Capitulo 6: «Lo que Leroy me debía» 🦋

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Need to know —Doja Cat.

                       



                          Mis ojos se abrieron con lentitud, se acostumbraban a la iluminación del nuevo día poco a poco, bostecé extendiendo mis brazos, el cuerpo de mi mejor amigo no estaba a mi lado por lo que supuse que eran arriba de las ocho de la mañana. Seguramente estaba en la universidad. Mi hermana seguramente ya estaba en el colegio, mi madre debía estar aún dormida y yo por mi parte estoy fuera tratando de escapar un poco de mi realidad, no tenia de otra.

Sabía perfectamente que no era del todo mi culpa, porque yo no era su madre, pero era la único que ella tenía responsable en su vida y falle de mala forma, la descuidé, no la aconsejé... no la protegí como debía, solo trabajé y le di dinero para drogarse, para dañarse.

Lagrimas salieron de mis ojos, llenas de dolor y rabia contenida, llena de... ¡Dios! Y es que no sabía que sentir en ese momento, yo solo quería gritar en la torre más alta, quizás así todo el mundo podría escuchar y sentir el odio que sentía en aquellos momentos. Entre lágrimas mi cuerpo de levantó de la cama, tenía que irme, me tocaba trabajar el turno de medio día; no iría a casa, necesitaba reprimir la rabia que sentía hace mi madre, no podría, le echaría en cara todas las cosas que me había hecho, que me había robado.

Al salir de la habitación fui hasta el comedor y sonreí por inercia, había una taza con cereal de colores y leche al lado, pegada al envase donde se encontraba el líquido había una pequeña nota que tomé entre mis dedos, mi corazón se estrujó en mi pecho en ese momento.

"Mi princesa no debe llorar, límpiate esas lágrimas, tu héroe está estudiando para mantenerte."

Él me conocía incluso mejor que yo.

Desayuné rápidamente y luego de hacerlo fui hasta el baño para asearme. El baño fue corto, no duré mucho dentro, al terminar cepillé mis dientes con uno de los cepillos que había dejado las últimas veces que me quedaba a dormir; que no eran muchas, tampoco pocas. Me puse uno de sus t-shirt y bajo eso volví a colocarme el short de la noche anterior, acaricié mi pelo castaño y lo acomodé sobre mis hombros, mi pelo era corto así que no tenía mucha ciencia.

Busqué mi teléfono en el mueble que estábamos la noche anterior, al instante me percaté de que tenía un mensaje de Nataly diciéndome que deseaba verme, le respondí que nos podíamos ver en la noche, luego de eso le escribí a Gabriel diciéndole que ya estaba bien.

Cuando abrí la puerta me arrepentí de inmediato.

—Veo que no perdiste el tiempo. —La sonrisa picara en los labios de Leroy Ayers me desconcertó por un momento.

—¿Qué estás haciendo aquí?

—En busca de ti, flaca ¿Qué no es evidente? —Mis labios se entreabrieron por un momento, pero volví a mi realidad al recordar lo que querían. Cerré la puerta tras de mi saliendo por ella y me maldije al darle la espalda a Leroy.

Sus manos fueron hasta mi cintura apretando esta, me acercó más a su cuerpo y su aroma me embriagó al instante, sus labios dejaron un sonoro y húmedo beso sobre mi cuello, su mano desocupada viajó debajo de mi blusa hasta llegar a uno de mis senos, al hacerlo apretó uno de ellos de forma suave, yo jadeé y mordí mi labio inferior, mi mente gritaba no, pero mi cuerpo; mi cuerpo era un desgraciado traicionero.

—No vas a poder escapar de mis garras, Maddox. —Mi cuerpo se curvó al sentir como pellizcaba uno de mis pezones, sentí su erección en mi espalda y solo pude maldecir bajito.

Esto era extraño, pero me gustaba todo lo que estaba pasando.

—Basta...—Susurré, pero el gemido que salió después pareció decir todo lo contrario.

Él giró mi cuerpo haciendo que nuestros ojos se encontraran, la intensidad de nuestras miradas quemaba, la lejanía de su cuerpo me hacía sentir dolor en mi centro, quería... quería que me tomara.

—¿Se te he perdido un orgasmo por aquí? —Las palabras que me dijo la primera vez que nos vimos activaron algo dentro de mí, yo no pude evitar sonreír y mirarlo nuevamente. Su rostro no tenía ninguna expresión, pero sus ojos decían todo lo que yo necesitaba oír.

Que me deseaba. Esto se sentía un paraíso en medio de una zona de guerra.

Sus labios tomaron los míos una vez más, sus manos fueron hasta la parte baja de mi cuerpo colándose en mi short, sus dedos se encontraron con la zona que deseaba su toque, 

—¿Dónde estaban esas manos? —Pregunté, el por su parte introdujo de forma abrupta en mi cuerpo. 

