Capítulo 2- Demasiado bueno para ser verdad.

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Nam's pov

- Oh, que día tan hermoso. Los pajarillos cantan, las flores lucen más brillantes que nunca, el sol ilumina con sus dorados ray-

- Oppa, ¿de qué hablas? Está nublado.

- No podías dejarme ser feliz por un segundo, ¿verdad Hyejin? - Solté en tono rencoroso, y mi hermana simplemente se limitó a rodar los ojos, pasando de mí como solía hacerlo la mayoría del tiempo.

Tenía trece años y se encontraba en ese punto de la vida al que me gusta llamar como "me la suda todo", básicamente porque, aparte de sus estudios y alguna que otra afición, la chica mostraba completo desinterés por lo que le rodeaba.

Por suerte para mí, una de esas aficiones coincidía con las mías y era nada más y nada menos que el gusto por el kpop.

Y, debido a ese mismo motivo, ambos estábamos juntos en lo que inicialmente había parecido una interminable cola en el centro comercial, pero que afortunadamente, por fin estaba a punto de acabar, al menos para nosotros.

¿Qué queríamos comprar?

Las entradas para el evento más importante de todo el año.

Tan Ta Ta Chán (Redoble de tambores épico)

¡Un concierto de Pentagon!

Ok, me corrijo, el evento más importante del año para Kim Namjoon, pero es que así dicho, sin más, se siente muy soso.

Sinceramente, y como ya os debéis imaginar conociendo mi nivel de fanatismo, llevaba esperando este concierto como si de agua de Mayo se tratase, y mi entusiasmo había sido tal, que desde la madrugada me encontraba frente al sitio de ventas marcando puesto para adquirir las entradas.

No, no era una exageración de mi parte. Cuando llegué sobre las tres de la mañana, ya había un considerable número de personas con la misma idea, así que me alegré de haber sacado del trastero y desempolvado mi vieja tienda de campaña, porque si llego a esperar a que fuera de día para hacer la cola, probablemente ni siquiera hubiese alcanzado a comprarlas.

Mis bebés se iban haciendo más famosos poco a poco, y me tenían sintiendo tan orgulloso como cuando una madre enseña a su hijo a caminar...

Eso se lee muy perturbador. Maldita sea, ni expresarme bien sé.

Volviendo al tema, la enana que tenía por hermana había querido unirse también a mi gran aventura, pero la mujer que nos dio a luz, no le dejó alegando que era muy pequeña y que podía ser peligroso.

Vieja amargada.

Vale que me burlé un montón de ella al verle hacer pucheros y dar berrinches ante el rechazo, sin embargo, dejó de ser divertido cuando noté que no tenía ninguna cara familiar para que me acompañase.

El pobre Namjoonie, solito en un lugar foráneo, rodeado de extraños y aburrie-

Nah, de hecho, me hice colegui de unas chicas de secundaria y estuvimos hasta las tantas hablando de los chikibabys y jugando UNO tranquilamente, mientras compartíamos galletitas y zumitos.

Hay que saber integrarse.

A eso de las ocho de la mañana, finalmente Hyejin se unió a mí, y eran sobre las once cuando solo nos quedaban dos turnos delante.

La gente me miraba raro, y en un principio no caía en el porqué, no obstante, luego me di cuenta de yo era uno de los pocos hombres en la cola, y un tipo de metro ochenta y uno no pasa muy desapercibido que digamos en una hilera integrada en su mayoría por individuos que no superan el 1.65.

Tampoco era que me importara mucho, porque de veras que estaba feliz. No veía la hora en que llegara la fecha del concierto, y nada, absolutamente nada, podría destruir mi estado de humor.

Bueno, no destruir, pero sí había un pequeño detalle que sería capaz de irritarme un poco.

Mejor dicho, gran detalle vestido de negro y perteneciente a una secta satánica.

Los astros se habían aliado y conspirado en mi contra, señoras y señores, o como mínimo esa era la explicación más lógica que se me ocurría para que ese mismo día, en la taquilla continua a la que vendía los tickets de acceso para mi evento, estuviesen despachando  también entradas para otro concierto de una banda de rock.

