16. ¡No, tío!

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— Dios dice que perdonemos a nuestros enemigos, pero yo no estoy muy seguro de querer perdonar a...él.

Toda su vida Aidan escucho miles de predicaciones y sermones sobre el perdón: perdonar las ofensas, las mentiras, el robo o la infidelidad pero no muchos hablaban de perdonar a alguien que hizo tanto daño; la única predicación el respecto que recordaba hablaba de una chica que fue violada por un pariente y lo perdono porque era mudo, y sentía lastima por él; luego investigo mejor la noticia y convenientemente al predicador se le olvido mencionar que tras perdonarlo termino por violarla en una segunda ocasión, ocasión en la que quedo embarazada y como su cuerpo no estaba listo para dar a luz termino muriendo, la justicia como siempre favoreció al abusador, ahora era mudo y padre, debían tener compasión y aún así para la fiscalía fue una sorpresa cuando termino abusando al bebé resultado de la violación, como siempre la familia no hizo nada y la criatura murió. Su castigo fue casa por la cárcel solo cinco años. 

Aidan se sentía mal, cada vez que pensaba en su situación imaginaba a Dios mirándolo con desaprobación al notar que él no perdonaba como su santa palabra lo mandaba, ¿pero debía hacerlo? ¿Era realmente necesario? A veces imaginaba a su ángel guardián suplicándole de rodillas que lo hiciera, sino no obtendría paz o algo similar, para después amenazarlo con un arma exigiendo que perdonará a su abusador. El chico odiaba su imaginación por ello.

— El perdón es una decisión personal, Aidan, sí, lo mejor sería perdonar, pero solo si sientes que eso te va ayudar, Dios no te pondrá un revolver en la cabeza ordenándote que lo perdones — el chico no pudo evitar palidecer, ¿acaso su tío tenía poderes psíquicos? —, si sientes que otorgarle el perdón a Günther te ayudará, adelante, perdonalo, pero entiende que el perdón no significa olvidar e ignorar lo que paso, siempre estará allí, siempre, perdonar no significa olvidar, solo aceptar lo que paso, romper el victimismo y pasar de victima a sobreviviente — el doctor Stilinski anotó algo en su libreta, cosa innecesaria según Aidan por la cámara y grabadora que monitoreaba cada sesión —, el perdón podría ayudar con el proceso, pero no es algo esencial — el hombre se sentó más erguido y comenzó a golpear la punta de su lapicero con la libreta, pareciendo algo nervioso —. Creo que estás confundiendo un poco las cosas, Aidan, perdonar no es sinónimo de reconciliación, al igual que el proceso de curación perdonar a Günther va a ser un proceso lento.

— ¿Y si no lo quiero perdonar? — Aidan esperaba gritos de decepción, hostigamiento e incluso que el doctor Stilinski le impusiera perdonar al causante de sus muchas calamidades.

— Fantástico — exclamo con los ojos muy abiertos y brillantes a través de sus gafas —, si no te sientes seguro de querer perdonarlo no te fuerces a ti mismo a hacerlo, si no quieres hacerlo no lo hagas — el hombre se relamío los labios, ajustando sus lentes de alambre en su nariz —, sé que no debería decir esto porque en este preciso instante soy tu psiquiatra, pero como tío te digo: dejalo pudrirse en el infierno, no merece tu perdón — el hombre subió y bajo los hombros, girando la cabeza de un lado a otro, provocando el traqueo de sus huesos — ¡Uf! ¿Cuánto tiempo llevo sentado? ¿Te molesta que el resto de la sesión sea de pie?

— Adelante — Aidan sospechaba que la razón por la cual el hombre le daba la espalda era para esconder sus lagrimas, todavía seguía asustado por su breve desaparición, de forma imprevista el doctor Stilinski lo tocaba y miraba fijamente, como si creyera que en realidad era solo una imaginación, el muchacho supuso que estaba así porque aún no creía que estaba con él, a lo mejor pensaba que estaba muerto en alguna zanja o similar, solo parecía aterrado por la idea de perderlo.

