19. Dios no lo permitió

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Cuando Aidan era niño sentía que era el consentido de Dios, su hijo amado y el niño de sus ojos, creía que todo iba a estar bien, que todo sería felicidad para siempre.

Pero ahora con su cuerpo destruido y su alma mutilada lo dudaba, ¿Acaso Dios se había olvidado de él? ¿Lo había abandonado en un rincón como los demás en busca de otra luz brillante que amar?

Aidan nunca había experimentado ser el compañero "sobrante", desde que tenía memoria en los trabajos en clase sus compañeros se peleaban por estar en su grupo, gritaban en sus oídos sobre sus talentos para ser admitidos en el grupo <<Yo soy bueno dibujando, ¡Haré la cartelera!>>, <<¡Yo tengo bonita letra! Dejame estar en tu grupo y escribiré la información>>, <<Yo hago la investigación>>, <<Yo soy bueno pateando, ¡Inclúyeme en tu equipo y los haré ganar!>>, <<Seré el mejor portero de todos, confía en mí>> pero sin importar cuanto lo deseará el niño no podía incluirlos a todos en sus grupos, todo por culpa de la manía de los profesores de poner un limite, al final siempre quedaba alguien solo, un "sobrante", un niño o niña tímidos, solitarios o con alguna característica que los dejaba fuera de lo "común" para un grupo de infantes prejuiciosos, siempre quedaba alguien solo, Aidan veía a ese niño o niña mirando al suelo, conteniendo las lagrimas por ser <<nuevamente>> dejado a un lado, veía sus labios temblando mientras la maestra le decía que hiciera el trabajo solo o lo mandaba a un grupo al azar, un grupo donde sabía que no era deseado o requerido, grupo en donde sería apartado de las charlas e ignorado por los chistes. Haza casi siempre era esa niña, su hermanita pesé a su talento nato para hablar era abandonada por sus compañeros. Durante dos años consecutivos Aidan tuvo que arrancarse el corazón y separarse de su amada gemela, todo porque ahora era parte del grupo "superdotado" y las clases eran más avanzadas, y difíciles, tuvo que ver como era su hermanita quien miraba al suelo con los ojos llorosos preguntándose porque siempre la dejaban de lado, descubrió más tarde que era porque formaba parte de los "fenómenos" de la clase, todo por ser más grande que los demás y aunque para Aidan su hermana era adorable para los otros niños no era más que una niña gorda que no podía correr tan rápido detrás de la pelota.

Pese a ser un niño en ese entonces entendía lo doloroso que debía ser para su melliza contemplar a los demás jugar y charlar mientras ella estaba sola en rincón. Cuando estudiaban juntos Aidan siempre incluía a Haza en todo, pero gracias a la avaricia de su madre por tener  a un hijo en clases avanzadas para poder postular a una beca tuvo que dejar a su compañera de matriz atrás, la niña le había rogado de rodillas a su madre que no permitiera que adelantarán a Aidan de curso, presintiendo que perdería a su único amigo y su único compañero si lo hacía, pero Evangeline se negó, alegando que eso era lo mejor para el futuro de su hermano.

Si Aidan pudiera cambiar el pasado, cambiaría muchas cosas, demasiadas, pero en especial no dejaría a su hermana sola. No permitiría que fuera ella quien se quedará apartada de todos, en un rincón, mirando algo que solo podía anhelar: tener amigos. Ahora era él quien contemplaba con añoranza a sus compañeros jugar o charlar, ahora él quien estaba en el rincón, mirando al suelo, apretando los puños para no llorar.