Abrían a la misma hora, los puestos solo estaban a un par de metros, y, por supuesto, a gran parte de los fans les había dado por aparecerse también a altas horas de la noche.

¿Y sabéis quién era uno de ellos?

Sí, claro que lo sabéis, pero necesito hacer una pausa dramática o algo, porque si no esta historia muy profunda no queda.

Me encontré con Lucifer, quiero decir, Kim Seokjin, justo en el momento en el que llegué al centro comercial.

Literal, fue poner un pie en el punto de la cola, y verle frente a mí.

Inicialmente, como todo estaba oscuro y él siempre andaba en modo emo, pensé que tenía ante mis narices algún tipo de aparición demoníaca, pero resultó no ser un espíritu, sino el Kim Seokjin real, el de carne y hueso.

No sé cuál de los dos me daba más repelús.

Al parecer, se encontraba tan asombrado como yo, o eso me dio a entender cuando ambos preguntamos al unísono: "¿qué haces tú aquí?"

Seh, tipo película barata.

En ese instante, le lancé una de mis típicas miradas asesinas, él puso sus ojos en blanco, me sacó el dedo del medio, y luego de intercambiar un par de insultos, ambos seguimos nuestro camino.

En otras palabras, el pan nuestro de cada día

Mentiría si dijera que después de eso pude pasar el resto de la jornada tranquilito, ya que a decir verdad, el solo saber que el pelinegro estaba a unos pocos metros conseguía que el tic de mi ojo izquierdo hiciera acto de presencia.

Es que, comprendedme, siempre tienes que estar alerta cuando te encuentras a poca distancia de tu archienemigo natural, nunca sabes si podría tramar algo.

Kim Seokjin podía estar perfectamente preparando un ritual satánico para extraer mi alma a mis espaldas, o planificando algún conjuro para poseer mi cuerpo...

Aish, está bien, a lo mejor estoy exagerando, sin embargo, mis sospechas estaban más que justificadas, sobre todo contando con el hecho de que tenía a un montón de amigos sectarios de su lado.

Por suerte, además de furtivos encuentros oculares que exponían todo el odio que nos profesábamos, las horas pasaron tranquilamente y más rápido de lo que me esperaba, así que, como inicialmente comenté, solo quedaban dos turnos frente a nosotros para que pudiéramos tener finalmente los boletos, ir a casa a descansar, tomarme una duchita, y, mucho más importante, alejarme de las malas vibras que ese individuo emitía.

- Joder, que emoción. ¿No estás feliz, enana? - Pregunté sonriente y tratando de controlarme con todas mis fuerzas para no empezar a dar saltitos cual niño pequeño.

- ¡Claro que sí! ¡Es más, selfie para twitter, oppa! - Sacó su teléfono móvil cuya funda era de unicornios y purpurina rosa, para luego abrir la cámara, y situarlo en alto con el objetivo de capturar la imagen - ¡Di cheese!

- ¡Cheese! - El click llegó después de que ella pusiera la boca como pato e hiciéramos el símbolo de la paz con los dedos, y tras unas cuantas tomas, finalmente se dio por satisfecha y yo pude masajear levemente mis mejillas, evitando que quedasen deformadas por todo lo que había estado sonriendo al más puro estilo comercial pasta de dientes.

- ¡Genial, déjame publicar! - Chilló, y sus pequeños y regordetes dedos adquirieron una velocidad inhumana a la hora de teclear el encabezado - "Comprando las entradas para - A medida que escribía, iba diciendo en voz alta - Pentagon dioses, con mi oppa @MulatonsabrosonRM". Hashtag Pentagon, Hashtag Elconciertodelaño, Hashtag Kinooppasaranghae, Hashtag Noestaremosenprimerafila.

- ¡Añade Hashtag Pobreza! ¡Añádelo!

- ¡Siguiente!

Es curioso cómo las redes sociales te absorben por completo en cuestión de segundos, o al menos eso pensé cuando, al estar tan ensimismados con don Tuirer, no nos dimos cuenta de que ya era nuestro turno.