— Porque no hablamos de algo más, hace tiempo que quiero tocar el tema de tu autolesión — el doctor Stilinski se dio la vuelta y regreso a su asiento, de repente el dolor de sus huesos desapareció.

— Yo...no, no quiero hablar de eso — admitió avergonzado.

— Aidan, este es un espacio seguro, sé que a veces se me sale lo mandón y entro en modo "tío", pero ahora soy tu psiquiatra y psicólogo, nada que yo haga te puede dañar.

— No es que desconfíe de ti.

— ¿Entonces cuál es el problema?

— No es por ti, deberás, es que...— Aidan bajo la cabeza y levantó la mano señalando hacía la cámara —, no quiero que mamá vea las grabaciones.

— ¿Piensas que voy a usarlas en tu contra? — pregunto sorprendido. 

— No, sé que ella hará algo, tal vez bueno, tal vez malo, solo no quiero hablar de eso con alguna clase de registro — el doctor Stilinski se puso de pie y apagó la cámara, detuvo la grabadora y volvió a sentarse.

— Grabo las sesiones para saber cómo ayudarte, a veces es necesario alguna opinión externa, pero eso tu ya lo sabías, varios de mis colegas han visto tus sesiones con tu permiso.

— Lo sé, pero a ellos nunca los conoceré o al menos no serán parte de mi vida constante, no pueden juzgarme o salir heridos por lo que digo, ella sí, te di el permiso de grabar mis sesiones contigo, tío, pero...esta no, mamá es bruja, ella lo sabe todo. 

— Ya esta apagado todo, ¿quieres hablar? 

— Nada de lo que diga se lo contará a mamá, ¿verdad?

— Nada de lo que digas saldrá de esta sala.

— Eso no fue lo que pregunte, mamá sabrá algo, ¿Sí o no? — Stilinski frunció los labios, ¿acaso su mejor amiga tendría que ver con el malestar de su hijo?

— No, ella no sabrá nada que tu no quieras que se sepa.

— ¿Y si no quiero que ella se entere de todo?

— Entonces no se enterara, con algunas excepciones — Aidan dejo caer su espalda contra su asiento, decepcionado porque el doctor Stilinski no podía decir <<Ella no sabrá absolutamente nada>> y ya —, eres menor de edad y si dices algo preocupante o que atente contra tu vida, dignidad o derechos debo decírcelo, ese mi deber profesional.

— ¿Y su deber conmigo? ¿Qué hay de eso? — el chico tiro de su mandíbula hacía arriba, tensionando los huesos de su cuello, conteniendo sus deseos de llorar, otra decepción, pensó —. Adelante, pregunte lo que quiera.

— No, no pareces listo para eso — lo mejor sería contarle lo básico y ya, el hombre no descasaría hasta interrogarlo sobre el tema, si no era ese día sería el siguiente, sino el siguiente después del siguiente pero no lo dejaría pasar.

— Comencé a cortarme porque era una forma de liberar el dolor, leí una vez que eso provocaba placer, nunca sentí placer, el agobio mental era tan grande que tuve que hacer salir el dolor de alguna forma, dolía, pero era un dolor que no se podía sentir, al menos no físicamente, por eso lo hice — Aidan se cruzo de brazos y mordió juguetonamente sus labios —, necesitaba dejar salir el dolor de alguna forma. Desahogarme — exclamo con un suspiro, sintiéndose repentinamente más liviano, hasta el momento no se había percatado de la soga en su cuello, asfixiándolo poco a poco, ahora podía respirar, no en su totalidad pero si un poco mejor.

— ¿Por qué no intentas escribir? Recuerdo cuando participaste en ese concurso de cuentos infantiles, tenías 4 años pero le ganaste a todos, incluso algunos acusaron al concurso de fraude, no había forma que un niño tan pequeño ganara ese concurso, pero tu lo lograste — era un recuerdo bonito, su colegio había hecho un concurso, todos lo grados podían participar, el tema era libre y cada cuento debía ser original, Aidan aún se sentía orgulloso por haberles ganado a los niños de quinto grado, pero aún más fue su orgullo cuando pudo viajar a otra escuela para competir con los otros ganadores, todos niños más grandes que él, pero logró vencer y llevarse la medalla de metal con papel dorado a casa, no recordaba dónde estaba guardada, pero en ese momento quería tenerla entre sus manos.

