Capítulo #5 🍷: Amándonos ❤

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"Creí que seria imposible llegar a tu corazón, pero me di cuenta que tuve un espacio en él. ¿Y si nos amamos de una vez?".

Advertencia: Contenido explícito

•••••

Kurapika llevaba distraído y sumido en sus propios pensamientos desde hace ya varias horas. No entendía que más tendría que procesar, bueno, en realidad, había mucho que procesar y eso le causaba semejante desgaste mental; Leorio le dijo en la tarde que lo amaba, es decir, le escribió y después desapareció de la nada y aunque para otras personas esto era una buen señal de que la persona que amas te corresponde, para Kurapika era todo lo contrario. Leorio no tendría que estar enamorado de él, era ilógico y fuera de coherencia alguna; ¿por que tendría que sentirse así por él?, salió con un aspecto de ido de la cafetería y caminó lentamente tomando el camino más largo, pasando por las pradas y los bosques. Padokia era inmenso en cierto aspecto y esto le originaba un sentimiento dificil de describir, pero sumamente necesario para una auto reflexión.

El viento era ligero, no habían dudas al respecto. Los rayos del sol pegaban de manera soportable, al menos estaría fuera del alcance de las demás personas para esconder su rostro palidecido.

El corazón parece querer escapar de su pecho, su rostro está de nuevo ardiente. Tiembla, no por frío o miedo, si no por emoción. Demasiadas emociones fuertes las cuales, se verían reflejadas en sus ojos de no ser por que llevaba sus lentes de contacto.

Llegó a un claro a unos metros de la cabaña y admiró el horizonte un instante.

"¿Crees que no sería capaz de decirte que te amo?".

Mierda, ¿Por que?.

¡Era un completo idiota!.

¿A que quería llegar escribiendo eso?, maldición, ¿como no lo vio como una posibilidad antes?. Los teclados hoy en día en los celulares cuentan con autocorrector. Él conocía mejor que nadie lo molesto que resultaba equivocarse al escribir por culpa de una palabra demás, pero conocía al emisor. Obviamente le gustaba ahorrarse las molestias de corregir ciertos mensajes y dejaba la opción. Aprieta los puños, sería un completo ingenuo al haber creído algo así, de todas formas, no tenía razón de ser; pero...

La molestia en si, nacía de un ángulo completamente distinto.

Todo esto empezó por que tuvieron intimidad hace dos días, Leorio insistió en beber con él de ese diriculo vino. Ni si quiera dejaba que dudara en un secundo por que al instante estaba ahí, buscando la manera de contentarlo, el primer día en la cabaña fueron memorables. La salida con el emisor lo hizo sentirse bien, tanto su olvidó por un segundo los años desperdiciados en ese hospital. Las intenciones de Leorio eran buenas con él, pero a la vez, las sentía tan contradictorias cuando este no era capaz de hablarle con suma honestidad y eso lo hace cuestionarse al respecto.

Por su lado, si lo amaba y tuvo que venir una extraña anciana solo para hacerle ver.

Ya no tenía un objetivo en que ocupar su mente y decidió desde que puso un pie por primera vez fuera de la cabaña, que iniciaría con su propia libertad. Kurapika ya no tenía más motivos para aportar algo a su hispria con él, ¿en que podría ocupar su mente ahora?. ¿Retomaría el negocio de los guardaespaldas?.

Tenía dinero de sobra en cuenta.

Pocas veces tocaba ese dinero, no le importaba mucho y solo tomó parte de él para donarlo a los niños sin hogar. El problema, es que continuaba teniendo dinero, era molesto, tenia la comodidad certera y no tendría que ocuparse por nada. Leorio también tenía su propio dinero, le llenaba de orgullo pese a no mostrarlo.

Su sueño lo estaba alcanzando, pero él ya no tenía nada más que una cuenta llena de fortuna manchada de sangre. Otra vez no.

Cierra los ojos frunciendo el ceño, lleva sus manos hacia su pecho.

— No permitas que caiga en la desesperación... Que mis ojos no vean la sangre y que mi cuerpo no reaccione ante la violencia de mis propios instintos —reza una plegaria en la profundidad de su corazón— dame fuerza para soportar mis propias pesadillas y dame alma para sobrellevarlas

Dejó el tan pacífico lugar para regresar a casa. Miró la hora en el reloj de su celular. Las 6:00 pm, su amigo no tenía un horario fijo para el mes, de eso no cabe duda y tampoco conocía el como serán sus turnos. A partir de ese instante, Leorio estaría más ausente...