A falta de amigos Haza comenzó a amar la soledad, Aidan no entendía cómo su hermana podía disfrutar de la soledad, el niño solo deseaba volver a ser amado, a sentirse querido y deseado, recibir sonrisas amigables y comentarios amables, jugar, reír, saltar y gritar o solo poder mirar a su alrededor, contemplar todas esas miradas y alegres sonrisas, y saber que lo querían, aunque fuera una mentira. Aidan solo deseaba volver a sentirse querido y protegido. Deseaba, anhelaba, no, NECESITABA que alguien lo abrazará, un abrazo genuino y le hiciera sentir que todo estaba bien, que lo acariciara con sus manos en cálido abrazo lleno de amabilidad y cariño. Aidan solo quería que alguien le dijera que todo iba a estar bien y que si no lo estaba esa persona estaría a su lado para cuidarlo, y apoyarlo en su momento de necesidad. Sonaba egoísta, tenía un circulo de apoyo que de una u otra manera lo cuidaría, aún así se sentía tan solo, tan vulnerable, deseaba volver  a ser el Aidan de antes, ese niño que confiaba en todos y en todos, ese niño risueño que siempre estaba rodeado por amigos que no hacían más que desearle buena voluntad y aunque la mayoría resultaron siendo falsos al menos lo hicieron feliz, y sonreír. No le importaba quién fuera, solo necesitaba sentirse protegido.

Se imaginaba recostado en su cama, no en la cama de la casa del doctor Stilinski, no en la cama de la casa de sus padres, solo en su cama, en su cama junto a la ventana, con el sol dando sus últimos respiros y alguien, quien fuera, acariciando sus mejillas mientras limpiaba sus lagrimas, mirándolo con cariño y añoranza, acariciando sus mejillas con una mano y abrazándolo de la cintura con la otra mientras posaba gentilmente sus labios sobre su frente y mirándolo a los ojos le decía "Todo va a estar bien".

Todo estará bien, lo estará y yo estaré contigo, para que así todo esta bien y si no lo esta yo estaré allí para hacerte sentir bien. Lo prometo.

¿Acaso era imposible? ¿Volver a sentirse "normal"? ¿Volver a sentirse bien? Aidan lo deseaba, lo añoraba con cada fibra de su frágil cuerpo, necesitaba sentirse bien en su propia piel, cada día era un martirio y aunque tenía a Dan, al doctor Stilinski, a Haza y a sus otras hermanas se sentía solo, no sabía cuándo comenzó a pensar así, pero sentía, desde el fondo de su maltratado corazón, lo sentía, sentía que ellos en realidad solo lo quería por la conexión genética y emocional que había, de no ser así le darían la espalda como todos esos niños que ingenuamente pensó eran sus amigos, como esos adultos que siempre le sonreían, alabando su inteligencia y pidiendo tutorías gratis para sus hijos, preguntándole cómo hacía para obtener tan buenas calificaciones o ser el primero en deportes. Lo sabía, aunque lo intentará ignorar lo sabía. Lo sabía, lo sabía, lo sabía y Günther también lo sabía, por eso no dudo en tomarlo y dañarlo, en fracturar su cuerpo y romper su alma.

Aidan estaba asustado, temía sus pensamientos y le temía a la soledad, lastimosamente parecía ser imposible ignorar o deshacerse de cualquiera de los dos.

Ahora entendía lo que sentía esa niña, ese niño, esa persona que siempre quedaban de ultimo, abandonados e ignorados, el estorbo, el extraño entre un grupo de amigos. Lo entendía porque ahora era él, ahora era el extraño, el estorboso y el abandonado.   

Observo con desaliento como todos formaban sus grupos de trabajo y comenzaban a hacer la cartelera mientras charlaban o jugaban, ignorantes de su presencia. Apretando los labios y suspirando resignado comenzó a investigar con la soledad como su fiel compañía, ya había comenzado a escribir la información cuando sintió la inconfundible sensación de un par de ojos mirándolo, se quedó helado y su estomago se contrajo cuando a sus oídos llegaron los chirriantes sonidos de una silla siendo arrastrada por los suelos de manera violenta.

— ¿Nos hacemos juntos? — el chico levanto sus ojos azules para encontrarse con la mirada amistosa y llena de rímel de Tyline que dejaba una silla a su lado, y se sentaba despreocupada, sacando los libros con información subrayada.

— ¿No tienes grupo? — el chico observo a su alrededor notando a un grupo que los observaba desconcertado, mientras murmuraban algunas burlas y gritaban a todo pulmón <<¡Puta traidora!>> hacía la chica.