— Hace mucho que no escribo — no sabía el motivo por el cual dejó de escribir, pero ya no se sentía capaz de hacerlo, escribía cuando estaba feliz, ¿Qué podría escribir estando triste?

— Intentalo — el doctor Stilinski saco un cuaderno —, es una forma mucho más sana de desahogarte, a lo mejor e incluso logras escribir otra obra maestra como aquél cuento, ¿de qué trataba? Lo he olvidado, pero recuerdo que trataba de un gato, pasaste todo un mes hablando de tu historia — Aidan sintió los deseos de sonreír, recordaba todo: los aplausos, las felicitaciones, su tía Alma llevándolo al final del concurso en el otro colegio, todo; era cálido recuerdo, algo que lo hizo sentir feliz y satisfecho, pero su felicidad fue erradicada en el momento en el que se dio cuenta de algo.

— Yo...no lo recuerdo — admitió asustado — ¿Por qué no lo recuerdo? ¡Es algo muy especial para mí! ¡No lo recuerdo! ¡No lo recuerdo! ¿¡Por qué no lo recuerdo!? — al darse cuenta de que estaba a punto de sufrir otro ataque de pánico el hombre envolvió el cuerpo de su sobrino, arrullándolo y soplando pequeñas brisas en su oído, una forma que ya había comprobado que funcionaba para relajarlo.

— Todo esta bien, todo esta más que bien, nada malo pasa, esta bien.

— ¿Por qué no lo recuerdo, tío? ¿Por qué? ¡Dijiste que mi mente solo bloqueo recuerdos traumáticos! 

— El cerebro es algo muy complejo, quizás no lo recuerdas porque eras muy pequeño y no tiene que ver con la amnesia — el doctor Stilinski dedico los siguientes 20 minutos en calmar a Aidan, el niño temblaba entre sus brazos, completamente asustado y se aferro a su tío hasta poder calmarse — ¿Te sientes mejor? — pregunto el doctor Stilinski al soltarlo, Aidan asintió mirando la puerta del consultorio, rogaba a Dios no haber hecho tanto ruido, temía haber sido escuchado por Dan — ¿Estás seguro de qué quieres volver a clase? Podemos terminar tú último año escolar de manera virtual, como antes.

— Sí, no quiero que Dan piense que no estoy bien.

— Pero no estás bien.

Aidan se encogió de hombros restándole importancia a la situación, siendo seguido por su tío bajo las escaleras encontrando a Dan en la sala, desayunando mientras miraba la televisión. El doctor Stilinski se detuvo en el ultimo escalón y se cruzo de brazos, bastante decepcionado por la repentina visita del joven, sospechaba que no estaba allí por medios legales.

— Daniel, ¿Tienes algo qué decir?

— Rica sopa, doctor — dijo el chico, sintiendo la mirada del hombre cual dagas sobre su cuerpo.

— Hablo de tu inesperada visita.

— Culpa de él — Dan señalo a Aidan, eximiéndose asi mismo de sus pecados.

— ¿Yo? — pregunto Aidan alterado, temiendo ver a su tío enojado otra vez.

— ¡Sí! ¡Tu me llamaste de madrugada! Balbuceaste algo sobre unas cadenas, un concurso, helado y te pusiste a llorar rogándome que viniera, que me necesitabas y amabas — Dan termino de vaciar el plato, luciendo orgulloso de que el niño lo amara y buscara incluso cuando estaba inconsciente, continuando con su confesión, aunque Aidan no recordaba nada —, rogándome que viniera o que te quitará las cadenas y no dejará que un gobernador te hablará, ¿algo así? No recuerdo bien, dijiste tantas cosas que solo entendí la mitad.