—En mi pene, porque no tenia las tuyas, y me vine sobre ellas porque tampoco tenía tu cuerpo desudo frente al mío. —Jadeé ante sus palabras.—Esta mañana me masturbé en tu nombre, flaca.

 Sus dedos hicieron movimientos circulares mientras sus labios devoraban los míos, mis manos en su rostro halándolo más a mí, deseando que nos convirtiéramos en un solo, como un maldito rio.

—¿Ves cómo...? —Pero lo corté mordiendo su labio inferior, él se carcajeó al sentirme tan deseosa y era tan sexy, la sonrisa que había en sus labios era tan sensual.

—Cierra la boca, Leroy. —Sus dedos se movieron con más rapidez haciendo que de mis labios salieran gemidos mucho más fuertes mientras me restregaba en su cuerpo a punto de llegar. —Más. —Pedí al borde del abismo, él solo me daba lo que yo pedía, como si fuese mi esclavo, mi cuerpo se estremeció al tener lo que hace mucho deseaba, su mano salió de mi cuerpo y subió hasta sus labios, lamió estos y sonrió lujuriosamente, yo solo lo miraba, incapaz de pronunciar una palabra, mis pupilas se dilataron y tragué grueso, había tenido un orgasmo frente al departamento de mi mejor amigo y no me arrepentía... en lo absoluto.

—Acaba conmigo. —La voz de Leroy parecía desconcertada, pero su rostro acercándose a mis labios sabía lo que quería, sus labios fueron a los míos besándome de forma más pausada, me acunó en sus brazos y mis manos rodearon su cuello. —Necesitamos a una chica como tú.

Su declaración había sido un balde a mi realidad, me alejé rápidamente de su cuerpo creando una distancia incómoda para ambos.

—Necesito...

—Mi hermano y yo te ayudaremos, no debes cargar con eso sola, flaca... ¿Por qué lo haces tan complicado? —Su mano pasó por su pelo de forma desesperada.

—Porque todo lo que dicen parece ser para comprarme a mí, señor Ayers... y, ¿usted no trabaja? ¿Qué hace aquí tan temprano? —Mi postura se volvió firme.

—Cariño, vine a darte el orgasmo que te debía. —Un sonrojo se instaló en mis mejillas, pero a pesar de eso no me quedé en silencio.

—Creía que usted era alguien muy influyente en este país, pero veo que está más afuera que adentro de sus empresas... me sorprende también que ande solo. —Una sonrisa ladina se dibujó en sus labios, su labio inferior fue mordido ligeramente y esta vez no por mis labios.

—Sabía dónde estabas desde anoche y para hoy a esta hora solicité que cerraran la cuadra. —El cuerpo de él se acercó a mi nuevamente, mi cuerpo vibró al momento de sentir el cosquilleo entre mis piernos que experimenté hacia menos de cinco minutos. —Creo que aún no sabes el poder que tienen los hombres que corren tras de ti. —Sus ojos fueron a los míos, sus labios se acercaron a los míos e instintivamente cerré los ojos a espera de sus labios, pero al contrario recibí un soplo y una carcajada.

Abrí los ojos después de unos segundos y lo vi caminando con una sonrisa gloriosa hacia las escaleras del edificio.

Maldito hijo de su madre lujuriosamente sexy moja bragas.

Mis pies se movieron rápidamente caminando tras de él, cuando estábamos a punto de salir del edificio el extendió una de sus manos hacia mí, sabia en ese momento que si aceptaba su mano estaba firmando un pacto con el mismo diablo y que en este caso eran dos... y yo no estaba dispuesta a vivir eso, porque solamente sería usada y desechada, ¿soy capaz de aguantar eso? No, yo no... ni siquiera Gabriel lo sabía.

—¿Qué me ofreces, Leroy? ¿Qué me ofrecen? ¿felicidad? ¿amor?

Él pareció pensarlo por un momento, pero su decisión parecía estar más que clara y yo era la única que no sabía que decir ante ello.

—Una persona te puede ofrecer más que eso; imagina un poco más cuando somos dos los hombres que harán todo por ti, Maddox, no limites tu mente solamente al amor. —Su rostro se acercó a mi cuello y sus manos me acercaron a su cuerpo tomando mi trasero en ellas, y dejó besos húmedos y cortos. —Todo el tiempo, toda la noche, en todos los lugares que quieras, cosas que no imaginas... tendrás todo lo que tu cuerpo, tu mente y corazón desee.

—¿Y qué ofrezco yo, Leroy?

—Tu cuerpo. 

Gracias por leer. <<3

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