Tyline puso los ojos en blanco sacando el dedo de en medio hacía sus antiguos compañeros, le dedico una sonrisa de ojos abiertos a su nuevo compañero, balbuceando algunas palabras sobre la inmadurez y como la extinción dejaba de ser un temor, y se convertía en una esperanza.

— Sí, pero esos son un montón de tarados que me dejarán haciendo el trabajo sola y tu pareces ser alguien trabajador — la chica oculto uno de sus mechones castaños detrás de su oreja llena de perforaciones dedicándole una sonrisa de cortesía, Aidan supuso que se había teñido el cabello, no recordaba que fuera de un castaño tan claro, un tono que por alguna razón le parecía encantador —, bien, yo hago el resumen y los dibujos, pero me niego rotundamente a escribir, no es por ser perezosa pero necesitarías un estudio avanzado en jeroglíficos para entender lo que escribo — bromeo la chica sacando un marcador y pintando con el sus uñas.

— No tienes porque abandonar tu grupo por mí — sabía que ella sentía pena por él, "por el solitario y patético chico abusado", aún así agradeció el gesto pero no le parecía justo apartarla de sus amigos por sus propios problemas.

— No es un problema, además así sabre si eres un buen compañero o no — la chica no mentía, estaba harta que sus compañeros se hicieran los tontos prometiendo hacer sus partes del trabajo para al final ponerla a ella a hacerlo todo para que ellos inflarán de orgullo sus pechos (y algo más) mientras recibían los halagos del profesor por la buena investigación, pero también se sentía mal ver al muchacho solo, no entendía qué clase de poder tenía aquél depresivo joven sobre ella, pero verlo solo, tan solito e indefenso, tan frágil como un cristal hacía el corazón de la chica estrujarse, por alguna razón todavía desconocida la muchacha sentía la irremediable necesidad de proteger a Aidan —, ahora, supongo que con tres dibujos sería más que suficiente, no queremos que nuestra cartelera parezca anuncio de carnaval, ¿verdad? — la castaña se hecho a reír como siempre lo hacía, una risa nerviosa y habitual, pero se sorprendió al escuchar una segunda risa que lo acompañaba, era débil pero encantadora.

Una risa genuina fue emitida por sus labios al ver a Aidan reír, era la primera vez que lo veía sonreír y su sonrisa le pareció la más hermosa del mundo. En silencio y secreto Tyline se prometió que haría lo que fuera para escuchar aquella grácil, y tímida risa, todo mientras comenzaba a hacer el resumen.

— Gracias — dijo Aidan, todavía con una pequeña sonrisa adornando sus labios.

— ¿Por qué?

— Por no dejarme solo.

Esa mirada celeste llena de melancolía hizo a Tyline enmudecer, sintió la necesidad de abrazarlo y decirle que todo estaría bien, conocía esa mirada, esa clase de mirada que solo tienen las personas cansadas de la soledad pero que no saben cómo escapar de tan celosa y posesiva amante, la clase de mirada de una persona agotada de llorar y que solo sueña con poder descansar con la certeza de que todo mejorará. Pero supuso que él no querría eso, por ello se limito a soltar otra risa de cortesía y seguir con el resumen, ignorando la ardiente añoranza de abrazarlo.

— Descuida — dijo Tyline, con una sonrisa de cortesía y haciendo todo lo posible por contener ese impulso de abrazarlo que tanto la consumía.

Tyline resulto ser una gran compañera de trabajo, era muy buena captando las ideas principales y una maestra en los dibujos, en el poco tiempo que duro la clase Aidan pudo comprender la razón por la cual Valerio descargaba en ella toda la responsabilidad de escribir los guiones e incluso actuar. La chica era brillante, simplemente brillante. Aunque sus ojos siempre llenos de rímel y sombras negras le dieran una apariencia vacía, sin vida e incluso de drogadicta el chico quedo fascinado con su capacidad de hacer un trabajo sobre el genocidio que fue la invasión española al nuevo mundo algo tan interesante y divertido.

 — ¿Qué te parece si terminamos el trabajo en mi casa? — la muchacha enrollo su cabello y lo ato detrás de sus orejas con la ayuda del marcador verde con el que había pintado sus uñas, pese a ello varios mechones castaños se acunaron alrededor de su rostro, haciéndola ver más linda de lo que su deprimente belleza permitía apreciar.