— Debió haber sido por las drogas y el alcohol — murmuro el hombre todavía sin procesar la forma en la que el niño llego a él la noche anterior, si el tal Anthony no fuera menor de edad lo metería a la cárcel a pagar pena capital.

— Espera, ¿qué? — la cabeza de Dan se giro como un resorte, mirando con desconcierto a su amigo — ¿Consumes drogas? — las orejas de Aidan eran tan rojas como el mismísimo mar rojo, se apenaba por su comportamiento, sobre todo por haber quedado drogado de forma involuntaria.

— ¿Tus padres saben que estás aquí? — Aidan agradeció que el doctor Stilinski cambiara el tema.

— Claro que yes, hasta me pagaron mi boleto de autobús. 

— Como sea, llevare a Aidan a clases y más te vale irte antes de que regrese.

— ¿Qué? ¡No! ¡Vine a darle apoyo moral a mi amigo y no me iré hasta que Aidan vuelva a hacer el mismo de antes! — Dan se puso de pie y tomo la mano de su amigo, no había gastado los ahorros de un año para alejarse nuevamente de su compañero de travesuras —. Si me quiere separar de él, ¡Tendrá que matarme, doc! — el mencionado levanto una ceja, Dan se asusto al pensar que estaba considerando la opción, pero en realidad el hombre pensaba en cuánto tiempo y cuantos sedantes tendría que usar para enviar al chico a cierto lugar, un lugar donde no los volviera a molestar.

— Puedo ir a clases yo solo, tío — Aidan tomo su mochila, se despidió de su amigo con un abrazo.

— Si desaparezco ya sabes quién fue el culpable — susurro Dan al oído de Aidan.

— Bobo — respondió Aidan, sintiéndose mucho mejor, la mera presencia de Dan era alentadora.

— ¿Seguro que puedes ir solo?

— Sí, además recuerda que Dan es el amo de la destrucción, no olvides como rompió el arpa en la iglesia, temo por tus posesiones, hay demasiadas cosas... — Aidan echo una mirada rápida a la casa — rompibles aquí.

— Que Dios te bendiga, dulce sobrino — el doctor Stilinski se despidió de Aidan pero al cerrar la puerta encontró al destructivo amigo de su sobrino poniendo sus manos en la preciosa cristalería herencia de su difunta abuela — ¡No! ¡Dan no toques esa vajilla! 



Aidan pensaba que al faltar a clases tanto tiempo estaría demasiado atrasado, de solo pensar en todos los temas nuevos que debía procesar su cabeza dolía, pero para su dicha la educación publica había hecho de las suyas y sus profesores mal pagados, sin seguro y en un ambiente laboral tan precario no habían hecho más que ordenar investigaciones que ni siquiera revisaban. Su regreso a la escuela fue más que decepcionante, no era que esperaba ser recibido al estilo de High School Musical pero por lo menos que algún profesor notará su ausencia, pero ni ellos con las listas de estudiantes se percataron de ello, ¿Tan insignificante era? Fue un descubrimiento deprimente pero también positivo, por un lado a nadie le importaba y no era el protagonista de la historia como ingenuamente pensaba, solo era el típico personaje depresivo sin diálogos que se pierde en el fondo de la escena, en el otro significaba que podía relajarse, al fin y al cabo a nadie le importaría si saltaba de un puente.
Las clases pasaron sin pena ni gloria y antes de que el niño se diera cuenta ya era hora de salir. Nadie lo notó. Aún no estaba seguro si eso era bueno o malo. 

— ¡Hola! — el chico salto sorprendido al sentir una palmada en su espalda, encontrándose con la chica de ojos maquillados cual mapache — ¡Por fin volviste! La escuela no es lo mismo sin ti.

— ¿Notaste que regrese, Tyline? Que bien, comenzaba a sospechar que era un fantasma — la chica rodeo la cadera de Aidan abrazándolo con ambos brazos, parecía preocupada, el chico por otra parte quería empujarla y salir corriendo, odiaba ser tocado sin permiso.

