mucho, la verdad.

De cualquier manera, hice el intento al erguir mi cuerpo todo lo posible, tensando mis bíceps para parecer más musculoso y frunciendo el ceño con cara de "si te metes conmigo te parto una pierna".

Como un payaso total.

Avancé sin mirarle, sin embargo, sabía que había atrapado su atención porque dejó de hablar con Jimin y me observó de reojo, haciendo posteriormente una mueca de "¿y este qué carajos hace?".

¡Pues intentar parecer un Brayan cualquiera!

Ya era lo suficiente desagradable tener que caminar por su lado literalmente, con un atuendo que dejaba mucho que desear y un plato con una escupida.

Pero comprobé que el día pudo volverse aún peor cuando, al estar hombro con hombro, pasé de ver la pared de enfrente a caerme de morros contra el suelo.

El muy hijo de puta me había puesto una zancadilla.

Y yo, como soy tonto y estaba más ocupado en inflar mis músculos que en mirar el camino por el que andaba, ni siquiera me di cuenta.

La bandeja cayó unos centímetros por delante de mí, boca abajo, por lo que todas las sobras también habían tenido contacto directo con el piso.

Agradecí que el contenedor hubiese estado en un rincón del comedor, ya que casi nadie parecía haberse dado por enterado y seguían en lo suyo sin prestar atención.

Al menos no me convertí en el espectáculo de la escuela, aunque no puedo decir lo mismo del emo, porque, cuando me giré, aún sin levantarme, vi que la sonrisa más burlona del planeta se encontraba impresa en su bonito, digo, horrible, repulsivo rostro.

Le lancé la mayor mirada psicópata que pude, y dudo que haya conseguido algo más que provocarle más risas. Es que, o sea, un tipo tirado en el suelo, rodeado de comida, no es muy aterrador que digamos.

Estuve totalmente dispuesto a hacer que se comiera mi puño, seguido de un bandejazo, pero Mr. gótico tenía una suerte de cojones, ya que en ese instante (porque sí, no podía ser dos, tres, veinte minutos después), sonó el timbre que avisaba el retorno a clases, y como si de zombies hipnotizados se tratase, todo el mundo se puso de pie y empezó a dejar las bandejas en el contenedor, pasando prácticamente por encima mío sin siquiera notarlo, para posteriormente, dirigirse a sus respectivas aulas.

Él únicamente me guiñó un ojo antes de irse contoneando sus estilizadas caderas, y mentiría si dijera que no me pareció jodidamente caliente, pero no era momento de pensar con Namjoonie Junior, no mientras además de la lengua, también me dolía la mandíbula por el putazo que me había pegado.

Y para colmo de males, una vez estuvo toda la habitación vacía, una anciana pequeña y regordeta, vestida completamente de blanco, se posicionó frente a mí con rostro severo y brazos cruzados.

Era la señora del comedor.

Para no haceros la historia muy larga... Tuve que quedarme a limpiar luego del horario de salida.

¡Lo que yo decía, malas vibras, el aura negra!

Holi de nuevo :)

Weno espero que os haya gustado. Aquí no pasa la gran cosa, únicamente es un capítulo introductorio para que se vea más o menos cómo es la relación de Namjoon y Jin.

¿Lograrán llevarse bien algún día?

¿Por qué Jin se habrá metido con sus poderosísimos Pentagon?

¿Estará Namjoon exagerando?

¿Yoongi se droga?

Lo sabremos en los próximos episodios de La Rosa de Guadalupe, menos lo de Yoongi, eso es y será un completo misterio.

Repito como disco rayado: Es humooooor, no tengo nada en contra de los emos, ni de los góticos, ni de nada de nada. Y Namjoon tampoco, él solo le dice eso al Soyin para molestarlo, no porque lo piense.

Si alguna fuerza celestial me da la luz, debo tener acabada esta cosa para el 31, pero las probabilidades son reducidas *aparta la mirada nerviosamente*

Me despido, besos pa' todos 😘

Kibushoto09 muchísimas gracias por la portada y el separador tan lindo. Loviu. Toma, te regalo un pan 🍞







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