Tyline parecía siempre triste, con la mirada resignada de alguien que acaba de forzarse a dejar de llorar y pese a los kilómetros de rímel, y sombra para ojos que usaba las ojeras seguían siendo perceptibles, la chica casi siempre estaba vestida con colores oscuros y apagados, no porque fuera gótica o algo así, solo que era más fácil disimular las manchas de comida que su mal habito de comer con las manos en lugar de cubiertos siempre le provocaba, usualmente usaba collares largos y flojos alrededor de una gargantilla que estratégicamente ocultaba las fantasmales marcas de dedos alrededor de su cuello, y sus brazos cubiertos que brazaletes y pulseras tintineantes que como Aidan pudo adivinar ocultaban el mismo cortante secreto que él también se esforzaba por ignorar bajo el tintineo de sus propias pulseras.

— ¿No podemos reunirnos en la escuela? La verdad tengo una maestría en perderme y si no quieres que termine con la frontera de Constantinopla y Uruguay, será mejor que sea en un lugar que conozca — a decir verdad Aidan no estaba mintiendo, cuando recién llego a la ciudad duró cuatro horas perdido dando vueltas alrededor de la calle de al lado de la casa del doctor Stilinski, incapaz de reconocer el más mínimo detalle y no pudo regresar hasta que su propio tío lo fue a buscar, pero su petición estaba más enfocada en no ir a casa de Tyline, no quería estar en ambiente desconocido y temía entrar en la madriguera de la chica cuyos ojos eran adornados por círculos negros como mapache.

— Aidan, yo vivo en la quinta porra, literalmente tengo que levantarme tres horas antes de entrar al colegio para poder llegar medianamente temprano.

— ¿Vives al otro lado de la ciudad?

— Ajá, en el sector de Floridablanca — al instante las alarmas del muchacho se encendieron, el doctor Stilinski le había hablado de ese lugar, era bastante peligroso porque anteriormente había sido un barrio de invasión y cuando sacaron a sus ocupantes a manos de la policía para construir edificios de ayuda humanitaria para los inmigrantes la zona se convirtió en una guerra constante, tanto por locales, pandillas como la policía — ¡Oye! ¡Si vienes te presento a mi familia! — la chica abrió animadamente su bolso buscando algo entre las envolturas de caramelos, chicles, hojas arrugadas, restos de papas fritas, cuadernos, tinta azul, accesorios para el cabello, lápices, libros de texto, joyería de plástico y ramitas de madera. Aidan rápidamente ideo alguna forma de escapar de la ida a la casa de Tyline, pensó fingir que sí iría y decirle a ultimo minuto a su tío a sabiendas que de ser necesario lo sedaría con tal de no exponerlo a una zona tan peligrosa, de esa manera sacrificaría a su tío como el malo de la película y él quedaría como la víctima sin lastimar los sentimientos de la castaña — ¡Mirá! — la chica empujo su teléfono en la cara del niño, casi haciéndolo perder el equilibrio y acorralándolo en los pasillos, la vista de Aidan se encontró completamente opacada por la imagen de un pitbull de color negro que sonreía gentilmente a la cámara portando un sombrero de cumpleaños —, este en Acido Ribonucleico — con su dedo que comenzaba a perder el color verde del marcador deslizo la imagen mostrando ahora a un rottweiler que posaba con la misma cara de esperanza que un político en campaña con un moño en su cabeza —, Benedicto Octavios es mi bebé — nuevamente deslizo la pantalla mostrando ahora a un chihuahua cuyo rostro enfurecido reflejaba que tenía la capacidad de provocar el genocidio más bestial de la humanidad y salir ileso de ello —, por otra parte Pablo Escobar es tremendo loquillo, te advierto que suele odiar a las visitas, te recomiendo llevar un trozo de carne o algo para menguar su furia — la siguiente imagen mostraba a un gato blanco con negro que observaba curioso a la cámara — y este es rey de la pandilla, Cocaíno.