— Perdón — Tyline pronuncio esas palabras con gran pesar, recargando su barbilla en el hombro del muchacho —, no sabía qué eras tan susceptible a las drogas, de haberlo sabido te sacaba de allí, no fui una buena amiga.

— Ay, no, dime que no hice nada loco — Tyline se separo pero no soltó el brazo de Aidan, envolvió ambas manos sobre su muñeca y comenzó a balancearlo de un lado a otro, haciendo tintinear las pulseras que el chico usaba sobre sus vendajes.

— Esta bien, no te lo diré — ¿Qué era mejor? ¿Saber las cosas vergonzosas que hizo o por el contrario vivir con la incertidumbre? —, en otras noticias no veremos a Tony por un buen tiempo, esta de luto — Aidan se deshizo del agarre de Tyline, mirando a la chica aterrado.

— ¿Alguien...alguien murió? — Tyline asintió, poniéndose seria.

— Era maravillosa, el amor de la vida de Tony.

— ¿¡Roxelana murió!? — pregunto alterado, imaginando a la chica en una morgue y a Tony sollozando al lado de su pálido cadáver.

— Dije "el amor de su vida", Rox no esta ni cerca de ser el amor de Tony.

— ¿Entonces? ¿Quién murió? — Tyline bajo la cabeza y con voz sombría dijo:

— Leticia nos abandono — y al levantar la cabeza comenzó a reír — ¿Asustado, Potter?

— ¡No hagas eso! Pensé que alguien había muerto — un tema del que no se suele hablar, al menos no con la regularidad que debería era el culpar a la victima: de alguna manera la masacre y su propia violación era su culpa; debió haber sabido quién era Günther realmente, no provocarlo o como algunas personas decían <<Dejarse fornicar por el bien de los demás>>, según esas personas Aidan debió haber entregado su cuerpo a total disposición de Günther, sacrificarse por el bien común, mantener a la bestia controlada mientras rompía su pequeño cuerpo en desarrollo, en miles de pedazos, romperlo por completo, vivir ahogado en el asfixiante y agónico "amor" que su victimario sentía por él, todo mientras los demás vivían en paz, el muchacho no creía tener la capacidad de soportar otra vida cuya perdida era su culpa.

— ¡Y murió! Leticia quedó destruida después de chocar contra el porche de una casa, Tony amaba esa moto, ¿sabes? — claro que lo sabía, Leticia era la niña de los ojos de Tony, su amada compañera y auxiliar en borracheras, el joven se sintió un poco mal, la descripción del doctor Stilinski sobre el chico que lo había llevado concordaba con la de Tony, esperaba que no hubiera perdido a Leticia por su culpa —. Espera, tienes el bolso abierto — el chico se detuvo y dejó que Tyline lo ayudará, pero en vez de cerrar su bolso sintió las manos de la chica sacando algo — ¡Que lindo cuaderno! ¿Dónde lo compraste? — Tyline abrió las páginas de aquél cuaderno artesanal y eco friendly que el doctor Stilinski le había dado, era lindo: una imagen entrelazada del sol y la luna; una bonita pero nada sutil alegoría a su familia; Haza era la luna, de seriedad impecable, centrada y siempre analítica; Aidan el sol, alegre, empático y con la capacidad de iluminar el día de cualquiera...al menos así era el viejo Aidan, el nuevo ni siquiera era un satélite, el nuevo Aidan era solo un meteorito, un pedazo de roca vagando sin rumbo por la inmensidad del espacio.

— No lo sé, mi psiquiatra me lo dio.

— ¿Y para qué?

— Para desahogarme.

— Ya veo, Tricia nos da algo parecido — Tyline levantó la muñeca y reveló una liga de caucho atada en ella, apretando de forma ligeramente dolorosa la piel, enrollándose junto algunos de vellos del brazo de la chica, se veía incómodo —. Tricia dice que es mejor esto, cada vez que estoy triste o siento que voy a explotar tomó la liga y la retuerza en mis dedos, es muy relajante — explico la joven, haciendo una demostración, al terminarla Tyline se quitó la goma elástica y la extendió a su inestable acompañante —, ten, inténtalo — Aidan la tomó, notando que estaba algo desgastada.