Ausente...

Mierda, no lo pienses más.

Pero era difícil.

Amor o no, nada de esto tiene que interponerse entre los dos. Que él sienta lo primero hacia el pelinegro era un punto a parte, pero si esto continúa así... Era mejor tener que encarar las cosas, no existe solución en el mundo que pueda arreglar esto, Leorio no tendía que bromear sobre ello y tendría que si o si dar una explicación. Al llegar a la cabaña y abrió la puerta con suma pasimornia, con poco interés en su entorno, se quitó los zapatos y dejó las llaves colgando. Procedió a ir a la cocina a preparar algo, sin embargo, un clic resonó en su cabeza.

Un momento...

Voltea a ver hacia el lado derecho.

La caja del vino está ahí. Frunce el ceño y se acerca para después tomarlo con recelo entre sus manos; lo inspecciona con la mirada de manera minusiosa, percibía un aroma a uvas y alcohol por toda la cabaña con tan solo verla y sostener la botella.

Sus mejillas se colorean.

"Sciroppo della passione"

Leorio le mencionó que compró esta cabaña a un excelente precio y todo muy bien amueblado, después aparece este vino tan bien conservado en completo olvido al lado de la chimenea... Por los Dioses, quizá ya estaba empezando a ver problemas en donde no las hay, o eso es lo que le recrimina su lado despreocupado (por muy débil que este sea) y la parte mas realista y racional, le decía que tenia todo el derecho de desconfiar.

¿Desconfiar de quien?.

¿Leorio?.

•••••

Las 12:40 pm Leorio ya estaba que sentía los efectos del sueño, su jornada fue dura. Pero al menos, nadie perdió la vida bajo su cuidado, esto lo hacía realmente feliz. Saber que había ayudado bastante a mejorsr y prolongar la calidad de vida de sus pacientes, le inflaba el pecho de orgullo. Cheadle llegó hasta él para despedirse, no sin antes, mostrarle la carta de recibimiento por parte de la jefatura y su nuevo horario para el mes de septiembre, también le enseñó algunos folletos sobre las nuevas sedes que se expandirán por la región, el Jabalí no decaía su expresión de felicidad y admiración. Secretamente la presidenta de los Cazadores no apartaba su atención de él. Cuando se despidieron, Leorio salió del hospital contento, ahora más nunca.

Le contaría a Kurapika como le fue.

— Mierda, primero lo primero. Tengo que calmar a esa mini bestia —bufa con cansancio.

Amar a Kurapika es lo que su corazón siempre buscaba. Nunca se dio cuenta hasta ahora, Kurapika era único, tan inteligente y brillante, un ser sumamente poderoso. Cuando estaba al intemperie junto a gente que no era de su confianza, se mostraba serio, frío y poco comunicativo. No obstante, con sus amigos era cálido, un calor hogareño que solo causaba que te sintieras en paz de hablar con una persona tan sabia. Claro, no se debe ignorar que por ratos te podía hacer colmar la paciencia, pero incluso eso era gracioso de vez en cuando.

Diablos quería llegar y abrazarlo, decirle de frente y sin vergüenza, de forma menos mediocre que estaba estúpidamente enamorado de él. ¿Le corresponderá?.

No tenía idea.

Estaba nervioso, se muerde el labio, sudando frío.

Estaba realmente frustrado por su propio comportamiento. Era un adulto, tenia que comportarse ya, tenía que mantener su mente abierta y bien enfocada. Leorio no tenía miedo a decirle las verdades a la gente, no era un cobarde como otros pensarían y le valía un comino si lo veían como uno. Sería jodidamente fantástico que permaneciera este tipo de virtudes peregnes en él con cualquier tipo de persona, pero cuando aparecía Kurapika, esa mierda se iba por el drenaje.

Termina de acomodar las cosas de su consultorio y procede a cerrarlo con llave, se despide del guardia y tras haber guardado su bata blanca antes de partir, se puso a hacer cráneo en lo que le dijo Cheadle temprano, si estaba actuando de manera errática, no solía descuidarse en ese aspecto.