— ¿"Cocaína"? — pregunto sorprendido por la capacidad de la chica de poner nombres tan inusuales, pero para sus adentros no pudo esperar a presentarla formalmente con Dan, ambos eran unos locos con los nombres.

— Cocaíno, no "cocaína" pero de cariño le digo "Coco", al parecer no puedes gritar "¡Cocaíno, ven a casa!" a las tres de la mañana porque te llegan personas preguntando por el precio del polvo y la policía a hacer una requisa — la muchacha ladeo la cabeza sin comprender porqué la gente exageraba por un nombre tan inocente como el de su gato.

Aidan sintió una extraña sensación desoladora al escuchar eso, <<Coco>>, el chico paso saliva sintiendo un nudo formándose en su garganta, <<Coco brilla de una manera lenta y amigable, conmigo como su fiel ayudante, ven conmigo y dejame abrazarte, antes que el eterno sueño por fin te atrape>>

— ¡ROGELIO! — grito Tyline en el oído del chico sacudiéndolo.

El muchacho parpadeo confundido sujetando las palmas de las manos de la castaña que aplastaba su rostro con una expresión preocupada.

— ¿Qu-qué ha pasado? — mientras las palabras se aferraban con violencia a su garganta negándose a salir Tyline mantenía sus brazos alrededor del cuerpo del chico, lo envolvía de manera protectora intentando desviar su atención de los inherentes murmullos que comenzaban a escucharse, como una oleada sonora arrastrada por el viento.

— ¿Estás bien?

— S-sí...eso creo...¿por?

— Estabas pálido y gritaste que no te pusieran a dormir otra vez — el chico se quedo perplejo y con horror se percato de la cantidad insana de ojos sobre él, pero la joven castaña se interpuso en su campo de visión, evitando así que los ojos curiosos y las risas burlonas fueran percibidas por el muchacho — ¿Tuviste un ataque de pánico? — Aidan bajo la cabeza avergonzado, apretando la mochila contra su pecho.

— Quiero irme — susurro.

Tyline asintió y sin mediar palabra enrollo su mano en la muñeca del muchacho apretando las pulseras y pañuelos de ceda marchando de forma apresurada por los pasillos, tirando del estupefacto chico escapando de las indiscretas miradas y lascivos murmullos que solo los crueles adolescentes saben dedicar. 

— ¿Irás a las audiciones? — pregunto Tyline dejando de correr, tratando de calmar a su asustadizo compañero con otro tema.

— ¿Audiciones? — cuestiono intrigado.

La chica rebusco en su mochila que por alguna razón contenía una cantidad considerable de ceniza de cigarrillo sacando varios papeles rotos u arrugados, dejándolos caer al suelo, rápidamente Aidan comenzó a recogerlos algo incomodo que ella hiciera ese desastre sin siquiera pensarlo.

— Tarea de química, lista de compras, carta de suicidio, el cuento del soldadito de plomo, porno de Griffith x Guts, declaración de guerra de Gordi hacía Azulin por la independencia unicorniana ¡Ash! ¿Dónde esta? ¡Estoy segura que lo tenía aquí! — la castaña dejo caer otro papel frustrada por no encontrar lo que buscaba, estaba a punto de vaciar el contenido de su mochila al suelo cuando encontró un papel arrugado lleno de migas de galleta — ¡Aquí esta! — orgullosa la chica extendió la bola de papel y tomo los otros papel de las manos de Aidan volviendo a guardarlos en su mochila, el joven pensó que ella botaría los papeles pero con algo de incomodidad vio como los volvía a estrujar dentro de su mochila, negando con la cabeza desenrollo la bola de papel siendo recibido por la imagen de espaguetis pegados a la hoja y salsa de tomate que cubría gran parte de las letras, pero por lo poco que pudo leer era un anuncio de búsqueda de actores, <<Se invita a todo aquél con alma creativa a participar el miércoles, 12 de mayo a las audiciones para la próxima película de renombrado director, Valerio Karahan, entre las 7 y 12 de la noche en el teatro de la escuela>>.

— Espera...¿Tendré que audicionar para interpretarme...a mí mismo?