— ¿No la necesitas?

— Aidan, soy mujer, necesito controlar estas greñas — Tyline señaló su cabello, el cual estaba perfectamente lacio detrás de sus orejas, sujeto con algunas pinzas negras —, tengo un millón de ligas.

— Gracias, supongo.

— ¿Ya has pensado que vas a escribir? — Tyline abrió su propia mochila y de el bolsillo pequeño sacó una goma para el cabello, antes de guardar el cuaderno y cerrar el bolso.

— El doctor Stilinski me dio este cuaderno para escribir mis emociones, pero mejor escribiré mis oraciones, últimamente se me ha hecho muy difícil hablar con Dios, sé que no es cierto, sé que Él es perfecto y que todo pasa por una razón, pero a decir verdad siento...siento que Dios me falló.

— Porque no te protegió de tu abusador — razonó Tyline.

— ¿Lo entiendes?

— No soy religiosa, pero también sería un shock para mí si algo similar me pasará, más cuando creces con promesas de protección eterna.

— Bueno, en la biblia dice que no todo será color de rosas, habrán pruebas pero Dios siempre estará con nosotros — Aidan tomo sus dedos entre si, mirando las rocas y gomas de mascar pegados al irregular suelo por el cual caminaba —, pero cuando pienso en esa clase de pruebas...me imaginaba las cosas distintas, más..."soportables".

— ¿Cómo qué? — pregunto Tyline atándose el cabello en una coleta alta.

— Como perder un trabajo, alguna ruptura familiar, malas inversiones, enfermedades, cosas así, no recuerdo mucho de lo que paso, solo estar rogando, aún no sé si rogaba a mi abusador que me dejará o a Dios para que me cuidara.

— Lo lamento, realmente lo siento — Tyline coloco sus manos en el hombro del chico y acaricio sus piel a través de la tela del suéter, hacía tiempo que Aidan no sentía el calor de una caricia genuina, sin intenciones ocultas tras un mensaje de aliento, solo querer reconfortar y ya.

— ¡Hey! ¡Rogelio Bautista De La Santísimas Trinidad! ¿A dónde vas? — la voz de Dan saco a  Aidan de sus pensamientos, de la misma forma en que el día escolar paso sin pena ni gloria su charla con Tyline hizo que las cosas fueran rápidas, no notó que se encontraba a un par de casas de la del doctor, si no fuera por Dan que gritaba desde el balcón del segundo piso seguiría caminando sin destino, completamente encantado de poder charlar con alguien que lo entendiera, Tyline lo entendía, ella no veía solo a un chico abusado, veía a una persona, a un ser  humano, era extraño y agradable volver a ser considerado un ser vivo con sentimientos, y pensamientos propios.

— ¿Rogelio? — Tyline portaba una sonrisa, ¡Una sonrisa! Aidan no lo había notado pero Tyline lograba sonreír, si ella podía hacerlo significaba que él algún día también podría, ¡Algún día volvería a sonreír!

— La mamá de Dan piensa que si le pones un nombre corto a tu hijo será bajito, por eso me dice Rogelio, haber si crezco un poco — explico Aidan con la esperanza recorriendo cada parte de su ser, una inspiración, Tyline sería su inspiración para mejorar, un pequeño vistazo a su futuro.

— Pero Dan es nombre corto, incluso más que Aidan.

— En realidad su nombre completo es Damián Daniel De Las Bermudas Salazar Gutiérrez Casimiro Baldosa, Dan es solo un apodo.