Su despertar fue impactante, casi de forma atemorizante. El respirador, apreciar desde la perpectiava de un paciente lo que era encontrarse en una habitación de reposo, era la experiencia más sofocante y poco grata de todas. Los suministros parecían no ser suficientes, o eso le había dicho el doctor después de regresar en si, sus pulmones aun parecían afectados y ni hablar de su cerebro parece que las secuelas eran más graves de lo que creyó, llevar un tratamiento era difícil, sobretodo cuando los medicamentos más potentes parecían darle batalla a su condición.

Si antes se sentía inútil, ahora se sentía como un estorbo.

No quería que nadie supiera de esto y vivir de la lástima de nadie, quería continuar siendo él, solo Leorio, ese mismo hombre ambicioso capaz de colarse en las pruebas y convertirse en cazador para cumplir un sueño de infancia y promesa del corazón. Encontraría la manera de resolverlo, quizá si creaba una nueva cura.

Pero... Si ni Cheadle lo ha detectado aún, ¿como podría saber él lo que tiene?.

La leve sonrisa de Kurapika llega a su recuerdo.

Quería ser más fuerte, quería ser merecedor del amor del rubio. No importa si es un amor silencioso, uno en donde jamás en sus vidas vuelvan a tratar con confianzas de mejores amigos.

Un mensaje sonó de su teléfono.

¿Lo abriría?.

Era de Kurapika.

Carajo... Definitivamente no podría.

Kurapika:

¿A que hora piensas venir?

Esto lo toma por sorpresa, ¿por que rayos quiere saber eso?. Sonrojado y molesto, le escribe.

Leorio:

Por lo menos un "hola" sería más conveniente si quieres soltar algún monólogo. ¿No crees?

Kurapika:

Visto √√

¿Le preguntaba esto por que planeaba irse?, pero... Él le dijo que no lo haría.

Esto lo hizo sentirse afligido, suspira nervioso. El cazador de listas negras ya había dado su veredicto al palinegro, no se marcharía de su lado y buscaría la manera de progresar por el bien suyo y el de los demás.

Kurapika:

Necesito que vengas ahora.

Así, sin mucho que añadir a parte de ello. No existía filtro en sus mensajes, eran directos y casi apático, por Dios, jugaba incluso el como eran escritos los mensajes y como fruncía el ceño. Completamente distinto a los dos primeros días antes de envolverse entre si y recorrerse con vehemencia.

Y Claro, Leorio a pesar de todo, era típico hombre que aparentaba ser rufo por fuera hasta que venía la gremblin en tamaño humano de la novia, mandando a la mierda su orgullo.

Leorio:

¡Ahg!, bien. Demonios, iré pero no por que tu lo digas, es por que también vivo ahí y ya terminó mi turno

Kurapika:

Aun están disponibles los baños ahí, eh de suponer

Paladiknight parpadea sin entender.

¿Que?.

Leorio:

... Pues... Si, los hospitales en si, no cierran, ¿sabes?. Lo bueno es que contamos con baño, si no, sería dilema

Kurapika:

Entonces bañate y ven. Necesitamos hablar

Fin del Mensaje, Kurapika desapareció y desactivó el: En línea, dejando al moreno con más preguntas que respuestas. Hizo una mueca con fastidio, ¿de verdad tendría que acatar esa orden?, pareciera ser que si no lo hacía, Kurapika en realidad estaría de malas.

Saliendo de las duchas, consiguió mudo de ropa, mientras pasa una parte de la toalla en su rostro para secarse. Estaba vestido únicamente con su camisa, sus pantalones y zapatos de vestir, no llevaba su corbata como la tenia temprano y el saco lo mantenía consigo en su antebrazo, utiliza su Nen recargando energía para poder traspasar el suelo y llegar más rápido a la cabaña.

— ¡Hey, Kurapika...! —lo llama, recibe otro mensaje.

Kurapika:

Sube.

No supo el por que, pero fue una sensación vaga que tubo al leerlo. Como si fueran palabras mágicas para crear un hechizo de obediencia absoluta. Subió las escaleras paso a paso hasta subir al segundo nivel, dirigiéndose hacia la única habitación que había, para esto, por reflejo se des abotonó uno la primera linea de la camisa. Tomó el pomo de la puerta abriéndola con lentitud, justo ahí, estaba Kurapika, con el celular en mano, mirándolo con la ceja arqueada y sus iris inquisidores, brillando en un precioso color cereza.

Ninguno de los dos dijo nada. ¿Que podrían decir?, ya no hay forma de comunicarse a través de mensajes, teniendose frente a frente. Era como vivir en otro planeta.