— Es una mera formalidad — explico Tyline, comenzando a caminar —. Valerio tiene la ilusión de que las personas morirían y matarían por estar en alguna de sus películas, pero creeme que nadie a parte de nosotros se interesa por su trabajo, no solo por las condiciones de trabajo y la explotación laboral, sino porque Valerio le encanta ser grafico, los sueños húmedos de Valerio siempre son haciendo tríos con Gaspar Noé y Lars Von Trier, el tipo quiere crear caos, incomodidad, que las personas piensen "¿Qué carajos?" cuando ven una de sus películas — la castaña suspiro hondo sacando un cigarrillo del cinturón de su falda —, la mayoría no soportan sus escenas y los únicos que van a audicionar probablemente sean primíparos o niños ingenuos que no lo conozcan a él ni a su trabajo.

Justo cuando comenzaban a hablar de las desventuras que conllevaba ser un empleado de Valerio aquél chico de desordenado cabello y gusto por el sufrimiento apareció, gritando con lo que Aidan supuso que era el guion en mano, dándole golpes con los papeles doblados en las cabezas de las ingenuas criaturas que cayeron directamente en su red plagada de mentiras y engaños.

— ¡Trabajen por el amor al arte! — gritaba Valerio enfadado con esos niños, ¿Cómo se les ocurría preguntar por el pago? En su mente el chico pensaba que ya era una gran e imperdible oportunidad que él fuera lo suficientemente generoso como para permitir que indignas criaturas fueran participes de su arte y del proceso para darle vida.

Aidan quiso intervenir y salvar a ambos niños pero Tyline se aferro a su mano, señalando con los ojos llenos de rímel a la profesora que corría desesperada junto al guardia de seguridad para detener al adolescente que sin piedad azotaba los 21 papeles doblados en las cabezas de los pobres niños que creyeron que iba a ser una obra de teatro.

El resto del tiempo antes de irse a casa Aidan descubrió que Tyline, pese a tener su misma edad vivía sola, sola con Cocaíno, Acido Ribonucleico, Pablo Escobar y Benedicto Octavios, también que vivía en uno de los apartamentos creados por el gobierno para desertores, personas de escasos recursos e inmigrantes, quiso preguntarle qué era ella pero se contuvo, dedujo por lo poco que sabía de ella que era solo una adolescente de escasos recursos viviendo de la ayuda del gobierno, no parecía extranjera y mucho menos desertora. Aprendió que la química era su materia favorita pero que odiaba la historia con la pasión de mil soles porque <<Solo los ganadores cuentan la historia>> y era fiel creyente que esta había sido alterada a conveniencia de los más poderosos, entendió que la razón de su exagerado maquillaje era para ocultar las penetrantes ojeras que noches sin dormir le provocaban y que su mayor consuelo en una vida desolada eran sus mascotas — o como ella los llamaba, "su familia" — y pasar las tardes sentada frente al televisor en una sabana mientras fingía que veía la televisión, cuando en realidad observaba el paisaje de la ventana, específicamente aquél parque municipal donde las familias van a comer helados, merendar o ver a sus hijos jugar.

Imagino a la joven castaña sentada en el piso, con papeles arrugados, ropa sucia y platos sucios a su alrededor, con sus mascotas dichosamente en el sofá, la imagino con sus escuálidas piernas extendidas mientras ladeaba la cabeza a la derecha, luego a la izquierda, con el sonido del televisor de fondo a la vez que veía a las familias siendo eso, familias: los niños jugando, los padres charlando y disfrutando de deliciosos helados; la imagino con su cabello castaño recogido en un desordenado moño sujeto por el marcador, mientras dos mechones rebeldes acunaban su rostro. La imagino lamiendo sus labios, soñando, deseando ser una de esas niñas que era cargada por su papá o charlaba con su mamá. La imagino sentándose en medio de sus mascotas y mirando al cielo, preguntándose ¿Por qué no podía ser una de esas niñas? Aidan suponía que ella pensaba eso, porque él lo hacía; observaba a los risueños e imperativos niños llenos de envidia, deseando, anhelando y rogando poder volver a ser así, poder volver a ser un niño inocente, libre de temores y preocupaciones. Aidan deseaba volver a ser un niño. 