Afortunadamente, la rasposa voz de la anciana cascarrabias que estaba vendiendo las entradas, nos alertó de ello y, acto seguido, tanto mi copia femenina de trece años como yo, comenzamos a caminar en modo empoderado hacia la ventanilla, cual celebridades desfilando por la alfombra roja.

Y no, no es una forma de hablar, lo digo en serio.

- ¡¿Podriais daros prisa?! ¡Quiero ver a mis nietos ir a la universidad! - Exclamó la fémina, y no sabría decir si fue por el tono, o quizás el hecho de que parecía un dragón furioso y hambriento, pero consiguió acojonarme en menos de lo que dura parpadear, así que dupliqué la velocidad y arrastré a mi feto hasta estar frente a ella.

- Señora, si sigue con esa actitud, va a morir del disgusto antes de ver a sus nietos en la uni-

- Hyejin - Mascullé entre dientes a modo de regaño, cubriendo inmediatamente con una de mis palmas la boca irrespetuosa de la niña y sonriendo de manera inocente, esperando de esa forma no desatar la furia de Hulk - Uhm, perdónela, ya sabe, estos mocosos de hoy día no-

- ¿Cuántas va a llevar? - Preguntó con impaciencia, su enfado prácticamente palpable. En parte la entendía, porque llevaba desde la mañana atendiendo y atendiendo personas sin descanso.

- Dos, por favor.

Extendí el dinero, lo tomó, y rápidamente, demostrando su clara experiencia, además de las evidentes ansias que tenía por que nos marcháramos, me entregó los tickets blancos con el logo de mi grupo favorito impreso en ellos.

Juro que sentí la típica musiquita celestial que sale en las películas una vez tuve los dos rectángulos de cartulina en mis manos.

Fue mágico, fue una señal divina de que que ir al concierto era mi destino, fue un momento de lucidez y-

Aunque claro, la magia se perdió un poco cuando descubrí que la música era simplemente mi puta hermana haciendo los efectos de sonido y no un mensaje de los dioses, así que le di un golpecito en la cabeza a la niña de los cojones y posteriormente, guardé dentro de un sobre amarillo ambas entradas, tratando de mantenerlas seguras de alguna forma.

Nos apartamos de la fila, ella aún sobándose la zona agredida con un leve puchero, y yo guardando el sobre dentro del bolsillo interno de mi abrigo.

- ¡Oh! ¡Mira, oppa! - Señaló con una mano hacia un puesto ambulante - ¡Están vendiendo crepes!

En efecto, en un bonito carrito de rayas azules y rosas, había un señor de mediana edad ofreciendo una oferta variada de tortitas con diferentes tipos de rellenos.

Dato curioso: otra de las características que Hyejin y yo teníamos en común era el gusto por las cosas dulces.

Automáticamente, saqué mi billetera, le tendí algo de dinero y acto seguido posicioné mis palmas sobre sus hombros para, con extrema seriedad, decir:

- Hyejin, esto es un caso de vida o muerte - Ella tragó grueso - Ve allí, y no regreses hasta haber conseguido dos raciones de "Carrusel de tutti frutti fresa". Recuerda comprobar que le pongan mucha crema batida, bastante sirope y chispitas de colores. ¿Has entendido? - Con la misma seriedad, la chica asintió, y luego de darme un fugaz abrazo de despedida, dio media vuelta, avanzando por la plaza del centro comercial sin mirar atrás.

En busca de nuestros crepes.

Esa chiquilla era mi orgullo, sí señor.

Acomodé bien la mochila sobre mi hombro, y me dispuse a hallar algún banco donde sentarme a esperarla tranquilamente.

Entradas y crepes.

Que puto día más hermoso, aunque estuviera nublado.

Solo necesitaba sacar mis audífonos y poner mi playlist de kpop para rematar. No obstante, en lugar de eso, logré todo lo contrario, porque cuando finalmente divisé un asiento decente y comencé a avanzar hacia él, me topé nuevamente con Kim Seokjin, caminado por el mismo sendero junto a Park Jimin, en sentido contrario.