Kurapika estaba de pie, con una bata blanca, justo como ayer. El cabello mojado, igual que ayer. Pero esa visión... No era la misma.

— Necesito que lo hagamos de nuevo

Fue entonces que Leorio, tensó los músculos sin poder evitarlo.

•••••

—¿A que te refieres con... Hacerlo de nuevo? —habló bajo, casi como en un susurro grave. Kurapika cierra los ojos, para después girar sobre sus talones y desatar la bata. A Leorio casi se le cae la mandíbula, la tela resvala desde sus hombros, hasta sus codos.

Espalda suave, pálida. Con pequeñas marcas de moridas de hace dos noches. La sangre bombardea viajando a sus pómulos y su miembro. Hizo sus manos puños, quería mantener la compostura. Por su parte, Kurapika al no notar ningún accionar o dicho por parte del médico, decide explicar.

— Lamento mi falta de respuesta ante lo que me escribiste. No tengo muchas opciones en cuanto a escoger palabras para responder correctamente se refiere —El emisor se queda callado— Te dije que no me marcharía, no mentí, sigo aquí, así como también continuó hablándote pese a haber hecho eso que los verdaderos amigos, no harían.

— ¿Y que es, si no? —replica Paladiknight —trato de hablar contigo, quería aligerar las cosas. Odio cada vez que te pones de esa forma, cuando me evitas, cuando evades mi mirada... Íbamos tan bien que en serio creí que sería capaz de realizar mi promesa

— Yo también creí haber hecho un avance. Pero no fue así —lo observa de reojo— si de verdad quiero superar mi pasado. Si en serio quiero tratar de conseguir un futuro favorable, entonces...

— Alto ahí —ríe amargamente — ¿en serio?, ¿de verdad crees que es así de fácil?.

Kurapika gira su rostro con un semblante sombrío.

— Quieres que tengamos sexo, dices. Que es cosa de superar dices... ¡yo no soy una maquina sexual solo para alimentar tus propios deseos!, me ignoras, te pido que no te vayas, ¡¿pero a cambio piensas utilizar esto como una excusa?!

— ¡¿De que diablos hablas, Leorio?!, ¡no tiene nada que ver! —alza la voz, perdiendo los estribos.

—¡¿De que hablo?!, ¡¿de que hablas tú?! —lo imita— ¡¿quieres utilizarme para probar lo que sientes o lo que eres?!. Por que eso es lo que percibo que tratas de decirme

— Felicitaciones. Ya eres capaz de darte cuenta de tus propios desvaríos —se gira totalmente para llegar más allá sin quitar su rostro aterrador— ¿quieres que te lo relate más a corde a tus capacidades de entendimiento?, bien. ¿Que tipo de amor podrías tener hacia a mi?, no me jodas con eso Leorio

El corazón del Emisor se quiebra un poco.

— Amor... ¿Amor?. Oye, lo que escribí nunca fue mentira. Nunca jugaría con algo tan delicado como eso; ¿por quien me tomas? —alegó con enojo y tristeza.

Kurapika quería tener intimidad con él, no por que lo amaba, si no por ser una experiencia experimental.

— Por alguien que no puede mantener su promesa fingiendo una devoción absurba

—¿Que quieres decir con eso?, siempre mantengo mis promesas Kurapika. Daría todo de mi por el bienestar de ti y de los chicos —hace un gesto con sus brazos alzados, para enfatizar.

Kurapika sonríe con malicia e ironía.

— Y por eso decisite desaparecer del mapa por dos años y medio. Que buen sentido de la lealtad tienes

Era eso...

Leorio se quedó estático sin saber que contestar.

—¿No piensas decir nada?, hump. ¿Lo ves?, no es necesario gastar más oraciones —toma el doblés de la parte superior de la bata con intenciones de volvérsela acomodar.

Leorio quiso decirle la verdad, la real razón por la cual no estuvo con él ese lapsus de tiempo. Tensó la mandíbula y bajó la mirada.

— ¿Por que me reclamas eso?, sabes muy bien que de los cuatro....Eh sido yo quien más se preocupaba por ustedes, tu de alguna forma u otra eres más de mantener la cabeza fría en el peor de los casos, tienes habilidades increíbles y no me vengas con esas mierdas de que no es así... Eres un prodigio —lo mira con enojo e impotencia, no era justo que Kurapika lo culpe de abandonarlo así como así — Gon y Killua tenían mucho más potencial, incluso más que yo. Ya hemos hablado de esto... Me molesta que creas que desaparecí, ¿tratas de decirme que te abandoné?. Si te sentías así, ¿por que no me lo dijiste antes?