Al llegar a casa fue rápidamente interceptado por su tío que como era costumbre examino sus brazos, piernas, cuello, estomago o muslos en busca de alguna nueva herida, para su sorpresa su sobrino estaba limpio. A penas fue liberado de la requisa policial de inmediato corrió escaleras arriba en busca de su amigo, encontrándolo frente al televisor, haciendo su rutina de pilates con sonidos de ballena de fondo.

— ¿Todavía haces eso?

— Claro que yes — respondió Dan terminando su rutina —, cuando tu tengas 90 yo me veré de 40 y tendré las energías de un tipo de 30.

— Ajá — por alguna razón todavía desconocida para el niño su mejor amigo parecía obsesionado con la juventud, solo era un par de años mayor que él pero a veces actuaba como si la cúspide de su vida ya hubiera pasado e intentará regresar desesperadamente a la flor de su juventud, aunque todavía no cumplía 18.

— Oye, ¡Al menos los pilates están abalados por la ciencia! No como tu "Dios invisible" — dijo Dan en tono de burla.

Su mejor amigo no era cristiano, su familia era multicultural y de diversas creencias, su padre era la criatura más atea de la historia (todo por contemplar las bestilidades de la guerra y pensar que ningún dios existía en ese lugar), su madrastra practicaba activamente el hinduismo y su madre biológica profesaba el budismo tibetano. Dan por su parte solo creía en lo que sus ojos veían y él no veía al ser omnipotente que su mejor amigo tanto adoraba, solo lo veía a él, a su alegre amigo convertido en una lastimera sombra de lo que alguna vez fue.

— Puede que para ti no exista, pero para mi es tan real y tan necesario como el aire.

El moreno observo a su amigo en silencio todavía con su rutina de pilates reproduciéndose de fondo. Realmente quería comprender lo que pensaba el niño, desde que eran pequeños Aidan siempre fue un fiel creyente y aunque a Dan le aterrorizaban las historias de la Biblia, y le caían mal el 90% de los personajes de la misma — el puesto de honor en la lista lo ocupaba Noé por borracho, esclavista, racista, incestuoso y ser un muy mal ser humano. El segundo lugar se lo llevaba David por ser un desgraciado lujurioso y según le conto su amigo no hizo nada para proteger o vengar a su hija. El tercer lugar para Abraham por andar regalando a Sarah a cualquiera. El cuarto para Jacob por amar solo a Raquel teniendo más esposas y por no ser equitativo con sus hijos, los favoritismos nunca llevan a nada bueno y la lista seguía, y seguía — en ese entonces le parecía admirable que el niño se aferrara con tanta vehemencia a su fe pero ahora le resultaba ridículo. Aidan estaba destrozado, Dan creía que la razón por la cual su amigo era creyente a parte de presión familiar era por la promesa de protección eterna por parte de ese ser omnipotente e invisible, mismo que claramente le había fallado.

— No entiendo como puedes seguir creyendo en eso — dijo entre risas, estirando su cuerpo dando fin a su entrenamiento.

— ¿Eh? — el moreno se puso de pie tomando su camiseta y volviendo a colocársela, miro a su alrededor pensando seriamente que palabras diría, no quería ofender a su hermano de otra madre pero simplemente le parecía tonto que el joven siguiera tan reacio en abrir los ojos, debía tener un lavado de cerebro muy arraigado para creer todas las locuras que decía ese libro negro de hace más de un siglo y aún más para seguir creyendo después de todo lo que le había sucedido — ¿Qué quieres decir? — a Dan le causaba incomodidad verlo orar todas las mañanas y encomendarse a un ser que no existía y no lo protegía.

— Oye, amigo, yo no soy precisamente algo así que uno diga "que bruto, como es de creyente este man" pero no puedo evitar pensar porque Dios permitió que esto pasará — esa misma pregunta se la había hecho a todo líder religioso que encontró en su ciudad, ninguna respuesta fue medianamente satisfactoria —, ¿Por qué permitió que ocurriera la masacre? ¿La muerte de Kity Kat? ¿Y tu viol...? ¿Y que te pasará "eso"? Y por favor no me respondas de "Dios obra de manera misteriosa" porque ya estoy harto de esas respuestas.