- Mira nada más, sigues aquí. Y yo que tenía la esperanza de que uno de tus demonios hubiese aparecido en la noche y te hubiera llevado al más allá - Una vez le tuve cerca, detuve mi paso y le ataqué verbalmente con el mismo desprecio en el que Draco Malfoy le diría "sangre sucia inmunda" a Hermione.

Contáctame para más referencias vergas.

- Ja, ja. Que gracioso, mariposilla - Respondió con sarcasmo, utilizando el apodo que me había adjudicado desde que yo había empezado a utilizar todos esos motes sinsentido hacia su persona. Al igual que él, también me cabreaba bastante que me llamara así - Pero si algún día llego a hacer un ritual satánico de verdad, será para deshacerme de una mariposa grande y repelente.

- Uy, qué miedo. Estoy temblando - Respondí rodando los ojos y poniendo la voz más aguda que de costumbre.

- Chicos, por favor, ¿qué edad tenéis? ¿Cinco? - Inquirió Jimin, como si ya estuviese agotado de esas riñas que solíamos compartir, y desgraciadamente para él, eso trajo consigo que fuera víctima de nuestros gritos simultáneos.

- ¡No te metas, Jimin! - Chilló el pelinegro.

- ¡Mantente fuera de esto, emo junior!

Kim Seokjin me miró como si tuviese ganas de darme un puñetazo, tal vez por meterme con él, o quizá por insultar a su amigo. De cualquier forma, el sentimiento era mutuo, así que yo correspondí su expresión, y, dispuesto a no dejar que nada ni nadie me arruinara el resto del día, solté un bufido de desagrado y continué con mi camino, dando por terminada nuestra corta interacción.

Él levantó su barbilla con esa característica mueca de superioridad que me sacaba completamente de quicio la mayor parte del tiempo, y también siguió avanzando.

Según la física, los polos opuestos se atraen, y había comprobado la veracidad de esta ley en miles y miles de ocasiones, porque parecía ser imposible que el gótico y yo pasásemos uno al lado del otro sin tener algún tipo de contacto.

Y, como Diosito no quería darme un mísero momento de paz, esta vez, no fue diferente.

La particularidad era que en dada ocasión, ninguno de los dos le habíamos jugado una broma de mal gusto al otro como su épica zancadilla en el comedor escolar o la vez en que le halé la mochila y terminó cayéndose de culo.

Seh, legendario.

Afortunadamente, solo tuvimos lo que pareció ser un sencillo choque de hombros.

Por la fuerza del impacto, el sobre de las entradas que llevaba guardado en mi prenda superior terminó cayendo al suelo, y tuve que contar hasta diez mentalmente para no volverme loco y armar una escena ahí mismo.

- Imbécil - Mascullé agachándome con el objetivo de recoger mi posesión más preciada en ese instante.

- Estúpido - Contestó de igual forma, y él también se flexionó sobre sus rodillas para hacer algo, sin embargo, no le presté mucha atención a ello.

Sacudí el pequeño paquetito, y acto seguido, decidí que sería mejor meterlo en el bolso, al menos teniendo en cuenta que mi abrigo no parecía ser muy seguro.

- ¿Qué pasa? ¿Tantos porros te has fumado que ya no sabes ni por dónde vas? - Escupí.

- ¿Y tú qué? Míralo Jimin, realmente se cree mariposa y piensa que es pequeño y puede volar - Mostró esa sonrisa burlona que era tan desquiciante como sexy, y juro que estuve a punto de contrarrestar su infantil insulto con otro aún más infantil, no obstante, el menor de los tres no me dio la oportunidad, porque agarró a Kim Seokjin del brazo y, luego de poner los ojos en blanco por decimoquinta vez, tiró de él hasta que le hizo avanzar la distancia suficiente para estar relativamente lejos de mí.

Se volteó sin soltarse del arrastre que su fiel subordinado imponía, y sacó la lengua, situando el dedo índice de su mano libre encima de esta como si yo le diera asco y estuviera apunto de vomitar.