— ¿Por que tendría que hacerlo? —se acomoda la bata, frunciendo el ceño aun más —Ya tendrías una vida mejor luego de que me ayudaras. Creí que solo apareciste para dar tu última absurda ayuda para después marcharte, en el proceso creí que me dirías por que te ausentaste. Hasta llegué a creer que era por tus obligaciones —se cruza de brazos— respeto eso, de verdad tampoco me habría interesado más el tema de no ser por que se te ocurrió esa noche, darme de beber y tener relaciones

—¡Lo admito!, ¡¿bien?! —se acerca a solo milímetros de su cara— fue mi culpa, no fue correcto de mi parte insistir tanto en que bebieras. se que dijiste que no y aun así continué. ¡¿Eso querías oír?!. Lo siento

Kurapika aprieta los labios.

— Lo siento por ser un tonto, por no ser tan fuerte... Por no ser más que un simple cazador promedio con título simple ante tus ojos, como lo es de ser médico —toma las mejillas del rubio con suavidad— solo quiero que me creas, yo te amo. Se que la forma en la que te lo hice saber, fue muy tonta... No planeé que saliera así sin más...

Relajando los músculos, Kurapika serio, pero un poco más calmo, sube sus manos, hacia las que toman su rostro.

— Dime ¿por que?

— ¿Uh?

— ¿Por que no fuiste a verme?, entre toda la gente... No creí que fueras tu quien se marche. Llegué una vez a la conclusión de que era por lo negligente que era al demostrar mi amistad, yo también fallé y deposité una esperanza vacía en ti, pensando que no cometerías algo tan decepcionante como abandonar a un amigo, al igual que yo lo hice. No... Te culparía que lo hubieras hecho

— Ya te lo dije antes, no podría dejarte, Pika. Te amo, pero... ni si quiera era capaz de comprenderme en mi momento tampoco, yo te amo y te deseo... —una de sus manos pasan por la pálida piel de su cuello, Kurapika entre cierra los ojos con lentitud— quería darte esta vez, el espacio que buscabas. No quería precionarte, busqué la forma de contener mi emoción de tener junto a mi... creo...que el vino solo fue un pequeño empuje para demostrate cuanto te amaba, sin vacilar

Lo dedos del moreno, descienden hasta su clavícula, luego sube de nuevo, esta vez a la parte trasera de su cabeza. Jugando con su sedoso cabello.

— Tu... ¿Tu me amas? —le susurra despacio.

—... Si —confieza en un dulce y pícaro tono bajo.

Lo besó lento, con pausas para darle la oportunidad de alejar si así lo deseaba. Maldita sea, ansiaba probar esos labios color durazno desde hace dos días, como si fuera el dulce más delicioso que jamás antes había probado. La confesión de Kurapika no hizo más que alterarle los nervios, nublando la mente de ambos.

¿Que más daba si Leorio lo tocaba?, ya lo había hecho esa noche y no podía estar más de acuerdo en permitirle que lo hiciera de nuevo.

•••••

El intercambio de besos fueron con sin sentimiento fogoso que eleva la temperstura de ambos cazadores, el tacto masculino del pelinegro, se depositó en los brazos del Kuruta dando un suave apretón al agarre, ladeó su rostro para besarlo con mejor destreza haciéndolo sonrojar fuertemente, Kurapika corresponde a sus besos con la misma intensidad, tanto que su corazón se acelera a cada roce haciéndolo desplazar cualquier otra sensación fuera de la categoría pasional. Las manos de Leorio bajan traviesas por los brazos hasta parar en la estrecha cintura del rubio, Kurapika suspira en su boca. El más alto sonríe de lado y muerde su labio inferior, se separa un segundo.

No fue necesario añadir nada más, los dos sabían mejor ahora lo que deseaban.

Vuelven a juntar sus bocas, con el calor subiendo en sus cuerpos. Las manos palidas viajaron al pecho del joven médico para después acaririar y finalmente desatar la corbata de una vez. Para Leorio, fue una señal bastante clara, Kurapika ansiaba esto más a prisa... Esto lo excitó, sus falanges se situaron en el nudo de la bata de baño y tiró de ella para luego abrir la prenda y pasarla por sobre sus hombros; abandona la calidez de su boca y deposita besos y lamidas en su cuello. Kurapika gime por primera vez en la noche.