— Vaya, ahora entiendo porque es tan alto — comentó Tyline —, pero Aidan — nuevamente su mano se poso sobre el hombro del muchacho, un escalofrío recorrió todo su cuerpo, pero no la aparto — no tiene nada de malo ser bajo, entre pitufos debemos apoyarnos — Tyline dejo de tocar a Aidan, ocultando sus manos detrás de su falda —, en lo personal me gustas así, no quiero romperme el cuello intentando hablar con alguien, es lindo hablar cara a cara con un amigo — la chica siguió su camino, agitando su mano a la distancia.

<<Un amigo>> creía que hacer nuevos amigos sería imposible, no recordaba cómo lo lograba antes, era tan fácil, casi como respirar, no tenía que hacer nada, las personas llegaban solas, pero ahora...incluso intentar hablar era doloroso. Tyline parecía ser una indirecta viviente enviada por Dios, era un mensaje claro y conciso: todo mejorará.

El chico retrocedió las casas suficientes y al llegar frente a la del doctor se percato que varias patrullas estaban estacionadas frente al jardín, con temor entro en la casa, esperando ser recibido por regaños, tanto de la policía como de su tío, pero cuanta no fue su sorpresa al ver que a quien regañaban era a Dan.

— ¿Por qué la policía está aquí? — Aidan apretó su mochila, al notar que uno de esos oficiales era el que lo había estado acosando, al percatarse de la presencia del muchacho el policía palideció, notando que si el doctor Stilinski tenía bajo su cuidado a esa persona que tanto había estado molestando su carrera estaba en peligro, el hombre se excuso para regresar a la patrulla, quedando solo el otro policía, al pasar al lado de Aidan hacia la salida el hombre le dedico una mirada angustiosa, rogando que no dijera nada, el chico por su parte no lo miró, temía que él quisiera dañarlo.

— Porque tu amigo fue reportado como desaparecido hace unas horas.

— ¡Dan, dijiste que habías pedido permiso! — reclamo Aidan a su amigo.

— ¡Lo hice! Le pregunté a mi papá: un ronquido significa sí, dos significa no; ¡Él dijo que si! 

— ¿Tus padres estaban dormidos cuando les preguntaste?

— ¡Aidan llamo de madrugada! ¿Qué podía hacer? ¿Levantarlos? ¿Sabes lo que haría mi padre si interrumpo su sueño de belleza? — Dan negó, completamente indignado por la sugerencia — Ah, ah, quiero vivir hasta los 30, muchas gracias — el doctor Stilinski paso sus manos por su cabellera, esos niños le quitarían el cabello que con tanto esmero cuidaba.

— Llamaré a tus padres para que vengan por ti.

— ¡No, doctor! ¡Por favor, no! — rogó Aidan, aferrándose a su amigo — ¡Deje que Dan se quede, por favor!

— ¡Si, doc! No sea mala leche — Dan imito la acción de Aidan, no lo dejaría solo, su voz llena de angustia, sus sollozos y sus palabras incoherentes seguían circulando en su memoria, nunca en su vida imagino escuchar a su buen amigo así, temía nunca más volver a verlo, al menos no con vida.

— Ni lo intenten, esa cara de perrito regañado no me va a convencer.

— ¡Puedo ser de ayuda! ¡Seré su secretario y lo ayudaré con sus pacientes! — se ofreció Dan, de ser necesario haría el trabajo de limpieza con tal de no dejar a su amigo solo, no otra vez.

— ¡No! Punto final — el hombre se dio la vuelta para llamar a los padres de su invitado no deseado, pero una tímida vocecita suplicante lo detuvo.

— ¡Por favor, tío! — Aidan lo estaba llamando "tío", titulo que ni antes de la masacre le había dado, siempre lo llamaba "doctor Stilinski", el hombre mentiría si no admitiera que era una sensación agradable ser reconocido como un miembro importante de la familia, amaba que el niño lo llamará tío, un instinto paternal que no sabía que poseía despertaba cada vez que la voz de Aidan lo llamaba de esa forma.

El hombre se detuvo y contemplo a ambos niños: las lagrimas se asomaban por los ojos de Aidan; al verlo así, aferrado al único amigo que le quedaba el hombre supo que no podría hacerlo llorar, no podía.

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