El muchacho observo desconcertado a su amigo, se quedo quieto por unos segundos antes de sentarse al borde de su cama, con las piernas juntas y la cabeza gacha.

— Me he dado cuenta de algo, Dan, algo que no quería saber, intenté ignorarlo, pero es cierto — Aidan levanto la cabeza mostrando una pequeña pero falsa sonrisa —. Estoy solo, Dan, estoy solo en la escuela, estoy solo en la iglesia y antes de que llegarás tú también lo estaba en casa. Siempre estoy solo, odió estar solo. Añoro que alguien venga, me pregunte que sucede y me diga que todo va a estar bien, pero por más que espero, por más que lloró o me desespero no sucede, pero sigo sin entender que nadie va a venir a abrazarme y decirme que todo va a estar bien — Aidan volvió a bajar la cabeza al sentir las lagrimas comenzando a formarse en sus ojos, no quería que Dan lo viera así, él no, necesitaba lucir bien para Dan, no podía preocuparlo, no deseaba preocuparlo, si su mejor amigo lo veía en ese estado de repente todo sería real: su abuso, la muerte de su hermana, la masacre y que el hombre que más amaba después de su padre era el culpable de todo; todavía no estaba listo para aceptarlo, no quería aceptarlo —. Ir a la iglesia era algo bonito, incluso agradable, al menos así fue hasta que me dí cuenta de que estoy solo — inevitablemente su falsa sonrisa se borro y las lagrimas salieron en total libertad. De niño siempre pensó que las iglesias debían ser un lugar seguro de congregación y comunión con Dios, pero, al igual que muchas otras cosas que pensaba de niño descubrió que no era cierto: por motivos de trabajo el doctor Stilinski no pudo acompañarlo a su primer día en la nueva iglesia, cuando llego Aidan esperaba ser recibido con cálidas palabras y una bienvenida alegre, en su lugar nadie tuvo la amabilidad de decirle dónde estaba la clase de los chicos de su edad y aunque pregunto terminaron mandándolo a otro lugar que nada que ver, cuando por fin llego a la clase lo ignoraron totalmente y a la hora de la predicación observo con desahucio como las personas usaban bolsos y biblias para apartar espacio aunque nadie viniera a sentarse. Ese día escucho la predicación de dos horas de pie fuera del templo bajo el ardiente sol, asustado por no saber a dónde ir y destrozado porque ese lugar de refugio que se suponía que debía ser la iglesia ahora era un lugar más sin valor —  Mis compañeros de estudio de la biblia planearon una salida frente a mí, pero no me invitaron, supe que ni siquiera saben mi nombre aunque llevo asistiendo ya un par de meses, participó pero no se dan cuenta, soy invisible, nunca fui invisible y odio ser invisible — el niño levanto la cabeza y como pudo forzó la sonrisa por la que había practicado toda la noche encerrado en el baño, deseoso de fingir que estaba bien, al menos para su amigo —. Estoy solo, solo cuando llegó a casa, solo cuando estoy en el colegio y solo cuando estoy en la iglesia — nuevamente su falsa sonrisa se quebró —. Siempre solo, odió estar solo...¡LO ODIO! ¡LO ODIO! ¡LO ODIO! — incontrolablemente el ojiazul comenzó a golpear su cabeza con las palmas abiertas, provocando en Dan gran temor —. Dios es lo único que me queda, Él es el único que jamás me va a abandonar o a dañar, Dios es todo lo que tengo.

Ver al nuevo Aidan lo hizo estremecer, no le gustaba este nuevo Aidan, débil, triste, temeroso y tan exageradamente delgado que un solo golpe lo mataría. Añoraba al antiguo Aidan, a su amigo fiel y confidente, pero rápidamente acepto que ese viejo Aidan no existía más y solo deseo hacer mejorar al nuevo Aidan, para así no tuviera que forzarse a sonreír más.

— Todo va a estar bien — dijo Dan, abrazando con fuerza a su amigo —, todo va a estar bien.

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