Con lentitud descienden lento de su cintura hasta las caderas, haciendo presión en ellas, choca sus intimidades. Ambos suspiran llenos de satisfacción, Leorio está duro, Kurapika lo puede sentir claramente, palpó sus glúteos y los masajeo en forma de círculos, los besos en cambio, llegaron de su cuello subiendo por su mandíbula, pequeños besos de mariposa caían por sus mejillas y labios. Se devoraban con tan entusiasmo que para este instante era imposible detener algo tan bueno. La cercanía hizo de las suyas, al rubio aun le quedaba la parte inferior de su bata mientras Paladiknight yacía únicamente en los pantalones de vestir, pues su camisa fue olvidada en el suelo unos segundos antes. Con su pecho y sus besos demandantes, Leorio fue haciendo que Kurapika retroceda de apoco, tanteando a ciegas el caminos hacia la cama. Una vez vez ahí, lo sentó con cuidado en el borde, un ligero sonido del despego de sus labios lo hizo entre abrir los ojos. El emisor se desabrocha el cinturón junto a la correa, viendo con extremo júbilo a su compañero.

Desde lo alto, Kurapika se veía jodidamente hermoso. Tan puro y tan tentador a la vez, su miembro estaba duro y amenazaba con salir de los bóxer; una vez retiradas ambas prendas, notó como Kurapika inconscientemente se mordía el labio inferior. Con una chispa de lujuria que lo abordó justo como aquella vez, lo toma del mentón y ambos entrecerrando los ojos, Leorio habla: — No sabes lo mucho que pensaba en ti, incluso desde antes de hacerte mío

— Leorio...

— Quiero que sepas... Que pase lo pase, aunque ninguno de los dos esté cerca... Yo te seguiré amando

— Silencio —susurró el Kuruta, viéndolo con un semblante suave— no digas nada más... No quiero pensar en un tal vez, solo quiero vivir este presente

Leorio conmovido ante ello, besó su mejilla.

— Nuestro presente, Pika

Oculta su rostro en el hombro del más alto. Una vez se dio su respectiva distancia, fue recostado casi en cámara lenta, mientras volvía a tomar posesión de su boca. Las manos del médico, vagan por sus piernas ascendiendo hasta sus caderas. Quitando la bata por completo, bajó por su quijada su cuello, su pecho y se detuvo a jugar con esos botones rozados.

—Ah~... —se remueve un poco, sosteniendo los brazos del más alto.

Lamió y mordió el pezón del rubio, cuando estuvo satisfecho con este, pasó a jugar con el otro, en el proceso, aprieta la cintura una vez más, baja de nuevo creando un camino húmedo por su saliva. Kurapika arquea la espalda, a diferencia de la primera vez, se darían el tiempo suficiente como para explorarse mutuamente.

La noche se hace más densa, así como los astros del cielo siendo testigos de cada muestra de cariño y suspiros llenos amor que ambos lanzaban. Leorio se incorpora después de unos minutos antes de abarcar el cuerpo más pequeño con el suyo, sus maños se colocan uno a cada lado de la cabeza del rubio, quien no duda en tomarlo de la nuca, bajando su cabeza guiándolo hasta sus labios. Entra lento, despacio... Jodidamente suave y profundo. Kurapika se rinde mordiendo el labio inferior del mayor sin causarle daño, esto activa la sed y excitación, Leorio lame su cuello para después dejar besos y marcas nuevas remplazando las huellas de hace dos días atrás, se mueve.

— A-Ah~ —su interior se contrae, Kurapika flexiona más sus rodillas hasta alzar un poco los muslos, Paladiknigh, besa el lado izquierdo de su pecho.

— Quiero... Oírte, dejame... Dejame oírte Kurapika —le susurra, aumentando el ritmo y la fuerza lentamente. El materializador suspira apretando las sábanas, encorvando la espina dorsal.

—Leorio... —pronuncia con dificultad. La mano izquierda del Kuruta se posa en su frente, tirando de sus propios cabellos rubios, para luego cerrar los ojos. Leorio aprieta los dientes sonrojado, se apega más al pecho del contrario.

— Más... Dilo —Insiste con lívido en su voz. Kurapika se siente derretir por ello, tanto que no controla su propio sistema y su mano libre se posa en los pectorales del médico, obteniendo una serie de embestidas salvajes y sensuales.