Me quedé en mi lugar unos segundos, observando cómo cada vez se iban apartando más y más, lanzándole navajas mentales y pensando las mil y una formas en las que me gustaría deshacerme de tal criatura repugnante.

Así estuve hasta que noté que una figura pequeña venía corriendo en mi dirección con dos crepes que eran casi más grandes que ella, uno que había sido mordido y por el cual algo de crema batida se encontraba en la punta de su naricita de botón, haciéndola lucir extremadamente adorable.

- ¡Aquí tienes el tuyo, oppa! - Mi hermana extendió la ración completa del dulce, y la tomé con una mano, frotando bruscamente su cabeza con la otra.

- Gracias, enana.

- Lo lamento, ya no quedaban chispitas - Avisó con un mohín antes de hincarle el diente a su propia tortita.

Y yo solo pude pensar que cada vez la vida me demostraba que mi teoría sobre las malas vibras que Kim Seokjin lanzaba en mi dirección, era más que cierta.

Mirándolo por el lado bueno, el "Carrusel de tutti frutti fresa" seguía sabiendo riquísimo.

Pero aún echaba en falta esos deliciosos puntitos de colores.

🌈🌈🌈🌈🌈🌈

Después de haber pasado la noche en una tienda de campaña, la suavidad de un colchón se sintió como el paraíso mismo.

Apenas llegué, me metí de inmediato en la ducha, y luego de poner algunas rolitas de los reyes EXO, aterricé sobre mi mullida camita, aspirando el agradable olor que desprendían las mantas.

Había sido un día largo, pero había valido la pena solo por el hecho de tener en mi posesión el objeto que me daría acceso a tan esperado espectáculo.

Ni siquiera la aparición del sectario me terminó molestando del todo. Quiero decir, el mundo no es perfecto, y en las series, a veces las escenas con el antagonista hacen las cosas más jugosas, entretenidas.

Supongo que si él tenía la mitad de entusiasmo que yo por ir a su show, entonces estuviera pensando de la misma manera.

De cualquier forma, con o sin su intervención, en un mes iría a un conciertazo.

Solo pensar en ello me hacía sonreír con la cabeza enterrada en la almohada, así que, como si de un niño con un juguete nuevo se tratase, estiré mi brazo, tanteando el terreno a ciegas con el objetivo de dar con la mochila que había puesto en el suelo, justo al lado del escritorio.

Evidentemente, yo no era Luffy ni algún tipo de criatura con poderes súper naturales para poder alargar tanto mis extremidades, por lo que me dije "idiota" a mí mismo, y luego me puse de pie, avanzando hasta el rincón donde se encontraba el bolso.

Pretendía guardar los dos pases en la caja fuerte, protegiéndolos de cualquier peligro al acecho, y eso me dispuse a hacer una vez tuve el sobre entre mis dedos.

Por supuesto, antes quería echarles un nuevo vistazo a mis bebés, así que lentamente, levanté la parte superior y fui sacando el contenido.

- Aww, es que sois tan gua... ¿pero qué mierda?

Como dije, intenté sacar mis entradas, hablando con ellas cual madre con sus hijos. Mierda, he vuelto a hacer la comparación.

Sin embargo, la frase fue quedando en el aire al ver que lo que tenía en mis manos eran unos tickets, pero no precisamente los del concierto de Pentagon, sino unos de color negro, con dibujos de guitarras, bajos y baterías, y con la palabra "Aerosmith" impresa en letras gigantes.

Solo hizo falta sumar dos más dos para saber que, nuevamente, Kim Seokjin se las había arreglado para joderme el día, incluso sin habérselo propuesto.

Todo era demasiado bueno como para ser verdad.

Se dieron el cambiazo los muy tontos :v

Holaaaaaaa

Espero que os haya gustado, ahora se viene lo bueno (? XD

Esto lo aclaro por si acaso, pero Malfoy y Hermione son personajes de Harry Potter.

El # (Hashtag) está escrito como se pronuncia porque la hermana de Nam está leyendo en voz alta, pero básicamente se refería a #Pentagon, y así sucesivamente.

En fin, nos leemos en mil años. Un besazo y cuidaos muchooo 😘

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