— ¡Ah...!~, ¡L-Leorio!

Y luego, las palabras en un idioma completamente distinto emergen de la boca del cazador de listas negras; Leorio supo que era la lengua maternal del Kuruta, por alguna razon, se le hizo aun más sexy aquello. Se acerca a su oído y le dice.

— Hablame...

Kurapika entiende esto y con una potente embestida, desposita su tacto en los hombros más fuertes del mayor. Lo hace.

— Daksh... su ter miet, so can dee~... (Maldita sea... Siento que ardo, mi piel quema) —gime estremeciéndose y retorciéndose entre sus brazos

Sonriendo de lado y seductor. Leorio toma las manos del rubio y entrelaza sus dedos con los de él, en ese momento. No existe nadie más que ellos dos, compartiendo las mismas sensaciones, la misma cama, teniéndose y devorandose a besos. Dos almas encontrándose juntas después de una década, en donde jamás debieron separarse y aunque al final pasó, su reencuentro era pieza clave para un nuevo futuro juntos, besando sus hombros, sustubo a Kurapika de las piernas y lo giró con cuidado, para que este quedara encima de él, montándolo. Abraza su cintura, el ojo gris se acerca contra él jadeando y el emisor no resiste en morder suavemente su pezón izquierdo. Kurapika se siente desfallecer en sus brazos, el choque de sus pieles no hacen más que aumentar el deseo desenfrenado cambiando una escena pintada de rosas y poemas tras cada caricia a uno completamente distinto, donde el desfoge sexual es lo único que puede saciar sus cuerpos hambrientos por la atención ajena. Leorio retoma su toque a los labios del rubio robando incluso su propio aire, albergando los sonidos indecorosos que el Kuruta soltaba con cada beso, era un espectáculo y a la vez, el mundo donde Paladiknight deseaba vivir por siempre.

Tras varios años separados...

Tras cada año postrado en una cama sin poder verlo y tocarlo...

Leorio no quería perder ese amor otra vez, ya no... Por que daría cada fibra de su ser para hacer feliz a Kurapika.

Aprovechando que el Kuruta mantenía los ojos cerrados, tomó su miembro y lo masajeó suavemente, Kurapika suelta un jadeo largo para después abrir los ojos y mirarlo cegado de pasión y amor. Pareciera que su cuerpo caería, por lo que coloca sus manos en los hombros del moreno.

No necesitaban más palabras para entenderse.

Por que sus corazones hablaban por si solos.

•••••

Cuando llegaron juntos a la cúlmine del placer, el menudo y níveo cuerpo del Materializador se dejó envolver por los antebrazos del pelinegro, quien lo veía con adoración y absoluta devoción. Kurapika estaba agitado, con los labios hinchados por los hambrientos besos de Leorio y más sintiéndose drogado por el efecto del orgasmo. Más pese a que recientemente lograron dar a conocer sus sentimientos, aun parecía un terreno frágil de pisar; aun así, la felicidad que ambos cazadores experimentaban era de tal manera que ya nada importaba. Leorio recupera el aliento primero, viendo el perfil del más bajo. Era lo más hermoso que jamás vería nunca, a veces no comprendía como un ser aparentemente tan puro y bello, sea a su vez tan reservado y gélido por ocasiones... Conocía a Kurapika bastante para saberlo, el rubio estaba ordenando sus pensamientos lo mejor que podía, no quería perder esa vista y comprendía que lo que menos desearía el Kuruta sería verse interrumpido en su momento de descubrimiento.

Quizá era por que a pesar de todo, Leorio no alcanzaba a alejar ese domo que lo encerraba así mismo hasta sumergirlo en la cobardía.

Por esa razón únicamente se limitó a verlo.

Amor.

Hay diferentes tipos de amor y distintas formas de amar. Pero hay una en general que promueve el verdadero significado de la palabra, Kurapika es su amor de adolescencia... Ese tipo de amor frustrado que suele mostrarte lo que pudo y no pudo ser, ese amor que te hace reír, pero también te hace sentir tan miserable en cuestión de segundos.

Un amor que no pensó antes que perduraría y trascendería por años. Hasta convertirlo en algo mágico, un fenómeno que ocurre cada mil años.

Y entonces, un dejavu se presenta en su cabeza.

Había un aire en el ambiente que se le hacía dolorosamente familiar.

Como si volvieran a reiniciar sus vidas en un nuevo renacer, una oportunidad más para remendar sus errores.

— ¿Por que me miras tanto? —pregunta el rubio con mesura, viendo fijamente con cansancio el techo café.

—... Creo... —suspira y sonríe levemente— me parece un sueño el tenerte aquí, entre mis brazos. No pensé que sería posible

El rubio lo mira esta vez.

— Cada vez que te veo, siento una necesidad tan grande de estar contigo. Me escucho como un idiota cursi pero, lo digo de verdad— acaricia los rubios cabellos del hombre entre sus brazos— verte me causa dolor, es... Extraño, me hace creer que no seré capaz de cuidarte

—Se como mantenerme bajo buen recaudo Leorio, aunque también posees habilidades aptas para salvarme si eso es lo que quieres confirmar —responde Kurapika con seriedad. Pero en el fondo sentía un peso considerable de culpa pues en parte, creía que ese pensamiento de inutilidad provenía por su indiferencia ante la ayuda de Leorio.

— Si... Ya lo sé —suspira— pero no es suficiente, quiero que te apoyes en mi cuando lo necesites, se que seria difícil que recurras a mi por que eres tan jodidamente testarudo que me dan ganas ahorcarte —detiene sus caricias para ver el techo ahora una vez más— se que sería sofocante velar por mi seguridad mientras haces tus cosas trucas —ríe— pero no lo necesito, quiero que veas de verdad de lo que soy capaz. Por que lo que más deseo es que no dejes de amarme

Ante tales confesiones, Kurapika entró en un breve debate interno otra vez, culpar a Leorio por una ausencia para nada justificada pero tampoco reprochable, no era correcto. Quizá nunca sabría a donde fue todo ese tiempo, pero tendría que comprender que también tenía una vida; y que ahora le diga todo esto después de hacer el amor... Era... Contraproducente.

Necesitaba asegurarle al médico que no era así. Siempre le sería útil, por que era él, era Leorio. Nadie se asemejaría a él ni en un millón de años, no importa los privilegios, la sangre derramada... Si Leorio estaba ahí, nada más era relevante.

Cuando el moreno percibió como las sábanas se movían al igual que el peso casi irregular del colchón volvía casi a su estado normal, entró en pánico. Tal vez molestó a Kurapika con su palabrería, demonios. Sin embargo, no pasó nada, el Kuruta estaba sentado a su lado dándole la espalda. Leorio tensó el gesto pensando erróneamente en que metió la pata y este se iría en cualquier instante, aun si el rubio no parecía mover ni un solo músculo.

De pronto...

— Tomame

—¿hm?

Kurapika voltea con un brillo escarlata en sus iris, hasta pocisionarse encima del emisor. Coloca una mano al costado de la cabeza de este y la otra en su fornido pecho.

Lo besa profundamente. Leorio quedó sorprendido por el gesto.

Duró unos segundos antes de tomar una distancia pequeña, de han solo dos milímetros.

— La capacidad de expresar lo que siento es completamente distinta a la tuya. No me verás siendo demostrativo y fantasear todo el tiempo... —acaricia la mejilla del moreno— pero soy capaz de ruborizarme con tus palabras, puedo dejarme caer en tus brazos si así lo quiero. Soy capaz de besarte de vuelta y devolver las sonrisas que me brindas... No seré apto para expresar con palabras lo que quieres escuchar de mi, pero puedo entregarte más que dos palabras por medio de acciones

— K-Kurapika...

— Tienes esta noche y las demás para demostrarme lo que tú sientes por mi. Y yo... —se sonroja fuertemente— yo puedo usar esta noche para que veas más allá de un simple hombre roto y consumido por sus propios demonios

Paladiknight una vez vio como el Kuruta lo miraba con honestidad bajo esos felinos ojos, su mano pasa por su cabello dorado hasta colocarlo detrás de su oreja con suavidad.

Tomando la cintura del menor, lo recuesta en la cama, los muslos pálidos y lechosos se abren lentamente, mientras por su lado Leorio se abre paso entre sus piernas con delicadeza; Kurapika suspira con satisfacción al sentirlo dentro. El emisor pasa su mano derecha entre sus cabellos negros y los arrastra pausadamente. Una imagen realmente sensual ante los ojos del cazador de listas negras.

— Te amo —le dice el joven médico, antes de empezar un nuevo encuentro tan íntimo y significativo para ambos.

Querer es fácil...

Amar... Es un tema completamente diferente...


Continuará:....

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